Lacan, J. (1959-1960)  El seminario. Libro  7. 
La   ética   del  
psicoanálisis. 
IV
Hay ciertas ambigüedades e  insuficiencias en  oposición entre  principio de realidad  yprincipio de placer en Freud. En torno a una
relación del sujeto con el significante seorganiza la  posición fundamental de la represión.
Solamente a partir de allí, subrayaFreud, es posible hablar, en el sentido
analítico del término de consciente e inconsciente.La   posición  
particular   del   esquizofrénico   nos  
enfrenta,   de   manera  
más   aguda   quecualquier   otra  
forma   neurótica,   con  
el   problema   de  
la   representación.   Freud  
mismosubraya la distinción que debe hacerse entre la operación del
lenguaje como función, asaber,   el   momento  
en   que   ella  
se   articula   y  
desempeña   un   papel  
esencial   en   elpreconsciente,  y la 
estructura del  lenguaje,  según la 
cual  se  ordenan 
los  elementospuestos en juego en
el inconsciente. Entre ambos se establecen esas coordinaciones
esapuesta-en-cadena que domina su economía; hay una relación entre cosa y
palabra. Esimposible resolver en términos de psicología el modo en que el
hombre está capturado enlos procesos simbólicos, modo al que ningún animal
tiene un acceso semejante. Estoimplica  
que  tengamos   un  
conocimiento   completo,   estricto,  
de   qué   quiere  
decir   esteproceso simbólico. La
palabra está allí en posición recíproca, en tanto que se articula, queviene
aquí a explicarse con la cosaRetomemos el principio de realidad que es invocado
bajo la forma de su incidencia denecesidad. Esta observación nos pone en la vía
de su secreto: a partir del momento enque intentamos articularlo para hacerlo
depender del mundo físico al que el designio deFreud parece exigir remitirlo,
resulta claro que el principio de realidad funciona comoaislando al sujeto de
la realidad. El signo es un signo en la medida en que nos avisa de lapresencia
de algo que se relaciona efectivamente con el mundo exterior señalándole a
laconsciencia que se enfrente con dicho mundo exterior. Lo que es inconsciente
funciona del lado del principio del placer. El principio de realidaddomina lo
que, consciente o preconsciente, se presenta en el orden del discurso
reflexivo,articulable, accesible, que sale del preconsciente. Los procesos de
pensamiento, en lamedida   en   que  
los   domina   el  
principio   del   placer,  
son   inconscientes,   llegan  
a   laconsciencia en la medida en
que se puede verbalizarlos, en que una explicación reflexivalos pone al alcance
del principio de realidad, al alcance de una consciencia despierta
parapermitirle orientarse en relación al mundo real. En sus propias palabras,
el sujeto, llega acaptar las astucias gracias a las que logran engranarse en su
pensamiento sus ideas, lascuales  
emergen   a   menudo  
de   manera   enigmática.  
La   necesidad   de  
hablarlas,   dearticularlas, introduce entre ellas un orden
a menudo artificial. El proceso de pensamiento,en la medida en que en él
progresa el acceso a la realidad, se encuentra en el campo delinconsciente.   Solo  
nos   es   accesible  
por   el   artificio  
de   la  
palabra   articulada,   en  
elmovimiento de la palabra. De lo que entra bajo el signo del principio
del placer, el sujetoconsciente no aprehende nada. El sistema que percibe, que
registra no está a nivel delyo.Freud comienza, en sus confidencias con Fliess,
a aportar la concepción de que hay quehacerse 
del  funcionamiento  del 
inconsciente. La   exigencia  fundamental 
de  todo  estesistema  
es   ordenar   en  
una   concepción   coherente  
del   aparato   psíquico  
los   diversoscampos de lo que
efectivamente ve funcionar en las huellas mnésicas. La impresión delmundo
externo en bruto, original, primitiva, está fuera del campo que corresponde a
unaexperiencia apreciable, efectivamente inscrita en algo que se propone no
simplemente entérminos de impresión, sino en el sentido de algo que hace signo
y que es del orden de laescritura. La primera escritura se produce a
determinada edad, antes de los cuatro años.Más tarde, hasta los ocho años
aparece otra escritura más organizada, organizada en función   de  
recuerdos, parecerá  
constituir   más   especialmente   un  
inconsciente.   En   lamedida en que la estructura significante
se interpone entre la percepción y la conciencia,el  inconsciente 
interviene.   El   principio del   placer  
interviene,  ya   no  
como función  delmantenimiento de
cierta carga, sino en tanto que concierne a las Bahnungen. A nivel
delinconsciente en función, algo se regla, que tiende a alejar el mundo
externo. En cambio, loque se ejerce a nivel de la Übung es descarga (y volvemos
a encontrar aquí el mismoentrecruzamiento que en la economía tota del aparato).
