jueves, 12 de agosto de 2021

Lacan, J. (1959-1960) El seminario. Libro 7. La ética del psicoanálisis.

 

Lacan, J. (1959-1960)  El seminario. Libro  7.  La   ética   del   psicoanálisis. 

IV

Hay ciertas ambigüedades e  insuficiencias en  oposición entre  principio de realidad  yprincipio de placer en Freud. En torno a una relación del sujeto con el significante seorganiza la  posición fundamental de la represión. Solamente a partir de allí, subrayaFreud, es posible hablar, en el sentido analítico del término de consciente e inconsciente.La   posición   particular   del   esquizofrénico   nos   enfrenta,   de   manera   más   aguda   quecualquier   otra   forma   neurótica,   con   el   problema   de   la   representación.   Freud   mismosubraya la distinción que debe hacerse entre la operación del lenguaje como función, asaber,   el   momento   en   que   ella   se   articula   y   desempeña   un   papel   esencial   en   elpreconsciente,  y la  estructura del  lenguaje,  según la  cual  se  ordenan  los  elementospuestos en juego en el inconsciente. Entre ambos se establecen esas coordinaciones esapuesta-en-cadena que domina su economía; hay una relación entre cosa y palabra. Esimposible resolver en términos de psicología el modo en que el hombre está capturado enlos procesos simbólicos, modo al que ningún animal tiene un acceso semejante. Estoimplica   que  tengamos   un   conocimiento   completo,   estricto,   de   qué   quiere   decir   esteproceso simbólico. La palabra está allí en posición recíproca, en tanto que se articula, queviene aquí a explicarse con la cosaRetomemos el principio de realidad que es invocado bajo la forma de su incidencia denecesidad. Esta observación nos pone en la vía de su secreto: a partir del momento enque intentamos articularlo para hacerlo depender del mundo físico al que el designio deFreud parece exigir remitirlo, resulta claro que el principio de realidad funciona comoaislando al sujeto de la realidad. El signo es un signo en la medida en que nos avisa de lapresencia de algo que se relaciona efectivamente con el mundo exterior señalándole a laconsciencia que se enfrente con dicho mundo exterior. Lo que es inconsciente funciona del lado del principio del placer. El principio de realidaddomina lo que, consciente o preconsciente, se presenta en el orden del discurso reflexivo,articulable, accesible, que sale del preconsciente. Los procesos de pensamiento, en lamedida   en   que   los   domina   el   principio   del   placer,   son   inconscientes,   llegan   a   laconsciencia en la medida en que se puede verbalizarlos, en que una explicación reflexivalos pone al alcance del principio de realidad, al alcance de una consciencia despierta parapermitirle orientarse en relación al mundo real. En sus propias palabras, el sujeto, llega acaptar las astucias gracias a las que logran engranarse en su pensamiento sus ideas, lascuales   emergen   a   menudo   de   manera   enigmática.   La   necesidad   de   hablarlas,   dearticularlas, introduce entre ellas un orden a menudo artificial. El proceso de pensamiento,en la medida en que en él progresa el acceso a la realidad, se encuentra en el campo delinconsciente.   Solo   nos   es   accesible   por   el   artificio   de   la   palabra   articulada,   en   elmovimiento de la palabra. De lo que entra bajo el signo del principio del placer, el sujetoconsciente no aprehende nada. El sistema que percibe, que registra no está a nivel delyo.Freud comienza, en sus confidencias con Fliess, a aportar la concepción de que hay quehacerse  del  funcionamiento  del  inconsciente. La   exigencia  fundamental  de  todo  estesistema   es   ordenar   en   una   concepción   coherente   del   aparato   psíquico   los   diversoscampos de lo que efectivamente ve funcionar en las huellas mnésicas. La impresión delmundo externo en bruto, original, primitiva, está fuera del campo que corresponde a unaexperiencia apreciable, efectivamente inscrita en algo que se propone no simplemente entérminos de impresión, sino en el sentido de algo que hace signo y que es del orden de laescritura. La primera escritura se produce a determinada edad, antes de los cuatro años.Más tarde, hasta los ocho años aparece otra escritura más organizada, organizada en función   de   recuerdos, parecerá   constituir   más   especialmente   un   inconsciente.   En   lamedida en que la estructura significante se interpone entre la percepción y la conciencia,el  inconsciente  interviene.   El   principio del   placer   interviene,  ya   no   como función  delmantenimiento de cierta carga, sino en tanto que concierne a las Bahnungen. A nivel delinconsciente en función, algo se regla, que tiende a alejar el mundo externo. En cambio, loque se ejerce a nivel de la Übung es descarga (y volvemos a encontrar aquí el mismoentrecruzamiento que en la economía tota del aparato). La estructura regla la descarga, lafunción la retiene. Freud también la llama el Vorrat, la provisión. Vorratsträger es el Ichcomo soporte de cantidad y de energía que constituye el núcleo del aparato psíquico.