lunes, 20 de mayo de 2013






Lacan en Televisión habla de las famosas concesiones que las mujeres pueden llegar a hacer a los hombres, y dice: “no son todas, es decir locas del todo, sino más bien acomodaticias: hasta el punto que no hay límite a las concesiones que cada una hace para un hombre” “de su cuerpo, de su alma, de sus bienes”. Esta frase que comienza con un “No hay límite a las concesiones... termina sin embargo con un “hay, está el limite”, pasados los lindes está el límite. ¿Cómo entender este pasaje de “No hay límites” a está el límite? Si seguimos la lectura del texto veremos que Lacan habla de la mascarada femenina, que consiste en disfrazarse de objeto, en disfrazarse de atrapa-deseo. (atrapa-fantasma), la formula de este deseo sería “ser la hora de la verdad para un hombre”. “La hora de la verdad” es la hora en que el fantasma del hombre encuentra el objeto que lo satisface.  
Lacan continúa diciendo que no es excesivo comparar a la mujer con la verdad en tanto que ni la mujer es toda, ni la verdad puede decirse toda. Y es en esa posición de no-toda que la mujer pide “algo” más, “exigiendo que el acto tenga aires de sexo”, que él no puede sostener, es el fracaso: rayado como hoja de música. ¿Qué son estos aires de sexo que él no puede sostener? Lo que él no puede sostener en el acto sexual es conseguir que el acto sexual de al sujeto la certidumbre sobre el sexo al que pertenece y no puede porque esto es imposible no porque el sea impotente. No hay acto sexual que de a un sujeto la certidumbre de que sea de un sexo. A esta imposibilidad "No hay relación sexual". El acto sexual no identifica sexualmente a una mujer. A veces en el amor en el sentido sexual puede identificar a una mujer, no como La mujer, ni siquiera como una mujer, pero si como la mujer de tal, o la amante de tal otro, o la musa de aquel artista. La exigencia que habita el amor en este sentido, no resiste la prueba del acto, por lo que Lacan concluye diciendo que en el amor lo que cuenta es el signo. Lo mejor que se puede hacer es dar signos de amor. No más que eso y ahí está el límite.

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