lunes, 6 de julio de 2020

LA FAMILIA JACQUES LACAN


LA FAMILIA JACQUES LACAN

Desde una perspectiva biológica, Lacan define a la familia como un grupo natural de individuos unidos
por una doble relación biológica: La generación y las condiciones del ambiente.
La familia humana permite comprobar las primerísimas fases de las funciones maternas, como por ejemplo algunos rasgos del comportamiento instintivo aunque se tuvo que renunciar al intento de hacer derivar de las relaciones familiares así definidas los otros fenómenos observados en los animales.
Al reflexionar sobre el sentimiento de paternidad, se comprende que en este campo las instancias sociales dominan a las naturales. La observación y el análisis son suficientes para poner en manifiesto que la familia es una institución ya que ésta posee una estructura jerárquica donde su rasgo fundamental es la coacción que ejerce el adulto sobre el niño, poseen también leyes de transmisión, de herencia de la cultura, etc.
La familia desempeña un papel primordial en la transmisión de la cultura ya que predomina en la educación inicial, la represión de los instintos, la adquisición de la lengua (designada como materna)). De ese modo, instaura una continuidad psíquica entre las generaciones cuya causalidad es de orden mental. A esto se lo denomina herencia psicológica.
La familia primitiva desconoce los vínculos de parentesco, ya que éste solo es reconocido mediante ritos que legitimaran vínculos de sangre. A medida que se descubren formas primitivas de la familia humana surgen agrupamientos como el clan.
La familia esta formada por complejos, imagos, sentimientos y creencias.
El complejo esta dominado por que reproduce una cierta realidad del ambiente.
Para Lacan el complejo tiene una parte conciente, aunque Freud lo definió en un primer momento como un factor esencialmente inconsciente mediante el cual se revelan los síntomas, actos fallidos, sueños, etc.
Los complejos desempeñan un papel de organizadores y de esta forma dominan los fenómenos que en la conciencia parecen integrarse a la personalidad. Los sentimientos y los sentimientos familiares son considerados complejos emocionales concientes, pero son a menudo imágenes invertidas de complejos inconcientes. Todo complejo tiene una imago que le corresponde.
El destete, considerado como una relación biologica interrumpida, deja en el psiquismo una huella permanente. El destete da lugar a los sentimientos más arcaicos y estables que unen al individuo con su familia. Se encuentra determinado por completo por factores culturales por lo tanto es radicalmente diferente del instinto.
La aceptación o el rechazo al destete no pueden concebirse como una elección. Son polos coexistentes y opuestos que determinan una actitud ambivalente por aunque uno de estos aspectos prevalece.
El complejo del destete es un complejo que se da a través del tiempo. Si este complejo no puede atravesarse de manera que en el psiquismo pueda instalarse la imago del seno materno se instauraran cuestiones mortíferas. Una imago según Lacan son tensiones vitales del recién nacido resueltas a nivel mental, es un proceso compuesto por sensaciones como el malestar y el placer que conforman la imago materna. Estas sensaciones pueden ser:
Exteroceptivas: Corresponden a los primeros intereses afectivos. Las reacciones del niño ante el acercamiento y el alejamiento de las personas que se ocupan de él dan cuenta de ello. Se relaciona con el rostro humano.
Propioceptivas: Las sensaciones de succión y de prensión constituyen la base de una ambivalencia: el ser que absorbe es plenamente absorbido (abrazo materno). Se relaciona con el complejo del destete sólo a través de su reestructuración por parte del complejo de Edipo.
Interoceptivas: Tanto la angustia proveniente de la asfixia del nacimiento como el frío, entre otros constituyen malestares primordiales cuya causa es siempre la misma: una insuficiente adaptación ante la ruptura de las condiciones de ambiente y de nutrición que constituían el equilibrio de la vida intrauterina (imago pre-natal). Mediante estas sensaciones el niño debe comenzar a reconocer tanto
el interior como el exterior del propio cuerpo.
- La tendencia a la muerte es vivida por el hombre como objeto de un apetito. Esta tendencia, bajo la forma original que le otorga el destete, se revela en los suicidios caracterizados como "no violentos" al
aparecer en ellos la forma oral del complejo: huelga de hambre de la anorexia mental, régimen de hambre
de las neurosis gástricas, etc. El análisis de estos casos muestra que en su abandono ante la muerte el
sujeto intenta reencontrar la imago de la madre. A esto se lo denomina apetito de muerte.
El complejo de la intrusión representa la experiencia que realiza el sujeto primitivo, cuando comprueba que tiene hermanos. De acuerdo al lugar que el destino le otorga al sujeto en el orden de los nacimientos podemos decir que ocupa, con anterioridad a todo conflicto, el lugar de heredero o usurpador.
El punto es que los celos no representan una rivalidad vital sino una identificación mental.
La agresividad, sin embargo, se muestra como secundaria a la identificación dominando la economía afectiva. Es en todos los casos y al mismo tiempo, soportada y actuada, es decir sostenida en una identificación con el otro que se considera objeto de la violencia.

SEMINARIO 23 SINTHOME DE JACQUES LACAN


SEMINARIO 23 SINTHOME DE LACAN

Reseña de la presentación de VICENTE PALOMERA del Seminario 23 de Jacques Lacan: El sinthome, en el Seminario del Campo Freudiando en Granada el 26 de octubre de 2013.

La última intervención de Vicente Palomera, inicio de este curso sobre el seminario 23, comenzó, como recordamos, con la problemática del dibujo de los anillos R S I y sus cruces. Los anudamientos no pueden producirse de cualquier modo.

En este seminario hay una ruptura en la manera de pensar el psicoanálisis, que nos acerca a lo que JAM llama el ultimísimo Lacan. Vicente nos recordó hacer una revisión del seminario Piezas sueltas, en concreto, las 8 primeras clases.

-Para su trabajo Vicente abordó dos textos: el Capítulo X del seminario 23, titulado “la escritura del ego” y el retrato de una artista adolescente de Joyce. Este seminario está dedicado a la obra de Joyce, al arte de Joyce. El arte tomado como síntoma.

Lacan comienza ahora a escribir síntoma como se escribía en la época de Rabeláis, SINTTHOME (con TH)

Con este término, Lacan va a designar una TRANSFORMACION DEL SINTOMA INICIAL DEL SUJETO A TRAVES DEL SABER HACER (DEL ARTISTA en el caso Joyce).

La idea que tenemos del sufrimiento que se lleva al analista no es el verdadero síntoma del sujeto, ya que al comienzo de unas entrevistas, lo que hay más bien es una pérdida de goce. Más adelante, se verá el síntoma como una manera de fijar el goce y como este goce se pierde a través del fantasma. Por eso se dice que un análisis implica la construcción del fantasma.

La teoría más clásica es que el síntoma es una metáfora. La primera metáfora, protonpseudos, como lo denomina Freud en el Proyecto. El síntoma como una mentira, como sustitución, como desplazamiento de diversas escenas traumáticas, en los casos de Freud.

Pero aquí con el SINTHOME se trata de otra cosa. En el seminario anterior, RSI 74-75, se entiende síntoma como aquello que no funciona. En Aún, el SINTHOME es una pieza suelta, una pieza que se separa para disfuncionar, una pieza carente de función o que no tiene otra que la de trabar las funciones del individuo. En el análisis esta pieza suelta se hace funcionar. (Una pieza suelta de la literatura, nos leía Vicente, sería Finnegans Wake, una pieza con la que no se sabe muy bien qué hacer).

El síntoma se inscribe, entonces, en la teoría lacaniana del nudo borromeo. Un nudo borromeo son 3 redondeles de cuerda o anillas, en realidad 3 piezas sueltas, y están anudados de modo que si cortamos uno de ellos se deshace el nudo.


Vicente a continuación dio unas claves bastante esclarecedoras sobre lo que son los tres registros:

LO REAL, es el goce, la letra, la escritura, la caligrafía, el trazo, el hecho de escribir.

LO SIMBÓLICO, es la palabra, el lenguaje, el inconsciente, (es el primer Lacan de Función y campo…)

LO IMAGINARIO, son las imágenes, el sentido

En los anillos, lo real está por encima de lo simbólico, lo simbólico por encima de lo imaginario y lo imaginario sobre lo real. Así se forma el anudamiento. Pero, algunos sujetos están mal anudados. Es el caso de Joyce, el error en el anudamiento hace que lo imaginario se independice, se suelte. Esto se observa en el momento de las epifanías. Son momentos casi de borramiento del sujeto. Entonces, Joyce se construye mediante la escritura algo que le permite abrochar el nudo. Se inventa un “Ego corrector” que le permite el abrochamiento.

Este cuarto anillo reparador que le permite sostenerse a Joyce es el SINTHOME. Funciona como una especie de “nombre del padre”. EL NUDO DE JOYCE, la hipótesis de Lacan (y eje de la conferencia de Vicente, bajo mi punto de vista), es que hay un error de partida, una primera falla en el mundo de Joyce, un error de los anillos simbólico y real, que han sido anudados directamente entre sí. Y nunca en el nudo borromeo dos anillos se anudan entre sí.

Para Vicente, el síntoma inicial en Joyce se manifiesta, por tanto, en las epifanías, que son definidas como: manifestaciones espirituales súbitas, están escritas entre 1903 y 1904, y apuntan a una manifestación literaria estética, ya bien fuese en la vulgaridad de la palabra o del gesto, o en una frase memorable de la mente. Es como si Joyce quisiera escribir una voz, casi como escribir el objeto a. En RSI, Lacan habla del síntoma como lo que no cesa de escribirse. Sería como los puntos suspensivos, lo que no se detiene. Las epifanías son palabras oídas, puntos suspensivos con sus silencios, lo cual lo convierte en enigma. Es, por tanto, algo de lo simbólico que pasa a lo real, es como dar cuerpo a eso que se escucha, pero SIN RESTITUIR EL SENTIDO, por eso produce la intranquilidad. Lo que falta entonces es el fantasma, la significación, el campo semántico. No hay relato, no hay lo imaginario.

El momento clave de lo imaginario, es como sabemos el estadio del espejo fundamentalmente. Y Vicente, a continuación, estudió en el retrato, tres escenas en las que se observa este deslizamiento de lo imaginario. Como sabemos, en la esquizofrenia hay un fracaso del estadio del espejo. En el caso de Joyce, Lacan, examina como en el retrato, el autor se expresa de una manera muy pertinente en relación a su cuerpo. Se trata de la conocida paliza a manos de Herón, y la falta de resentimiento de Joyce. Es la metáfora que Vicente fue a buscar al texto.


Vicente evocó tres escenas del retrato. Son de recuerdos infantiles, reminiscencias. En la primera escena, 1898, aparece la rivalidad con Herón. Es doble y rival al mismo tiempo. Dentro de esta situación dice Joyce: “un repentino recuerdo le hace irse a la segunda escena”. Por tanto, es una escena dentro de otra escena, como un sueño dentro del sueño. En el segundo recuerdo, estamos en 1893. Es un recuerdo de clase en el que el profesor recrimina, en un trabajo realizado por Sthepen (o sea Joyce), una herejía cometida. Sthepen es desenmascarado y todos se meten con él y le propinan algo más tarde la conocida paliza. Pero es al volver a casa cuando, relata Joyce “Sthepen había sentido una fuerza oculta que le iba quitando la capa de odio acumulado en un momento con la misma facilidad con que se desprende la suave piel de un fruto maduro”. La tercera escena de la que hablaba Vicente es en la que se inscriben las dos anteriores, puesto que son recuerdos que suceden durante una representación teatral.


En las tres escenas, lo que insiste es el desprendimiento de la imagen del cuerpo, (así expulsa los malos recuerdos). Para Lacan lo que se escabuye es la imagen confusa que Joyce adolescente tiene de su cuerpo, Es como relacionarse con el cuerpo como algo ajeno.


Si el Ego de Joyce no es sostenido por la imagen del cuerpo (estadio del espejo), ¿cómo funciona entonces? ¿de qué está hecho este ego?


Por eso, para terminar, Vicente entró en la cuestión de la NOMINACIÓN. Joyce, en los tristes recuerdos que tiene de su padre, experimentaba un sentimiento de desposesión de la relación entre padre e hijo, de tal manera, que podríamos definirla claramente de forclusión. En esas conversaciones encontramos una renuncia a la paternidad. Lo que hay en la transmisión del padre son esas palabras impuestas que se transmiten de generación en generación, y que Joyce transmite a su vez a su hija Lucia. Se trata, entonces, de una disminución de la transmisión simbólica.


La tesis de Lacan, en este caso, es que Joyce soportó su nombre gracias a la escritura, la escritura como modo de nombrarse. El Ego SHINTOME como invención singular del sujeto. Joyce rechaza la intrusión de las palabras impuestas, defendiéndose por medio de la escritura. Esta falta de entrecruzamiento de los anillos, en el caso de Joyce, los resolvió descomponiendo la lengua inglesa. Y, como sabemos, lo logró con notable éxito.
Reseña de la presentación de SERGIO LARRIERA del Seminario 23 de Jacques Lacan: El sinthome, en el Seminario del Campo Freudiando en Granada el 16 de noviembre de 2013.

Nos acompañaba en la última sesión Sergio Larriera que se planteó como objetivo ofrecernos una posible lectura, una serie de claves, para mejor interpretar el Seminario XXIII.
En primer lugar nos transmitía una serie de advertencias, que podrían funcionar como avisos para navegantes de todos los que traten de acercarse al texto, advertencias que ya fueron transmitidas por Jacques Allain Miller.
Miller nos advierte, en conferencia incluida en el texto “Matemas 1”, acerca de la inexistencia de supuestos “topólogos lacanianos”. La topología lacaniana, como una disciplina de eruditos, es algo falso, es una impostura. De lo que se trata es de dar cuenta de las topologías que usó Lacan (topología de grafos, topología de superficies y topologías de cadenas o nudos) para mejor orientar su enseñanza. Pero ojo, al igual que no hay una topología lacaniana tampoco hay Lacan sin topología. No se puede realizar lectura de Lacan sin tratar de entender la topología en Lacan. La primera advertencia sería por tanto: No hay topología lacaniana pero tampoco hay Lacan sin topología.

Segunda advertencia: En el año 86, en el curso “Los Signos del Goce” se plantea la especial relación de Lacan con la teoría de nudos en términos de posesión. En “La Piece Detachée” Miller nos dice que Lacan esta poseído por los nudos. Miller nunca estuvo poseído por los nudos, aconseja prudencia. Miller se declara poseído por la relación de Lacan con los nudos, no poseído por los nudos. Esta cuestión de la posesión es una especia de consejo metodológico que nos da Miller para adentrarnos en la problemática de los nudos y cadenas del Seminario XXIII. La sugerencia es no intentar comprender, hay que dejarse poseer por lo que Jacques Alain Miller llama el bosque de nudos, un bosque en el que nos adentramos sabiendo que no hay ninguna esperanza de comprender nada. Se trata de dejarse llevar e ir discerniendo, porque inevitablemente nuestra vocación es la de hermeneutas. Esta pasión hermenéutica nos va a llevar a tratar de entender hasta lo más absurdo, a tratar de entender los dilemas de los nudos.

Tercera advertencia: En Lacan los nudos no son de fácil intuición. Los nudos permanentemente nos invitan a una intuición que se ve defraudada por la realización. Lacan se equivocaba constantemente al confeccionar nudos, vivía permanentemente acechado por el tropiezo en la realización de los nudos. Esta característica de los nudos hizo que  hizo que Lacan precisamente considerara que los nudos tenían una geometría adecuada para presentar la problemática del goce. Esa dificultad, que va contra la evidencia, contra la intuición, es para Lacán una virtud de la representación a través de cadenas y nudos.
El Seminario XXIII es un texto especialmente complejo, un gran bosque de nudos, y Miller se nos ofrece como el pulgarcito que trata de guiarnos con sus piedrecitas blancas.
El Seminario XXIII se abre con un friso de cuatro nudos y un equívoco (en este punto Sergio nos recordó como en términos lacanianos la verdad habita donde se plantea el equívoco). Tenemos dos términos en francés de distinta escrituras pero en una prácticamente perfecta homofonía. Dos términos que son el lacaniano arcaico sinthome –escrito con th- y el moderno término francés simptome.

Nos detuvimos en el friso inicial, un friso de cuatro nudos, considerando nudo una sola cuerda que se une sus extremos. Así la cadena borromea no sería un nudo, sino una composición de tres nudos: simbólico, imaginario y real.
Hay nudos que tienen tres cruces, nudos que para sostenerse como nudos necesitan de esos determinados cruces. De esos los más representativos son los nudos de trébol. Cuando Lacan nos habla de un nudo de tres tenemos que entender que nos habla de un nudo de trébol de tres cruces.
La cadena borromea es una especie de estructura perfecta donde lo simbólico, lo imaginario y real son elementos que quedan perfectamente trabados. Sin embargo esta estructura requiere según afirma Lacan en el Seminario XXIII de un cuarto elemento: No hay cadena de tres nudos sin un cuarto que los anude. La cadena elemental del Seminario XXIII es así una cadena de cuatro elementos: Lo real, lo simbólico, lo imaginario y el sinthome, del que desconocemos la naturaleza. Todo el trabajo sobre Joyce, que es el trabajo del Seminario XXIII, consiste en ir llevándonos a construir lo que sería el nudo de Joyce.
Son muchas las búsquedas de Lacan en el texto. Es imposible intentar desentrañar todas estas búsquedas. No se puede encontrar una solución lógica y unívoca. Piezas Sueltas es el texto en el que la equivocidad lacaniana se acaba de imponer al ideal univoco milleriano. Toda pretensión de univocidad naufraga y se imponen formulaciones más poéticas, más en consonancia con la experiencia analítica. De ahí que se culmine en el caso Joyce, que poco a poco se ocupó de despedazar la lengua inglesa, de descomponerla, culminando en el “Finnegans Wake”, punto de llegada del trabajo de ruptura y descomposición. Este es la inspiración de Lacan. Lacan sumerge toda su teoría en un trabajo de descomposición de tipo joyciano. La única arma con la que contamos es la equivocación. En la equivocación podemos confrontarnos con el síntoma. Este es el secreto de la fascinación de Lacan por los nudos y por la obra de Joyce.
Los nudos del friso son todos nudos de cinco cruces. No se hablará de ellos en la primera clase. No se sabe que significan. Lacan se apropiará de uno de estos nudos llamándolo “el nudo de Lacán” y dirá de él que es sublime por la peculiar forma de deshacerse.

La cuestión del lapsus es central en el Seminario XXIII. En el texto se trabaja continuamente sobre los lapsus que se producen al construir los nudos y la forma en que se pueden reparar esos lapsus para que las cosas de alguna manera se mantengan. Lo esencial en este seminario XXIII son por tanto las nociones de lapsus y reparación.
El nudo de trébol, el nudo de tres cruces, no es equivalente al nudo trivial. Uno no se puede transformar en el otro. Si en el nudo de trébol hay un lapsus se produce un nudo trivial, un redondel. En este punto se trajo a colación la obra del novelista Julián Ríos, en la que aparece el argentino “treboludo”. El treboludo es un trébol en el que dos ramas del trébol son como dos testículos y la otra se eleva cual pene. Para Larriera un treboludo es un trébol estúpido, un trébol que se equivocó, en el que se cometió un lapsus, que no es trébol en realidad, que se transforma en trébol trivial. Es un trébol imbécil que se trivializa.

Cuando se agrega el sinthome, la reparación del lapsus, se obtiene un remedo de nudo de trébol. Se construye una cosa que no es exactamente un nudo, sino una cadena de dos nudos. Hay dos cuerdas independientes, la del trébol abolido fallido (el treboludo) y otra la cuerda suplementaria, el sinthome, que viene a cubrir la falla y a sostener de alguna manera el nudo. Con una sola cuerda, cuando hay lapsus, no hay reparación posible. Se consigue así la apariencia de trébol. Un trébol con muleta.

Vimos también que las reparaciones se pueden dar en el lugar donde se produjo el lapsus (reparaciones sintomáticas) o en otro lugar donde no se produjo (reparaciones asintomáticas). Estos distintos tipos de reparación servirán de base a Lacan para realizar un largo desarrollo a lo largo del texto sobre el hombre y la mujer, la relación sexual, etc.
El caso de Joyce responde a un modo particular de suplir el desanudamiento. En la última clase del Seminario XXIII se expone el nudo joyciano. El nudo joyciano final es un nudo de tres elementos fallidos cuya reparación se produce con un cuarto elemento. Es un nudo de cuatro elementos. Donde lo simbólico tenía que pasar por debajo de lo real se produce un lapsus y lo simbólico pasa por encima. Lo imaginario quedó suelto. Aparece un desapego de Joyce respecto de su propio cuerpo del que se desprende como una cáscara que cae. Lo real y lo simbólico quedan interpenetrados y producen una especial relación de Joyce con la literatura cuya mayor manifestación son las epifanías, las imposiciones de palabras, como puntos donde lo simbólico y lo real se fusionan. Todo ello porque en Joyce se produjo una falla de la fusión paterna. Joyce consiguió la reparación por el sinthome, por lo que llamará Lacan “el ego joyciano”, por la imposición de su enorme genio literario y por la autoimposición de la misión de regeneración del espíritu increado de su raza. Su ego tiene una solidez insumergible, ego que le permitirá nadar en el oleaje de la psicosis, oleaje donde su hija, al contrario, se ahogará.
Reseña de la presentación de JORGE ALEMÁN del Seminario 23 de Jacques Lacan: El sinthome, en el Seminario del Campo Freudiando en Granada el 14 de diciembre de 2013.