“Sobre   esta   base,  entra en   juego lo  que veremos ahora  funcionar   como   la   primeraaprehensión de la realidad por el sujeto. Y es aquí donde interviene esa realidad que tienerelación con el sujeto del modo más íntimo (el Nebenmensch). Fórmula asombrosa, en lamedida en que articula poderosamente constante, que permanece unido como cosa, alDing”. Esto es lo que la detestable traducción hace perder diciendo que “algo queda comotodo coherente”. De  ningún  modo  se trata  de  una  alusión  a un  todo   coherente  queocurriría por la  transferencia  del verbo  al sustantivo, todo  lo contrario. El Ding  es  elelemento que es aislado en el origen por el sujeto, en su experiencia del Nebenmensch,como siendo   por naturaleza   extranjero,  Fremde.  El   complejo del   objeto  está   en  dospartes, hay división, diferencia en el enfoque  del juicio.  Todo lo  que en el  objeto escualidad, puede ser formulado como atributo, cae dentro de la carga del sistema Ψ yconstituye las Vorstellungen primitivas alrededor de las cuales se jugará el destino de loque está reglado según las leyes del Lust y del Unlust, del placer y del displacer, en lasinformaciones primitivas del sujeto. Das Ding es totalmente diferente. Esta es una divisiónoriginal de la  experiencia de  la realidad. La  volvemos a encontrar en la Verneinung.Remítanse al texto, volverán a encontrar con el mismo alcance, la misma función deaquello que, desde el interior del sujeto, resulta llevado en el origen a un primer exterior(un exterior, nos dice Freud, que nada tiene que ver con esa realidad en la que el sujetodeberá  más   tarde ubicar   los Qualitäszeichen, que   le indican   que está   en el   caminoadecuado para la búsqueda de su satisfacción). Esto es algo que, antes de la prueba deesa búsqueda, plantea su término, su  objetivo y su mira.  Esto es lo  que  Freud nosdesigna cuando nos dice que: “el objetivo primero y más cercano de la prueba de realidadno es encontrar en la percepción real un objeto que corresponda a lo que el sujeto serepresenta   en   ese   momento,   sino   volver   a   encontrarlo,   testimoniarse   que   está   aúnpresente en la realidad”. El Ding como Fremde, extranjero e incluso hostil a veces, entodo caso como el primer exterior, es aquello en torno a lo cual se organiza todo el andardel sujeto. Es un andar de control, de referencia, ¿en relación a qué?: al mundo de susdeseos. Hace la prueba de que algo después de todo, está realmente ahí, que hastacierto grado, puede servir- ¿Servir para qué? Nada más que para ubicarse en relación aese mundo de anhelos y de espera, orientado hacia lo que servirá, dada la oportunidad,para alcanzar a das Ding. Este objeto estará allí cuando todas las condiciones esténcumplidas,   a   fin   de   cuentas,   lo   que   se   reata   de   encontrar   no   puede   volver   a   serencontrado. El objeto está perdido como tal por naturaleza. Nunca será vuelto a encontrar.Esperando   algo   mejor   o   peor,   alguna   cosa   está   allí,   pero   esperándolo.   El   mundofreudiano, el de nuestra experiencia, entraña que ese objeto, das Ding, en tanto que Otroabsoluto del sujeto, es lo que se trata de volver a encontrar. Como mucho se lo vuelve aencontrar  como  nostalgia.  Se  vuelven a encontrar sus  coordenadas  de  placer,  no elobjeto. En este estado de anhelarlo y de esperarlo, será buscada, en nombre del principiodel placer, la tensión óptima por debajo de la cual ya no hay ni percepción ni esfuerzo. Afin de cuentas, sin algo que lo alucine como sistema de referencia, ningún mundo de lapercepción llega a ordenarse de modo valedero, a constituirse de manera humana. Elmundo de la percepción nos es dado por Freud como dependiente de esa alucinaciónfundamental sin la cual no habría ninguna atención disponible. Llegamos   ahora   a   la   noción   de   spezifische   Aktion.   Hay   una   ambigüedad   en   laBefriedigungserlebnis. Lo buscado es el objeto en relación al cual funciona el principio delplacer. Este funcionamiento está en el paño, en la trama, es el soporte al que se refieretoda experiencia práctica. ¿Cómo concibe Freud esta experiencia, esta acción específica?Dice:   el   acceso   histérico   no   es   una   descarga.  Advertencia   a   quienes   experimentansiempre la necesidad de colocar en primer plano la incidencia de la cantidad en la funcióndel afecto. No hay campo más favorable que el de la histeria para mostrar hasta quépunto   el   hecho   en   el   encadenamiento   de   los   acontecimientos   psíquicos   es   unacontingencia correlativa. De ningún modo es una descarga, sondern eine Aktion, sino unaacción que es Mittel zur Reproduktion von Lust. Veremos aclararse allí lo que Freud llamauna acción.  El   carácter propiamente  original  de  toda acción   es  ser Mittel,   medio  dereproducción.  