La estructura regla la descarga, lafunción la retiene. Freud también la llama
el Vorrat, la provisión. Vorratsträger es el Ichcomo soporte de cantidad y de
energía que constituye el núcleo del aparato psíquico.“Sobre   esta  
base,  entra en   juego lo 
que veremos ahora  funcionar   como  
la   primeraaprehensión de la
realidad por el sujeto. Y es aquí donde interviene esa realidad que
tienerelación con el sujeto del modo más íntimo (el Nebenmensch). Fórmula
asombrosa, en lamedida en que articula poderosamente constante, que permanece
unido como cosa, alDing”. Esto es lo que la detestable traducción hace perder
diciendo que “algo queda comotodo coherente”. De  ningún 
modo  se trata  de 
una  alusión  a un 
todo   coherente  queocurriría por la  transferencia 
del verbo  al sustantivo,
todo  lo contrario. El Ding  es 
elelemento que es aislado en el origen por el sujeto, en su experiencia
del Nebenmensch,como siendo   por
naturaleza   extranjero,  Fremde. 
El   complejo del   objeto 
está   en  dospartes, hay división, diferencia en el
enfoque  del juicio.  Todo lo 
que en el  objeto escualidad,
puede ser formulado como atributo, cae dentro de la carga del sistema Ψ yconstituye
las Vorstellungen primitivas alrededor de las cuales se jugará el destino de
loque está reglado según las leyes del Lust y del Unlust, del placer y del
displacer, en lasinformaciones primitivas del sujeto. Das Ding es totalmente
diferente. Esta es una divisiónoriginal de la 
experiencia de  la realidad.
La  volvemos a encontrar en la
Verneinung.Remítanse al texto, volverán a encontrar con el mismo alcance, la
misma función deaquello que, desde el interior del sujeto, resulta llevado en
el origen a un primer exterior(un exterior, nos dice Freud, que nada tiene que
ver con esa realidad en la que el sujetodeberá 
más   tarde ubicar   los Qualitäszeichen, que   le indican  
que está   en el   caminoadecuado para la búsqueda de su
satisfacción). Esto es algo que, antes de la prueba deesa búsqueda, plantea su
término, su  objetivo y su mira.  Esto es lo 
que  Freud nosdesigna cuando nos
dice que: “el objetivo primero y más cercano de la prueba de realidadno es
encontrar en la percepción real un objeto que corresponda a lo que el sujeto
serepresenta   en   ese  
momento,   sino   volver  
a   encontrarlo,   testimoniarse   que  
está   aúnpresente en la
realidad”. El Ding como Fremde, extranjero e incluso hostil a veces, entodo
caso como el primer exterior, es aquello en torno a lo cual se organiza todo el
andardel sujeto. Es un andar de control, de referencia, ¿en relación a qué?: al
mundo de susdeseos. Hace la prueba de que algo después de todo, está realmente
ahí, que hastacierto grado, puede servir- ¿Servir para qué? Nada más que para
ubicarse en relación aese mundo de anhelos y de espera, orientado hacia lo que
servirá, dada la oportunidad,para alcanzar a das Ding. Este objeto estará allí
cuando todas las condiciones esténcumplidas,  
a   fin   de  
cuentas,   lo   que  
se   reata   de  
encontrar   no   puede  
volver   a   serencontrado. El objeto está perdido como
tal por naturaleza. Nunca será vuelto a encontrar.Esperando   algo  
mejor   o   peor,  
alguna   cosa   está  
allí,   pero   esperándolo.   El  
mundofreudiano, el de nuestra experiencia, entraña que ese objeto, das
Ding, en tanto que Otroabsoluto del sujeto, es lo que se trata de volver a
encontrar. Como mucho se lo vuelve aencontrar 
como  nostalgia.  Se 
vuelven a encontrar sus 
coordenadas  de  placer, 
no elobjeto. En este estado de anhelarlo y de esperarlo, será buscada,
en nombre del principiodel placer, la tensión óptima por debajo de la cual ya
no hay ni percepción ni esfuerzo. Afin de cuentas, sin algo que lo alucine como
sistema de referencia, ningún mundo de lapercepción llega a ordenarse de modo
valedero, a constituirse de manera humana. Elmundo de la percepción nos es dado
por Freud como dependiente de esa alucinaciónfundamental sin la cual no habría
ninguna atención disponible. Llegamos  
ahora   a   la  
noción   de   spezifische  
Aktion.   Hay   una  
ambigüedad   en   laBefriedigungserlebnis. Lo buscado es el
objeto en relación al cual funciona el principio delplacer. Este funcionamiento
está en el paño, en la trama, es el soporte al que se refieretoda experiencia
práctica. ¿Cómo concibe Freud esta experiencia, esta acción
específica?Dice:   el   acceso  
histérico   no   es  
una   descarga.  Advertencia  
a   quienes   experimentansiempre la necesidad de colocar
en primer plano la incidencia de la cantidad en la funcióndel afecto. No hay
campo más favorable que el de la histeria para mostrar hasta quépunto   el  
hecho   en   el  
encadenamiento   de   los  
acontecimientos   psíquicos   es  
unacontingencia correlativa. De ningún modo es una descarga, sondern
eine Aktion, sino unaacción que es Mittel zur Reproduktion von Lust. Veremos
aclararse allí lo que Freud llamauna acción. 
