La iniciación del
tratamiento con un periodo de prueba así fijado algunas semanas tiene además
una motivación diagnostica. Hartas veces, cuando uno se enfrenta a una neurosis
cono síntomas histéricos u obsesivos, pero no en exceso y de duración breve, debe
dar cabida a la duda sobre si el caso no corresponde a un estadio previo de la
dementia precox (esquizofrenia), y pasado un tiempo mostrara el cuadro.
La confianza o desconfianza
que el paciente tenga sobre el psa no tiene importancia para la resistencia internas
que anclan la neurosis.
Puntos importantes para el
comienzo de una cura analítica son las estipulaciones sobre tiempo y dinero.
Con relación al tiempo, se
acuerda una determinada hora de sesión. A cada paciente se le asigna una hora
de la jornada de trabajo; que es la de cada paciente y permanece destinada a él
aunque no la utilice. Cuando se adopta una práctica más tolerante, las
asistencias ocasionales se multiplican, hasta que deja de asistir.
No se puede definir un
tiempo exacto para la duración del tratamiento. La abreviación de la cura es un
deseo injustificado. Se les contrapone: unas alteraciones anímicas que se
consuman con lentitud; esto se debe a la atemporalidad de los procesos icc.
En cuanto al dinero el
analista considera que la estima del dinero coparticipar factores sexuales. Se
deben tratar las cuestiones de dinero con la misma naturalidad que se pretende
educar los asuntos de la vida sexual. Las resistencias del neurótico se
acrecientan por el tratamiento gratuito; en la mujer, la tentación por el
vinculo trasferencial, y en el hombre el agradecimiento proveniente del
complejo paterno, que significan un obstáculo.
El enfermo se acuesta en el
diván mientras uno se sienta detrás, para que él no lo vea. Esto se realiza
para no permanecer bajo la mirada de otras ocho horas, para que los gestos del
analista no influyan en las comunicaciones del paciente, y para aislar la
trasferencia.
No interesa con que material
empiece el paciente, mientras siga la regla del psa, y debe incluir los vínculos
del paciente con las personas, y sus pensamientos sobre estas. Cada fragmento
de la historia debe ser narrado de nuevo, así con las repeticiones aparecerán
los complemento que permiten obtener los nexos importantes, desconocidos por el
enfermo.
No se debe preparar el
relato, ya que de esta manera la resistencia cumple su cometido, logrando que
el material valioso se escape. Otros métodos para el escape de relatar lo
impórtate, es que el paciente converse sobre las cosas que debería conversar en
análisis con algún amigo.
Desde la trasferencia se
encuentra el acceso al material patógeno. Los pacientes cuyo análisis es
seguido por el rehusamiento de las ocurrencias son, mujeres que están
preparadas para una agresión sexual, y hombres con una homosexualidad reprimida
hiperintensa.
Las primeras resistencias y
los primeros síntomas merecen un interés particular y pueden denunciar un
complejo que gobierne su neurosis.
Mientras las comunicaciones
y ocurrencias del paciente afluyan sin detención, no hay que tocar el tema de
la trasferencia. Es preciso aguardar para este, hasta que la trasferencia haya
devenido en resistencia.
Se debe hacer comunicaciones
al analizado, no antes de que se haya establecido en el paciente una
trasferencia operativa. La primera meta sigue siendo allegarlo al médico. Si se
les demuestra interés, el paciente solo pone al médico en el imago infantil de
quien recibió amor.
Fue preciso entonces quitar
el saber como tal el significado que se pretendía para él, y poner el acento
sobre las resistencias que en su tiempo habían sido la causa del no saber y
ahora estaban aprontadas para protegerlo. El saber cc era sin duda impotente
contra esas resistencias, y ello aunque no fuera expulsado de nuevo.
Los enfermos saben sobre la
vivencia reprimida de su pensar, pero a este último le falta la conexión con
aquel lugar donde se halla de algún modo el recuerdo reprimido. Solo puede
sobrevenir una alteración si el proceso consiste en pensar avanzar hasta ese
lugar y vence ahí las resistencias de la represión.
El motor más directo de la
terapia es el padecer del paciente y el deseo, de sanar. Es mucho lo que se
debita de la fuerza pulsionales, sobre todo la ganancia secundaria de la
enfermedad. Pero esta fuerza tiene que conservarse hasta el final. Por si sola
no puede eliminar la enfermedad, le faltan dos cosas: no conoce los caminos que
debe recorrer, y no suministra la energía necesaria contra las resistencias. En
cuanto a la energía necesaria para vencer las resistencias, las suple
movilizando las a energías utilizadas para la trasferencia; y mediante las
comunicaciones muestra el enfermo el camino que debe guiar esas energías. La
trasferencia basta por sí sola para eliminar los síntomas, pero solo de manera
provisional, mientras ella exista. El psa merece este nombre cuando la
trasferencia haya empleado su intensidad en vencer las resistencias.
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