Al   menos   en   su   raíz   ella   es   esto,   Das   ist   er   [der   hysterische  Anfall]wenigstens in der Wurzel. Por otro lado, sonst motiviert er sich vor dem Vorbewussten mitallerlei Gründen, ella puede motivarse en fundamentos de todo tipo que son tomas a niveldel preconsciente. En el caso de la histeria, de la crisis de llanto, todo está calculado,reglado, como anclado en den Anderen, el Otro, el Otro prehistórico, inolvidable, quenadie nunca más alcanzará después. Lo que encontramos articulado aquí nos permiteuna  primera aproximación  de lo que está  en  juego  en la  neurosis  y  comprender  sucorrelato,   su   término   regulador.   Si   el   fin   de   la   acción   específica   que   apunta   a   laexperiencia de satisfacción es reproducir el estado inicial, volver a encontrar a das Ding,el objeto, comprendemos muchos modos de comportamiento neurótico. La conducta de lahistérica, por ejemplo, tiene como objetivo recrear un estado centrado por el objeto, entanto ese objeto, das Ding, es el soporte de una aversión. En tanto el objeto primero esobjeto   de   insatisfacción   se   ordena   el   Erlebnis   específico   de   la   histérica.   En   el  poloopuesto, en la neurosis obsesiva, el objeto en relación al cual se organiza la experienciade fondo, la experiencia de placer, es un objeto que,  literalmente, aporta  demasiadoplacer. Lo que indica y significa el comportamiento del obsesivo, en sus senderos diversosy en todos sus arroyuelos, es que siempre se regula para evitar lo que el sujeto ve amenudo bastante claramente como siendo el objetivo y el fin de su deseo. La motivaciónde   esta   evitación   es   extraordinariamente   radical,   porque   el   principio   del   placerefectivamente tiene un modo de funcionamiento que es justamente evitar el exceso, elplacer en demasía. Evocaré la posición del sujeto en la tercera de las grandes categoríasque Freud discierne primero: histeria, neurosis obsesiva y paranoia. En la paranoia Freudnos aporta este término: Versagen des Glaubens. En ese primer extraño, respecto al cualel sujeto debe ubicarse de entrada, el paranoico no cree. La actitud radical del paranoico,tal como Freud la designa, involucra el modo más profundo de la relación del hombre conla realidad, a saber, lo que se articula como la fe. Pueden ver aquí fácilmente cómo seestablece el vínculo con otra perspectiva, que llega a su encuentro; ya se las designédiciéndoles que el mecanismo de la paranoia es esencialmente rechazo de cierto apoyoen el orden simbólico,  de ese  apoyo específico alrededor del cual puede hacerse ladivisión en dos vertientes de la relación con das Ding.  Das Ding es originalmente lo quellamaremos   el   fuera-de-significado.   En   función   de   ese   fuera-de-significado   y   de   unarelación patética con él, el sujeto conserva su distancia y se constituye en un modo derelación, de afecto primario, anterior a toda represión. Toda la primera articulación delEntwurf se hace en torno a esto. La represión es aún problemática para Freud y todo loque luego dirá sobre la represión no puede concebirse sino como respondiendo a lanecesidad de comprender la especificidad de la represión en relación a todas las otrasformas de la defensa. Aquí en relación a ese das Ding original se realiza la primeraorientación, la primera elección, el primer emplazamiento de la orientación subjetiva, quellamaremos en este caso Neurosenwahl, la elección de la neurosis. Esta primera mudaregulará desde entonces toda la función del principio del placer. En el mismo lugar seorganiza algo que es a la vez lo opuesto, lo inverso y lo idéntico y que, en último término, se sustituye a esa realidad muda que es das Ding, a saber: la realidad que comanda, queordena. Esto es lo que asoma en la filosofía de Kant.  Es concebible que sea como tramasignificante pura, como máxima universal, como la cosa más despojada de relaciones conel individuo, como deben presentarse los términos de das Ding. Aquí debemos, con Kant,ver el punto de mira, de meta, de convergencia, según el cual se presentará una acciónque calificaremos de moral y veremos cuán paradójicamente ella se presenta siendo ellamisma la regla de cierto Gute. La Cosa solo se nos presenta en la medida en que hacepalabra, como se dice faire mouche, dar en el blanco. En el texto de Freud, la manera enque lo extranjero, lo hostil, aparece en la primera experiencia de la realidad para el sujetohumano, es el grito. Ese grito no lo necesitamos. Las cosas de las que se trata (y quealgunos podrían oponerme como siendo colocadas por Freud en un nivel superior a esemundo   de   significantes   que   les   digo   qué   es,   a   saber,   el   verdadero   resorte   delfuncionamiento en el hombre del proceso calificado como primario) son las cosas en tantoque   mudas.   Cosas mudas  no   son   exactamente  lo mismo que  cosas   que   no   tienenninguna relación con las palabras.