viernes, 28 de diciembre de 2012

La relación amorosa es una relación de don, en la que se puede dar sino lo que no se tiene, está constituida en el engaño, es fantaseada a veces, soñada otras, novelada o inventada: tapa el vacío y disimula la falta en el Otro, disfraza la castración de la pareja de amantes engañándose ambos al colocarse delante del ser amado como la causa de deseo.

domingo, 23 de diciembre de 2012

"Aristóteles saca muy bien sus consecuencias al enunciar que, al fin de cuentas, para Empèdocles, Dios era el más ignorante de todos los seres por no conocer el odio. Mas tarde los cristianos transformaron esto en diluvios de amor. Si Dios no conoce el odio, para Empèdocles es clarísimo que sabe menos que los mortales. Así podrìa decirse que mientras más se preste el hombre a que la mujer lo confunda con Dios, o sea, con lo que ella goza, menos odia, y como no hay, despuès de todo, amor sin odio, menos ama."

Jacques Lacan, Seminario XX 
Cap. Una carta de almor.



Lejos de prometer la recuperaciòn de una mítica completud, el "psicoanálisis" exige hacer la experiencia de una pérdida. Una pérdida muy singular si se toma en cuenta que en el proceso analítico el sujeto descubre que aquello que finalmente pierde es algo que en realidad nunca había poseído:  el Otro en tanto universo completo en cuya existencia se cree, el Otro supuesto receptáculo del "tesoro oculto", de la respuesta última para el enigma abierto por el deseo.

"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"


Julio Cortázar

Rayuela 




Es en tanto que ella quiere mi goce, es decir, gozar de m
í. Lo cual no puede tener otro sentido que La mujer suscita mi angustia, y esto por una razón muy simple, inscripta desde mucho en nuestra teoría. Que no hay deseo realizable por la vía en la que lo situamos sino implicando la castración.
Es en medida en que se trata de goce, es decir, en que es mi "ser" lo que ella quiere, que la mujer no puede alcanzarlo sino castrándome.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Me doy cuenta de que me faltas


Me doy cuenta de que me faltas 
y de que te busco entre las gentes, en el ruido, 
pero todo es inútil. 
Cuando me quedo solo 
me quedo más solo 
solo por todas partes y por ti y por mí. 
No hago sino esperar. 
Esperar todo el día hasta que no llegas. 
Hasta que me duermo 
y no estás y no has llegado 
y me quedo dormido 
y terriblemente cansado 
preguntando. 
Amor, todos los días. 
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta. 
Puedes empezar a leer esto 
y cuando llegues aquí empezar de nuevo. 
Cierra estas palabras como un círculo, 
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo. 
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas, 
en mi garganta como moscas en un frasco. 
Yo estoy arruinado. 
Estoy arruinado de mis huesos, 
todo es pesadumbre.
"Jaime Sabines"



miércoles, 12 de diciembre de 2012

¿Qué quiere una mujer?: Tiresias lo sabe


 1.
Tiresias había encontrado unas serpientes copulando cerca de Cilene y, por haberlas herido, fue transformado de hombre en mujer; pero al ver a aquellas serpientes uniéndose en otra ocasión, se volvió hombre de nuevo. Por eso cuando Zeus y Hera disputaban sobre quién disfrutaba más en el amor, la mujer o el hombre, preguntaron a Tiresias. Este dijo que, si el placer tuviera diez partes, los hombres gozarían sólo de una y las mujeres de nueve; entonces Hera lo cegó, pero Zeus le concedió el arte de la adivinación. Esto es lo que dijo Tiresias a Zeus y Hera: El hombre goza una sola parte de diez mientras que la mujer se satisface en las diez deleitando su mente.

2.
Dentro del psicoanálisis es Lacan quien usa el mito de Tiresias cuando se interroga por el goce de las mujeres, dice: “No sabemos ni una palabra sobre el goce femenino”; sin embargo no es cuestión reciente; hubo ya un cierto Júpiter, por ejemplo, Sujeto supuesto Saber, de eso no sabía. Le preguntó a Tiresias. Cosa formidable: ¡Tiresias sabía mucho más! Sólo cometió un error, decírselo; como ya saben, perdió la vista.”

3.
¿Qué quiere una mujer? Desde Lacan podría ser respondida de esta manera: Un deseo muy extraño a toda búsqueda del tener fálico propio de los varones (material o no: casa, auto, logros intelectuales, ascensos, etc.)
Son las mujeres quienes tienen el don de no tener el falo y entonces para ellas es el valor privilegiado del ser. (Para una mujer no es importante ser la primera sino la última, decía Oscar Wilde). Es decir que ellas no son objeto más que a condición de encarnar para el partenaire la significación de la castración y de presentarse bajo el signo menos, es por ello que Lacan le da especial importancia al texto “La mujer pobre” de León Bloy.

4.
De esto se desprende por un lado que ya la misma expresión lacaniana de ser el falo implica cierto desprecio en cuanto al tener del Otro varonil. Implica cierto sacrificio de los bienes, de la ambición de todo tener. Siguiendo a Soler “todo lo que pertenece al deseo de adquirir, de apropiarse, vale para el hombre en tanto metonimia de su tener fálico. El deseo estaría interdicto para las mujeres, trátese de la fortuna, del poder, de la influencia, del éxito, en suma, de todas las búsquedas llamadas fálicas de la vida cotidiana.”
De allí que el amor cobra especial relevancia para toda mujer.
De allí también que el amor feminiza…
“Rosa Aksenchuk”

domingo, 9 de diciembre de 2012


El amor que tan corto es,
una mirada se termina, se oscurece,
una boca sin aliento no hay beso,
el recuerdo sólo fin olvido,
el tiempo lo mata, lo deshace.
Un amor que no se siente cae,
un abrazo se queda para no abrazar...
El amor acaba junto con nosotros,
Sólo somos tiempo,
que recorre su transcurso,
para nunca regresar... 


"Marco Canales"


sábado, 8 de diciembre de 2012

A UNA RAZÓN


Un golpe de tu dedo en el tambor descarga todos los sonidos e
inicia la nueva armonía.
Un paso tuyo. Y el alzamiento de los hombres nuevos y su caminar.
Tu cabeza se vuelve: ¡el nuevo amor! Tu cabeza gira, ¡el nuevo amor!
'Cambia nuestra suerte, criba las plagas, empezando por el tiempo',
te cantan esos niños. 'Eleva no importa cuánto la sustancia
de nuestras fortunas y nuestros anhelos', te ruegan.
Llegada desde siempre, tú que irás por todas partes".

(Arthur Rimbaud. Francia, 1854-1891)