Decir
que una mujer no es toda, es lo que el mito nos indica por ser ella la única
cuyo goce sobrepasa al que surge del coito. Por eso mismo, quiere ser
reconocida como la única por la otra parte: harto ahí lo saben. Pero es también
donde se capta lo que hay allí que aprender, a saber, que así se la
satisficiera en la exigencia del amor, el goce que se tiene de una mujer la
divide convirtiendo su soledad en su pareja, mientras que la unión queda en el
umbral. Pues cómo puede servirle mejor el hombre a la mujer de la que quiere
gozar, si no es devolviéndole ese goce suyo que no la hace toda suya: por en
ella re-suscitarlo.
EL
ATOLONDRADO, EL ATOLONDRADICHO O LAS VUELTAS DICHAS
“Jacques
Lacan”
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