¿Qué representa la emisión, la articulación, el surgimiento fuera de nuestra voz de ese¡Tú! que puede surgir de nuestros labios en tal momento de desasosiego, de desamparo,de sorpresa, en presencia de algo que no llamaré a toda prisa la muerte, sino un prójimoprivilegiado para nosotros, alrededor del que giran nuestras mayores preocupaciones yque, sin embargo, no deja de embarazarnos? No creo que ese Tú (ese Tú de devoción enel que tropieza a veces toda manifestación de la necesidad de cariño) sea simple. Creoque existe en él la tentación de domesticar al Otro, al Otro prehistórico, al Otro inolvidableque arriesga sorprendernos de golpe y precipitarnos desde lo alto de su aparición. Túcontiene   no      qué   defensa;   y   diría   que   en   el   momento   en   que   es   pronunciado,enteramente en ese Tú, y no es otro lado, reside lo que presenté como das Ding. A ese Túque llamé de domesticación y que nada domestica, Tú de vana encantación, de vanavinculación, corresponde lo que puede ocurrirnos cuando alguna orden nos llega de másallá del aparato donde bulle aquello que en nosotros nos hace tener que ver con das Ding.En lo que respondemos cuando algo nos es imputado a nuestro cargo o a nuestra cuenta:¡Yo! (Moi). ¿Qué es este Yo? “Yo” por sí solo, ¿qué es?, si no un  Yo de excusa, un Yo derechazo, un Yo (Moi) de “muy poco para mí” (Moi). Así, desde su origen, el yo, en tantoque él también se expulsa por un movimiento contrario, el yo en tanto que defensa, entanto que primero y ante todo yo que rechaza y que, lejos de anunciar, denuncia, el yo enla experiencia aislada de su surgimiento, que quizá deba considerarse como siendo sudeclinar original, el yo aquí se articula.VDas Ding (en el punto inicial, lógica y a la vez cronológicamente, de la organización delmundo en el psiquismo) se presenta y se aísla como el término extranjero en torno al cualgira todo el movimiento de la Vorstellung, que Freud nos muestra gobernado por unprincipio regulador, el principio del placer, ligado al funcionamiento del aparato neuronal.Alrededor de ese das Ding pivotea todo ese progreso adaptativo, tan particular en elhombre en la medida en que el proceso simbólico se muestra inextricablemente tramadoen él. Das Ding debe ser identificada con el Wiederzufinden, la tendencia a volver aencontrar que, para Freud, funda la orientación del sujeto humano hacia el objeto. Eseobjeto ni siquiera nos es dicho. Asimismo, este objeto, puesto que se trata de volver aencontrarlo,   lo   calificamos   de   objeto   perdido.   Pero,  en   suma,   ese   objeto   nunca   fueperdido, aunque se trate esencialmente de volver a encontrarlo. En esta orientación haciael objeto, la regulación de la trama, las Vorstellungen se llaman unas a otras según lasleyes de una organización de memoria, de un complejo de memoria, de una Bahnung; esdecir de una facilitación, pero también de una concatenación cuyo juego bajo una formamaterial nos deja quizás entrever el aparato neuronal y cuyo funcionamiento es reguladopor la ley del principio de placer. El principio de placer gobierna la búsqueda del objeto y le impone sus rodeos, que conservan su distancia en relación a su fin. La etimologíaremite a circa, el rodeo. La transferencia de la cantidad de Vorstellung en Vorstellungmantiene siempre la búsqueda a cierta distancia de aquello en torno a lo cual esta gira. Elobjeto a volver a encontrar le da su ley invisible, pero no es, por otro lado, lo que regulasus trayectos. Lo que los fija, lo que modela su retomo (y ese retomo mismo es mantenidoa distancia) es el principio del placer que lo somete a no encontrar a fin de cuentas másque la satisfacción del Not des Lebens. La búsqueda encuentra así en ruta una serie desatisfacciones vinculadas con la relación con el objeto, polarizadas por ella y que a cadainstante   modelan,   temperan,   apuntalan   sus   actividades   siguiendo   la   ley   propia   delprincipio del placer. Esta ley fija el nivel de cierta cantidad de excitación que no podría sersuperada sin sobrepasar el límite de la polarización Lust/Unlust, placer y displacer nosiendo sino las dos formas bajo las que se expresa esa sola y misma regulación que sellama   principio   del   placer.   La   admisión   de   la   cantidad   está   reglada   (la   cosa   esmetafóricamente articulada por Freud, pero casi debe tomarse al pie de la letra) por elgrosor de las vías de conducción, por el diámetro individual de lo que puede soportar elorganismo. Más allá del límite, ¿qué sucede? La impulsión psíquica, sin embargo, no sevuelve capaz de avanzar más hacia lo que sería su objetivo (más bien se desparrama, sedifunde en el organismo psíquico, la cantidad se transforma en complejidad). En unasuerte de expansión de la zona iluminada del organismo neuronal, irá a alumbrar a lo lejosaquí y allá, según las leyes de la facilitación asociativa, constelaciones de Vorstellungenque reglan la asociación de las ideas, Gedanken inconscientes, según el principio delplacer. El límite tiene un nombre. Es algo diferente de la polaridad Lust/Unlust de la quehabla Freud. Quisiera hacerles observar, primitivamente, incluso antes de la entrada enesta función del sistema Ψ, qué interviene normalmente para reglar la invasión de lacantidad   según   el   principio   del   placer:   es   la   evitación,  la   fuga,   el   movimiento.  