viernes, 11 de febrero de 2022

LACAN

 

LACAN:

 

Considera que el analista paga por sostener su función.  Paga con su palabra y con su propia persona,  porque la transferencia lo desposee de ella.

 

Los pacientes demandan la felicidad y esta demanda es política y no psicoanalítica.  A diferencia de Aristóteles,  quien tiene una disciplina de la felicidad,  el Psicoanálisis no posee tal cosa.

 

Un analista se ofrece a recibir esta demanda,  pero solo se ofrece.  ¿Qué tendría el analista para ofrecer?  Nada diferente.  Lo único que tiene para ofrecer es el deseo advertido,  ya que es imposible reducir la distancia con la cosa y así llegar a la felicidad.  No hay ningún objeto que dé esa satisfacción.  Se trata de sostener la ilusión para relanzar el deseo y que los pacientes no se queden pegados a los objetos de la infancia.

 

Lacan plantea que la demanda de felicidad está ligada a ser el falo.  El analista está advertido de que no lo es.

 

Todos los síntomas intentan transgredir las limitaciones impuestas al goce e ir más allá,  accediendo directamente a la cosa.  La felicidad no es posible.  Para Lacan no es un objeto perdido,  sino un agujero que motoriza el deseo.

 

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