El   carácter propiamente  original 
de  toda acción   es 
ser Mittel,   medio  dereproducción.  Al   menos  
en   su   raíz  
ella   es   esto,  
Das   ist   er  
[der   hysterische  Anfall]wenigstens in der Wurzel. Por otro
lado, sonst motiviert er sich vor dem Vorbewussten mitallerlei Gründen, ella
puede motivarse en fundamentos de todo tipo que son tomas a niveldel
preconsciente. En el caso de la histeria, de la crisis de llanto, todo está
calculado,reglado, como anclado en den Anderen, el Otro, el Otro prehistórico,
inolvidable, quenadie nunca más alcanzará después. Lo que encontramos
articulado aquí nos permiteuna  primera
aproximación  de lo que está  en 
juego  en la  neurosis 
y  comprender  sucorrelato,  
su   término   regulador.  
Si   el   fin  
de   la   acción  
específica   que   apunta  
a   laexperiencia de satisfacción
es reproducir el estado inicial, volver a encontrar a das Ding,el objeto,
comprendemos muchos modos de comportamiento neurótico. La conducta de
lahistérica, por ejemplo, tiene como objetivo recrear un estado centrado por el
objeto, entanto ese objeto, das Ding, es el soporte de una aversión. En tanto
el objeto primero esobjeto   de   insatisfacción   se  
ordena   el   Erlebnis  
específico   de   la  
histérica.   En   el 
poloopuesto, en la neurosis obsesiva, el objeto en relación al cual se
organiza la experienciade fondo, la experiencia de placer, es un objeto
que,  literalmente, aporta  demasiadoplacer. Lo que indica y significa el
comportamiento del obsesivo, en sus senderos diversosy en todos sus arroyuelos,
es que siempre se regula para evitar lo que el sujeto ve amenudo bastante
claramente como siendo el objetivo y el fin de su deseo. La motivaciónde   esta  
evitación   es   extraordinariamente   radical,  
porque   el   principio  
del   placerefectivamente tiene un
modo de funcionamiento que es justamente evitar el exceso, elplacer en demasía.
Evocaré la posición del sujeto en la tercera de las grandes categoríasque Freud
discierne primero: histeria, neurosis obsesiva y paranoia. En la paranoia
Freudnos aporta este término: Versagen des Glaubens. En ese primer extraño,
respecto al cualel sujeto debe ubicarse de entrada, el paranoico no cree. La
actitud radical del paranoico,tal como Freud la designa, involucra el modo más
profundo de la relación del hombre conla realidad, a saber, lo que se articula
como la fe. Pueden ver aquí fácilmente cómo seestablece el vínculo con otra
perspectiva, que llega a su encuentro; ya se las designédiciéndoles que el
mecanismo de la paranoia es esencialmente rechazo de cierto apoyoen el orden
simbólico,  de ese  apoyo específico alrededor del cual puede
hacerse ladivisión en dos vertientes de la relación con das Ding.  Das Ding es originalmente lo
quellamaremos   el   fuera-de-significado.   En  
función   de   ese  
fuera-de-significado   y   de  
unarelación patética con él, el sujeto conserva su distancia y se
constituye en un modo derelación, de afecto primario, anterior a toda
represión. Toda la primera articulación delEntwurf se hace en torno a esto. La
represión es aún problemática para Freud y todo loque luego dirá sobre la
represión no puede concebirse sino como respondiendo a lanecesidad de
comprender la especificidad de la represión en relación a todas las otrasformas
de la defensa. Aquí en relación a ese das Ding original se realiza la
primeraorientación, la primera elección, el primer emplazamiento de la
orientación subjetiva, quellamaremos en este caso Neurosenwahl, la elección de
la neurosis. Esta primera mudaregulará desde entonces toda la función del
principio del placer. En el mismo lugar seorganiza algo que es a la vez lo opuesto,
lo inverso y lo idéntico y que, en último término, se sustituye a esa realidad
muda que es das Ding, a saber: la realidad que comanda, queordena. Esto es lo
que asoma en la filosofía de Kant.  Es
concebible que sea como tramasignificante pura, como máxima universal, como la
cosa más despojada de relaciones conel individuo, como deben presentarse los
términos de das Ding. Aquí debemos, con Kant,ver el punto de mira, de meta, de
convergencia, según el cual se presentará una acciónque calificaremos de moral
y veremos cuán paradójicamente ella se presenta siendo ellamisma la regla de
cierto Gute. La Cosa solo se nos presenta en la medida en que hacepalabra, como
se dice faire mouche, dar en el blanco. En el texto de Freud, la manera enque
lo extranjero, lo hostil, aparece en la primera experiencia de la realidad para
el sujetohumano, es el grito. Ese grito no lo necesitamos. Las cosas de las que
se trata (y quealgunos podrían oponerme como siendo colocadas por Freud en un
nivel superior a esemundo   de   significantes   que  
les   digo   qué  
es,   a   saber,  
el   verdadero   resorte  
delfuncionamiento en el hombre del proceso calificado como primario) son
las cosas en tantoque   mudas.   Cosas mudas 
no   son   exactamente 
lo mismo que  cosas   que   no  
tienenninguna relación con las palabras.¿Qué representa la emisión, la
articulación, el surgimiento fuera de nuestra voz de ese¡Tú! que puede surgir
de nuestros labios en tal momento de desasosiego, de desamparo,de sorpresa, en
presencia de algo que no llamaré a toda prisa la muerte, sino un
prójimoprivilegiado para nosotros, alrededor del que giran nuestras mayores
preocupaciones yque, sin embargo, no deja de embarazarnos? No creo que ese Tú
(ese Tú de devoción enel que tropieza a veces toda manifestación de la
necesidad de cariño) sea simple. Creoque existe en él la tentación de
domesticar al Otro, al Otro prehistórico, al Otro inolvidableque arriesga
sorprendernos de golpe y precipitarnos desde lo alto de su aparición.