    Jorge Alemán  nos muestra las trayectorias que dieron lugar a un seminario como el 23, singular y extremo, que se nos presenta a través de Joyce y de un Lacan tomando distancia de sí mismo y del propio psicoanálisis. Se trata de construir y pensar algo relacionado con el psicoanálisis a través de alguien imposible de analizar. La exterioridad radical que alcanza Lacan, obliga a pensar las cosas de otra manera: es retornar al psicoanálisis a través de Joyce (no a través de Freud), para encontrarnos algo que podría ser el reverso del psicoanálisis en el arte. Ya existe un antecedente de ésto: en el Seminario de la Psicosis, Lacan no piensa la psicosis desde el psicoanálisis, sino al psicoanálisis desde la psicosis. Joyce ocupa la frontera final de la literatura, y con el se despliega el intento mayor de asesinato de la misma.


    Nos señala Alemán que esta historia de buscar alguien fuera de la transferencia tiene otro vector: la propia vida de Lacan. La transferencia de Lacan no fue con su analista Lowenstein, sino con Kojéve. Tenemos, pues, para pensar el seminario 23 otra modalidad de transferencia secreta, no bajo las formas del dispositivo analítico. Vemos, qué lo preparaba a Lacan al final de su vida para una operación por fuera de la transferencia, del dispositivo analítico y en donde pensar al psicoanálisis mismo desde ese procedimiento. Por tanto, no es tomar a Joyce como objeto de estudio del psicoanálisis, es pensar al psicoanálisis a través de Joyce, preguntándose a la vez si Joyce estaba loco, o lo que es lo mismo ¿ a partir de que momento un hombre está loco?  ¿ a partir de qué momento Lacan está loco?.


    No ha pasado sólo en el psicoanálisis encontrar un punto de exterioridad, Heidegger también quería salir de su propio discurso, matar a la filosofía de la cual había formado parte. El advirtió que si se seguía pensando así, no se pensaba más el ser, que para Heidegger estaba tachado y había que pensarlo por fuera de la filosofía. Esto llevó a Lacan a ir a verlo y mostrarle el nudo borromeo antes de morir.

    A partir de la pregunta ¿Quién sabe lo que pasa en el cuerpo? Alemán plantea qué es la enseñanza de Lacan en su conjunto: el intento de pensar que relación había entre la satisfacción pulsional y el inconsciente estructurado como un lenguaje. Todo Lacan es el intento de pensar algo que Freud no terminó de articular: la relación entre el inconsciente de las representaciones y el orden de las pulsiones.

    Entonces, ¿ Cual es es problema central del psicoanálisis, qué distingue al psicoanálisis del resto de disciplinas? Que en en psicoanálisis se piensa la relación entre la articulación significante  y la  investidura libidinal. ¿Cuales fueron las diferentes estrategias para ésto, que damos en llamar el problema central del psicoanálisis? Primero está el orden simbólico, y el cuerpo es el estadio del espejo. Una respuesta más afinada introduce el significante falo y otro paso más es cuando Lacan dice que el Sujeto es un lugar vacío, es una falta en ser, un lugar mortificado. El Sujeto es el menos uno, ausente de la cadena significante; pero a la vez sabemos que el Sujeto hace con éste lugar vacío investiduras libidinales.

     El Sujeto, vacío, deshabitado, de golpe queda colonizado por una investidura libidinal, ésto es el fantasma. El mayor esfuerzo teórico que hizo Lacan fue para demostrar que hay algún tipo de relación entre un Sujeto que es un efecto del significante  y el campo pulsional, resultado de las investiduras libidinales. El fantasma es el nombre más importante, se vuelve el resorte de la cura, la clave del fin de análisis, el problema clínico de su atravesamiento y el antecedente del signo de goce.


    Pero a partir del seminario 23, del encuentro de Lacan con Joyce, la fórmula del fantasma flaquea. A Lacan no le basta pensar al cuerpo desde la estructura significante y comienza, en el último tramo de su enseñanza, a pensar que el significante es causa de goce: hay un parásito que entra en el cuerpo que es la palabra y produce goce. Y empieza a quedar superada la oposición entre homeostasis y repetición, es decir, el goce ayuda al Sujeto a ser quién es.

    Esto lleva a Lacan a pensar al cuerpo por fuera del fantasma, el cuerpo como un lugar en el que suceden cosas que ya no se pueden explicar sólo a partir de la lógica del fantasma. Volviendo a la pregunta ¿Quien sabe lo que pasa en su cuerpo? Alemán nos recuerda que el inconsciente no tiene nada que ver con el hecho de que uno ignore cosas sobre su cuerpo. Lo que se sabe es porque se desprende del significante.

    El momento más clínico de éste seminario se sitúa en el testimonio de la paliza, él mismo dice que ve caer su piel y no tiene respecto a sus autores sentimiento alguno ni dimensión traumática. Así vemos que en Joyce, hay algo que no pide más que irse. La idea de que Joyce está en la lógica de “pegan a un niño” no es la que interesa a Lacan, le interesa su indiferencia.
La nueva categoría que va a tomar lugar, El Parletre, ya no es un lugar vacío y falto de goce. Es el que habla y goza. Es la idea de pensar al goce desde el cuerpo y el cuerpo, como un lugar de goce no organizado fantasmáticamente.

    El síntoma, sin th, son la palabras impuestas. Lo simbólico y lo real se han interpenetrado y se ha desanudado lo imaginario. Y está el 4º elemento reparador, que es el sinthome, que en el caso de Joyce es el ego, que viene a anudar los tres redondeles. El ego en Joyce, viene a suplir El nombre del Padre y el Falo: no es sólo el saber hacer de su escritura, es querer que el mundo se haga cargo de su nombre propio. Sin esa voluntad joyciana no hay sinthome. A partir del seminario 23 hay un desdoblamiento de las categorías clínicas: está la locura (con su 4ºelemento reparador) y está la psicosis.

    Alemán puntualiza que el sinthome no es exactamente lo incurable, es lo incurable en la medida que ha funcionado en la lógica del remiendo y el lapsus. El sinthome es la respuesta al factor cuantitativo y a la investidura libidinal y si lo más esencial del Sujeto no entraba en la transferencia, ésto llevó a Lacan a pensar en el psicoanálisis como una estafa. Para concluir, si el uso del sinthome se generaliza, hay que pensarlo bajo ésta fórmula: allí donde era el sinthome, el efecto de verdad de la cadena significante debe advenir, y ésa es la experiencia analítica.
Reseña de la presentación de ENRIC BERENGUER del Seminario 23 de Jacques Lacan: El sinthome, en el Seminario del Campo Freudiando en Granada el 18 de enero de 2014.


Enric Berenguer nos habla de algo que aparentemente no tiene nada que ver. El sentido. Esta es la cuestión que está presente  en el centro de la practica misma, cuando una persona pide análisis es que hay una demanda de sentido. El sentido junto con lo real forma lo que llamo una extraña pareja.

En un primer momento lacan tomo el sentido como un vector de orientación, de una develación del síntoma, un sentido oculto.  En la cual la represión tiene que ver con todo esto, no obstante lo que retorna son significantes, no sentido. el sentido estaría oculto y se trataría de develarlo. Pero tiempo después lo desmonta.

Es decir el sentido no es un dato primario, ni una experiencia que hay que recuperar, sino que se construye con una operación. Con lo que llego a plantear dos aspectos de la construcción del sentido, la metáfora y la metonimia.
La metáfora es una especie de nominación, que supone una especie de transustanciación que consiste, en que ese real inquietante mute a algo del orden de una significación es ahí donde aparece un sentido. Hay una tensión con un vector opuesto que es el vector del deseo como ligado a la metonimia, como el desplazamiento.

El deseo del sujeto es algo que entra en tensión con la metáfora, pero justamente el deseo del sujeto es algo que no va a quedar nombrado con la metáfora, al contrario, se escapa metonímicamente, en este escaparse aparece algo doble. Se inicia en los significantes, el pasar de una cosa a otra, de un sgte a otro como algo que se resiste a ser nombrado y que se desplaza en la palabra, pero también el deseo implica un desplazamiento de objeto a objeto. Está en una especie de dispositivo doble, que por un lado hay las operaciones que lo crean y por otro las que los descompletan.

El sentido en el lenguaje, funciona a base de poder de alguna forma, producir algún tipo de límite de detención cuando detengo las palabras, se produce a posteriori un efecto de sentido, ¡ah quería decir eso! Es un fenómeno que tiene que ver  con uso de detención y de escansión de la cadena significante, hace falta la unidad de la frase cerrada para que el sentido como tal surja para producir un efecto suplementario, algo que tratamos de transmitir.

Si hablamos tanto, es porque no conseguimos encontrar fácilmente este efecto de transmisión de las palabras. El sentido está en una relación con la palabra, que es el momento ese de flash, de eureka, que algo atraviesa. Justamente  porque no hay esos momentos de atravesamientos de la gran metáfora de la nominación perfecta, recurrimos a una especie de deriva que hace que suplamos esa faltad de sentido pleno con ir añadiendo un sentido poco a poco, metonímicamente.

Lacan empieza a preguntarse como formalizar el sentido y otra cosa que cada vez  ocupa un lugar más importante, que es la cuestión de lo pulsional que es el goce. El goce está vinculado de alguna forma con el sentido pero que le resulta exterior, se trata más bien de empezar a pensar el lenguaje no habitado por un deseo de decir, sino más fundamentalmente por un deseo de gozar. Es decir lo pulsional que se pone en acto de hablar y  hay una satisfacción en el acto mismo. ¿No obstante cómo se maneja esto en la cura?

Se planteó que hay una semántica en la cura, podemos encontrar nombres, significantes que tocan lo real, pero lacan dice que es poca cosa, es decir que hay más de lo real que no consigue ser nombrado. La cuestión para lacan es cuánto de lo real que habita puede pasar a una palabra, mucho de lo que creemos vinculado al sentido, es una operación que tiene que ver con que hablando gozamos y damos una forma a ese goce y arrancamos algo de goce, algo que tiene una forma, eso es el objeto a. no obstante esto lacan lo dejo caer porque pensó que era muy parcial.

Tenemos otro paso, el querer gozar no es tan claro y avanza al goce como una especie de materia oscura que no hay manera de atraparla. En el seminario Aun plantea como una especie de crisis, donde el psicoanálisis es profundamente impotente respecto a eso, reconoce que el psicoanálisis es tributario de una dimensión de sentido.

No obstante más adelante aparece, como pensar que hay algo operativo de manejar esa materia oscura, es donde va a introducir la cuestión de los nudos como una estructura con estos elementos, sentido y lo real. Estas dos cosas pueden ser opuestas y estar en una misma estructura  no relacionándose.

Hay operaciones con esas palabras que no son metafóricas y hay operaciones que intentan anudar lo que es ajeno al sentido y lo que descubre es que hay una dimensión de sinsentido que no aparece clara.

Si algo de sentido se puede producir entre simbólico y lo imaginario es porque es anudado por lo real.  Precisamente el efecto de los pequeños eurekas se pueden producir es porque esta lo real como excluido anudando lo simbólico y lo imaginario. Es decir precisamente eso que no puede pasar a la palabra es la condición  que ese sentido se sostenga.

En la clínica nos tenemos que asegurar que lo real esté implicado, no damos más sentido, cortamos la sesión y dejamos que emerja un agujero. lo más importante del sentido es que se sitúa en respecto al agujero, lo que se ve en la secuencia es que hay marco que contiene un real  y nos interesa más que un efecto de sentido una cierta resonancia de todo lo que pasa y eso justamente es algo que lacan nos quiere solucionar con el nudo.

En cierto modo esa falta de sentido son como las bengalas que en la noche iluminan algo, son flashes en el momento que iluminan se ven formas, pero luego eso desaparece y nos permite delimitar algo, pedazos de real. Freud dice que se trata de la reorganización del mundo cuando una pieza fundamental falta, si lo pensamos en términos de anudamiento, hay algo que participa del nudo del sujeto que se descompone y el sujeto tiene que construir otro anudamiento.

Lacan habla de un fuego de lo real, fuego frio que sería el cero absoluto y del límite inferior, esto quiere decir que el cero de sentido en lo real es una orientación, porque por arriba no encontramos real, no hay límite. Por eso pensamos una práctica, la del psicoanalisis orientada por lo real, por el cero de sentido.
Reseña de la presentación de JEAN LOUIS GAULT del Seminario 23 de Jacques Lacan: El sinthome, en el Seminario del Campo Freudiando en Granada el 26 de abril de 2014.



Agradezco la deferencia que el ICF y Juan Carlo Ríos han tenido conmigo al pedir que prepare esta reseña. Han sabido leer el deseo a partir de mis felicitaciones públicas a Jean Louis Gault. Fue verdaderamente una sesión que aclaró de manera sutil y amena algunas cuestiones que se despliegan en la enseñanza de Lacan a partir de este Seminario XXIII que, como sabemos, introduce una nueva perspectiva para el Psicoanálisis.

El capítulo elegido, al que Jacques A. Miller tituló con una pregunta, se presenta, en cierto modo, de manera inédita porque ¿Joyce estaba loco? transita, en sí, otra: ¿a partir de cuando se está loco? Y estas sencillas cuestiones representan, son metáfora, del desarrollo de la novedosa clínica que propone.

La psicosis, la locura, heredada de la vieja psiquiatría, no fue nueva para el psicoanálisis y no lo fue tampoco para Lacan, que se interesó por ella desde su juventud. También cuando aborda el caso Schreber, a mediados de los años cincuenta.

Pero tanto en Freud como en Lacan, la pregunta no se formuló, sencillamente, porque no era necesaria. El caso Schreber presenta un delirio paranoico. Después de años de hospitalización, escribió Las memorias de un neurópata gracias a su alta médica. Fue en esos escritos en los que Freud se basó, como saben, para estudiar el caso y articular su teoría sobre la psicosis y la Verwerfung. Schreber no plantea dudas: era clínicamente un loco que, a partir de un momento determinado, al enfrentarse con un nuevo cargo muy importante en su carrera judicial y al requerir de la metáfora paterna, manifiesta el delirio.

Sin embargo, la pregunta que Lacan formula a lo largo de todo el Seminario y que en este capítulo está articulada, surge porque en ese momento de su enseñanza puso en cuestión toda esa teoría de la psicosis y las coordenadas del marco diagnóstico freudiano, reinterpretado desde finales de los años cincuenta con el significante del Nombre del Padre y el otro del Otro.

En 1976, cuando dicta el Seminario XXIII, Lacan no abandona su investigación sobre la psicosis. Joyce no estaba loco en el sentido freudiano, schreberiano, podríamos decir. Pero Lacan se replantea la cuestión y la hace explícita a partir, precisamente, de la esquizofrenia de Joyce, de la locura megalomaníaca que se desprende de la vida, los textos, notas, cartas y garabatos de Joyce. Todo ello permite el abandono de las teorías de Freud y las estructuras tal como hasta entonces las conocíamos: neurosis, psicosis y perversión. Y abre, por tanto, una nueva concepción de la clínica basada en suturas y nudos.



Este nuevo paradigma es elaborado por Lacan abandonando la mano de Freud de manera definitiva y tomando la de Joyce. De manera especial, Finnegans Wake. Y lo hace identificándose con él, rompiendo el sentido, quejándose del gentío que asistía a escucharlo y anhelando no necesitar a nadie ni a nada, como Joyce. Lo hace garabateando con nudos como Joyce garabateaba y anotaba con el lenguaje, inventando palabras, incluso.

Parece paradójico porque él, que rehuyó, ciertamente, conocer personalmente a Freud, sí había sido presentado a Joyce en la librería Shakespeare &Co cuando era un joven normaliano preocupado por el arte y la literatura de su tiempo. Lacan leyó a Joyce a lo largo de su vida y así lo deja traslucir en su enseñanza. Especialmente a partir del Seminario XVIII en el que ya estaba pergeñando esta profunda permutación en la que abandona definitivamente el Edipo, el sentido, el significante y el inconsciente freudiano. En cierto modo es una respuesta al Antiedipo (1972) de Deleuze y Guatari que, precisamente, hacía un alarde de la locura. Pero el verdadero Antiedipo, la verdadera pieza sobre la locura, es este Seminario.

En éste capítulo podemos observar como Lacan va separando la pregunta, rodeándola, interrogando a los textos de Joyce por su locura, por su inspiración, por sus creencias. ¿Quién se creía Joyce? ¿En qué creía? Los locos creen ... y se creen, a veces, Napoleón, otras, alienígenas o iluminados. Pero creer no es creerse. Se cree en el Otro, en el lazo social, en la mujer, en lo que una mujer dice, en el sujeto supuesto saber, en el psicoanálisis. Pero creer (Glauber en alemán) un término muy utilizado desde Freud, no es creerse porque éste vocablo conserva algo del delirio. Es frecuente que el loco se crea ser un rey; incluso cuando el rey cree serlo ya delira un poco porque todos sabemos, y él también, que siempre está desnudo, como el relato y las noticias muestran.

Pues bien, Lacan encuentra esa creencia de Joyce en sus escritos, en las cartas a Nora -su mujer, a la que nunca le interesó lo que escribía-, en esa certeza que siempre tuvo de ser el escritor del que hablarían, al menos, doscientos años. Y ello cuando críticos y editores lo tachaban, además, de borracho y vago. Evidentemente, vivió y murió sin apenas dinero para pagar las deudas que siempre lo acuciaron. Casi nadie se atrevía a publicar sus obras, excepto -como él decía a Ezra Pound riéndose- en África.

Sin embargo, el creía en sí mismo, en el artista que era, en su obra. Joyce fue un megalómano. Y ¿de dónde le viene esa megalomanía? En el Retrato de una artista adolescente, una novela semi-autobiográfica escrita durante su estancia en Trieste, hay varios pasajes que sirven a Lacan para circundar esto de lo que hablamos: Connolly, un viejo amigo irlandés, le pregunta si él aún cree en Dios, en Jesucristo, en las enseñanzas de la Iglesia. Sabemos que Joyce, como buen irlandés, fue educado en el catolicismo y que su padre encomendó su instrucción a los jesuitas. Fue lo único que su padre le dio a falta de herencia, o de Nombre del Padre.

Pues bien, Lacan no se pronuncia explícitamente, pero sí insinúa que la base de la literatura de Joyce es precisamente la creencia en la mitología de la redención que ofrece Dios a los hombres en su hijo, Jesucristo, para el perdón de los pecados. Y es el mismo Joyce quien se ofrece como sustituto. No cree en patrañas de curas, evidentemente, y esto se puede observar en su obra. Sin embargo, sí parece realizar una metáfora y sustituir con ella, no solo al redentor. Es, más allá, a través de su creación como se identifica con el hacedor, como el artista que viene a ocupar el lugar del creador. El artista, más que redentor, se sitúa como dios mismo.

Por lo que respecta a su relación con Nora, Lacan la califica de “extraña”. Y eso que entonces no se había publicado la escatológica y osada correspondencia hecha pública hace tan solo unos años. Frente a la No hay relación sexual, se inventa otra, particular y propia, y Joyce lo hizo con su mujer, Nora. Fue como su guante. De ahí la metáfora argüida por Lacan de calzar una mano con el guante de la otra a condición de volverlo sobre sí.

Jean Louis Gault contó una anécdota que no quiero omitir porque, como él decía, también forma parte de la cultura lacaniana. Gault, como Lacan, utilizó unos guantes de Arnís, una sombrerería y guantería muy famosa en París. Era tan famosa que Jean Claude Milner escribió hace unos años ensalzándola en una publicación afín al Campo Lacaniano. Allí compraban personajes como Roland Barthes, Jean Paul Sartre, André Guide o el propio Lacan. Este establecimiento era regentado por dos hermanos, Jean y Michel Grimmer. Uno de ellos, vecino de Lacan en Rue de Lilles, tuvo después una relación especial con el Campo Freudiano y llegó a escribir artículos muy divertidos en alguno de los cuales contaba como diseñaba trajes para Lacan que él mismo dibujaba. Pues bien, los guantes que allí vendían tenían una particularidad: un botón que les impedía volverlos sobre sí para ocupar la otra mano. A esos guantes se refiere Lacan en el Seminario en donde compara el guante con la mujer y el botón, la función del botón, con el clítoris, el botón de la mujer que impide que el guante pueda volver sobre sí mismo porque molesta. Es lo que llama el botón, el punto negro de la mujer que puede llegar a ser molesto, insoportable...y de ahí la ablación.

Para Joyce habrá una sola mujer en su vida que representa, siempre, el mismo modelo depreciado. Ella es “enguantada”, se complementa perfectamente, “con la más viva repugnancia” -dice Lacan- para Joyce. Es solamente con la mayor de las desvalorizaciones como Joyce hace de Nora su propia relación sexual, su (PARTNER) partenaire sexual. No es única pero sí peculiar esa manera de degradación, incluso repugnancia, por la mujer. Muchos sujetos hacen la elección de ese modo. Bajo este rasgo que les permite hacer existir la particular relación sexual que, como sabemos, no existe a nivel general. Así, el nudo borromeo, como el guante, como Nora misma para Joyce, ciñe el interior de los tres anudamientos. El nudo ciñe aunque no sirva para otra cosa.