A  lamotricidad le corresponde en último término la función de reglar para el organismo el nivelde tensión soportable, homeostática. Pero la homeostasis general, por ejemplo, la poneen juego el equilibrio de los humores. El equilibrio de los humores interviene, pero comoorden   de   estimulación   proveniente   del   interior.   Es   así   como   se   expresa   Freud:   hayestímulos que provienen del interior del organismo nervioso y a los que compara con losestímulos externos. Freud nos dice que, en la mayoría de los casos, la reacción de dolorse produce debido al hecho de que la reacción motriz, la reacción de huida, es imposible yen la medida en que la estimulación, la excitación, proviene del interior. Me parece queeste pretendido lapsus está allí para indicarnos la fundamental homología de la relacióndel dolor con la reacción motora. Asimismo, el dolor tampoco debe ser considerado pura ysimplemente en el registro de las reacciones sensoriales. Esto es lo que nos muestra lacirugía del dolor (no hay allí algo simple, que pueda ser considerado como una simplecualidad de la reacción sensorial). El carácter complejo del dolor, su carácter intermedioentre lo aferente y lo eferente, nos es sugerido por los resultados de determinada secciónque permite, en ciertas afecciones internas, la conservación de la notación del dolor,mientras que es efectiva la supresión o la eliminación de cierta cualidad subjetiva que leda su carácter insoportable. Deberíamos quizá concebir el dolor como un campo que, enel  orden de  la  existencia, se abre precisamente en el  límite en  que  el ser no tieneposibilidad de moverse. El carácter de composición imaginaria, de elemento imaginario del objeto, de hecho lo quepodría denominarse la sustancia de la apariencia, el material de un señuelo vital, unaaparición abierta a la decepción de una Erscheinung,  es decir, aquello en lo que sesostiene la apariencia, pero que es también la aparición del material bruto, la aparicióncorriente, lo que forja ese Vor, ese tercero, lo que se produce a partir de la Cosa. LaVorstellung es algo esencialmente descompuesto. Freud considera a la Vorstellung en sucarácter radical, bajo la forma en que es introducida en una filosofía diseñada por la teoríadel conocimiento. Y aquí está lo llamativo: le asigna hasta el extremo el carácter que, precisamente,   los   filósofos   no   se   decidieron   a   reducirla,   el   de   un   cuerpo   vacío,   unespectro, un pálido íncubo de la relación con el mundo, un goce extenuado, que configurasu rasgo esencial a través de toda la interrogación del filósofo. Aislándola en esta función,Freud la arranca de la tradición. ¿Y la esfera, el orden, la gravitación de las Vorstellungen,dónde los ubica? Había que ubicarlos entre percepción y consciencia, como se dice entrecuero y carne. Entre percepción y consciencia se inserta lo que funciona a nivel delprincipio del placer. ¿Es decir, qué? Los procesos de pensamiento, en la medida en quereglan por el principio de placer la carga de las Vorstellungen y la estructura en la que seorganiza   el   inconsciente,   la   estructura   donde   la   subyacencia   de   los   mecanismosinconscientes de flocula, lo que hace el grumo de la representación, a saber, algo quetiene la misma estructura (es este punto en que insisto) que el significante. Esto no essimplemente Vorstellung, sino Vorstellungsrepräsentanz, lo que hace de la Vorstellung unelemento  asociativo,   combinatorio.  Por  esta  vía,  el  mundo  de  la Vorstellung ya   estáorganizado según las posibilidades del significante como tal. Ya a nivel del inconscienteesto se organiza según leyes que no son forzosamente ni las leyes de la contradicción nilas de la gramática, sino las leyes de la condensación y el desplazamiento a las quedenomino las leyes de la metáfora y de la metonimia. ¿Qué tiene de sorprendente queFreud nos   diga  que   esos procesos  de  pensamiento  que   ocurren  entre   percepción  yconsciencia,   nada   serían   para   la   consciencia   si   no   pudieran   serle   aportados   porintermedio   de   un   discurso,   el   que   puede   explicitarse   en   la   Vorbewusstsein,   en   elpreconsciente?   Freud   no   nos   deja   duda   alguna:   se   trata   de   palabras.   