Túcontiene   no   sé  
qué   defensa;   y  
diría   que   en  
el   momento   en  
que   es   pronunciado,enteramente en ese Tú, y no es
otro lado, reside lo que presenté como das Ding. A ese Túque llamé de
domesticación y que nada domestica, Tú de vana encantación, de vanavinculación,
corresponde lo que puede ocurrirnos cuando alguna orden nos llega de másallá
del aparato donde bulle aquello que en nosotros nos hace tener que ver con das
Ding.En lo que respondemos cuando algo nos es imputado a nuestro cargo o a
nuestra cuenta:¡Yo! (Moi). ¿Qué es este Yo? “Yo” por sí solo, ¿qué es?, si no
un  Yo de excusa, un Yo derechazo, un Yo
(Moi) de “muy poco para mí” (Moi). Así, desde su origen, el yo, en tantoque él
también se expulsa por un movimiento contrario, el yo en tanto que defensa,
entanto que primero y ante todo yo que rechaza y que, lejos de anunciar,
denuncia, el yo enla experiencia aislada de su surgimiento, que quizá deba
considerarse como siendo sudeclinar original, el yo aquí se articula.VDas Ding
(en el punto inicial, lógica y a la vez cronológicamente, de la organización
delmundo en el psiquismo) se presenta y se aísla como el término extranjero en
torno al cualgira todo el movimiento de la Vorstellung, que Freud nos muestra
gobernado por unprincipio regulador, el principio del placer, ligado al
funcionamiento del aparato neuronal.Alrededor de ese das Ding pivotea todo ese
progreso adaptativo, tan particular en elhombre en la medida en que el proceso
simbólico se muestra inextricablemente tramadoen él. Das Ding debe ser
identificada con el Wiederzufinden, la tendencia a volver aencontrar que, para
Freud, funda la orientación del sujeto humano hacia el objeto. Eseobjeto ni
siquiera nos es dicho. Asimismo, este objeto, puesto que se trata de volver
aencontrarlo,   lo   calificamos  
de   objeto   perdido.  
Pero,  en   suma,  
ese   objeto   nunca  
fueperdido, aunque se trate esencialmente de volver a encontrarlo. En
esta orientación haciael objeto, la regulación de la trama, las Vorstellungen
se llaman unas a otras según lasleyes de una organización de memoria, de un
complejo de memoria, de una Bahnung; esdecir de una facilitación, pero también
de una concatenación cuyo juego bajo una formamaterial nos deja quizás entrever
el aparato neuronal y cuyo funcionamiento es reguladopor la ley del principio
de placer. El principio de placer gobierna la búsqueda del objeto y le impone
sus rodeos, que conservan su distancia en relación a su fin. La
etimologíaremite a circa, el rodeo. La transferencia de la cantidad de
Vorstellung en Vorstellungmantiene siempre la búsqueda a cierta distancia de
aquello en torno a lo cual esta gira. Elobjeto a volver a encontrar le da su
ley invisible, pero no es, por otro lado, lo que regulasus trayectos. Lo que
los fija, lo que modela su retomo (y ese retomo mismo es mantenidoa distancia)
es el principio del placer que lo somete a no encontrar a fin de cuentas másque
la satisfacción del Not des Lebens. La búsqueda encuentra así en ruta una serie
desatisfacciones vinculadas con la relación con el objeto, polarizadas por ella
y que a cadainstante   modelan,   temperan,  
apuntalan   sus   actividades  
siguiendo   la   ley  
propia   delprincipio del placer.
Esta ley fija el nivel de cierta cantidad de excitación que no podría
sersuperada sin sobrepasar el límite de la polarización Lust/Unlust, placer y
displacer nosiendo sino las dos formas bajo las que se expresa esa sola y misma
regulación que sellama   principio   del  
placer.   La   admisión  
de   la   cantidad  
está   reglada   (la  
cosa   esmetafóricamente articulada
por Freud, pero casi debe tomarse al pie de la letra) por elgrosor de las vías
de conducción, por el diámetro individual de lo que puede soportar elorganismo.
Más allá del límite, ¿qué sucede? La impulsión psíquica, sin embargo, no
sevuelve capaz de avanzar más hacia lo que sería su objetivo (más bien se
desparrama, sedifunde en el organismo psíquico, la cantidad se transforma en
complejidad). En unasuerte de expansión de la zona iluminada del organismo
neuronal, irá a alumbrar a lo lejosaquí y allá, según las leyes de la
facilitación asociativa, constelaciones de Vorstellungenque reglan la
asociación de las ideas, Gedanken inconscientes, según el principio delplacer.