Lacan al final del capítulo volverá a la pregunta inicial: ¿Estaba loco Joyce? E insistirá sobre el lugar del redentor y esa peculiar manera de la perversión. Per-version dirá en esta etapa de su última enseñanza, haciendo, como Joyce, un juego homofónico de palabras. Ese desarrollo sobre la función del padre con relación al hijo en la mitología cristiana, permitirá una novedosa concepción que implica una clínica que rompe con toda su concepción anterior. Efectivamente, el significante Nombre del Padre tiene connotaciones religiosas y de sentido. Lacan lo había tomado de la tradición cristiana y, quizás por ello, François Dolto, por ejemplo, con su obra El Psicoanálisis a la luz de los Evangelios, junto a jesuitas y dominicos, creyeron encontrar en Lacan una nueva versión del cristianismo adaptada a los tiempos modernos. Pero aquí toda esta traición que vehiculaba el Nombre del Padre y el cristianismo es reinterpretada por Lacan como Perversión, versión del padre que se aleja completamente de su anterior concepción, a partir de la redención del hijo, de la alucinación o fantasma que representa el sacrificio del hijo por el padre. Per-versión porque implica una posición sádica del padre en la inmolación del hijo y masoquista por parte del hijo al buscarlo y consentir en ello.

Sabemos que, como tal, no existe para nosotros el sadomasoquismo aunque así se presenta en el imaginario, incluso como representación popular. El (PARTNER) partenaire del sádico no puede ser un masoquista ni viceversa desde el Psicoanálisis. Pero Lacan plantea una única excepción: la que representan el Dios padre y el hijo redentor. Freud -dice Lacan- percibió algo que se sitúa más allá del sacrificio, de la redención del hijo: la castración que se transmite mediante el falo. La castración freudiana se sitúa en el registro simbólico, se transmite mediante el falo, y obliga, en cierta manera, a ubicar el problema entre lo Real y lo Simbólico, muy ambiguos en Freud.

En estos momentos de su enseñanza, Lacan afirma que lo Real se encuentra en los embrollos de lo verdadero. Es algo que había comenzado a desarrollar a partir del Seminario XVIII, De un discurso que no fuera del semblante. Pero aquí lo verdadero es lo Real. En esta última etapa de su investigación, los registros que había utilizado en su enseñanza aún le sirven, pero las relaciones entre ellos no son excluyentes ni únicas, se requieren uno a otro ...hay una cierta continuidad entre ellos. En ese sentido la pregunta formulada sobre la locura de Joyce sigue planeando porque no es, como en la concepción anterior de Lacan, un privilegio, algo diferente.

Si Lacan había planteado la locura como una excepción según una de sus frases favoritas de juventud: “No está loco quien quiere”, en el Seminario XXIII le parece algo más común. ¿Por qué? Porque los registros RSI anudados y separados, se prolongan uno en el otro a falta de una operación que las distinga como el nudo borromeo.

Joyce, pues, suple un desanudamiento. Si el nudo no desempeña su función porque el Imaginario está desatado completamente de los otros, Joyce hace una suplencia, construye un nuevo nudo, con su ego, que repara el nudo que representa el Imaginario. Esta suplencia es peculiar, singular, sinthomática, porque el artista megalómano que es y que mantendrá al menos doscientos años ocupados a críticos y universitarios, no compensa, en absoluto, que su padre ocupara el lugar del Padre que le correspondía.

Volviendo al principio, vemos, pues que en el caso Schreber hablamos del Otro del Otro y el N.P y frente a la ausencia, el sujeto responde con un rechazo, la Verwerfung, de lo simbólico.

En el caso Joyce, en cambio, su respuesta responde a la propia dimisión del padre que no hizo sus deberes como padre. No es un rechazo, sino el encuentro de una verwerfung de hecho. Joyce joven o niño incluso se encontró con esta dimisión paterna que volcó y narró en sus escritos, donde pueden rastrearse no sólo que su padre no le enseño nada, sino que delegó a otros padres, los jesuitas, su educación.
Reseña de la presentación de ANNA AROMÍ del Seminario 23 de Jacques Lacan: El sinthome, en el Seminario del Campo Freudiando en Granada el 23 de mayo de 2014.



Dice Anna Aromí que cuando hablamos de la "no proporción", la podemos entender bajo tres prismas:
1. La no proporción entre los sexos, es decir, que no puede haber una relación sexual porque falta la palabra para poder nombrar uno de los términos: el significante "la mujer" no existe.
2. También  se refiere a que el lenguaje mismo implica una no proporción porque no hay nada que junte el significante y su referente.
3. No sabemos qué proporción hay, si la hay, entre la palabra y el goce, no tenemos la equivalencia exacta en que  los significantes anudan el goce en los sujetos.

A toda esta zona de no proporción es a lo que responde el síntoma.

En su caso esta dimensión sintomática se manifestaba en el miedo infantil, en el esconderse; ambos eran una respuesta a la invasión de la pulsión que le venía del otro, a la presencia de la mirada de su madre que de joven había estudiado una técnica para poder ser sexadora de huevos de gallina que consistía en mirar los huevos a través de una especie de microscopio para saber si iban a nacer machos o hembras. Su pregunta histérica sobre si era hombre o mujer, si estaba viva o muerta estaba vinculada con la pulsión porque el sujeto del inconsciente de la niña que era, se ubicaba dentro del huevo para así sostener la mirada de su madre. Esto lo ilustra un sueño en el que sobre la escena en que alguien distribuía a los niños en una fila y a las niñas en otra, ella era un perro flotando vestido de bebé; es decir, no se ubicaba ni en un lado ni en otro. Este sueño también era una interpretación de la pesadilla infantil en la que caía en un agujero sin tener nada donde aferrarse, y la manera de sostenerse era flotar en el ni-ni. El síntoma del miedo, el síntoma del esconderse, eran buscar un lugar donde ocultarse para seguir sosteniendo al otro a partir de la pulsión, es decir, donde seguir gozando de la pulsión. Se escondía en el fantasma del ni-ni: ni del lado de los hombres ni de las mujeres, ni del lado de los vivos ni de los muertos. Sustraerse de esa elección era sustraerse de la castración. En ese ni-ni había un sentimiento trágico de la vida del que ella gozaba. Construía al otro materno a partir de la mirada y también a partir de una opacidad de la vida que le venía de la relación traumática de su madre con la muerte ya que estuvo a punto de morir dos veces y no existe un significante que nos represente a nosotros mismos en tanto que muertos.
También la muerte de su hermana que era su partenaire fantasmático produjo una desestabilización fundamental en ella porque no hay una palabra que represente la muerte de un hermano (existe huérfano-a, viudo-a), y esto no dependía de su neurosis sino que era algo estructural, en el Otro del lenguaje esa palabra no existe. Esa era la cojera fundamental de su neurosis. Y todos somos cojos porque no tenemos todos los significantes para explicarnos como vivos, o como femeninos, o frente a la feminidad en el caso de los hombres; la pieza fundamental no está y en su lugar inventamos el síntoma.

Esto da cuenta del caos en que ella nació y creció. El caos como la impotencia de lo simbólico para anudar lo real de la vida, para explicarla. Y el Edipo es una manera de poner orden en ese caos ubicando el nombre del padre, el deseo de la madre, el falo. El Edipo es una respuesta que nos damos desde la neurosis a ese caos.

El fantasma, el Edipo, el síntoma, es la construcción de un sujeto, lo que se construye en un análisis.

A continuación nos explica por qué tuvo que empezar tres veces el análisis para que lo que se produjera como resto fuera la posibilidad de un analista orientado por lo real.
El primero lo hizo con un psiquiatra freudiano con el que se produjo un encuentro con las palabras analíticas y con el que  captó una forma de hablar diferente que producía otro tipo de efectos pero no fue un trabajo analítico como tal. Con él cayó el ideal de la pedagogía  y apareció el de convertirse en analista.
El segundo lo hizo con una analista kleineana con la que aprendió algo de la exterioridad del propio deseo que viene del otro. Ella estaba comprometida con Lacan y su enseñanza y se analizaba con ella; la analista le dijo " ¿no debería analizarse con un lacaniano?" Esto la situó frente a su deseo, tuvo que elegir, dar pasos,caminar, arriesgarse. También aprendió lo que es tener una posición ética, la posibilidad de perder a un analizante como algo fundamental para poder acabar un análisis.
El tercero fue un analista kleineano pero con alguna fomación lacaniana, con el que llegó al final de su análisis, pero no como lo entendemos en la orientación lacaniana.
Asistir en París al homenaje por el décimo aniversario de la muerte de Lacan la puso en contacto con lo vivo de Lacan: sus amigos, su familia, sus alumnos, y este encuentro la hizo trasgredirse a sí misma, querer ir más allá, y querer entrar en la Escuela. Su filiación a Lacan era de deseo, y no podía continuar con este analista. La Escuela era el representante de lo real en la transferencia y la encontró en este viaje a París.
En este punto en el que ella nos cuenta lo que supuso este viaje a Paris, nos habla de la trascendencia de lo "vivo" de los textos de Lacan, del deseo de Lacan , de lo importante que es seguir el deseo de Lacan en sus textos, lo que late en ellos: no hay transmisión posible del psicoanálisis si no se trasfiere algo del deseo. Para que haya analista tiene que haber algo de lo vivo palpitando, tiene que haber entusiasmo.

Se analizó en París con el analista definitivo y lo eligió porque presenció una escena en la que él, una de las figuras más importantes del psicoanálisis, montaba en cólera con un bedel y allí Anna Aromí vió "el látigo" de su padre. El látigo era un objeto que ella le puso a su padre para elevarlo de estatura en todos los sentidos: un padre feroz, con talla, en el que poder creer, y un padre a la altura del deseo de su madre.

A continuación hace referencia al Seminario "El sinthome" para hablar de la lectura como un anudamiento, y nos relata una escena infantil para ilustrarlo: cuando tenía dos años su madre volvió a casa después de haber dado a luz, con el bebé en brazos. Ante esta imagen de su madre, la niña anudó lo siguiente: vio al otro completo y la respuesta histérica fue darse la vuelta y marcharse, es decir, ella misma se sustrae de la escena para que al otro le falte algo, para que aparezca el deseo. Para leer, para anudar, es necesaria la escritura, la escritura como sostén del pensamiento. Lacan para situar su paradigma, su concepción de lo que es ser viviente y por lo tanto de lo que es el psicoanálisis utiliza los nudos. La idea de lo real, simbólico e imaginario, la base, es que están separados, y la pregunta es qué los mantiene juntos. En Joyce es lo imaginario lo que se escabulle, y en la neurosis hay vocación de dispersión, entonces lo importante es ver cuál es el cuarto elemento que los mantiene anudados. Aquí cobra relevancia el síntoma porque es a la vez el motor que empuja un análisis y también lo que permite pensar por que el síntoma no es un impensable, con él podemos avanzar.

Esto enlaza con la idea de que un análisis tiene que estar anudado a lo vivo del analizante y tiene que consonar con lo vivo del analista que fue analizante, y ahí sitúa la cuestión del riesgo absoluto: Lacan tenía la vivencia del riesgo absoluto, se la jugaba cuando preparaba sus seminarios. Dice Anna Aromí que si no nos jugamos nada de lo vivo, ¿nos estamos analizando?.

¿De qué manera opera un análisis? ¿cómo se obtienen efectos en un análisis? Gran parte del análisis es la construcción y atravesamiento del fantasma como algo simultáneo que se hace por capas, van cayendo identificaciones: la alta, la viril... "La fuerte" tocó directamente la transferencia. Tuvo un pinzamiento ciático que el analista interpretó como "de un solo golpe se ha quedado así", es decir ella hace existir el látigo y aparece este pinzamiento. Ya no es látigo del otro, es el propio cuerpo como otro. Y estaba ligado a la transferencia, era un llamado al otro para que no la soltara en un
momento en que ella vislumbraba el final de análisis. El analista con su interpretación puso al otro en su lugar, nadie la había golpeado, no era el padre, el Edipo, no era el analista, era "usted con su goce", "usted con quien se las tiene que ver es con la pulsión no con el padre".
 Tras el pinzamiento tuvo el sueño de la "gamba": en él se ve su pierna tapada con un calcetín y una parte de la falda del uniforme, pero una parte queda al descubierto, a la vista, es decir está la pulsión escópica, no está tapada por lo simbólico. Ese trozo de pierna es ella, es su lado pulsional ofreciéndose a la mirada del otro. Este recorte es el objeto a, es la parte que no fue simbolizada por la cadena significante. La gamba es un equivalente del huevo, es una metonimia del huevo: ya no era ella dentro del huevo esperando que alguien le dijera si era niño o niña, sino que era una parte del cuerpo captando la mirada del otro.

El análisis hubiera podido detenerse aquí si se hubiera tratado de la construcción y el atravesamiento del fantasma pero ahora se ha caminado y se espera otras cosas del pase, es decir que entre el análisis, el saber y la escuela (el pase es la escuela) hay un nudo que no se puede deshacer.

La pieza suelta muy elaborada que se obtiene con el atravesamiento del fantasma no nos permite responder a las preguntas que Lacan se plantea a partir de "Encore", es decir, sobre el goce femenino. Lacan necesitó los nudos para responder a lo que había encontrado porque el goce femenino no se deja encerrar en el fantasma, en el objeto a.

El goce femenino no es solo un problema para las mujeres sino que los hombres también tienen que vérselas con él, y el cuerpo está implicado porque el goce femenino solo se localiza a partir del falo. Lacan nos habla de la película “El imperio de los sentidos” porque en ella se muestra cómo en el goce femenino está lo que queda del fantasma y lo que va más allá de él, cómo el falo no puede contener todo el goce femenino.

El  problema para el psicoanálisis es cómo se obtienen cambios en el análisis. Las respuestas a esta cuestión son siempre epistémicas, clínicas y políticas. El problema del psicoanálisis es ético y se podría formular como ¿qué hace lazo? Entonces, si partimos de la no proporción, ¿qué anuda una realidad vivible? Lacan dio varias respuestas a la pregunta ¿qué hace lazo? de las que podemos destacar tres:
En el seminario XI a través de los círculos de Euler, que explican qué hace lazo entre el sujeto y el otro a partir de la alienación y la separación, y el resto que queda de la operación que es el objeto a.
El Nombre del Padre: en la metáfora paterna lo importante es la significación del sujeto, quién es, qué es y esto lo obtiene a partir de la interpretación que el nombre del padre hace del goce de la madre.
En el seminario XVII, se explica el lazo entre lo simbólico y lo real a partir de los cuatro discursos que son cuatro formas de organización del goce a partir del desplazamiento entre cuatro lugares y cuatro elementos.

Lacan llega a los nudos cuando va más allá del Edipo de la mano del goce femenino y reconoce que no le sirve porque el padre fracasa en su función de anudamiento de este goce. El padre trata el goce pero deja un resto, el objeto a, que es el núcleo del síntoma. Cuando se dice que el padre es un fantasma estamos diciendo que la castración, en el sentido de la operación sobre el goce es otra cosa, es la père-version, en la que el padre da una versión de lo que ocurre cuando el hombre se sitúa frente a una mujer. No es el padre de la ley, es el padre del deseo, ya no es la madre sino una mujer, los hijos ya no son el falo de la madre sino que son restos de la relación del padre con una mujer.

Entonces ¿qué mantiene juntos lo simbólico, lo imaginario y lo real cuando su tendencia es ir sueltos? Lacan parte de la psicosis para interrogar a la neurosis y no al revés y esto lo hace en el  Seminario El Sinthome y supone un esfuerzo muy grande para los analistas ya que éstos creían que  la guinda de un análisis era el atravesamiento del fantasma y la formación que hacen tiene que  tener un efecto en los análisis; el nudo  escuela-formación-análisis es una apuesta radical y hacer existir ese nudo es lo vivo del psicoanálisis. Pensar que uno se analiza para obtener un  objetivo preestablecido mortifica el análisis e impide la salida. Anna Aromí se preguntaba cuál  era su sinthome. En la orientación lacaniana es una fuente de preocupación y de investigación, una pregunta útil en el empuje a seguir con el análisis pero también es un obstáculo como la  transferencia. ¿Qué encontró ella sobre su sinthome? Que no está escrito, que no deja de producirlo, se va formalizando cada vez que hace un testimonio. Aquí nos relata el sueño del Lacoste en el que ella se dirigía al cartel del pase y en la ciudad no había taxis para llegar; hay un mercadillo donde encuentra bolsos de la marca Lacoste, grandes, pequeños, auténticos, falsos…significantes que son los ideales que abandona. Acepta el ofrecimiento de una chica para llevarla en su moto que le permite recorrer el litoral. La palabra moto viene de “motus” que significa palabra en latin.
Descubrió que entre Lacoste-la costa-la cause-cos (cuerpo en catalán) existe un nudo. El sueño mismo muestra que está del lado de los vivos. Lacan dice que “la escritura es un hacer que sostiene” (p. 142 del seminario El Sinthome) el pensaminento y ella añade la palabra “dicha” que es la que hace nudo, la que hace que se sostenga la escritura, por eso su sinthome está en esta escritura que bordea lo real pero tiene que ser una palabra dicha, tiene que ser leída, traspasada a lo vivo de la transmisión para que ella haga sinthome. En su caso lo que vehiculiza la palabra escrita es lo que hace nudo para ella. Sin la comunidad analítica, sin la comunidad del pase no podría hacer funcionar su sinthome.


SEMINARIO XX AUN JACQUES LACAN


SEMINARIO XX AUN LACAN 


PARTE 1
Cap. 1: DEL GOCE    

Por Luis Iglesias

Este seminario XX, del año 1972 al 1973, al que Lacan tituló “ Encore”, “Aún” decimos en castellano,” Aún más” habría que decir, indicando que algo falta, que falta algo más, trata del goce, del goce Otro, del más allá del significante fálico, de la imposible escritura de la relación sexual.

En esta primera sesión a la que J.A. Miller llama “Del Goce, Lacan tratará de ciertas cuestiones acerca de: “no quiero saber nada de eso”, de la cama para el jurista, de la cama para el psicoanalista y la cuestión de la ética, del superyó y el imperativo del goce, del a-muro, del uno, de la cotorra de Picasso, de Aquiles y la tortuga, de Aquiles y su esclava Briseida, de la compacidad, del goce fálico y del goce del cuerpo del Otro, de Don Juan y del una por una, y además interrogará a F. Recanati durante su exposición “Predicación y ordenación”.

El derecho habla del goce, no desconoce la cama. Es a partir de lo velado, lo que se hace en la cama: abrazarse, desde donde Lacan esclarece la relación entre derecho y goce. El usufructo: gozar de algo a condición de no usarlo demasiado. El derecho como reparto del goce. Aquí Lacan nos da una primera definición del goce: lo que no sirve para nada.

Pero el derecho no es el deber: nada obliga a gozar. Aunque el sujeto hipermoderno exija el goce como derecho, quiera disfrutar de la alienación/separación al mismo tiempo, deba ser feliz, nada obliga a gozar salvo el superyó. El superyó es el imperativo de goce: ¡Goza! (Jouis!). Pasamos del derecho al deber.

El superyó, en su primera versión freudiana, tenía una función civilizadora: como limitador del goce. Pero en su versión de 1920 se convirtió en el promotor de un empuje: de ir más allá, más allá del buen placer, de más allá de la homeostasis.

Retomando la definición lacaniana del goce como: lo que no sirve para nada, la enfrentamos al “utilitarismo” de Bentham, una filosofía del buen calculo, donde los placeres son mensurables, donde todo el goce sería fálico, el ideal de una contabilidad sin resto. Hablamos del principio del placer que incluye su límite: la castración, mientras que el más allá del principio del placer nos lleva al exceso, a la pulsión de muerte.

Lacan escribe: El goce del Otro, del Otro con mayúscula, del cuerpo del otro que lo simboliza, no es signo de amor.

La respuesta al imperativo: ¡Goza! No depende del amor. La expresión “hacer el amor” es una falsa solución. Lacan toma el goce del Otro para clarificar los embrollos del amor que: hace señas y es siempre recíproco. Todo aquel que ama supone que el otro le devolverá ese amor. Según la teorización freudiana el amor es necesariamente narcisista. Solo en el amor se puede creer que dos hacen uno, la completud.

Lo que es capaz de responder al goce del cuerpo del otro es el (a)muro, lo que aparece en señales extrañas sobre el cuerpo, hay huellas en el (a)muro, pero no son más que huellas –caracteres sexuales secundarios- y de estas no depende el goce del cuerpo en tanto simboliza al Otro. El goce sexual está marcado por la imposibilidad de establecer el Uno, no de la identificación, sino de la relación sexual. El goce es goce del cuerpo, pero el cuerpo es asexuado pues todos los caracteres sexuales son secundarios y el sexo biológico no determina, necesariamente, la modalidad de goce sexual.
Tenemos de un lado el goce sexual (el del abrazo) que en sí es posible y del otro lo que no es posible: que ese goce produzca, establezca la relación sexual, el encuentro del uno con el Otro. El Otro sexo, el de la mujer, no tiene inscripción inconsciente, el sexo de la mujer no es significantizable como lo es el del hombre, a través del significante fálico y si hay caracteres sexuales secundarios son los de la madre, no los de la mujer.

El hombre solo dispone del goce fálico, su propio órgano le hace obstáculo: solo goza del órgano y no del cuerpo del Otro como tal. El superyó lo empuja a gozar, a intentarlo una y otra vez, “aún más” –encore-, lo empuja hacia la infinitud del Otro. Solo lo alcanzará en la infinitud, como Aquiles a la tortuga. La paradoja alude al concepto de límite en matemáticas. Aquiles quiere alcanzar a la tortuga, pero como no se trata de velocidad sino del intento de numeración de una clase infinita, cada vez que Aquiles da un paso, la tortuga avanza un paso más y no puede alcanzarla. Lo mismo ocurre con Briseida, esclava asignada como botín de guerra a Aquiles, que le es arrebatada y después devuelta justo antes de su muerte. Cuando un hombre intenta alcanzar a una mujer, como ella es “no toda”, “no toda” suya, nunca logra alcanzarla.