Y   esasWortvorstellungen de las que se trata, es también necesario que las situemos en relacióna lo que  aquí  articulamos. No  son lo mismo que  las Vorstellungen cuyo proceso desuperposición, de metáfora y metonimia seguimos a través del mecanismo inconsciente.Son algo muy diferente. Las Wortvorstellungen instauran un discurso que se articula sobrelos procesos del pensamiento. Nada conocemos de los procesos de nuestro pensamiento,si no hacemos psicología. Solo los conocemos porque hablamos de lo que sucede ennosotros, hablamos  de ello en términos inevitables, cuya indignidad,  vacío y vanidadsabemos por otra parte. A partir del momento en que hablamos de nuestra voluntad o denuestro entendimiento como facultades distintas, tenemos una preconsciencia y somoscapaces de articular en un discurso algo de esa cháchara por la que articulamos ennosotros   mismos,   justificamos,   racionalizamos   para   nosotros   mismos,   en   tal   o   cualcircunstancia, el andar de nuestro deseo. Se trata verdaderamente de un discurso. Freudacentúa que, después de todo, no sabemos ninguna otra cosa acerca de él, salvo esediscurso. Lo   que   llega  a   la  Bewusstsein  es   la  Wahrnhemung,  la   percepción de  esediscurso   y nada  más.  Esto   permite   que   exista la  tendencia   a   arrojar   a   la   nada lasrepresentaciones superficiales, el fenómeno funcional. Sin duda, hay en tal fase del sueñocosas que representan de manera ilustrada el funcionamiento psíquico. ¿Qué dice Freud?Que se trata tan solo de la producción onírica de una mente con inclinación metafísica,entiéndase a la psicología, inclinada a magnificar lo que el discurso nos impone comonecesario   cuando   se   trata   para   nosotros   de   distinguir   cierta   escansión   de   nuestraexperiencia íntima. Pero esta representación, nos dice Freud, deja escapar la estructura,la   gravitación   más   profunda,   que   se   funda   a   nivel   de   las   Vorstellungen.   Y   esasVorstellungen gravitan, se intercambian, se modulan según las leyes que ustedes puedenreconocer como siendo las leyes más fundamentales del funcionamiento de la cadenasignificante. Nos vemos llevados a distinguir la articulación efectiva de un discurso, de unagravitación de las Vorstellungen bajo la forma de Vorstellungsrepriisentanzen de esasarticulaciones inconscientes. Se trata de ver, en tales circunstancias, a qué denominamosSachvorstellungen. Estas deben situarse en oposición polar con el juego de palabras, conlas Wortvorstellungen, pero a este nivel, unas no son sin las otras. Das Ding es otra cosa(es una función primordial, que se sitúa en el nivel inicial de instauración de la gravitación de las  Vorstellungen inconscientes). Me  faltó tiempo para hacerles percibir en  el uso corriente del lenguaje la diferencia lingüística que hay entre Ding y Sache. No se lasemplearía indiferentemente en cada caso e incluso, si hay donde se pueden usar ambas,elegir entre ellas da en alemán un acento preferencial al discurso. Si quisiera hacerlespercibir la diferencia dándoles una suerte de referencia global de cómo se reparte elempleo del significante de manera diferente en alemán y en francés, les diría esta frase:Die Sache, podría decirse, ist das Wort des Dinges; “el asunto es la palabra de la Cosa”.Justamente en tanto pasamos al discurso, das Ding, la Cosa, se resuelve en una serie deefectos (en el mismo sentido en que se puede decir meine Sache). Son todos mis bártulosy algo muy diferente de das Ding, la Cosa a la cual tenemos que retornar ahora. A nivel delas Vorstellungen, la Cosa no solo no es nada, sino literalmente no está (ella se distinguecomo ausente, como extranjera). Todo lo que se articula de ella como bueno y malo dividerespecto a ella al sujeto irrepresiblemente, irremediablemente, y sin ninguna duda enrelación a la misma Cosa. No existen el objeto bueno y el objeto malo, existe lo bueno y lomalo   y   después   existe   la   Cosa.   Lo   bueno   y   lo   malo   ya   entran   en   el   orden   de   laVorstellung, están allí como índices de lo que orienta la posición del sujeto, según elprincipio del placer, en relación a lo que nunca será más que representación, búsqueda deun estado elegido, de un estado de anhelo, de espera, ¿de qué? De algo que siempreestá a cierta distancia de la Cosa, aunque esté reglado por esa Cosa, la cual está másallá. Lo  vemos   a   nivel de  lo   que   indicamos como  las   estepas del  sistema   Φ.   AquíWahrnhemungszeichen,   aquí   Vorbewusstsein,   aquí   las   Wortvorstellungen   se   oponencomo el reflejo del discurso a lo que aquí se ordena, según una economía de palabras, enlas   Vorstellungsrepräsentanzen,   que   Freud   denomina   en   el   Entwurf   los   recuerdosconceptuales, denominación que es una primera aproximación de la misma noción. A niveldel sistema Φ, es decir a nivel de lo que sucede antes de la entrada en el sistema Ψ, y elpaso a la extensión de la Bahnung, de la organización de las Vorstellungen, la reaccióntípica del organismo, en tanto que reglado por el aparato neuronal, es la elisión. Las cosasestán vermeidet, elididas. El nivel de las Vorstellungsrepriisentanzen es el lugar elegido dela Verdrängung. El nivel de las Wortvorstellungen es el lugar de la Verneinung.   