El límite tiene un nombre. Es algo diferente de la polaridad Lust/Unlust de la
quehabla Freud. Quisiera hacerles observar, primitivamente, incluso antes de la
entrada enesta función del sistema Ψ, qué interviene normalmente para reglar la
invasión de lacantidad   según   el  
principio   del   placer:  
es   la   evitación, 
la   fuga,   el  
movimiento.  A  lamotricidad le corresponde en último término
la función de reglar para el organismo el nivelde tensión soportable,
homeostática. Pero la homeostasis general, por ejemplo, la poneen juego el
equilibrio de los humores. El equilibrio de los humores interviene, pero
comoorden   de   estimulación   proveniente  
del   interior.   Es  
así   como   se  
expresa   Freud:   hayestímulos que provienen del interior del
organismo nervioso y a los que compara con losestímulos externos. Freud nos
dice que, en la mayoría de los casos, la reacción de dolorse produce debido al
hecho de que la reacción motriz, la reacción de huida, es imposible yen la
medida en que la estimulación, la excitación, proviene del interior. Me parece
queeste pretendido lapsus está allí para indicarnos la fundamental homología de
la relacióndel dolor con la reacción motora. Asimismo, el dolor tampoco debe
ser considerado pura ysimplemente en el registro de las reacciones sensoriales.
Esto es lo que nos muestra lacirugía del dolor (no hay allí algo simple, que
pueda ser considerado como una simplecualidad de la reacción sensorial). El
carácter complejo del dolor, su carácter intermedioentre lo aferente y lo
eferente, nos es sugerido por los resultados de determinada secciónque permite,
en ciertas afecciones internas, la conservación de la notación del
dolor,mientras que es efectiva la supresión o la eliminación de cierta cualidad
subjetiva que leda su carácter insoportable. Deberíamos quizá concebir el dolor
como un campo que, enel  orden de  la 
existencia, se abre precisamente en el 
límite en  que  el ser no tieneposibilidad de moverse. El
carácter de composición imaginaria, de elemento imaginario del objeto, de hecho
lo quepodría denominarse la sustancia de la apariencia, el material de un
señuelo vital, unaaparición abierta a la decepción de una Erscheinung,  es decir, aquello en lo que sesostiene la
apariencia, pero que es también la aparición del material bruto, la
aparicióncorriente, lo que forja ese Vor, ese tercero, lo que se produce a
partir de la Cosa. LaVorstellung es algo esencialmente descompuesto. Freud
considera a la Vorstellung en sucarácter radical, bajo la forma en que es
introducida en una filosofía diseñada por la teoríadel conocimiento. Y aquí
está lo llamativo: le asigna hasta el extremo el carácter que, precisamente,   los  
filósofos   no   se  
decidieron   a   reducirla,  
el   de   un  
cuerpo   vacío,   unespectro, un pálido íncubo de la relación
con el mundo, un goce extenuado, que configurasu rasgo esencial a través de
toda la interrogación del filósofo. Aislándola en esta función,Freud la arranca
de la tradición. ¿Y la esfera, el orden, la gravitación de las
Vorstellungen,dónde los ubica? Había que ubicarlos entre percepción y
consciencia, como se dice entrecuero y carne. Entre percepción y consciencia se
inserta lo que funciona a nivel delprincipio del placer. ¿Es decir, qué? Los
procesos de pensamiento, en la medida en quereglan por el principio de placer
la carga de las Vorstellungen y la estructura en la que seorganiza   el  
inconsciente,   la   estructura  
donde   la   subyacencia  
de   los   mecanismosinconscientes de flocula, lo que
hace el grumo de la representación, a saber, algo quetiene la misma estructura
(es este punto en que insisto) que el significante. Esto no essimplemente
Vorstellung, sino Vorstellungsrepräsentanz, lo que hace de la Vorstellung
unelemento  asociativo,   combinatorio.  Por 
esta  vía,  el 
mundo  de  la Vorstellung ya   estáorganizado según las posibilidades del
significante como tal. Ya a nivel del inconscienteesto se organiza según leyes
que no son forzosamente ni las leyes de la contradicción nilas de la gramática,
sino las leyes de la condensación y el desplazamiento a las quedenomino las
leyes de la metáfora y de la metonimia. ¿Qué tiene de sorprendente queFreud
nos   diga  que  
esos procesos  de  pensamiento 
que   ocurren  entre  
percepción  yconsciencia,   nada  
serían   para   la  
consciencia   si   no  
pudieran   serle   aportados  
porintermedio   de   un  
discurso,   el   que  
puede   explicitarse   en  
la   Vorbewusstsein,   en  
elpreconsciente?   Freud   no  
nos   deja   duda  
alguna:   se   trata  
de   palabras.   Y  
esasWortvorstellungen de las que se trata, es también necesario que las
situemos en relacióna lo que  aquí  articulamos. No  son lo mismo que  las Vorstellungen cuyo proceso desuperposición,
de metáfora y metonimia seguimos a través del mecanismo inconsciente.Son algo
muy diferente. Las Wortvorstellungen instauran un discurso que se articula
sobrelos procesos del pensamiento. Nada conocemos de los procesos de nuestro
pensamiento,si no hacemos psicología. Solo los conocemos porque hablamos de lo
que sucede ennosotros, hablamos  de ello
en términos inevitables, cuya indignidad, 
vacío y vanidadsabemos por otra parte. A partir del momento en que
hablamos de nuestra voluntad o denuestro entendimiento como facultades
distintas, tenemos una preconsciencia y somoscapaces de articular en un
discurso algo de esa cháchara por la que articulamos ennosotros   mismos,  
justificamos,  
racionalizamos   para   nosotros  
mismos,   en   tal  
o   cualcircunstancia, el andar de
nuestro deseo. Se trata verdaderamente de un discurso. Freudacentúa que,
después de todo, no sabemos ninguna otra cosa acerca de él, salvo esediscurso.