Es mediante el fantasma que el hombre consigue el goce sexual. Consigue el goce sexual fálico, que viene en lugar del goce Otro que no hay, en eso común que encuentra en la serie de mujeres o en la serie de pasos en la persecución de una misma mujer. Eso común que se repite es su condición erótica, ese elemento, ese (a) minúscula que es el objeto de su fantasma. Es la estrategia masculina para alcanzar la infinitud. Solo tiene que conformarse con gozar, no del Otro como tal, o del cuerpo del otro, sino de ese elemento común que encuentra en cada mujer con la que puede...
...porque no puede con todas.

Si del lado masculino tenemos una serie pensada como infinita, del lado femenino aparece una lista. Una lista que además de ser finita, no tiene razón, cada elemento de la lista es particular, la única manera de asirlos es tomarlos uno por uno. Esto nos lleva a Don Juan como mito femenino. La mujer no quiere ser tomada como una + una + una, como una más. No quiere ser igual a las demás de la serie, quiere ser tomada una por una en su diferencia radical, cada una distinta de la otra. Ante la imposibilidad de construir un universal se impone un conteo que intenta alojar la infinitud en juego.
Cap. 2: A JAKOBSON                 >inicio

Por Carmen Ribés

Vilma nos recordaba que el s.xx se enmarcaba en el sexto de los paradigmas del goce con que Miller escande la enseñanza de Lacan y la relación entre el goce y el significante. Se trata del llamado “paradigma de la no relación” como la frase inaugural pone de manifiesto: “El goce del Otro, del cuerpo del Otro que lo simboliza, no es signo de amor”.

Es una frase muy alejada, en su construcción, de otras como: “el deseo (del hombre) es el deseo del Otro”. No es una frase circular, o recíproca, sino asimétrica, por así decir, no circular, que trata de definir el goce mediante una negación: “el goce no es el amor”, “no es signo de amor” y está asimismo muy alejada de la definición del amor como sentimiento recíproco. El goce no es amor (no es un sentimiento) y no es recíproco.

Por lo demás, ya en el comienzo de esta segunda sesión que, sin embargo Miller escribe al final de la primera como complemento, Lacan localiza la condición del Discurso del Analista en “esa verdad, dice, de que no hay relación sexual”.

En ese mismo complemento y frente a la noticia de que habría hablado del amor, Lacan manifiesta haber hablado de LA NECEDAD, sin que se pueda establecer inmediatamente el nexo que justifica esa sustitución del amor por la necedad y hace además explícita una nueva negación, la segunda: “no quiero saber nada de eso” y “no hablé del amor sino de la necedad”.

Sin embargo, él mismo da el fundamento del Discurso Analítico en lo que llama la dimensión de la necedad, de la que los demás discursos (por ejemplo el de la ciencia, la lingüística en concreto, huyen). El D. A. se funda en la necedad en cuanto compromete al sujeto a decir necedades. En la medida en que el sujeto consiente en no pensar, el D. A. produce significantes necios (S1 en el lugar de la producción).

En este capítulo II que Miller titula “A Jakobson” como un homenaje, según Vilma, se signa sin embargo, el alejamiento de la lingüística que había sido, para Lacan, el paradigma científico del psicoanálisis.

“Mi decir de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje no pertenece a la lingüística” porque, continuará, lo que, de la definición del lenguaje se desprende en cuanto a la fundación del sujeto, pertenece al Discurso Analítico. El lenguaje, por lo tanto, no se agota en la lingüística.

Se trata entonces, en primer lugar, en este capítulo, del lenguaje, del inconsciente estructurado como un lenguaje, en su versión de “discurso”, es decir, de vínculo social.

Lacan nos recuerda entonces los matemas de los cuatro discursos, articulados en cuatro lugares, “cada uno, dice, asidero de algún efecto de significante”. Esos lugares están marcados dos a dos por relaciones de imposibilidad y de impotencia, ¿se trata del mismo orden de imposibilidad e impotencia con que, en el capítulo anterior, caracterizaba al amor? (p. 14): “aunque recíproco, el amor es impotente porque ignora que no es más que el deseo de ser Uno, lo cual nos conduce a la imposibilidad de establecer la relación de dos (sexos)”.

Pero es igualmente una verdad que en el paso de uno a otro de los cuatro discursos hay siempre, según Lacan, emergencia del Discurso Analítico. “No digo otra cosa cuando digo que el amor es signo de que se cambia de discurso”.

Podríamos preguntarnos en qué orden de verdad tenemos que situar esas dos afirmaciones: la verdad de que no hay relación sexual y la verdad de que en el paso de un discurso a otro hay emergencia del Discurso Analítico.

En el capítulo III, el de hoy, continuará este desarrollo del lenguaje en tanto discurso y en tanto vínculo por lo que supongo que hoy C. M. hará referencia a ello. Nos fijaremos ahora por tanto en que “si el goce (del cuerpo) del Otro, no es signo de amor”, “el amor, en cambio, es signo”.

Y el signo se define como una intersección, según nos dice en la página 26 al tiempo que se remite, me parece, a la noción de compacidad que introdujo, a propósito del espacio del goce en la pág. 16.

Llegamos así a lo que Vilma llamó la pregunta central del capítulo, la pregunta por lo que es el significante y por su función. Me parece además que esa pregunta acentúa aún más la ausencia del significante frente a la presencia del símbolo y del signo en la frase inaugural del Seminario: “el goce del Otro, del cuerpo del Otro que lo simboliza, no es signo de amor”.

“El significante debe estructurarse en términos topológicos” (p. 27), es decir no en términos lingüísticos. Pero así nos hace pensar enseguida, me parece, en la mención de la topología que hace en el capítulo I, página 16: “hablar del espacio del goce (…) es una topología”. La topología es así común al significante y al goce, que es espacio. Y ciertamente me parece que el espacio, el espacio del goce, se estructura igualmente en términos topológicos frente a los términos geométricos con que se estructura un lugar, por ejemplo el del Otro. Es decir que el goce del Otro, del cuerpo del Otro que lo simboliza, tampoco es el lugar del Otro.

Sin embargo, interrogar qué es un significante hace que nos deslicemos enseguida, según Lacan a la pregunta por el significante Uno, “y aún no hemos llegado”.

Es, en cualquier caso, algo muy alejado de la función de representación de que lo dotaba Lacan clásicamente al articularlo con otro: “un significante es lo que representa(ba) al sujeto para otro significante”

Por debajo del cuestionamiento de la función del significante, corre otra temática clásica de Lacan, está volviendo a introducir la temática, el problema, de la función de la causa. Es algo cuyo desarrollo seguiremos también en el capítulo de hoy, el III. En el capítulo II sólo lo plantea: “los efectos de significado parecen no tener nada que ver con lo que los causa, subrayo el “parecen” porque Lacan lo repite hasta tres veces en la pág. 29 y nos anticipa también un acento distinto del Lacan clásico y de la misma lingüística.

En todo caso, definido así, sin articulación con otro, el significante es necio, dice Lacan, y no sólo eso, dice también que la necedad es una dimensión en ejercicio del significante, de ahí que fundamente el Discurso Analítico.

Esa dimensión en ejercicio de la necedad nos aleja mucho también de la “dimensión sustancial” del sujeto (pensante y extensa si nos atenemos a Descartes y a la causa sui frente a la que se sitúa Lacan haciendo suya, en el s.XI, la magnitud negativa de Kant, que quería dotar de rigor científico, matemático concretamente, a la filosofía).

El sujeto, desde luego, no piensa o, al menos, no donde existe.

Pero, en cuanto a la sustancia extensa, no es tan fácil deshacerse de ella puesto que, dice Lacan (p. 32) es el “espacio moderno”, razón por la cual sólo podemos atenernos a la topología para hablar de ello (p. 16), para hablar, dice, del espacio del goce (como dije antes por diferencia con la geometría del lugar).

Sustancia gozante entonces de que consta el “gozar de un cuerpo” que no es recíproco como el amor o intersubjetivo como el deseo pero “cuya ambigüedad permite, sobre todo en el infinitivo notannecio, captar “el paso de un sujeto a su propia división en el goce”.

El “gozar de un cuerpo”, que es símbolo del Otro, para mí sigue siendo pregunta: cómo es que un cuerpo afectado de goce puede ser símbolo. Su propiedad fundamental es que sólo “se goza corporeizándolo de manera significante”, es decir recortándolo en partes mediante el significante: se goza de una parte del cuerpo del Otro (que simboliza al Otro) es decir se goza de no-todo el cuerpo del Otro (que simboliza al Otro).

Ahí vemos cómo la función del significante es la de causa del goce. ¿Cómo abordar esa parte del cuerpo sin el significante?

Y V. Coccoz terminaba enumerando de forma magistral las funciones del significante como otros tantos modos de la causa aristotélica: material, final, eficiente, formal… después de habernos hecho ver el nudo que constituye esa otra frase célebre de Lacan con que abría el capítulo: Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha.

Cap. 3: LA FUNCIÓN DE LO ESCRITO   

Por Juan Carlos Ríos

Céline Manghi abrió su curso planteando la conocida dificultad de lectura de los textos de Lacan, y lo hizo con una pregunta del mismo Lacan “¿por qué tantas personas se lanzan sobre mis Escritos que se presentan como incompresibles” y aportó la sorprendente e inquietante respuesta del filósofo Bernard-Henri Lévy: “porque tienen necesidad de un lugar en el que advierten que se habla de lo que no entienden”.

Céline explicó que lo que no se comprende de Lacan tiene que ver con lo que cada cual no comprende de su propia existencia. Se entiende, entonces, aquello que pertenece a la lógica común, es decir la lógica del todo; y lo que no se comprende es el no-todo significante, aquello que no está tomado por la significación fálica, se trata de un no-todo donde el “objeto a” señala que en el lugar del Otro hay un vacío, un agujero.
Lo que no se comprende no se inscribe, pero, paradogicamente, solo puede ser localizado a través de la letra escrita. Y esto significa que la relación que se establece entre la escritura, la comprensión y el saber no puede ser de homología.

En este seminario nos encontramos con un Lacan “tomado por el final” (expresión de Philippe Lasagna), un Lacan en cierto modo joyciano, que va a hacer de la letra la cifra de lo indecible, y que trata la invención del sujeto a partir de lo que solo se puede escribir. Solo se puede escribir porque no se puede decir. No se puede decir lo que el significante no alcanza, o sea la relación sexual. Todo el seminario Aun -señaló Céline- trata de está imposibilidad, trata de la distancia que hay entre lo que llega al oído y lo que de eso se comprende, trata de la distancia entre lo que se escribe y lo que se lee, pues como decía Lacan: el significante es un enigma: enuncia y disimula.

El “Lacan tomado por el final” se refiere en primer lugar al desinfle, a la deflaccción de lo simbólico que encontramos a partir de este seminario. Es decir, que vamos a ver en este Lacan (a partir de los años ’70) como hay algo de una invención hacia un pragmantismo en el sentido de que Lacan busca las maneras prácticas de hacer con la pulsión, con lo no simbolizable.
Por otra parte este “tomado por el final” apunta también al final de análisis (pase) y al paso que hace Lacan del lenguaje a lalengua.

Celine tendió un puente entre el seminario X y el seminario XX. Recordar que fue precisamente el seminario X, La angustia, el seminario que estudiamos el curso pasado en Granada. Si bien, ambos seminarios marcan un corte, una cisura, en la elaboración de Lacan, hay que decir que en el seminario X Lacan trataba de puntualizar la consistencia del “objeto a” como un resto extraído del cuerpo, como un objeto relativo a lo simbólico y que deja de lado la esencia del goce, lo real del goce. Por contra, en el seminario XX lo que se plantea es cómo atrapar este real rebelde a la significación, este real que no cabe en la estructura.

Si el seminario X se nos presenta lleno de curvas y rodeos, donde el hilo se pierde con facilidad, el XX en cambio nos pone desde un principio en un sendero estrecho, difícil y a veces insoportable.

Con Aun se está en una clínica que abre al más allá del fantasma, más allá de la imaginarización de lo simbólico. Así tenemos que el “objeto a” ya no será la excepción que era antes, cuando era tomado en su heterogeneidad, como resultado de la operación significante (seminario X), sino que ahora será tomado en función del no-todo, es decir que se pone en crisis e interroga al formalismo de la estructura.
Antes el significante predominaba sobre el goce, ahora será el goce quien predomine sobre el significante, que no está más al servicio de la comunicación.

Si en el seminario X el objeto a se inscribía en la intersección de los circulos de Euler, ahora en el seminario XX “a” se inscribe como extimo. Es decir, que en la intersección donde aparecía “a”, ahora encontramos un vacío, un agujero que es efecto de una disyunción entre significante y significado, entre goce y Otro, entre hombre y mujer. Esta disyunción se resume bajo la fórmula “no hay relación sexual”, no hay comunicación.

Lacan nos propone un neologismo la “apparole” para designar a esa palabra que no asegura la comunicación, y sí en cambio asegura el goce: una palabra dominada por la pulsión, una palabra sin diálogo, una palabra que no sirve a la comunicación.

Otro neologismo que encontramos en este capítulo IV es lalengua. Si el lenguaje va en la dirección del sentido, de la comunicación, lalengua va más allá del inconsciente estructurado como un lenguaje.Lalengua pertenece al cuerpo de lo simbólico, es el cuerpo del lenguaje y va en la dirección de lo real. Un real que no habla, que guarda silencio porque el goce no comunica, es el goce del Uno solo. Y para que hable, como vemos en Aun, necesita el amor.

Lo real no habla porque el lenguaje no alcanza a decir lo real, de ahí que la escritura -en cierto modo- lo suplante. Es decir, que con la escritura podemos cercar lo indecible. Dicho de otra manera el silencio de lo real es lo que incita a la escritura. El inconsciente será entonces un escrito en tanto que todo no puede pasar por la palabra. Podría decirse que en este seminario pasamos de un inconsciente hecho de palabras a un inconsciente hecho de escrito.

La función de lo escrito como aquella que interroga al lenguaje fue ejemplificada por Céline Menghi a través de la singular obra de James Joyce, Samuel Becket, Virginia Woolf, Michel Leris, Lewis Carroll y Antonin Artaud (palabras fuelle)

La función de lo escrito se delinea como otra manera que tiene el hablante de caminar en el lenguaje, por eso Lacan -siguiendo a Joyce- habla de “bricolaje”. Pues fue Joyce, quien con su modo particular de jugar con la escritura, con la letra, perfecciona el lenguaje (Aun 48). Joyce efectuaba un “bricolaje”, una operación de relleno del significado por medio del significante con un trabajo de encastre, de composición y de superposición, subvirtiendo las leyes de la sintaxis y produciendo algo parecido a lo que leemos cuando escuchamos los lapsus gracias al discurso analítico.

En el epílogo al seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, da una definición de lo escrito: “...la función de lo escrito no está entonces en la guía sino en la propia vía férrea. Y “el objeto a”, tal como lo escribo, es el riel por donde llega al plus de gozar aquello con que se habita y aun se abriga la demanda que hay que interpretar.” Quiere esto decir que lo que intentan aislar los seres humanos a través del discurso es el “objeto a”, es decir, materializar el plus-de-goce en sus múltiples variantes: seno, falo, heces, mirada, voz, y no hay que olvidar que estas variantes están ligadas a la demanda y al deseo del Otro.

Céline nos trajo una referencia muy interesante sobre la escritura poética china tomada del seminario XXIV de Lacan: “Yo quisiera llamar la atención sobre algo: el psicoanalista depende de la lectura que hace de lo que dice el paciente. Y lo que escucha no puede ser tomado al pie de la letra [...]. ¿la verdad despierta o adormece? Me gustaría que antes de responder leyeran a François Cheng, ya que con la ayuda de lo que se llama escritura poética ustedes pueden tener la dimensión de lo que podría ser la interpretación analítica.”

El analista debería entonces, apuntaba Céline, escuchar al analizante como si hablara a través de ideogramas chinos, a través de la pincelada del calígrafo, vale decir a través de una escritura. El analizante dice más de lo que cree decir: el significante deja pasar a un deseo, pero el “objeto a” es el binario que conduce a la pulsión a lo indecible.

François Cheng en La escritura poética China:

“Los ideogramas o caracteres están compuestos de trazos ... Estos ofrecen una combinación muy variada; y el conjunto de los ideogramas se presenta como una combinación (o una transformación) a partir de trazos muy simples, pero que ya tienen significado en sí mismos ... Bajo cada signo, el sentido codificado no llega jamás a reprimir totalmente a los otros sentidos más profundos, siempre dispuestos a surgir; el conjunto de signos formados según la exigencia del equilibrio y del ritmo, revelan todo un manojo de “trazos” significativos: actitudes, movimientos, contradicciones buscadas, armonía de contrarios y, finalmente, manera de ser.”

Hay, explicaba Céline, algo que va más allá del ser tomado -como se dice- al pie de la letra: se trata de tomar la letra en su materialidad, como una escritura en la palabra misma, una materialidad del significante. Esto, por ejemplo, nos va a permitir escuchar el silencio.

Si Lacan en su escrito La instancia de la letra... nos indica que la letra es un lugar de inscripción de las representaciones y acontecimientos subjetivos en el inconsciente, en Aun plantea la letra como hecha de otra pasta que la del significante. La letra, entonces, como aquello distinto del significante que nos hace posible escribir algo, cifrar algo del goce.
Se trata para el analista de estar advertido y no quedar apresado en la lógica fálica, en la lógica del símbolo fálico y, facilitar que el sujeto advenga y pueda hacerse autor de esa dimensión del goce no-fálico. La letra, dirá Lacan en estos años, es lo que permite dibujar el borde del agujero del saber.

Obras de François Cheng en castellano:

Título: Cinco meditaciones sobre la belleza (2007)
Ediciones Siruela, S.A.

Título: La escritura poética china : seguido de una antología de poemas de los Tang (2006)
Editorial Pre-Textos

Título: La eternidad no está de más (2003)
Editorial Losada, S.L.

Título: Vacío y plenitud : el lenguaje de la pintura china (2005)
Ediciones Siruela, S.A.

Título: La voz de Tianyi (2002)
Editorial Losada, S.L.

También texto con el título: Lacan y pensamiento chino, dentro del Libro: Lacan: el escrito la imagen.
Siglo XXI.

Cap. 4: EL AMOR Y EL SIGNIFICANTE    

Por Soledad Ibañez

Algunas cuestiones sobre el desarrollo de Mercedes de Francisco

La primera vez que les hablé, enuncié que “El goce de Otro, que dije estar simbolizado por el cuerpo, no es signo de amor”.

Se inicia así un recorrido sobre cuatro puntos:- el goce, el Otro, el signo, el amor, que serán cuestionados.
Del Otro dirá que hay que machacarlo, reacuñarlo de nuevo, ponerlo en tela de juicio en relación a lo que ha sido tradicionalmente y con ello se verá cuestionada la idea del ser a través del lugar que ha ocupado en el discurso filosófico, soporte de la concepción del mundo que podamos tener.
Discurso filosófico como variante del Discurso del Amo.

-En este capitulo Lacan señala la diferencia entre revolución y subversión, siendo aquella la que evoca el giro y el retorno, la buena forma de la esfera y el centro que tienen un lugar tan privilegiado en el imaginario occidental, y criticado desde el S. de la Transferencia en el que Lacan habla de la fascinación por la forma esférica y su centro, -que no había que discutir, dejando al espíritu humano sumido durante siglos en una cierta oscuridad.(“No nos muestra muestra acaso lo que está en juego en estas formas, en las que nada sobresale y nada se deja agarrar, tiene sus fundamentos en la estructura imaginaria? ¿Pero a qué se debe la adhesión a estas formas en lo que tiene de afectiva?--sino ala Verwerfung de la castración”)Pag. 112 S.La Transferencia.

-La subversión no sería un asunto de sustitución de un centro por otro, sino más bien de sustitución de “un gira” por “un cae”, el centro cae: producir un descentramiento.

-Este descentramiento afecta al Significante y el peso de éste va a pasar al Signo. El significante tiene un centro -el significado,y podemos leer en la pag. 55: “Lo que permanece en el centro es esa vieja rutina según la cual el significado conserva siempre, a fin de cuentas, el mismo SENTIDO. Este sentido se lo da el sentimiento que tiene cada quien de formar parte de su mundo, es decir, de su pequeña familia y de todo lo que gira alrededor. Cada uno de ustedes - hablo hasta de los izquierdistas- están más apegados a ella de lo que creen, y en tal medida que harían bien en calibrar su alcance. Cierto número de prejuicios les sirven de asiento y limitan el alcance de sus insurrecciones al término más corto, al término, precisamente, en que no les produce ninguna molestia, y es especialmente dentro de una concepción del mundo que, por su parte, sigue siendo perfectamente esférica. En cualquier parte adonde lo lleven, el significado encuentra su centro. Y hasta nueva orden, no es el discurso analítico, tan difícil de sostener en su descentramiento y que no ha entrado todavía en la conciencia común, quien puede de alguna manera subvertir algo”.

-Discurso analítico que por un lado,es tan difícil de sostener en su descentramiento para los propios analistas, y por otro, subversión que no ha entrado todavía en la conciencia común.