Medetengo para mostrarles la significación de un punto a propósito de la Verneinung. Es elmodo privilegiado de connotación a nivel del discurso de lo que en el inconsciente estáverdrängt, reprimido. El modo paradójico en que se sitúa el Verneinen en el discursopronunciado, enunciado, en el discurso del Bewustwerden, lo que está oculto, verborgen,en el inconsciente, el modo en que se confiesa lo que para el sujeto se encuentra a la vezpresentificado y renegado. La Verneinung, lejos de ser la pura y simple paradoja de lo quese presenta bajo la forma de un no, no es cualquier no. Existe todo un mundo de lo no-dicho, de lo entredicho, porque es esta la forma bajo la cual se presenta esencialmente elVerdrängt que es la inconsciencia. Pero la Verneinung es la avanzada más firme de lo quepodría denominar lo entredicho, como se dice lo entrevisto. Ven representar en ese juegode   la   oca   a   la   Verneinung,   desde   cierto   punto   de   vista,   la   forma   invertida   de   laVerdrängung y la diferencia de organización que hay entre ambas en relación a la funciónde   la   confesión.   Tienen   igualmente   una   correspondencia   entre   lo   que   se   articulaplenamente en el inconsciente, la Verurteilung y lo que sucede en el nivel que Freuddistingue en la primera significación significante de la Verneinung, la de la Verwerfung.¿Cuál es el mínimo inicial concebible de una batería significante para que el registro delsignificante pueda comenzar a originarse? No podría haber dos sin tres y esto debeimplicar el cuatro, el cuatripartito, el Geviert. Veremos desarrollarse toda la psicología delpsicótico  en la  medida  en  que  un término, que sostiene la  base  del sistema  de  laspalabras a cierta distancia o dimensión relacional, puede ser rechazado (algo falta, hacialo   cual   tiende   desesperadamente   su   verdadero   esfuerzo   de   suplencia,   designificantización). La función de ese lugar es ser lo que contiene las palabras, en elsentido en   que contener  quiere  decir  retener,  gracias  a  la  cual   una  distancia  y unaarticulación primitivas son posibles, gracias a la cual se introduce la sincronía, sobre la cual puede luego desplegarse la dialéctica esencial, aquella en la que el Otro puede ser elOtro del Otro. Ese Otro del Otro solo está allí por su lugar. Puede encontrar su lugar auncuando  no podemos encontrarlo en ningún  lado en  lo  real,  aun cuando todo lo  quepodemos encontrar en lo real para ocupar ese lugar, solo vale en la medida en que ocupaese lugar, pero no puede aportarle ninguna otra garantía más que la de estar en ese lugar.Hemos situado así otra topología, la topología que instituye la relación con lo real. Esarelación con lo real, podremos ahora definirla y percatarnos de qué significa de hecho elprincipio de realidad. Al principio de realidad está vinculada toda la función que llega aarticularse   en   Freud   con   el   término   de   Superyo,   Überich.   Freud   nos   aporta   unaarticulación verdaderamente nueva, al mostrarnos su raíz, el funcionamiento psicológicode  aquello  que, e  la  constitución humana, resulta tan  pesado,  en todas  sus  formas,ninguna   de   las   cuales   puede   ser   desconocida,   incluyendo   la   más   simple,   losmandamientos. Esos mandamientos los vemos funcionar, si no en nosotros, en todo casoen las cosas, de modo singularmente vivaz. Freud aporta, en lo tocante al fundamento dela moral,  el  descubrimiento,  la  afirmación   del  descubrimiento creo   yo,  de que  la  leyfundamental, la ley primordial, aquella en la que comienza la cultura en tanto que seopone a la naturaleza (pues ambas cosas están perfectamente individualizadas en Freuden  el sentido moderno, en  el  sentido que Lévi-Strauss puede  articularlo), que  la  leyfundamental es la ley de interdicción del incesto. Todo el desarrollo del psicoanálisis loconfirma de modo cada vez más acentuado, subrayándolo al mismo tiempo cada vezmenos. Todo lo que se desarrolla a nivel de la interpsicología madre-hijo y que se expresamal en las categorías llamadas de la frustración, de la gratificación y de la dependencia,no es más que un inmenso desarrollo del carácter esencial de la cosa materna, de lamadre, en tanto que ocupa el lugar de esa cosa. De das Ding. Su correlato es ese deseodel incesto que es el gran hallazgo de Freud. Es importante que haya habido un hombreque, en un momento determinado de la historia, se haya levantado para decir: este es eldeseo   esencial.   Freud   designa   en   la   interdicción   del   incesto   el   principio   de   la   leyprimordial (todos los demás desarrollos  culturales solo son  sus consecuencias  y  susramales) y al mismo tiempo identifica el incesto con el deseo más fundamental. Lévi-Strauss confirma el carácter primordial de la ley como tal, a saber, la introducción delsignificante y de su combinatoria en la naturaleza humana por intermedio de las leyes delmatrimonio reglado  por  una organización de   intercambios  que califica  de  estructuraselementales, en la medida en que son dadas indicaciones preferenciales en la eleccióndel cónyuge, en que un orden es introducido en la alianza, produciendo así una dimensiónnueva junto a la de la herencia. Pero solo llega a explicarnos por qué el padre no se casacon su hija (es necesario que las hijas sean intercambiadas). ¿Pero por qué el hijo no seacuesta con su madre? Allí, algo permanece velado. Evidentemente, da su merecido a lasjustificaciones por los supuestos efectos biológicos temibles de las cruzas demasiadopróximas.   