Lo   que  
llega  a   la 
Bewusstsein  es   la 
Wahrnhemung,  la   percepción de  esediscurso  
y nada  más.  Esto  
permite   que   exista la 
tendencia   a   arrojar  
a   la   nada lasrepresentaciones superficiales, el
fenómeno funcional. Sin duda, hay en tal fase del sueñocosas que representan de
manera ilustrada el funcionamiento psíquico. ¿Qué dice Freud?Que se trata tan
solo de la producción onírica de una mente con inclinación
metafísica,entiéndase a la psicología, inclinada a magnificar lo que el
discurso nos impone comonecesario  
cuando   se   trata  
para   nosotros   de  
distinguir   cierta   escansión  
de   nuestraexperiencia íntima.
Pero esta representación, nos dice Freud, deja escapar la estructura,la   gravitación  
más   profunda,   que  
se   funda   a  
nivel   de   las  
Vorstellungen.   Y   esasVorstellungen gravitan, se intercambian,
se modulan según las leyes que ustedes puedenreconocer como siendo las leyes
más fundamentales del funcionamiento de la cadenasignificante. Nos vemos
llevados a distinguir la articulación efectiva de un discurso, de
unagravitación de las Vorstellungen bajo la forma de
Vorstellungsrepriisentanzen de esasarticulaciones inconscientes. Se trata de
ver, en tales circunstancias, a qué denominamosSachvorstellungen. Estas deben
situarse en oposición polar con el juego de palabras, conlas Wortvorstellungen,
pero a este nivel, unas no son sin las otras. Das Ding es otra cosa(es una
función primordial, que se sitúa en el nivel inicial de instauración de la
gravitación de las  Vorstellungen
inconscientes). Me  faltó tiempo para
hacerles percibir en  el uso corriente
del lenguaje la diferencia lingüística que hay entre Ding y Sache. No se
lasemplearía indiferentemente en cada caso e incluso, si hay donde se pueden
usar ambas,elegir entre ellas da en alemán un acento preferencial al discurso.
Si quisiera hacerlespercibir la diferencia dándoles una suerte de referencia
global de cómo se reparte elempleo del significante de manera diferente en
alemán y en francés, les diría esta frase:Die Sache, podría decirse, ist das
Wort des Dinges; “el asunto es la palabra de la Cosa”.Justamente en tanto
pasamos al discurso, das Ding, la Cosa, se resuelve en una serie deefectos (en
el mismo sentido en que se puede decir meine Sache). Son todos mis bártulosy
algo muy diferente de das Ding, la Cosa a la cual tenemos que retornar ahora. A
nivel delas Vorstellungen, la Cosa no solo no es nada, sino literalmente no
está (ella se distinguecomo ausente, como extranjera). Todo lo que se articula
de ella como bueno y malo dividerespecto a ella al sujeto irrepresiblemente,
irremediablemente, y sin ninguna duda enrelación a la misma Cosa. No existen el
objeto bueno y el objeto malo, existe lo bueno y lomalo   y  
después   existe   la  
Cosa.   Lo   bueno  
y   lo   malo  
ya   entran   en  
el   orden   de  
laVorstellung, están allí como índices de lo que orienta la posición del
sujeto, según elprincipio del placer, en relación a lo que nunca será más que
representación, búsqueda deun estado elegido, de un estado de anhelo, de
espera, ¿de qué? De algo que siempreestá a cierta distancia de la Cosa, aunque
esté reglado por esa Cosa, la cual está másallá. Lo  vemos  
a   nivel de  lo  
que   indicamos como  las  
estepas del  sistema   Φ.  
AquíWahrnhemungszeichen,  
aquí   Vorbewusstsein,   aquí  
las   Wortvorstellungen   se  
oponencomo el reflejo del discurso a lo que aquí se ordena, según una
economía de palabras, enlas  
Vorstellungsrepräsentanzen,  
que   Freud   denomina  
en   el   Entwurf  
los   recuerdosconceptuales,
denominación que es una primera aproximación de la misma noción. A niveldel
sistema Φ, es decir a nivel de lo que sucede antes de la entrada en el sistema
Ψ, y elpaso a la extensión de la Bahnung, de la organización de las
Vorstellungen, la reaccióntípica del organismo, en tanto que reglado por el
aparato neuronal, es la elisión. Las cosasestán vermeidet, elididas. El nivel
de las Vorstellungsrepriisentanzen es el lugar elegido dela Verdrängung. El
nivel de las Wortvorstellungen es el lugar de la Verneinung.   Medetengo para mostrarles la significación
de un punto a propósito de la Verneinung. Es elmodo privilegiado de connotación
a nivel del discurso de lo que en el inconsciente estáverdrängt, reprimido. El
modo paradójico en que se sitúa el Verneinen en el discursopronunciado,
enunciado, en el discurso del Bewustwerden, lo que está oculto, verborgen,en el
inconsciente, el modo en que se confiesa lo que para el sujeto se encuentra a
la vezpresentificado y renegado. La Verneinung, lejos de ser la pura y simple
paradoja de lo quese presenta bajo la forma de un no, no es cualquier no.