-Atravesar el pequeño mundo familiar del Edipo descentrar el bla, bla, bla, su sentido, ¿para qué habría que hacerlo?. Cuestión clínica fundamental: Se trata de poder circunscribir lo más particular de cada uno y para ello, escuchar en lo que dice el analizante lo que hace Signo, signo de un sujeto. Lo que nos lleva al objeto a, intermediario en la relación del uno con el Otro, -signo que puede causar el deseo y eso es el comienzo del amor. Punto este importante, para pensar la transferencia no como repetición centrada en el sentido.

-Alojar el signo del sujeto permite un modo de intervención que se dirige a la hiancia, al sujeto dividido, a ninguna otra norma que no sea de lo singular, y ello para poder saber algo de esa frase, de esa fórmula que nos amarra....formula del fantasma que tiene que ver con la lógica fálica, la lógica edípica, que no permite un más allá sobre ese goce no contable particular en cada sujeto.

-Pero, por otro lado, si el amor apunta al ser...ese ser que tiende al uno, que no nos permitiría salir de uno mismo -vertiente narcisista del amor-, de esa cosmología del centro..,, ¿qué hacer con él, cómo declinarlo para que esto no sea así?. Lacan nos dice: Para-ser, para-ser con otro.
-El Otro al que estamos poniendo en tela de juicio es el Otro sexo, es la mujer, es el goce femenino que no pasa por la horma del goce fálico y al que todos estamos confrontados.
Lo que se sostiene en el desarrollo del hilo del capitulo, del hilo del Seminario, es que el amor no es cuestión de sexo, sino que tiene que ver con el signo, signo que causa el deseo: principio del amor, amor que puede suplir esa -no relación sexual- y es esta imposibilidad lo que puede hacer una relación del uno con el otro fuera del espejismo narcisista.

-El discurso analítico, tan difícil de sostener en su descentramiento, implica un esfuerzo constante de invención para no ser adormecidos en la rutina, en la complacencia con el discurso del amo,(Miller, -Cosas de finura-). Se trataría de un -no ceder- en cuanto al deseo del analista, deseo de hacer valer el derecho a la singularidad, incompatible con cualquier forma de totalitarismo.


detalle Santa Teresa

Cap. 5: ARISTÓTELES Y FREUD: LA OTRA SATISFACCIÓN  

Por Javier Cepero

El capítulo V puede leerse como una respuesta al Seminario 7 La ética del psicoanálisis.

T. Vicens toma, como referencia hacia delante, el comentario sobre este capítulo que J. A. Miller realiza en el curso (97-98) El partenaire-síntoma.

Aristóteles y Bentham serían también las referencias obligadas en esta lección.

Todo el capítulo puede ordenarse a partir de dos frases contenidas en él:
1ª. “Todas las necesidades del ser hablante están contaminadas por el hecho de estar implicadas en otra satisfacción a la cual pueden hacer falta”.
2ª. “La realidad es abordada con los aparatos de goce”.

“Todas las necesidades…”. En francés hay dos términos para referirse a necesidad: “besoin” que alude a las necesidades biológicas y “necessité” que aludiría a una necesidad lógica.

“Todas las necesidades del ser hablante…”. En este seminario introduce Lacan el término ser hablanteque va empezando a sustituir al término Sujeto. Más tarde inventará el término parlêtre que incluye el hablar, el ser y la letra.

“Todas las necesidades del ser hablante están contaminadas…”; es decir, no son del orden de lo natural.

“Todas las necesidades del ser hablante están contaminadas por el hecho de estar implicadas en otra satisfacción”. Se trata de la satisfacción no fálica, la no ordenada por la ley, la satisfacción de un inconsciente no fálico.

“Todas las necesidades del ser hablante están contaminadas por el hecho de estar implicadas en otra satisfacción a la cual pueden hacer falta”. Hay aquí una ambigüedad en la frase que remite a lo inservible del lenguaje referencial para hablar del goce porque el goce descompone el lenguaje. El lenguaje pierde el fondo aristotélico cuando con él se aborda el goce; por eso Lacan se propone ser dócil al goce al hablar de él y así usará las paradojas posibles del lenguaje al abordarlo.

Lacan propone en este Seminario la existencia de una “sustancia gozante” como tercera sustancia frente a la distinción cartesiana entre “sustancia extensa” y “sustancia pensante”; distinción con lo que el pensamiento occidental y la ciencia operan cómodamente.

La segunda frase que ordena el capítulo: “La realidad es abordada con los aparatos de goce” se sigue con otra posterior: “El lenguaje es aparato de goce”. Es decir, lenguaje y goce no están separados, lo cual contradice la lógica estructuralista para la que el lenguaje no goza.

Lacan destaca del trabajo de Jakobson, no el trabajo de logificación del significante, sino el descubrimiento del goce implicado en el lenguaje.

¿Cómo hablar de goce si hablar es gozar? Es una paradoja, por eso sólo se puede hablar de goce con paradojas.

Hay un estado intermedio entre el Lacan estructuralista y el Seminario 20: la constitución del objeto aque permite tomar al goce como referente, un goce separado, objetivado. Permite referirse al goce como un objeto, un referente. Permite escribir la fórmula del fantasma [S/ <>a] donde el Sujeto es causado en su división por el objeto de goce.

Al objetivar el goce el Sujeto puede quedarse en un lugar vacío (de goce) como una pura función lógica. Al final del capítulo anterior Lacan afirma que el Sujeto como tal no tiene gran cosa que hacer con el goce; por eso Lacan va colocando en su lugar al ser hablante. Es un cambio de paradigma donde el Sujeto como función lógica, vacío de goce, ya no sirve.

Entonces, si el lenguaje es goce, nunca podemos salir del goce, al contrario de lo que hacía pensar la lógica estructuralista. Entonces, ¿de qué goza un analista? Ya no podemos decir que hace el muerto y no goza. La reactivación del psicoanálisis puro pasaría por poner sobre la mesa de qué goza un analista.

El ser hablante incluye al cuerpo, el ser hablante goza. Lacan deja de pensar el inconsciente como separado de la pulsión. Ya no es sólo un aparato estructural, no es pura forma lógica del Otro, es también goce del cuerpo.

Lacan desmonta también la supuesta objetividad del objeto a y lo transforma en una mediación entre lo simbólico y lo real. Del mismo modo que Lacan sustituye al Sujeto por el ser hablante, sustituirá más adelante al significante por el semblante.

El goce es autista, no nos hace salir de nosotros. La dificultad entonces es cómo pensar el vínculo social de seres que gozan para sí mismos.

Aquello que para el Sujeto era el Otro, para el ser hablante es su cuerpo. El cuerpo viene a ocupar el lugar del Otro que no existe. La presencia preponderante del cuerpo forma parte de la clínica actual como en el caso de los fenómenos corporales en la psicosis ordinaria.

Entonces, el goce localizado por la separación en el objeto a queda reservado a la lógica masculina del goce. El goce de la mujer se sitúa en otro lado, no en la desaparición del Sujeto, sino en la desaparición del Otro.

Lacan dice que no hay otro goce que el fálico. Si hubiera otro goce haría falta que no fuese ese. Tenemos aquí otra paradoja: del Otro goce no podemos decir que es porque ya sería fálico.

Hasta aquí el sentido general del capítulo al que se llega necesariamente sin conclusiones.

Aristóteles y Bentham son las referencias obligadas del capítulo que T. Vicens plantea de la siguiente manera: para Lacan Aristóteles representa la lógica fálica y Bentham la lógica del Otro goce.

La ética de Aristóteles se basa en la existencia de un Bien de la misma manera que en la Naturaleza hay un Fin. En la ética aristotélica todo deseo apunta a un Bien Único (el Estado, la Polis) que es el objeto de la Política. Hay un trayecto hacia ese Bien Único y la Ética es la guía. El psicoanálisis no va hacia este Bien Único, no da apoyo al Amo. No hay clínica psicoanalítica si no se extrae a alguien del Bien Único.

Lacan afirma que desde Aristóteles no se dijo nada distinto hasta Bentham que es un teórico del capitalismo y junto a J. Mill y J. S. Mill son los fundadores del Liberalismo británico. La doctrina política de Bentham es el Utilitarismo, que sería la teoría más adecuada para el capitalismo.

Pero, para Lacan, el Utilitarismo de Bentham es la rectificación al supremo Bien de Aristóteles. Se resumiría en “el máximo placer para el máximo número de personas”. “El máximo” significa que no hay supremo Bien, no hay un Bien total.

La inexistencia del Otro (del supremo Bien) no impide que se goce fálicamente. Tampoco existe ningún objeto que no pueda ser tomado como bien en algunas circunstancias. Resuena aquí la fórmula de la sexuación de Lacan donde la lógica aristotélica sería la lógica masculina de lo Universal y la excepción y la lógica de Bentham, la lógica del No-Todo donde aunque la felicidad no es para todos, no hay nadie para quien no pueda haber felicidad.

Una última referencia a lo imposible dentro de la lógica modal. Lacan define lo imposible como aquello que no cesa de no escribirse. En esta doble negación hay un forzamiento del lenguaje para abordar, de nuevo, el goce. Es lo que hace Lacan en este capítulo: no puede abordarse el goce con un uso común del lenguaje.


detalle Santa Teresa

Cap. 6: DIOS Y EL GOCE DE LA/ MUJER    

Por María José Olmedo

MHB inicia el comentario del capítulo VI dándole título a cada un de las tres partes. Primera parte: la lectura. Segunda parte: la relación del psicoanálisis con la ontología. Tercera parte: el misticismo.
Plantea que el hilo que sigue con más continuidad en este capítulo es el hilo de la lectura, lo que permite hacer una continuidad entre leer y saber.
Su comentario sobre el capítulo es una excelente muestra de lo que es hacer una lectura de un texto.

Destacando la oposición entre escuchar y leer, y enfatizando la paradoja de que en el análisis donde se escucha al paciente, también se trata de descifrar un texto; MHB señala que este pasaje entre escuchar y leer está presente en la última parte del capítulo a propósito del goce del que no hablan los místicos y de lo que se puede descifrar a partir de los textos que escriben.

Señala lo que para ella supone una primera dificultad, la oposición del goce de la palabra (llamado Otro goce) con el goce fálico; dificultad porque durante un tiempo pensaba que el goce de la palabra era un goce fálico. En Aún Lacan hace esta distinción, MHB plantea leer todo el capítulo como una oposición entre goce fálico y goce de la palabra.

El falo tampoco tiene la misma definición en Aún que anteriormente y además en este capítulo Lacan plantea la elección de ciertos hombres por el goce femenino.

El goce fálico está ubicado por Lacan como goce del órgano, y el Otro goce como el goce de la palabra. A su vez el goce del órgano tampoco puede ocurrir sin la palabra ya que éste tiene que ver con el fantasma, y el fantasma es la construcción de una sentencia (remite al texto de Freud Pegan a un niño).

Para MHB todo el capítulo VI implica este axioma: no hay relación sexual entre el hombre y la mujer.
Plantea el siguiente desarrollo:
El goce de la relación sexual que no hay: no hay relación sexual implica que no hay goce en esta relación.
Las suplencias, los goces que suplen a esa falta: el goce de la palabra, el goce fálico y el goce místico sería una tercera posibilidad.

Aclara que cuando Lacan dice “no hay relación sexual” diferencia el acto sexual de la relación sexual; y que esa frase es insuficiente, al “no hay relación sexual” hay que añadir “que pueda escribirse”. Cuando Lacan dice esto es porque tiene en mente la posibilidad de escribir lo que sucede entre el hombre y la mujer con escritura científica. Pero la sexualidad humana, entre seres hablantes, resiste en escribirse.

Se remite a la relación entre el discurso, es decir, el lazo social y la relación sexual que no hay. Concluye que a su parecer el que no haya relación sexual es lo que permite que haya lazo social. Esto implica que en el ser hablante lo social viene en el lugar de lo sexual: lo que existe entre los hombres y las mujeres son asuntos de discursos y de sentidos, pero nada que ver con la relación como tal.

Abre todo un desarrollo a propósito de si los fenómenos de goce se ubican o no dentro del mundo del discurso. En el caso del goce místico lo que lo caracteriza es que hay un punto que no pertenece al ámbito del discurso como sentido sexual, no toda la experiencia mística pertenece al discurso-. Y ¿qué es? La respuesta la sitúa MHB en la página 87 del texto, y considera que es uno de los puntos más importantes del capítulo:

“El ser ?si quieren a toda costa que emplee este término? el ser que opongo a esto ?y del cual se ve forzado a dar testimonio desde las primeras páginas de lectura, simplemente de lectura, este pequeño volumen? es el ser de la significancia. Y no veo en qué desmerece de los ideales del materialismo ?digode los ideales porque están fuera de los límites de su plan? el reconocer la razón del ser de la significancia en el goce, el goce del cuerpo.”

Sitúa ahí lo que funda el goce místico: el ser de la significancia.

Más adelante Lacan habla del Uno y lo hace de tres maneras:
- Está la posición freudiana, con la premisa universal del falo para los dos sexos, la solución para que con Uno se hagan dos.
- La solución lacaniana basada en la doctrina de la sexualidad de que hay un significante que es el falo, también para ambos sexos. Lacan plantea una combinatoria como respuesta a la aporía freudiana: la diferencia entre tener y ser. Esto implica el Uno (del falo) y a su vez la simetría de los sexos.
- La solución de estos años de Aún implica una solución sin simetría en los dos sexos; tomarse en serio la expresión “el Otro sexo”, que algo en el sexo sea Otro; no otro en el ámbito de lo opuesto.

Lacan retoma la cuestión del Uno en Aún primero como una crítica a Freud: al Uno del Eros, al Uno de la fusión como un mito psicoanalítico para enmascarar el “no hay relación sexual”.

El Uno lacaniano no es el Uno del Eros freudiano, ni el Uno de la metáfora biológica, el Uno lacaniano sería el Uno del significante.

Da un paso más aclarando que el Uno del que se trata aquí es del Uno solo y que la manera de relacionarse con ese Uno es el amor. Es el Uno solo que fundamenta la transferencia; este Uno solo que solo se puede atrapar por medio del amor, implica una relación con la suposición de saber.

Con respecto a la cuestión de la ontología MHB enfatiza que Lacan no tiene una teoría del ser, no en el sentido de las teorías filosóficas del ser; Lacan ubica lo que los filósofos ubican como ser en el goce del cuerpo, como condición del ser de la significancia. Toda significancia responde al goce del cuerpo.
Lacan no tiene una teoría del ser, tiene una teoría del goce. De lo que se trata es de una definición del sujeto por su modo de goce.

Lo que realmente orienta a Lacan se puede decir: no hay ser sino de goce, y de goce del cuerpo. Para el ser hablante no hay ser, sino de goce del cuerpo. Esto es lo que orienta al psicoanálisis.

En Aún el ser de la significancia, el goce del cuerpo, es lo mismo que el goce de la palabra.

Con respecto al hay Uno que es uno solito, está más del lado de lalengua, de algo que no se escribe y que es el ser de la significancia. De eso es aquí de lo que se trata, del lado del amor y no del lado del descifraje –lo que en el lenguaje no se descifra y que tiene que ver con el amor.

En el apartado 2 del capítulo Lacan introduce a Dios en la línea del Uno. Se desmarca, a su vez, de los que pensaban que su enseñanza del psicoanálisis iba en el sentido de renovar el concepto de Dios Padre por medio de la función paterna; también lo hace disociándose de los laicos o de los que podrían pensar que la enseñanza del psicoanálisis es una enseñanza que va hacia el supuesto ateismo.

Para Lacan se trata de demostrar que Dios existe, pero no tal como los teólogos lo sostienen. Este capítulo titulado Dios y el goce de La / mujer, implica exorcizar al buen Dios.
¿Cómo existe este buen Dios? Se pregunta MHB. Existe en relación con el Otro, dice, lo cual es fácil de entender ya que Dios es Otro. Ahora bien lo que Lacan añade es la frase siguiente: “Este Otro, si sólo hay uno solito, ha de tener forzosamente alguna relación con lo que aparece del otro sexo.”
Para Lacan la relación entre Dios y el Otro sexo es establecida por el amor. Aquí plantea los calificativos aplicados al amor: el amor de transferencia como sujeto supuesto saber, el amor cortés, el amor físico y el amor estático, es decir el amor místico. Considera que el amor místico también es una suplencia de la relación sexual que no hay.
Plantea la cuestión que formula Lacan en la pag. 87: “Ahora, el goce del cuerpo, si no hay relación sexual, habría que ver de qué puede servir”. En este punto se remite a que el ser de la significancia tiene su razón en el goce del cuerpo, el goce del cuerpo nos sirve para la relación sexual porque ésta no existe, sirve entonces para dar consistencia a ese ser de significancia; y eso es el campo en el cual ubica a Dios en relación con La mujer que no existe, es decir, la solución femenina y suplementaria a la relación que no existe.

Las fórmulas de la sexuación en Aún implican una disimetría, la de que todos los seres hablantes, ya sean calificados de hombres o de mujeres se ubican del lado masculino y utilizan el fantasma como goce fálico; y que no todos los seres hablantes, hombres y mujeres incluidas, se ubican del lado femenino: “No todas las mujeres prueban el dicho goce femenino” (pag. 90). Es decir, es un goce que puede ocurrir o no ocurrir,es un goce suplementario; por el contrario el goce fálico es un goce necesario, ya que es la consecuencia en el ser vivo de la presencia del lenguaje.

Así pues para Lacan lo que permite hacer existir el Otro es el goce del cuerpo, el goce del cuerpo místico. Para Lacan Dios es el Otro sexo, lo femenino.
Volviendo a la pregunta de que para qué puede servir el goce del cuerpo, concluye que puede servir para dar la única prueba de que existe (está afuera de la palabra) un goce en el cuerpo que confirma el Otro, la existencia del Otro. Y esa es la única manera de definir a Dios, por eso Lacan decía que no iba a gustar a los teólogos.

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Cap. 7-11: INTRODUCCIÓN 2ª PARTE DE AUN    

Por María José Olmedo

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Cap. 7: UNA CARTA DE ALMOR   

Por Juan Carlos Ríos

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Cap. 8: EL SABER Y LA VERDAD    

Por Soledad Ibañez

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Cap. 9: DEL BARROCO   

Por Luis Iglesias

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Cap. 10: REDONDELES DE CUERDA    

Por Inmaculda Nieto

MHB**** En este capítulo se van precipitando las consecuencias de todo lo que Lacan venía desarrollando y toma decisiones importantes como la presentación del nudo borromiano o Borromeo.
Pero antes de la presentación del nudo hace consideraciones fundamentales, a modo de preámbulo:
1º.- No hay metalenguaje, no hay lenguaje del ser, aparentemente. Si lo hubiese habría que suponer que hay ser, poniendo de este modo en duda una categoría que atraviesa toda la historia del pensamiento.
El ser es una suposición, está supuesto a ciertas palabras, Lacan subraya dos: individuo y sustancia.
Pero va a sustituir la idea de ser con otra palabra: el objeto a como semblante de ser, semeja darnos la idea de ser, el ser está supuesto al objeto a.
Lacan se distingue del lenguaje del ser (que es una búsqueda ontológica de la Hª de la Fª) esto implica que puede haber ficción a partir de la palabra- si digo que no hay lenguaje del ser no alcanzo la verdad.

2º.- Se preocupa por la formulación matemática como nuestro ideal, pero no porque la matemática venga a darnos garantía de estar en el campo de la verdad sino porque se escribe con letras y la letra es lo menos deformable, carece en sí misma de significación.
Pero Lacan advierte que la formulación matemática no subsiste si no empleo para presentarla la lengua que hablo. A la formalización- ideal metalenguaje- la hago ex –sistir por un decir.
Lacan elije la noción de ex –sistencia para sustituir a la idea de ser, un ex -sistir que se sostiene fuera de un decir, al producir un decir algo ex –siste que origina y motiva una suposición de ser a ciertos términos.

Lo que mas se acerca a ese ser, que llama ex –sistir, es el odio. Así un decir que va poniendo algo fuera, algo que sostiene la existencia, la expone, la pone fuera, ese decir concentra el odio porque el odio trata de apuntar al ser (al supuesto ser)

Vuelve sobre la escritura, que es una huella donde se lee un efecto de lenguaje (“el nubarrón del lenguaje hace escritura” Lituraterre ,1971), pero la escritura tampoco es metalenguaje pues tiene que volver a pasar por la lengua hablada.
Cualquier fórmula psicoanalítica precisa lenguaje y lazo social, hay que remitirla a la práctica donde se pone en juego.