Demuestra   que   lejos   de   producirse   esos   efectos   de   resurgimiento   de   lorecesivo   que,   podría   temerse,   introdujesen   elementos   de   degeneración,   una   talendogamia es empleada corrientemente en todas las ramas de la domesticación paramejorar una raza. La ley actúa en el orden de la cultura. La ley tiene como consecuenciael excluir siempre el incesto fundamental, el incesto hijo-madre, que es aquel que Freudenfatiza. Aunque alrededor todo esté justificado, este punto central permanece de todasmaneras. Es el punto más enigmático, más irreductible entre naturaleza y cultura. Lo queencontramos en la ley del incesto se sitúa como tal a nivel de la relación inconsciente condas Ding, la Cosa. El deseo por la madre no podría ser satisfecho pues es el fin, eltérmino, la abolición de todo el mundo de la demanda, que es el que estructura másprofundamente el inconsciente del hombre. En la medida en que la función del principiodel placer reside en hacer que el hombre busque siempre lo que debe volver a encontrar,pero que no podría alcanzar, allí yace lo esencial, ese resorte, esa relación que se llamala  ley  de  interdicción  del  incesto.  Esta  inspección metafísica no merece siquiera  ser retenida, salvo que pueda ser confirmada a nivel del discurso efectivo que puede estarpara el hombre al alcance de su saber, del discurso preconsciente o consciente, es decirde   la   ley   efectiva,   es   decir,   de   esos   famosos   diez   mandamientos.   Esos   diezmandamientos, por negativos que parezcan (siempre se señala que no solo existe el ladonegativo de la moral, sino también el lado positivo) no me detendré especialmente en sucarácter interdictor, sino que diré que quizá no son más que los mandamientos de lapalabra, explicitan aquello sin lo cual no hay palabra (no dije discurso) posible. En estosdiez mandamientos que constituyen casi todo lo que, contra viento y marea, es aceptadocomo   mandamientos   por   el   conjunto   de   la   humanidad   civilizada,   en   esos   diezmandamientos, no está señalado en ningún lado que no hay que acostarse con su madre.No pienso que el mandamiento de honrarla pueda ser considerado como la más mínimaindicación   en   este   sentido,   ni   positiva   ni   negativa.   Los   diez   mandamientos   soninterpelables como destinados a mantener al sujeto a distancia de toda realización delincesto, con una única y  sola condición, que nos percatemos que  la interdicción delincesto no es más que la condición para que subsista la palabra. Esto nos conduce ainterrogar el sentido de los diez mandamientos en la medida en que estos están ligadosdel modo más profundo a lo que regula la distancia del sujeto con das Ding, en la medidaen que dicha distancia es precisamente la condición de la palabra, en la medida en quelos diez mandamientos son la condición de subsistencia de la palabra como tal. Que nadiese quede con la idea de que los diez mandamientos serían la condición de toda vidasocial. Pues, ¿cómo no percatarse, desde otro ángulo, al simplemente enunciarlos, queson de algún modo el catálogo y el cabildo de nuestras transacciones de todo momento?Despliegan   la   dimensión   de   nuestras   acciones   en   tanto   que   propiamente   humanas.Pasamos nuestro tiempo violando los diez mandamientos y precisamente por eso unasociedad es posible. Lo real es lo que se encuentra siempre en el mismo lugar. Lo veránen la historia de la ciencia y del pensamiento. Este rodeo es indispensable para llevarnosa la gran crisis revolucionaria de la moral, el cuestionamiento de los principios allí dondedeben ser nuevamente interrogados, es decir, a nivel del imperativo. Es el culmen, a lavez kantiano y sadista de la Cosa, aquello en lo cual la moral se transforma, por un lado,en pura y simple aplicación de la máxima universal, por el otro, en puro y simple objeto. Elpaso dado,   a nivel   del  principio   del  placer,   por  Freud,  es  mostrarnos  que  no existeSoberano Bien, que el Soberano Bien, que es das Ding, que es la madre, que es el objetodel incesto, es un bien interdicto y que no existe otro bien. Tal es el fundamento, invertidoen Freud, de la ley moral. En el lugar del objeto imposible de volver a encontrar a nivel delprincipio   del   placer,   surgió   algo   que   se   encuentra   siempre,   pero   bajo   una   formacompletamente cerrada, ciega, enigmática: el mundo de la física moderna. A su alrededorse jugó efectivamente al final del siglo XVIII, durante la Revolución Francesa, la crisis de la moral, a la cual la doctrina freudiana aporta una respuesta.

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