Existe todo un mundo de lo no-dicho, de lo entredicho, porque es esta la forma
bajo la cual se presenta esencialmente elVerdrängt que es la inconsciencia.
Pero la Verneinung es la avanzada más firme de lo quepodría denominar lo
entredicho, como se dice lo entrevisto. Ven representar en ese juegode   la  
oca   a   la  
Verneinung,   desde   cierto  
punto   de   vista,  
la   forma   invertida  
de   laVerdrängung y la diferencia
de organización que hay entre ambas en relación a la funciónde   la  
confesión.   Tienen   igualmente  
una   correspondencia   entre  
lo   que   se  
articulaplenamente en el inconsciente, la Verurteilung y lo que sucede
en el nivel que Freuddistingue en la primera significación significante de la
Verneinung, la de la Verwerfung.¿Cuál es el mínimo inicial concebible de una
batería significante para que el registro delsignificante pueda comenzar a
originarse? No podría haber dos sin tres y esto debeimplicar el cuatro, el
cuatripartito, el Geviert. Veremos desarrollarse toda la psicología
delpsicótico  en la  medida 
en  que  un término, que sostiene la  base 
del sistema  de  laspalabras a cierta distancia o dimensión
relacional, puede ser rechazado (algo falta, hacialo   cual  
tiende   desesperadamente   su  
verdadero   esfuerzo   de  
suplencia,   designificantización).
La función de ese lugar es ser lo que contiene las palabras, en elsentido
en   que contener  quiere 
decir  retener,  gracias 
a  la  cual  
una  distancia  y unaarticulación primitivas son posibles,
gracias a la cual se introduce la sincronía, sobre la cual puede luego
desplegarse la dialéctica esencial, aquella en la que el Otro puede ser elOtro
del Otro. Ese Otro del Otro solo está allí por su lugar. Puede encontrar su
lugar auncuando  no podemos encontrarlo
en ningún  lado en  lo 
real,  aun cuando todo lo  quepodemos encontrar en lo real para ocupar
ese lugar, solo vale en la medida en que ocupaese lugar, pero no puede
aportarle ninguna otra garantía más que la de estar en ese lugar.Hemos situado
así otra topología, la topología que instituye la relación con lo real.
Esarelación con lo real, podremos ahora definirla y percatarnos de qué significa
de hecho elprincipio de realidad. Al principio de realidad está vinculada toda
la función que llega aarticularse  
en   Freud   con  
el   término   de  
Superyo,   Überich.   Freud  
nos   aporta   unaarticulación verdaderamente nueva, al
mostrarnos su raíz, el funcionamiento psicológicode  aquello 
que, e  la  constitución humana, resulta tan  pesado, 
en todas  sus  formas,ninguna   de  
las   cuales   puede  
ser   desconocida,   incluyendo  
la   más   simple,  
losmandamientos. Esos mandamientos los vemos funcionar, si no en
nosotros, en todo casoen las cosas, de modo singularmente vivaz. Freud aporta,
en lo tocante al fundamento dela moral, 
el  descubrimiento,  la 
afirmación   del  descubrimiento creo   yo, 
de que  la  leyfundamental, la ley primordial, aquella en
la que comienza la cultura en tanto que seopone a la naturaleza (pues ambas
cosas están perfectamente individualizadas en Freuden  el sentido moderno, en  el 
sentido que Lévi-Strauss puede 
articularlo), que  la  leyfundamental es la ley de interdicción del
incesto. Todo el desarrollo del psicoanálisis loconfirma de modo cada vez más
acentuado, subrayándolo al mismo tiempo cada vezmenos. Todo lo que se
desarrolla a nivel de la interpsicología madre-hijo y que se expresamal en las
categorías llamadas de la frustración, de la gratificación y de la
dependencia,no es más que un inmenso desarrollo del carácter esencial de la
cosa materna, de lamadre, en tanto que ocupa el lugar de esa cosa. De das Ding.
Su correlato es ese deseodel incesto que es el gran hallazgo de Freud. Es
importante que haya habido un hombreque, en un momento determinado de la
historia, se haya levantado para decir: este es eldeseo   esencial.  