A partir de ahí arranca con la cuestión del nudo que, dice, tiene todos los caracteres de la escritura pero con la característica de que los trazos se superponen por efecto de haber sido puesto en el plano algo que ha sido construido en el espacio de 3 dimensiones. A partir del nudo trivial, los nudos se van completando, finalmente hace un encadenamiento de 3 nudos triviales para construir lo que conocemos como nudo borromeo, donde, al pasar al plano, se establecen un tipo de puntos que le van a servir, en el futuro, para ir inscribiendo distintas funciones. Se trata de un punto (que Larriera llama lacaniano) de tres dimensiones, son esos espacios irreductibles porque aquí no hay cortes sino superposiciones. Y en el centro va a poner el objeto a.
La propiedad borromiana es que cortando uno cualquiera de los nudos se separan todos.
La última frase de esta clase : “lo real, diré, es el misterio del cuerpo que habla, es el misterio del inconsciente” (pag.158) es considerada por Miller como frase bisagra entre una enseñanza anterior y la última enseñanza dónde Lacan va desarrolando la teoría de los nudos donde goce y sentido están confrontados y articulados de una manera distinta a todas las anteriores- es la 6ª teoría de los goces- el anudamiento.
El misterio, lo real, se va a ir transformando en problemas y Lacan va poniendo en los nudos las distintas cuestiones inherentes a problemas de la clínica, de la estructura psicopatológica, problemas de desanudamiento y anudamiento.
En este seminario Lacan rompe con la conexión posible entre S1 y S2. Entre el sujeto y el Otro no hay relación posible, el sujeto solo se relaciona con el objeto a. S2 no existe. El inconsciente como uno que se alumbra en este seminario funciona como un enjambre- essaim- S1( S1(S1(…

El sujeto va a estar representado por un significante pero no para otro significante. Aquí está la cuestión de la soledad como condición humana.
Esto es lo que se escribe, nada más que S1, es lo que ex - siste a mi decir.
“El nudo es un acontecimiento de mi decir” dice Lacan, una ex -posición, una ex –sistencia que se sostiene fuera del decir de Lacan, y ese es el ser, no hay mas ser que eso.

****inicia el comentario del capítulo VI dándole título a cada un de las tres partes. Primera parte: la lectura. Segunda parte: la relación del psicoanálisis con la ontología. Tercera parte: el misticismo

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Cap. 11: LA RATA EN EL LABERINTO    



SEMINARIO XX AUN LACAN SEGUNDA PARTE

Cap. 7-11: INTRODUCCIÓN 2ª PARTE DE AUN      

Por María José Olmedo

El seminario Aún marca un giro en la enseñanza de Lacan. Lo que subraya JAM de manera particularmente argumentada en su trabajo sobre “Los seis paradigmas del goce en la enseñanza de Lacan”.

Guy Briole destaca que en el Seminario Aún Lacan ya no pone en primer plano el hecho del lenguaje ni la función del Otro sino el hecho del goce.

Lo esencial en este momento de su enseñanza es que la definición de significante se transforma en este Seminario (pag. 171), cambia de estatuto; en la primera enseñanza un significante era lo que representaba a un sujeto para otro significante y en estos momentos “el significante no tiene otra definición más que la de una diferencia con otro significante”.

Lacan hace una operación de deconstrucción de su edificio teórico anterior, incluso del concepto de lenguaje, modificado a partir de la introducción del concepto de la lalengua.

Hay un punto fundamental al que se llega al final del seminario XX y tiene que ver con el lugar particular que ocupa el significante respecto al goce

Este seminario responde al 6º paradigma, el de la no relación.

Paradigma que implica un pasaje radical en la elaboración de la última enseñanza de Lacan, en la que llega al concepto de forclusión generalizada, lo que quiere decir que todas las estructuras son con suplencia.
En este seminario, en su último capítulo, todo lo que concernía a lo simbólico, el NdP, el gran Otro (A), el? quedan ahora como elementos de broches disjuntos.

El 6º paradigma es el de:
- la no relación del significante con el significado
- la no relación del goce con el gran Otro
- la no relación del hombre con la mujer

En definitiva que no hay relación adecuada a la estructura del inconsciente: no hay relación sexual. Lo que quiere decir que no hay posibilidad de completar un sexo por el otro.

Es a partir de la preeminencia del goce que Lacan va a introducir el nuevo concepto de la lalengua.
En este seminario Lacan se pregunta ¿porqué el psicoanálisis no funciona con la interpretación? La respuesta es que hay un goce en tanto que propiedad de un cuerpo vivo.
Destaca que la cuestión del cuerpo ha estado siempre presente en la enseñanza de Lacan, también en Freud con los denominados “fenómenos del cuerpo”, presentes desde la invención misma freudiana con los casos de conversión: el cuerpo habla del inconsciente pero hablando con el lenguaje del cuerpo mismo.

La cuestión del Seminario XX es pasar del “inconsciente estructurado como un lenguaje” al concepto de la lalengua como lengua fundamental y a considerar al lenguaje como una elaboración de la lalengua, cuestiones que hay que ver en detalle para entender todo lo referido al goce.

Otro concepto que está en juego en Aún y que está cambiando de posición es la cuestión del síntoma.

El síntoma en la primera enseñanza de Lacan dice una verdad, es el retorno de lo reprimido, se trata de una disfunción.
A partir de Aún, por el contrario, el síntoma se vuelve un funcionamiento, es lo que uno tiene de más real. Aquí el síntoma es el modelo de la suplencia.
Se pasa del síntoma como verdad, del síntoma pensado a partir del sujeto, al síntoma como goce, es decir a pensar el síntoma a partir del objeto (a). El síntoma así considerado se construye a partir del lado macho, lo que va a explicar desde las fórmulas de la sexuación.
Señala como clave de la lectura de este seminario el texto de Freud Inhibición, síntoma y angustia.

Guy Briole nos hace una precisión con respecto al término odioamoramiento, que Lacan utiliza en el cap. sobre El saber y la verdad; nos advierte que esa palabra, contracción entre enamoramiento y odio, en francés incluye a la vez el odio, el amor y la adoración, ya que el término s’enamourer tiene dos sentidos, el de estar enamorado de alguien y también el sentido de adoración, más del lado de Dios; concluye que no es por azar que Lacan se remita a los místicos cuando quiere saber algo del goce, de ese goce Otro.

A lo largo del capítulo VII, Una carta de almor, Lacan va a desarrollar las fórmulas de la sexuación en las que hay dos partes: una parte macho y una parte hembra. El lado izquierdo es el lugar del universal fálico bajo la fórmula lógica Vx ?x : para todo x se cumple la función ?x . De este lado está el sujeto que busca, del otro lado, del lado del no todo, lo que le falta, es decir lo que haría síntoma para él; a partir de lo cual se puede entender lo que Lacan dirá en un momento determinado: la mujer es el síntoma del hombre, es el patenaire-sinthome que le falta al hombre.

El interés de Lacan en la cuestión del saber y la verdad lo va a desarrollar a partir de las nociones de lo necesario, lo contingente y lo imposible. Entendiendo lo imposible como la combinación de lo contingente y lo necesario, como lo que “no cesa de no inscribirse”; es la definición de lo real, es también la definición de lo imposible de la relación entre los sexos, es el “no hay relación sexual”.
Lacan se va a apoyar en autores como Inttikka y Gödel para acercarse y rendir cuenta de lo real desde una perspectiva lógica.

Las referencias a los lingüistas Hjelmeslen y Georges Mounin a propósito del término metalenguaje, llevan a Lacan a decir que “no hay metalenguaje” (pag. 143), que siempre falta algo en la lengua para decir lo real, lo que no es otra cosa que el A mayúscula tachado.

Así pues hay una manera lógica de rendir cuenta de lo real –es lo imposible- y otra manera clínica que tiene que ver con el límite mismo del lenguaje, siempre hay algo que escapa en el lenguaje; siempre queda un real rebelde a la formalización, a lo que Leibniz se refería cuando decía que la lengua era imperfecta.

De Ferdinand de Sausseare Lacan retoma una afirmación: en la lengua sólo hay diferencias. Lo que remite a la teoría estructuralista del sujeto con la definición que da Lacan del significante: “un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante”; así pues para definirlo se necesitan por lo menos dos (S1, S2). No obstante lo que viene a decir Lacan es que siempre falta uno, que no se puede decir todo sobre todo, lo que escribe como S de A tachado.

En Aún lo que va a decir es que “nada es todo” y en este sentido Lacan crea el término la lalengua, entendida como la lengua originaria, maternal, vernácula. La lalengua es la lengua de antes del discurso del amo. La lengua es una elaboración de la lalengua. Aborda la cuestión de la verdad a partir de este concepto, el inconsciente está hecho de la lalengua, con lo que está más allá de lo que puede comunicar el lenguaje y que puede tocar el cuerpo, al igual que el pensamiento.
A partir del concepto de la lalengua, la fórmula lacaniana de “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” toma otra dimensión.

Guy Briole nos señala que para entender todo esto nos tenemos que remitir al Seminario XVII El reverso del psicoanálisis, y en particular al capítulo VI donde Lacan se refiere al discurso del amo y a su reverso, el discurso analítico.

El matema es la modalidad que Lacan encuentra para transmitir algo del análisis del inconsciente que no esté marcado por el sentido. Guy Briole advierte de que esos matemas, no obstante, no son la verdad de la verdad y que no se pueden sacar de contexto. El matema no es un axioma. Como consecuenia Lacan subraya dos razones:

1. no hay metalenguaje
2. la verdad sólo se puede decir a medias

A partir de aquí Lacan va a intentar una escritura desde la topología.

Nos muestra cómo Lacan intenta una escritura topológica a través del nudo Borromeo. Asevera que el nudo no es una representación de lo real sino que es lo real, que no tiene ninguna consistencia ontológica ya que no es de la constitución del sujeto de lo que da cuenta, sino de la experiencia analítica y que es eso lo esencial en la enseñanza de Lacan.

Aborda también la cuestión de la letra como el camino hasta llegar a la escritura del nudo, y cómo enLa carta robada dice que “es la letra la que marca algo sobre el espacio”, que no es el espacio el que determina la letra. Esto comienza ilustrándolo a partir del grupo de letras de Klein, para pasar posteriormente al nudo Borromeo, entendiendo que cuando los nudos están anudados de forma borromea no se pueden separar.

Con estas cuestiones se llega al seminario RSI y al Sinthome, y a la función que éste cumple como anudamiento de los tres registros. Hay una solidaridad pero también una independencia.

Para retomar la cuestión del nudo borromeo en el Seminario O peor (1972) Lacan retoma una composición: “yo te pido rechazar lo que te ofrezco porque no es eso”; para llegar al anudamiento borromeo y al sinthome intenta varias maneras de explicarla: la manera algebraica, geométrica, espacial y al final borromea; es ésta última formalización la que permite que la demanda y el rechazo de lo ofrecido tengan un anudamiento. El “no es eso” resulta ser el encaje central que queda atrapado entre la demanda, la oferta y el rechazo.
Señala dos ventajas de esta escritura borromea:

1. quita toda relación hierática entre la demanda, la oferta y el rechazo, haciéndolas interdependientes,
2. las tres son necesarias para que algo funcione, también para el no sentido.

El “no es eso” es la consecuencia de las tres propuestas, no hay que entenderlo como una insatisfacción, ya que es de una imposibilidad lógica de lo que se trata. Es otra manera de decir “no hay relación sexual”. Briole añade que todo esto explica también la fórmula de que “el Otro sólo se presenta para el sujeto en forma
a-sexuada” precisamente porque el lugar del encaje es el objeto (a).

Al final del Seminario, en su último capítulo La rata en el laberinto, Lacan retoma varias preguntas que están en la primera lección en torno a la cuestión del goce.
La afirmación “el goce del Otro no es signo de amor” (la traducción más precisa es “el goce del Otro no es el signo del amor”) es el punto de partida del Seminario Aún, pero la clave de este Seminario también es la cuestión del saber : “.. el saber es un enigma”, “… para el ser que habla el saber es lo que se articula”, lo que se enuncia.
El lenguaje es diferente de la lalengua, el saber que se articula no es el saber del inconsciente, porque hay un saber que escapa al ser hablante.

A partir de la pregunta “¿cómo puede saber el ser?” se articula la relación entre el saber, la verdad y la lalengua y se marca la separación entre el saber y el aprendizaje.

A partir de la afirmación “El significante es signo de un sujeto” Lacan retoma de nuevo a Aristóteles y todo lo que relaciona el alma, el pensamiento y el cuerpo, lo que le permite decir que “Si hay algo que fundamenta al ser, es el cuerpo”.
Introduce la cuestión del Uno, del Uno encarnado en la lalengua, y del significante amo (S1). En el dispositivo analítico de lo que se trata es de la producción de los S1, del enjambre de S1.

Lacan, al final de este capítulo, plantea que lo que va a desvelarse no es una relación entre saber y verdad, sino entre saber y amor. El amor en análisis no está dirigido al analista sino al saber, al SsS. Cuestión que según Briole responde a una regla que aparece en la página 174: “todo amor encuentra su soporte en cierta relación entre dos saberes inconscientes”; y en la que destaca un problema con la traducción, la correcta sería “todo amor se sostiene de una cierta relación entre dos saberes inconscientes”; precisamente “se sostiene en una cierta relación” porque no hay relación sexual. No es del significante Uno que nace el amor, sino del entre dos. En la página 159 Lacan nos dice que lo que suple a la relación sexual que no existe es, precisamente, el amor. Subraya a su vez la disparidad que existe entre el amor y el goce; y que el saber sobre este amor es lo que genera el odio.

Dos cuestiones más sobre el “no hay relación sexual”:

1. El goce del Otro considerado como cuerpo es siempre inadecuado; perverso del lado del hombre, loco y enigmático del lado de la mujer.
2. No se puede deducir nada de los dichos de amor, “no hay, en el decir, existencia de la relación sexual”; así pues el amor requiere, frente a su fatal destino, una cierta poesía
Finalmente concluye diciendo que el amor tiene una parte de contingencia –la del encuentro- y una parte de necesario –la creencia en el amor-.

El verdadero amor, el amor femenino desemboca en el odio; Guy Briole nos señala aquí otra dificultad en la traducción en castellano, ya que Lacan no dice “el verdadero amor acaba en el odio” (páginan 176) sino “desemboca en el odio”.

La frase que concluye el seminario vuelve a la cuestión del amor: “saber lo que el partenaire va a hacer no es una prueba de amor”.


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Cap. 7: UNA CARTA DE ALMOR     

Por Juan Carlos Ríos

Araceli nos recordó, como antes otros docentes, que estamos ante un seminario difícil. No por ello hay que retroceder, antes bien al contrario.

Comenzó recordando la importancia de amor como tema clínico en la enseñanza de Lacan. Destacó algunos trabajos de Lacan....

En su escrito La signifiación del falo donde encontraremos “lo incondicionado de la demanda de amor”, “la prueba de amor” y el amor como “el dar lo que no se tiene”. También en el seminario V encontramos las diferentes maneras de amar de los hombres y las mujeres. En el seminario X, La angustia, vemos el amor situado como como mediación entre el goce y el deseo.
Destacó Araceli que el psicoanálisis es una clínica bajo transferencia, esto es, que tiene una cara de saber pero también tiene otra de cara que es el “amor de transferencia” que ya fue descubierta por Freud.

Introdujo el tema del amor en Lacan a partir de su formulación “el amor es siempre reciproco”, sobre esto hay que leer la entrevista a Miller donde parte de un epígrafe de Heine, en sus Cuadros de viaje, que dice: “ella era amable y él la amaba” (recordar también a Baltasar Cracián cuando dice que el único hechizo para ser amado es amar) para señalar que “Soy yo quien ama, pero tú, tú también estas implicado, puesto que hay en ti algo que hace que te ame. Es recíproco porque hay un ir y venir: el amor que tengo por ti es el efecto de retorno de la causa de amor que tú eres para mí. Por lo tanto, algo tú tienes que ver. Mi amor por ti no es solo asunto mío, sino también tuyo. Mi amor dice algo de ti que quizá tú mismo no conozcas”.

La petición de amor tiene su origen en que el Otro que está afectado por una falla que es de estructura, que no se colma nunca. Se pide y vuelve a pedir, se pide “encore”, aún.

El hecho de que las mujeres tengan una relación especial con esta falla (S de A tachado) hace que el amor cobre en la sexualidad femenina un lugar central.

La carta de almor

Aclaró Araceli que esta curiosa expresión de “almor” proviene de una condensación entre “alma” y “amor”. Lacan se refiere al “alma” según Aristóteles, y para éste el “alma” es, a la vez, la forma del cuerpo i(a) y aquello que lo anima (a). Como escribe Aristóteles “Si el ojo fuera un animal, la vista sería su alma, pues la vista es la substancia o forma del ojo”. Dicho de otra manera el amor se dirige a la imagen, se dirige al semblante. Recordando el ejemplo que da Lacan en el primer capítulo de la cotorra de Picasso, de la que dice que estaba enamorada de lo que es esencial al hombre: su atuendo. “La cotorra se identifica con Picasso vestido”, y añade Lacan que pasa mismo en el amor. El amor hace Uno y en este “Uno” se capta el nervio del amor. Hay pues un amar lo mismo, hay una dimensión narcisista del amor que excluye el sexo. Si amamos lo mismo no amamos lo Otro, no amamos lo diferente.

Las fórmulas de la sexuación

Habíamos visto los dos intrigantes “no hay” de Lacan: el “no hay La mujer” y el “no hay relación sexual”. En este capítulo Lacan encuentra por fin una escritura a esta cuestión. Las fórmulas de la sexuación serán matemas de separación entre hombre y mujer. Es decir una escritura sobre la imposible escritura.

La primera apreciación de estas fórmulas es que los hombres están del lado del todo fálico y las mujeres del lado del no-todo fálico.

Y la primera consecuencia de esto es que para el psicoanálisis cada ser hablante debe asumir su sexo pues no está garantizado que el que nace hombre se asuma como hombre o que la que nace con un cuerpo de mujer se asuma como mujer. Es decir que más allá del cuerpo con el que hemos nacido cada uno elige el sexo que va a subjetivar como propio.

¿De qué depende la sexuación?

Araceli Fuentes explicó que la sexuación depende del significante fálico, de la posición del sujeto frente a este significante, de la aceptación o el rechazo del mismo. No se trata sólo de una cuestión de identificación. En este punto se destacó que Lacan va más allá del Edipo freudiano y sus identificaciones.

La lógica que se depura en estas fórmulas es que están basadas en las diferentes maneras de gozar de hombres y mujeres. Precisamente esta diferencia en lo tocante a los goces, la heterogeneidad del goce del hombre y del de la mujer, le servirá de argumento para enunciar su tesis fundamental: la imposibilidad de escribir la relación sexual entre los sexos.

Del lado hombre de las fórmulas tenemos que para “El hombre” el goce es fálico, es decir el goce al que tiene acceso es un goce con medida, un goce limitado por las características del órgano masculino. Todo hombre se inscribe en la función fálica, lo que quiere decir que se inscribe como castrado, condición necesaria tanto para acceder al goce fálico como para acceder a una mujer.

Del lado mujer -explicó Araceli- no tenemos un todo y una excepción que lo funde sino que lo que tenemos es otra lógica, la lógica del no-todo. Por una parte tenemos que la mujer no está toda inscrita en la función fálica porque ella tiene acceso a otro goce diferente del goce fálico. Eso no quiere decir que ella no esté en el goce fálico como cualquier ser hablante sino que tiene acceso a otro goce distinto que el fálico que es un goce suplementario, no complementario sino suplementario al fálico.

Destacó Araceli que cuando hablamos de la lógica del no–todo, la entenderíamos mal si pensáramos en un todo al que le falta una parte, lo que se llama la incompletud. No se trata entonces de que la mujer sea menos que el hombre que es la pelea de las feministas, sino de que tiene acceso a otro goce.

Después de algunos comentarios sobre el mito inventado por las mujeres de Don Juan y sobre los místicos Araceli se detuvo en una frase que puntúa sobre el título del capítulo (“Una carta de almor”) y lo que toma de Aristóteles: “lo extraño es que en esta tosca polaridad que hace de la materia lo pasivo y de la forma el agente que la anima, algo se introdujo, pese a todo….a saber, esa animación no es otra cosa que el objeto “a”, cuyo agente anima ¿qué?. No anima nada, toma al otro por su alma.”

Araceli explicó esta frase recordando que en español existe la expresión “alma mía”, y que cuando un hombre le dice a una mujer “alma mía” se entiende que le está diciendo que ella es el objeto de su deseo, el objeto que le anima. ”Tomar al otro por su alma” sería tomarlo por su objeto “a” “.

Esto quiere decir que el hombre no goza de la mujer en tanto que Otro sexo sino de una mujer reducida a un pequeño a alojado en el fantasma.

En el punto tres del capítulo que tratamos Lacan desarrolla el tema del alma. Aquí Lacan dirá que lo único que hacemos en el discurso analítico es hablar de amor pues para el discurso científico hablar de amor es una pérdida de tiempo.

Araceli centro la cuestión en esta cita: “Si fuese verdad que el ser hablante tiene un alma, sólo podría llamarse alma a lo que permite a un ser hablante soportar lo intolerable de su mundo, lo cual supone al alma ajena al mundo; es decir fantasmática”. Se alma, ... yo almo, tú almas, ...

Cuestionarse la existencia del alma nos llevaría a preguntarnos si ésta no es a fin de cuentas un efecto del amor. “En efecto, mientras el alma alme al alma, no hay sexo en el asunto”. El amor excluye el sexo entendiendo el sexo como Otro, porque el amor solo tiene en cuenta el Uno.

En el amor no se trata de sexo puesto que se ama como sujeto y no como Otro.

Esto llevará a Lacan a plantear una equiparación entre el hombre homosexual y el goce masculino, pues para ambos lo que está en juego es el goce de lo mismo (esto puede leerse en la historia de la filia griega. El goce del hombre es homosexual porque no pone en juego el goce Otro sino el goce fálico, el goce Uno.

Para la mujeres histéricas, su atolladero es que ella también están enalmoradas, es decir que alman al alma. “Ese alma que alman en su pareja ... las conduce a la histeria, que es hacer de hombre y ser por tanto también ella homosexual o fuerasexo”.

Araceli explicó que aquí lo que esta diciendo Lacan es que una mujer que quiere a un hombre con la modalidad del almor, que alma a su partenaire, es homosexual, pues está en el goce Uno y es difícil sacarla de ahí.

¿Cómo salir de esta dimensión del alma, es decir del fuera sexo?



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Cap. 8: EL SABER Y LA VERDAD      

Por Soledad Ibañez


En el Seminario XX Lacan plantea el cuestionamiento de la estructura del lenguaje y con la construcción de la lalengua, palabra forjada por él, que designa el lenguaje del cual goza el ser hablante, y que inicia el movimiento que lo llevará a su última enseñanza. La lalengua se refiere a la condición viscosa del lenguaje, al hecho de que el sentido puede variar enormemente tanto para una palabra como para una frase o todo un discurso, como demuestra la ironía; es el campo dislocado de las homofonías, de las construcciones gramaticales ambiguas y de las paradojas... señala el goce pulsional que se satisface en la palabra. La lalengua lleva en sí el efecto de la búsqueda fallida en un lenguaje de la formula de la adecuación de los sexos, el malentendido al cual está fijado, dichos que giran entorno a un agujero de imposibilidad en la lalengua. Miller afirma que Lacan en su definición de la lalengua, quiere apuntar a un real, a un momento de imposibilidad, para lo cual hace falta liberarse del lastre de toda construcción de saber, de todo sentido.

I) Nos encontramos en el primer apartado del capítulo con un termino inventado por Lacan que al traducirse suena algo forzado: “odioamoramiento” . Odio y enamoramiento, cuestiones centrales en un Seminario que puede ser leído como una continuación del Seminario de la Transferencia en cuanto al estudio del amor, y en este punto Lacan es sumamente freudiano, extendiendo su mirada a ese gran conjunto del universo humano del amor que incluye, las pasiones, el cuerpo, la sexualidad, el deseo, la pulsión...

Ya Freud con el término ambivalencia, conmueve la idea del amor tal y como se transmite en la tradición católica, es a partir de sus Tres Ensayos, y fundamentalmente con el concepto de pulsión, donde podemos ver cómo se produce una sacudida importante en la teoría del amor. Lacan prefiere el término, odioamoramiento porque de forma explicita introduce la cuestión del odio y recuerda que no se conoce amor sin odio y que olvidar esta dimensión nos convierte en ignorantes, ya que “no querer saber” del odio introduce un déficit en el saber.

En este punto Gustavo Dessal cuestiona el estatuto del odio en el amor de transferencia, señalando que a veces los testimonios de Pase arrojan una sombra espesa sobre esta cuestión del odio.

Ocuparse del saber, implica poner el odio en su sitio, hacerle un lugar en la reflexión y no ignorar su existencia.

Nos podemos preguntar entonces de qué se trata en la experiencia analítica, Lacan recurre a la escritura del discurso analítico para señalar que aquello a lo que apunta el saber es a la verdad, siendo la verdad aquí un lugar: el saber apunta a dirigirse hacia el lugar de la verdad, se trata del saber en tanto está en el lugar de la verdad se trataría de producir algo que empuje al saber a alojarse en ese lugar de la verdad. A lo largo de la enseñanza de Lacan el estatuto de la verdad ha cambiado en un proceso que va desde la primera definición de síntoma como una verdad prisionera que había que extraer -la verdad hablaba-, a la verdad que se va desidealizando para ser no toda …, entonces aquí se trata de un saber que está en el lugar de la verdad, no se trata de alcanzar un saber en el orden del conocimiento, sino de un saber sobre lo real del goce, de una verdad que no se puede atrapar.

¿Qué es el saber en este momento? : “Un saber que permite revelar la relación de un sujeto con su goce”.

Lo verdadero que se busca, lo verdadero del síntoma no se reduce a su significado, - aunque también hay que incluirlo en la dimensión de la verdad como significado inconsciente-, sino que incluye esta otra dimensión : ese goce inconfesable que solo se puede decir a medias ...

Cuando Lacan dice que la verdad no se puede decir toda, solo a medias, se debe a que la verdad al implicar esta dimensión del goce hace que nos encontremos con un límite, porque, y esto nos lo enseña la lógica femenina: el goce no todo puede ser dicho. Hay una frase que hay que leer con atención: “el goce es un límite” en la que hay que subrayar que ES un límite, lo que no es igual que decir que el goce TIENE un límite, cosa que también es cierta.

Que el goce TIENE un límite nos remite en principio al concepto de castración, donde la función paterna introduce un límite al goce (sería el sentido más acotado del término castración), por otro, en sentido más amplio cuando decimos que el lenguaje impone un límite al goce.
Pero Lacan, aquí trabaja la idea de que el goce es un límite, “Es un límite al saber”. Es a partir de la lógica femenina, lógica que no se ciñe al régimen fálico, que no está sujeta al determinismo significante, lógica del no-todo, que Lacan va a indagar esta no concordancia entre el saber y el goce. La pregunta ¿qué sabe una mujer de aquello de lo que goza?, es importante ya que no se trata de lo que el sujeto puede saber o no respecto al inconsciente, la pregunta implica algo nuevo, no se trata del goce inconsciente que desconocemos y cuyo sentido podemos descifrar (1), Lacan va a plantear que quizás haya en la mujer un goce que esté incluso por fuera de lo que entendemos por inconsciente.

Plantear que el goce ES un límite tiene consecuencias para ambas posiciones sexuadas, la fundamental es la tesis de la no relación sexual que acaba siendo la piedra angular de la construcción lacaniana, que tiene consecuencias explicativas en la teoría y práctica analítica. La tesis de la No Relación Sexual tiene una de sus traducciones en el hecho de que el ser hablante no sabe lo que tiene que hacer para gozar, ya que el goce es un límite al saber, - el instinto permite que un ser tenga un saber-, pero, la tesis freudiana es que no hay instinto sino pulsión y más aun , para Lacan se trata de que no hay inscripción de la Relación Sexual. Nos encontramos con el extravío del ser hablante lo que no quiere decir que no se produzca algo del orden del encuentro y que eso se pueda fijar. No hay objeto para la pulsión predeterminado, pero hay algo del orden de la contingencia que hace que la pulsión pueda encontrar un objeto y en ese encuentro algo se produce dejando una huella alrededor de la cual se genera un circuito repetitivo.

Entonces, y porque el goce implica un límite al saber, el goce solo se puede abordar a partir de una ficción, lo que llamamos Semblante tiene que ver con el hecho de que tenemos que introducir una ficción entre la subjetividad y el goce , y este es uno de los aspectos más interesantes de la sexualidad humana: la dimensión del Semblante, “usar los semblantes” quiere decir que el sujeto no puede abordar su relación con el goce sino es a través de una ficción, de una mascarada … , Semblantes que conviene distinguir del real que velan y a la vez manifiestan, el del goce.
¿Cómo introducimos aquí la cuestión del amor?, en el seminario hay dos maneras de abordar la cuestión distintas y hay que ver cómo se complementan.

1)Si abordamos por qué se produce el amor de transferencia, vemos un amor que tiene una lógica que no se basa en cuestiones de sentimientos ni de afectos, sino que tiene que ver con el Saber: amor que se dirige a aquel a quien le suponemos un saber -SsS-, en la medida en que a alguien se le supone un saber se le ama.
2)Y también que no solo se ama al otro en la medida en que le suponemos un saber, sino que se ama al Ser del otro, no al saber del otro -sujeto supuesto saber, también al objeto supuesto ser.

En la pag. 112: “el amor mismo,.. se dirige al semblante ... , al semblante de ser. Nada no es ese ser. Está supuesto a ese objeto que es el -a- Tenemos entonces un amor que se dirige al saber y de otra forma también, amor que se dirige al objeto -a- “,que se supone en el otro.

Volviendo a la cuestión de que el goce es un límite al saber, límite que se va imponiendo a lo largo de una cura como lo real, real que Lacan plantea como un impasse en la formalización (2). No todo se puede formalizar , hay algo que es imposible ? “lo que no cesa de no inscribirse” , y que siempre se manifiesta como la imposibilidad de ser escrito: la relación sexual. Todos los fenómenos clínicos están condicionados de alguna forma por esta evidencia de estructura, es decir que no hay nada establecido en el acuerdo entre los sujetos, lo que no significa que en el lugar de ese vacío, de esa falta, no haya algo que venga a suplir y haga que de alguna manera se resuelva ese impasse → que la pulsión no tiene objeto establecido a priori, no evita que todo sujeto encuentre un objeto que viene al lugar de ese objeto originario que falta, que para Freud es un objeto perdido y que para Lacan en la medida en que es un real, no está.

En este momento de su enseñanza Lacan explicita que la lógica es una vía más eficaz para abordar estas cuestiones que la filosofía, ya que la lógica tiene una relación muy estrecha con lo escrito, con la escritura, y a su vez esta tiene una relación importante con lo real, es decir con lo imposible. Para Lacan a partir sobre todo de este seminario, “lo escrito” va a tener un fuerte desarrollo, no el significante en su relación con la palabra, con aquello que puede constituir sentido y tener una dimensión narrativa, sino que va a abordar el escrito como despojado de toda dimensión de los comprensible: “lo escrito en tanto que no está hecho para ser leído.” Podemos pensar lo escrito como menos vinculado a lo semántico y por ello más adecuado para pensar la temática del goce en la medida en que el goce es algo excluido del sentido, y resiste a la interpretación. Entender algo del goce, “eso que retiene invisiblemente a los cuerpos”, es algo que está fuera del campo de lo perceptible, esas letras que él va elaborando, S barrado, A, -a- ..., tienen que ver con los efectos de lenguaje, pero van más allá de la palabra. Nos encontramos aquí con el goce vinculado por un lado a la palabra y al sentido tejido en la combinatoria significante y por otro a la letra y lo real, letra como marca de lo más particular de un sujeto, que queda fuera de la articulación significante.

II) Lacan en el segundo apartado nos recuerda que el deseo se inscribe a partir de una contingencia corporal que es el falo y a partir de esto se organiza una lógica que evidentemente se separa de la realidad anatómica, ya que la premisa freudiana de la creencia en el falo nos muestra que el falo no se confunde con la realidad anatómica. El falo es un Semblante, una de las ficciones más importantes de la subjetividad humana, y en la medida en que es una contingencia, permite que “algo cese de no escribirse” permitiendo dar una cierta solución al impasse de la NRS. (Se pueden ver los efectos en un sujeto cuando la forclusión de NP produce una elisión de la significación fálica y en consecuencia el sujeto pierde la referencia que evitaría la deriva del sentido). Esta propiedad que Lacan atribuye al falo, propiedad de que algo cese de no inscribirse , de capturar algo del goce en el significante, es lo que en el último capitulo del seminario Lacan va a relacionar aún más en relación al amor, como lo que va a permitir que durante un tiempo se ponga en suspenso la No escritura de la RS (enamoramiento como creencia fantasmática de que se ha puesto fin a la imposibilidad de la RS), sin embargo algo hace que el “no cesa de no escribirse”, vuelva a su sitio, el sueño de completud se diluya y todo amor albergue algo del orden del sufrimiento y también de la satisfacción.

En este capitulo es el falo el que hace de suplencia, en la medida en que en el origen hay algo fallido y lo que permite al sujeto que no quede paralizado ante ello es la función fálica, función que organiza la realidad, ya que para Lacan no hay otra realidad que no sea la realidad sexual, es decir, no hay otra realidad que no sea el principio de placer, PP que se sostiene en el fantasma, sin el cual no hay acceso posible al otro sexo en el planteamiento que se hace en este Seminario. Más adelante, en pocos años Lacan va a plantear que es posible abordar al otro sexo por otra vía, que será la vía del sinthoma, pero aquí, es el fantasma lo que permite abordar la relación con el otro sexo como la respuesta ficcionada, narrativa a esa falla inaugural de lo simbólico S(?). Más adelante será el sinthome lo que vendrá a obturar esa falla, posibilitando un encuentro más abierto a la contingencia y a la invención

En la pagina 114 encontramos, “lo simbólico, al dirigirse a lo real, nos demuestra la verdadera naturaleza del objeto -a-. Si antes lo califiqué de semblante de ser, es porque semeja darnos el soporte del ser.” Si el sujeto dividido se define precisamente por su falta en ser, el objeto -a- es el semblante de ser, aquello que el sujeto supone le va a devolver su ser faltante. Pero la escritura del fantasma porta ese signo de disyunción e intersección, que se puede leer como que el objeto a está incluido en el sujeto, o que, por el contrario hay una relación radical de exclusión entre ambos, que también puede traducirse como odioamoramiento, ya que, efectivamente, la relación que hay entre el $ y el objeto a es una relación de placer y displacer, de aceptación y rechazo, según los momentos y las distintas versiones del fantasma. Es en el fantasma donde la libido aparece unida al efecto de significación, y el sujeto tachado implica el cuerpo mortificado por el significante.

III) En el apartado tres del capitulo se plantea el Saber como excéntrico al sujeto y por ello, el sujeto como el lugar del no saber, ya que el saber es en primer lugar algo que está en el Otro, “lugar donde el significante se postula, y sin el cual nada nos indica que haya en ninguna parte la dimensión de verdad, una dichomansión, la residencia de ese dicho cuyo saber postula al Otro como lugar.”(El lugar del “eso habla”, el lugar del inconsciente.) “... El estatuto del saber implica como tal que, saber , ya hay, y en el Otro, y que debe prenderse.

Por eso está hecho de aprender.” No es que el saber está hecho para aprender, sino que el saber está hecho de aprehender. Se trata aquí de cómo el sujeto es prendido, capturado por el saber inconsciente”El sujeto resulta de que ese saber ha de ser aprendido, y aún tener un precio, es decir, que su costo es lo que lo evalúa, no como de cambio, sino como de uso”,y además señala Lacan “el saber es costoso”. El saber vale exactamente lo que cuesta”, porque el goce está involucrado en ello, es un saber a producir y “ es costoso porque uno tiene que arriesgar el pellejo, porque resulta difícil, ¿qué? ? menos adquirirlo que gozarlo”, y además, “Ahí, en el goce, la conquista de ese saber se vuelve a producir cada vez que se ejerce, permaneciendo el poder que da siempre vuelto hacia su goce. Es extraño que nunca haya sido destacado que el sentido del saber está todo ahí, que la dificultad de su ejercicio es aquello mismo que realza su adquisición,...Pues la fundación de un saber es que el goce de su ejercicio es el mismo que el de su adquisición”, -se vuelve a recrear el goce que supuso su adquisición. De ahí las dificultades con el ejercicio del saber, de la producción, … cualquiera que produce algo está trabajando con la materia de su síntoma, además cuando alguien no goza del saber, no puede aprender.

Y al aprender ese saber que está en el Otro, ve también que ese Otro no sabe todo. “El Otro hace el no-todo, precisamente, porque es la parte de nada-sabio en ese no-todo”.

Todo esto tiene una importancia clínica fundamental y es vital para poder establecer algo del orden de la transmisión.

El capitulo termina con una cuestión compleja, referida al inconsciente de la mujer como distinto al inconsciente del hombre: “si la libido sólo es masculina … la mujer sólo desde donde es toda, es decir, desde donde la ve el hombre, sólo desde ahí puede tener un inconsciente.” Al estar la mujer implicada en la función fálica, en ese sentido también tiene un inconsciente, inconsciente que no le sirve para saber de ella, porque en lo que respecta al goce que escapa a la función fálica el inconsciente de ella está en déficit, su inconsciente no le hace llevar las de ganar, la deja en una cierta desolación. Vemos en la clínica del estrago esa sensación de desamparo, de sentirse siempre desasistidas en su relación con el Otro ...

Pero, también se puede pensar la mujer como más cercana a la dimensión del S(?), y como señala E. Laurent, a la exigencia femenina de un goce no fálico responder que “no hay Otro del Otro”, enviando a la verdadera lógica de la posición femenina que es denunciar los semblantes que sostienen la consistencia del Otro … lo que implicaría ubicar el modo “sinthomático” del goce de cada uno como funcionamiento, uno por uno, más allá del ideal y de su lógica unificadora ...

Notas:

(1) Freud encuentra muy tempranamente que hay un límite al desciframiento, uno de sus argumentos claves es el “ombligo del sueño”, en el proceso de su elaboración F conceptualiza la pulsión de muerte, y podemos decir que la estructura del lenguaje del inconsciente encuentra un real.
(2) De alguna manera Miller toma distancia de la definición de lo real como imposible, ya que sería darle a la lógica un dominio sobre lo real. En cambio lo real que “no puede inscribirse sino como un impasse de la formalización”, es un real que en los puntos de impasse, de límite y de sin salida “muestran a lo real accediendo a lo simbólico pero no definido por la lógica de lo imposible...


detalle Santa Teresa

Cap. 9: DEL BARROCO     

Por Luis Iglesias


“Como advirtió alguien hace poco, me coloco más bien del lado del barroco.” Nos dice Lacan. Quién lo coloca del lado del barroco es Jacques-Alain Miller como el mismo nos cuenta en la Conferencia de Clausura de las I Jornadas de Psicoanálisis de Valencia: “Lacan recordó en su Seminario XX que yo lo había ubicado del lado del barroco, pues hice una ponencia en la EFP para decir ‘Lacan es un barroco’ para explicar un poco a mi entender las razones de su estilo y a veces de su comportamiento. Él se reconoció en ese retrato.”

En un apartado de ésta conferencia llamada:” Lo barroco y lo soso”, nos cuenta Estela Pasvan, Miller define el barroco como colmo de nuestra estética occidental, que ubica el ser en la apariencia espectacular, cuyo arte debe llamar la atención y manifiesta un cierto gusto por la postura heroica. También opone el estilo lacaniano con ese gusto por la paradoja, los juegos de palabra, las aliteraciones, los equívocos y las diversas figuras retóricas a la estética china minimalista que desvaloriza el sabor y valoriza lo soso, lo insípido.

El barroco que es un encasillamiento de la historia del arte le va a llevar, a Lacan, a la historia del cristianismo, lo que no deja de ser sorprendente.

Entre los textos de referencia, que Estela Pasvan nos confiesa haber consultado, privilegia el de Deleuze, “El pliegue. Leibniz y el barroco”, que nos reenvía a todas la referencias fundamentales sobre el barroco. Le interesó especialmente el pliegue, esa figura que aparece de forma tan marcada en toda la escultura barroca, en la portada de la edición francesa del Seminario XX. Encuentra una relación entre el pliegue y el goce, sobre todo el goce femenino, ese goce femenino infinito, continuo que se opone al goce fálico, discreto.

Estela Pasvan nos advierte que, de todas formas, las referencias que podamos encontrar sobre el barroco no nos van a ayudar de mucho en este sorprendente abordaje que hace Lacan del barroco por el lado del cristianismo.

Sí considera interesantes, para entender un abordaje que marcó toda una época, los comentarios del escritor y ensayista Eugeni D’Ors:“Habitualmente el calificativo barroco no ha venido siendo aplicado sino a cierta perversión del gusto, perversión cronológica y perfectamente localizada. Recientemente aún maestro tan erudito como Benedetto Croce negaba con insistencia que pudiera ser considerado el barroco de otra manera que como una de las variedades de lo feo. Sin llegar a posición tan negativa y exorcisante la tendencia común hace veinte años era la de atenerse en este capítulo a las formulas siguientes: El barroco es un fenómeno cuyo nacimiento, decadencia y fin se sitúa hacia los siglos XVII y XVIII y solo se produjo en el mundo occidental. Se trata de un fenómeno exclusivo de la arquitectura y de algunos raros departamentos de la escultura y de la pintura. Nos encontramos en él con un estilo patológico, de una ola de monstruosidad y de mal gusto. Finalmente lo que produce es una especie de descomposición del estilo clásico del renacimiento. A los ojos de la crítica estas formulas ya empiezan a parecer caducas, tiende progresivamente a creer que: el barroco es una constante histórica que se vuelve a encontrar en épocas diversas tanto en Occidente como en Oriente. El fenómeno interesa no sólo al arte sino a la civilización entera. Su carácter es normal. Lejos de proceder del estilo clásico se opone a él”.

Lo importante de las opiniones de D’Ors es la constatación de dos tendencias que se alternan: lo clásico -lo apolíneo- y lo barroco -lo dionisiaco-. Dar la misma dignidad a lo barroco como al clasicismo. D’Ors establece también una relación entre el barroco y el cuerpo, lo que era denunciado como sensual, obsesivo y decadente empieza a tener otro estatuto.

Lo que D’Ors no dice en absoluto es lo que capta Lacan: establecer el barroco en relación con la historia del cristianismo. D’Ors no percibió, como dice Lacan, los fundamentos religiosos del barroco. Lacan lo hace para contraponer la verdad, esa verdad que se puede formalizar, la que se escribe, la verdad lógica para contraponerla con la verdad que habla y que goza, que goza hablando.

El barroco es la historieta, el anecdotario de la vida de Cristo, la historia de Cristo, la historia de un hombre, la historia de un cuerpo (encorps).

Es lo que se va a ir encadenando a lo largo del capítulo.

El barroco como oropel de la contrarreforma. Contrarreforma que hace retroceder al protestantismo mediante un nuevo renacimiento y renovación del hecho religioso. Ante el principio protestante de la lectura de los textos la reforma presenta el espectáculo que pasa por la palabra. La palabra como medio de goce. Todos estos efectos estéticos y de dramatización del barroco son escaparates del goce. Toda esta exhibición, nos dice Lacan, presenta las declinaciones del goce del fantasma. Todo es exhibición de cuerpos que evocan el goce, todo menos la copulación, tan fuera de campo como en la realidad humana sustentada por los fantasmas que la constituyen.