Freud   designa   en  
la   interdicción   del  
incesto   el   principio  
de   la   leyprimordial (todos los demás
desarrollos  culturales solo son  sus consecuencias  y 
susramales) y al mismo tiempo identifica el incesto con el deseo más
fundamental. Lévi-Strauss confirma el carácter primordial de la ley como tal, a
saber, la introducción delsignificante y de su combinatoria en la naturaleza
humana por intermedio de las leyes delmatrimonio reglado  por 
una organización de  
intercambios  que califica  de 
estructuraselementales, en la medida en que son dadas indicaciones preferenciales
en la eleccióndel cónyuge, en que un orden es introducido en la alianza,
produciendo así una dimensiónnueva junto a la de la herencia. Pero solo llega a
explicarnos por qué el padre no se casacon su hija (es necesario que las hijas
sean intercambiadas). ¿Pero por qué el hijo no seacuesta con su madre? Allí,
algo permanece velado. Evidentemente, da su merecido a lasjustificaciones por
los supuestos efectos biológicos temibles de las cruzas demasiadopróximas.   Demuestra  
que   lejos   de  
producirse   esos   efectos  
de   resurgimiento   de  
lorecesivo   que,   podría  
temerse,   introdujesen   elementos  
de   degeneración,   una  
talendogamia es empleada corrientemente en todas las ramas de la
domesticación paramejorar una raza. La ley actúa en el orden de la cultura. La
ley tiene como consecuenciael excluir siempre el incesto fundamental, el
incesto hijo-madre, que es aquel que Freudenfatiza. Aunque alrededor todo esté
justificado, este punto central permanece de todasmaneras. Es el punto más
enigmático, más irreductible entre naturaleza y cultura. Lo queencontramos en
la ley del incesto se sitúa como tal a nivel de la relación inconsciente condas
Ding, la Cosa. El deseo por la madre no podría ser satisfecho pues es el fin,
eltérmino, la abolición de todo el mundo de la demanda, que es el que
estructura másprofundamente el inconsciente del hombre. En la medida en que la
función del principiodel placer reside en hacer que el hombre busque siempre lo
que debe volver a encontrar,pero que no podría alcanzar, allí yace lo esencial,
ese resorte, esa relación que se llamala 
ley  de  interdicción 
del  incesto.  Esta 
inspección metafísica no merece siquiera 
ser retenida, salvo que pueda ser confirmada a nivel del discurso
efectivo que puede estarpara el hombre al alcance de su saber, del discurso
preconsciente o consciente, es decirde  
la   ley   efectiva,  
es   decir,   de  
esos   famosos   diez  
mandamientos.   Esos   diezmandamientos, por negativos que parezcan
(siempre se señala que no solo existe el ladonegativo de la moral, sino también
el lado positivo) no me detendré especialmente en sucarácter interdictor, sino
que diré que quizá no son más que los mandamientos de lapalabra, explicitan
aquello sin lo cual no hay palabra (no dije discurso) posible. En estosdiez
mandamientos que constituyen casi todo lo que, contra viento y marea, es
aceptadocomo   mandamientos   por  
el   conjunto   de  
la   humanidad   civilizada,  
en   esos   diezmandamientos, no está señalado en ningún
lado que no hay que acostarse con su madre.No pienso que el mandamiento de
honrarla pueda ser considerado como la más mínimaindicación   en  
este   sentido,   ni  
positiva   ni   negativa.  
Los   diez   mandamientos   soninterpelables como destinados a mantener
al sujeto a distancia de toda realización delincesto, con una única y  sola condición, que nos percatemos que  la interdicción delincesto no es más que la
condición para que subsista la palabra. Esto nos conduce ainterrogar el sentido
de los diez mandamientos en la medida en que estos están ligadosdel modo más
profundo a lo que regula la distancia del sujeto con das Ding, en la medidaen
que dicha distancia es precisamente la condición de la palabra, en la medida en
quelos diez mandamientos son la condición de subsistencia de la palabra como
tal. Que nadiese quede con la idea de que los diez mandamientos serían la
condición de toda vidasocial. Pues, ¿cómo no percatarse, desde otro ángulo, al
simplemente enunciarlos, queson de algún modo el catálogo y el cabildo de nuestras
transacciones de todo momento?Despliegan  
la   dimensión   de  
nuestras   acciones   en  
tanto   que   propiamente  
humanas.Pasamos nuestro tiempo violando los diez mandamientos y
precisamente por eso unasociedad es posible. Lo real es lo que se encuentra
siempre en el mismo lugar. Lo veránen la historia de la ciencia y del
pensamiento. Este rodeo es indispensable para llevarnosa la gran crisis
revolucionaria de la moral, el cuestionamiento de los principios allí
dondedeben ser nuevamente interrogados, es decir, a nivel del imperativo. Es el
culmen, a lavez kantiano y sadista de la Cosa, aquello en lo cual la moral se
transforma, por un lado,en pura y simple aplicación de la máxima universal, por
el otro, en puro y simple objeto. Elpaso dado,  
a nivel   del  principio  
del  placer,   por 
Freud,  es  mostrarnos 
que  no existeSoberano Bien, que
el Soberano Bien, que es das Ding, que es la madre, que es el objetodel
incesto, es un bien interdicto y que no existe otro bien. Tal es el fundamento,
invertidoen Freud, de la ley moral. En el lugar del objeto imposible de volver
a encontrar a nivel delprincipio  
del   placer,   surgió  
algo   que   se  
encuentra   siempre,   pero  
bajo   una   formacompletamente cerrada, ciega,
enigmática: el mundo de la física moderna. A su alrededorse jugó efectivamente
al final del siglo XVIII, durante la Revolución Francesa, la crisis de la
moral, a la cual la doctrina freudiana aporta una respuesta. 
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