En ninguna parte como en el cristianismo el arte se descubre como lo que es: obscenidad. No es una cuestión moral. Etimológicamente lo obsceno es basura. Es lo que tiene de común la religión y las artes, no tienen la menor homogeneidad. Es lo que se deposita, lo que queda. Las civilizaciones como cúmulo de basura que va quedando. Como colección de restos no universalizables.

Lacan presenta una posición mordaz ante la historia, la Historia con H mayúscula, al igual que ante la verdad. Solo existe la historia particular, la verdad particularizada.

¿Por qué nos dice que el cristianismo es la verdadera religión? Porque el cristianismo cuenta la verdad del goce que está allí. Es la verdad del fantasma lo que está en primer plano. El fantasma es el marco de la realidad. Realidad que manifiesta la verdad del goce del fantasma. Si se trata del fantasma se trata del uno por uno, no de una verdad universalizable. Lacan nos ha dicho en algún momento que el truco analítico no puede ser matemático, no se puede matematizar, hay algo del goce, siempre está en juego el
cuerpo. Para poder gozar, como se explicita en este Seminario, se necesita un cuerpo, no hay goce sin cuerpo y que mejor ejemplo que Cristo. El anecdotario de la vida de Cristo, la historia de la pasión del cuerpo de Cristo. Es lo que son los Evangelios.

Hablar con el cuerpo es lo que caracteriza no al sujeto sino a lo que Lacan va a llamar, a partir de este momento, hablanteser (parlêtre). Este hablanteser no es sólo un sujeto representado por un significante para otro significante. No es sólo eso, hay algo más como nos dice al principio del capítulo evocando sus formulas difíciles: “El inconsciente no es que el ser piense, el inconsciente es que el ser, hablando, goce y no quiera saber nada más de eso”.

Las dos cuestiones aquí implícitas son:

1) El inconsciente no es que el ser piense, es que el ser hablando goce.

Lacan va a ir deslizando a lo largo de las sesiones finales de este Seminario nuevos conceptos: hablanteser (parlêtre), individuo, lalengua (lalangue) y nos dice“Mi hipótesis es que el individuo afectado de inconsciente es el mismo que hace lo que llamo sujeto de un significante”. Pasamos del sujeto como hipótesis al individuo que habla como su soporte. Pasamos del significante al signo. Del sujeto de la representación al individuo que tiene un cuerpo. Un cuerpo afectado por el inconsciente. Para que el sujeto se vea afectado por el goce hace falta tener un cuerpo. Donde eso habla, goza.

Desde el punto de vista clínico hemos pasado de una clara diferenciación y primacía de lo simbólico sobre los otros registros, donde lo importante era evacuar el goce por lo simbólico o incidir sobre lo real de tal forma que se simbolizara a unir el blablabla con el goce. Se habla por satisfacción.

2) No quiera saber más de eso.

Lacan rechaza que halla una pulsión de saber (wissentrieb). Nos dice, “No hay ningún impase entre mi posición de analista y lo que aquí hago” (en mi Seminario). Mi manera de avanzar está constituida por algo que pertenece al orden del “no quiero saber más de eso”. Cualquier analizante pone a trabajar su “no quiero saber más de eso”.

Podemos sacar algunas consecuencias clínicas de este Seminario:

La realidad humana para sustentarse necesita tres registros. Ya no se trata de privilegiar sólo lo simbólico. Tenemos tres registros equivalentes en cuanto su importancia: lo Real, lo Imaginario y lo Simbólico.

En lo real lo simbólico hace agujero.

Al mismo tiempo hago ex –sistir un tipo de objeto real con una consistencia imaginaria. En esta consistencia imaginaria Lacan va ha ubicar al cuerpo.

Esta nueva perspectiva nos permite una mayor fineza para detectar fenómenos que pasan por el cuerpo, que pasan por lalengua y todo un tipo de psicosis que no podíamos atrapar muy bien.

Ya no se trata de descubrir si hay un déficit (del Nombre del Padre), pasamos a una clínica donde nos preguntamos si algo de esto (de los registros) no está abrochado.

Estamos ahora atentos a cuales son los recursos, los recursos subjetivos, que tienen los pacientes para desarrollar una suplencia o algo que les permita sostenerse en el mundo.

Ya no es sólo algo que pasa por el orden del saber, de la verdad. Ya no se trata sólo de eso, de la Verdad con mayúscula. Es una verdad con minúscula que refiere a cada uno, que no es universalizable.


detalle Santa Teresa

Cap. 10: REDONDELES DE CUERDA      

Por Inmaculda Nieto

En este capítulo se van precipitando las consecuencias de todo lo que Lacan venía desarrollando y toma decisiones importantes como la presentación del nudo borromiano o Borromeo.
Pero antes de la presentación del nudo hace consideraciones fundamentales, a modo de preámbulo:
1º.- No hay metalenguaje, no hay lenguaje del ser, aparentemente. Si lo hubiese habría que suponer que hay ser, poniendo de este modo en duda una categoría que atraviesa toda la historia del pensamiento.
El ser es una suposición, está supuesto a ciertas palabras, Lacan subraya dos: individuo y sustancia.
Pero va a sustituir la idea de ser con otra palabra: el objeto a como semblante de ser, semeja darnos la idea de ser, el ser está supuesto al objeto a.
Lacan se distingue del lenguaje del ser (que es una búsqueda ontológica de la Hª de la Fª) esto implica que puede haber ficción a partir de la palabra- si digo que no hay lenguaje del ser no alcanzo la verdad.

2º.- Se preocupa por la formulación matemática como nuestro ideal, pero no porque la matemática venga a darnos garantía de estar en el campo de la verdad sino porque se escribe con letras y la letra es lo menos deformable, carece en sí misma de significación.
Pero Lacan advierte que la formulación matemática no subsiste si no empleo para presentarla la lengua que hablo. A la formalización- ideal metalenguaje- la hago ex –sistir por un decir.
Lacan elije la noción de ex –sistencia para sustituir a la idea de ser, un ex -sistir que se sostiene fuera de un decir, al producir un decir algo ex –siste que origina y motiva una suposición de ser a ciertos términos.

Lo que mas se acerca a ese ser, que llama ex –sistir, es el odio. Así un decir que va poniendo algo fuera, algo que sostiene la existencia, la expone, la pone fuera, ese decir concentra el odio porque el odio trata de apuntar al ser (al supuesto ser)

Vuelve sobre la escritura, que es una huella donde se lee un efecto de lenguaje (“el nubarrón del lenguaje hace escritura” Lituraterre ,1971), pero la escritura tampoco es metalenguaje pues tiene que volver a pasar por la lengua hablada.
Cualquier fórmula psicoanalítica precisa lenguaje y lazo social, hay que remitirla a la práctica donde se pone en juego.

A partir de ahí arranca con la cuestión del nudo que, dice, tiene todos los caracteres de la escritura pero con la característica de que los trazos se superponen por efecto de haber sido puesto en el plano algo que ha sido construido en el espacio de 3 dimensiones. A partir del nudo trivial, los nudos se van completando, finalmente hace un encadenamiento de 3 nudos triviales para construir lo que conocemos como nudo borromeo, donde, al pasar al plano, se establecen un tipo de puntos que le van a servir, en el futuro, para ir inscribiendo distintas funciones. Se trata de un punto (que Larriera llama lacaniano) de tres dimensiones, son esos espacios irreductibles porque aquí no hay cortes sino superposiciones. Y en el centro va a poner el objeto a.
La propiedad borromiana es que cortando uno cualquiera de los nudos se separan todos.
La última frase de esta clase : “lo real, diré, es el misterio del cuerpo que habla, es el misterio del inconsciente” (pag.158) es considerada por Miller como frase bisagra entre una enseñanza anterior y la última enseñanza dónde Lacan va desarrolando la teoría de los nudos donde goce y sentido están confrontados y articulados de una manera distinta a todas las anteriores- es la 6ª teoría de los goces- el anudamiento.

El misterio, lo real, se va a ir transformando en problemas y Lacan va poniendo en los nudos las distintas cuestiones inherentes a problemas de la clínica, de la estructura psicopatológica, problemas de desanudamiento y anudamiento.
En este seminario Lacan rompe con la conexión posible entre S1 y S2. Entre el sujeto y el Otro no hay relación posible, el sujeto solo se relaciona con el objeto a. S2 no existe. El inconsciente como uno que se alumbra en este seminario funciona como un enjambre- essaim- S1( S1(S1(…

El sujeto va a estar representado por un significante pero no para otro significante. Aquí está la cuestión de la soledad como condición humana.
Esto es lo que se escribe, nada más que S1, es lo que ex - siste a mi decir.
“El nudo es un acontecimiento de mi decir” dice Lacan, una ex -posición, una ex –sistencia que se sostiene fuera del decir de Lacan, y ese es el ser, no hay mas ser que eso.


detalle Santa Teresa

Cap. 11: LA RATA EN EL LABERINTO      

Por Francisco Zafra

Para concluir con los trabajos sobre el seminario “Aun” en abril recibimos a Vicente Palomera.

Este seminario XX inaugura una nueva axiomática, hasta ahora Lacan había dado preeminencia al lenguaje, a lo simbólico; ahora lo que se pone en evidencia es lo real, lo real y el goce. En todo el seminario lo que se busca es una definición de la estructura del inconsciente. Cuando hablamos del inconsciente, nos referimos a Freud, que desplegó las leyes del inconsciente, cómo funcionan las formaciones del inconsciente, que, desprovistas de utilidad, guardan una información interesante para los sujetos.

El título de este capítulo no es una broma, se trata de una alusión a Gregory Bateson, antropólogo, esposo de Margaret Mead, el cual en los años 70 desarrolló su trabajo en la Escuela de Palo Alto. Bateson publicó en los años 30 su trabajo: “Naven”, sobre los ritos iniciáticos adolescentes de la cultura Jatmul, en Nueva Guinea; en esta cultura el pasaje a ser miembro del grupo se realizaba por medio de un crimen. Bateson, en el tratamiento que hace del problema incluye la patología, al decir que estos rituales vienen al lugar de una falla en lo simbólico; en lugar del orden social en el que existía un vacío, este ritual vendría a repararlo; algo similar a lo que Lacan, en su tesis sobre la paranoia, escribe sobre los pasajes al acto criminales; como intentos de restituir algo que a nivel simbólico no funciona, un modo de completar algo que en la cadena está roto, poniendo el cuerpo donde el texto está desgarrado. Pues bien, Bateson, en su obra “Metálogos”, una obra de diálogos similares a los diálogos de Platón, dedica un metálogo a la rata en el laberinto en las conversaciones con su hija. También Bateson es conocido por su teoría del doble vínculo para tratar de explicar la enfermedad metal.

El interés que tiene Lacan le llega a través de Anthony Wilden, traductor al inglés de “Función y campo de la palabra” que trató de conciliar a Bateson con Lacan en su obra The Language of the Self, (en español se puede encontrar una obra suya traducida:
“Sistema y estructura: Ensayos en la comunicación y el intercambio”). Si bien, esta relación no va a ser aceptada por Lacan

La rata en el laberinto es también una referencia en clave de humor a las cuestiones del aprendizaje, a la manera en la que la psicología este tema se estudia a través de la conducta animal.

Toda esta introducción nos lleva a la cuestión de qué es el inconsciente. No podemos entender el inconsciente si lo estudiamos tal como lo hacemos con el lenguaje como se estudia en la universidad, o sea, el lenguaje como un objeto de estudio científico. Para entender el inconsciente tenemos que situarnos un paso antes, antes del lenguaje como lo conocemos, antes de sus diferencias léxicas, morfológicas y gramaticales. Antes de pasar por la escuela hemos estado invadidos por el lenguaje, hemos vivido el lenguaje desde su lado auditivo, nos hemos embrollado con ese lado auditivo del lenguaje, con la forma sonora de la lengua, y ese embrollo ha dejado marcas, que están en el inconsciente. Por eso Lacan se va a referir al término “lalengua materna”, que es anterior al lenguaje.

El seminario Aun es un punto de inflexión en la enseñanza de Lacan. Se trata de una nueva articulación entre inconsciente, goce y significante, y lo hace a partir del concepto de lalangue. Todo esto concierne directamente a la manera de situarse como analistas en la práctica.

Inconsciente y la letra

Para empezar, Lacan hace una separación entre la lengua y el lenguaje. El lenguaje, tal como lo conocemos, con su ordenamiento léxico-gráfico, con su valor de comunicación, no es algo que esté dado de entrada. En Saussure los significantes se definen por oposición a otros y la lingüística lo que haría sería buscar la relación entre los elementos que se oponen; pero antes de estas especulaciones científicas estaría lalangue. Como dice al final de la página 167: “El inconsciente es un saber, una habilidad, un savoir-fare con lalengua. Y lo que se sabe hacer con lalengua rebasa con mucho aquello de que puede darse cuenta en nombre del lenguaje. La lengua nos afecta primero por todos los efectos que encierra y que son afectos”

Se podría definir lalengua como la palabra en tanto está separada de la estructura del lenguaje. En tanto está separada de la estructura de la comunicación, no está dirigida a comunicar nada, es el asunto de cada quien, que no se puede generalizar, que responde a la lógica de cada cual. Lo que quedó marcado en una edad en la que se produjo una confrontación con el equívoco propio del lenguaje.

Para entender esto J. A. Miller, en su seminario “La fuga del sentido”, acudió al ejemplo de Michael Leiris, escritor surrealista; a su libro de poemas “Biffures”, obra y autor marcados por los equívocos de lalengua.

En su obra “El atolondradicho” Lacan nos dice que lalengua es la integral de todos los equívocos que la historia deja persistir en cada uno de nosotros.

A partir de todo esto se conforma una nueva definición de inconsciente. El inconsciente es un saber, indeleble, depositado en lalangue. Es decir, es un saber que se presenta como una huella, como una inscripción, como un trazo, como una escritura, como una letra, de lo que fue la relación originaria de cada uno de nosotros con lalengua materna.

¿Qué hace que ese saber se fije de una manera tan indeleble? Encontramos dos razones. La primera concierne al carácter enigmático de los significantes que están en juego y presentan un carácter enigmático porque están aislados de la cadena significante, o sea, que son significantes asemánticos,

(El estar conectado a una cadena de significación produce un efecto de borramiento)

Un significante aislado, solo, no quiere decir nada; funciona como letra. Por eso cuando hablamos delalangue, hablamos de un saber depositado en la letra. En el inconsciente el significante puede ir solo, y funcionar como letra, o conectado a otros y funcionar como significante.

Cada uno de nosotros lleva en su inconsciente una serie de marcas, huellas, letras, un saber que no sabe lo que quiere decir. Y que produce efectos, sueños...a la espera de que alguien lo traduzca.

En 1897 Freud subrayaba como el niño pequeño se encuentra confrontado a experiencias que quedaron incomprendidas. El niño guarda el recuerdo de cosas oídas, grabadas en su memoria, de las cuales se le escapa el sentido. Y esto es lo traumático.

La segunda razón por la que el saber del inconsciente va a fijarse es que estos significantes S1 encarnados en lalengua, depositados como una escritura, como una letra, o sea, separados de la cadena y que permanecen indecisos “entre el fonema, la palabra, la frase, y aun el pensamiento todo” (pag. 173 del seminario). Pues bien, en estos S1 se va a fijar algo del goce del cuerpo en el momento mismo en el que el sujeto hace la experiencia de un imposible.

La educación o la socialización consistirían en la renuncia al goce particular de lalengua para poder pasar al uso del lenguaje normativizado. Sería como un pasaje del goce al otro, del Uno al Otro. En ese momento es cuando aparece la dimensión de lo imposible. Se produce una pérdida de goce, que queda marcado, inscrito en cada uno (caso Leiris). Se trata de la castración del sujeto para entrar en el Otro. Por eso la defensa autista a entrar en el campo de la comunicación, a entrar en el Otro, al estar el sujeto encerrado en el goce autista. De ahí que se entienda el goce como goce autista

La tesis de Lacan es que estos S1, significantes unos (separados de la comunicación), son los que causan el goce. Gozamos de aquello que está inscrito como letra, y no gozamos de la significación. Así lo dice en la página 33 del seminario: “el significante es la causa del goce”.

Se entiende el saber inconsciente como un depósito, como un sedimento que se produce en cada cual cuando se comienza a abordar la relación sexual a la que nunca llegará; entendida la relación sexual como la idea de que se podría alcanzar una comunicación con el otro a nivel del goce. Pero, al nivel del goce no hay comunidad. No hay un saber que permita al sujeto estar en perfecta adecuación, en armonía con el otro, en el sentido del Eros definido como fusión. Al no haber esta adecuación se ha de pactar algo. Por eso dice Lacan en la pag. 174 ¿No es acaso con el enfrentamiento a este impase, a esta imposibilidad (de la inadecuación de goces encontrados), con la que se define algo real, como se pone a prueba en al amor? Lo real queda definido aquí como la ausencia de la relación sexual, la ausencia de la armonía con el otro. Lo real, que no es sino el agujero en el saber. Lo que se encuentra como agujero en el saber es lo que produce el trauma. Y el inconsciente es un saber que va a colmar este agujero en lo real; mediante la producción de sucesivos S1 que van a bordar alrededor del borde que tiene el agujero de lo real.

En un análisis de lo que se trata es de extraer estos significantes que están depositados, de separarlos de la maraña de la producción de sentido. Por eso la posición del analista no puede ser la de producir más sentido, sino la de desembrollar al sujeto, o sea, ayudarle a extraer cuales son estos S1, que además, son “unos pocos”. La práctica analítica consiste en ayudar al sujeto en la tarea de “desabonarlo” de la pasión por el sentido. El camino pasa por aislar esos S1. De ahí la diferencia que hace J.A.M. entre el inconsciente transferencial, o productor de sentido, que lleva al análisis infinito mediante una asociación libre sin fin; y el inconsciente real, formado por esos S1, que están depositados de manera indeleble en el saber de lalengua. La copiosidad de lo imaginario, la riqueza de lo simbólico nos deben conducir a la célula elemental de la neurosis.

Estos S1 se produjeron en aquellos encuentros con lo real; el saber inconsciente es la memoria fijada del encuentro con lo real, y eso queda incomprendido por el sujeto. La nueva versión del inconsciente a partir de “Encore” es definida por Lacan como una serie de significantes aislados fijando puntos de goce, pero cuya particularidad es que no producen significación y que permanecen incomprensibles para el sujeto mismo, este saber del inconsciente, que ha llegado a depositarse en lalangue, como trazo, como escritura, es un saber que ningún sujeto puede decir que lo sepa. De este saber inconsciente depositado en lalengua y que concierne en lo más íntimo al sujeto, el sujeto no puede decir nada, el sujeto está a la espera. El sujeto sabe que ese saber le concierne, que ese saber debe tener una significación, pero no sabe cual. Existe una opacidad irreductible en la relación del sujeto alalangue. Desde este punto de vista, este saber inconsciente tiene la misma estructura del fenómeno elemental.

La escritura de este inconsciente tal como aparece en la página 173 es la que sigue:

S1 ( S1 ( S1 ( S1-------------S2)

Se trata de un enjambre de S1 que están separados del sentido, y que orientan al sujeto en el vacío de la existencia. Lo que permite a estos significantes tomar sentido es un S2 que vendrá a conectarse al primero ¿cuál es el resorte de esta operación? Es el efecto del après-coup, o sea, que a posteriori habrá un efecto de significación; o sea, que la significación se produce como efecto de la conexión de dos significantes. La estructura del après-coup es intrínseca a la estructura del lenguaje. Es una operación que hace el inconsciente constantemente. En las formaciones del inconsciente ha funcionado la estructura lógica del après-coup.

Freud dice que la vida onírica le parece proceder de una serie de residuos de una época prehistórica de la existencia, es como decir, la vida onírica encuentra su fuente en los restos de lalangue. Un deseo actual se conecta en el sueño con los restos que quedan de lalangue; por eso se puede decir que el sueño es una interpretación de la letra del inconsciente, el sueño es un modo de tratar los significantes sin sentido de lalengua. Freud en su texto “El manejo de la interpretación de los sueños en psicoanálisis” de 1911: “muchos sueños de una misma noche, pueden no ser mas que intentos de representar de modo diferente un contenido idéntico, de modo general podemos estar seguros de que toda moción del deseo que crea hoy un sueño, en tanto no haya sido comprendido y no haya escapado a la empresa del inconsciente va a manifestarse en otros sueños”. Un sueño de repetición no es sino la insistencia de estos S1 a ser comprendidos. La operación que realiza el sueño no es sólo de interpretación, es también una operación de ciframiento del goce, del goce que llegó a fijarse en estos significantes de lalangue. En el caso del fracaso del ciframiento del goce nos encontramos con las pesadillas.

En la perspectiva que Lacan nos introduce en este seminario, las consecuencias que se deducen para la clínica son las siguientes: Lacan pone en cuestión la idea de que la interpretación consistiría en añadir sentido sexual, ya que alimentar el sentido es lo que hace el inconsciente. El reverso de la operación, como señala J.A.M. consiste en situar el significante como fenómeno elemental del sujeto. Aislar estos S1 sobre los que el sujeto, en su neurosis, no ha dejado de delirar, de producir significación. Se trata por tanto de cernir, de aislar, el sin sentido. Es la idea de Freud de que un análisis funciona más como la producción de una escultura, que como la creación de una pintura, o sea, quitando más que añadiendo. La política del psicoanálisis apunta a desabonar al sujeto de la interpretación infinita.