SEMINARIO 6 EL DESEO Y SU
INTERPRETACIÓN JACQUES LACAN
Reseña de la presentación de
Enric Berenguer sobre los capítulos 1 y 2 del Seminario 6 de Jacques Lacan:
"El deseo y su interpretación", en el Seminario del Campo Freudiando
de Granada el 31 de octubre de 2015.
En este trabajo, E. Berenguer
hace una introducción al Seminario VI como tal y un estudio más en detalle de
sus dos primeras lecciones: "La construcción del grafo" y
"Suplemento de explicación".
En primer lugar pone en
relación este Seminario con los tres anteriores porque Lacan, en sus
seminarios va introduciendo de una forma
sutil y discreta cuestiones de detalle que no han sido abordadas de una forma
explícita en el seminario anterior pero que tienen toda su importancia y que si
se sigue su hilo permiten entender a posteriori su lógica; Berenguer piensa que
del Seminario III al VI, Lacan lleva a cabo una transformación continua de la
función de lo imaginario.
En una primera época, sobre
todo en el Seminario II El Yo en la teoría de Freud y en la técnica
psicoanalítica, en el que desarrolla su teoría del Yo, Lacan parte de una definición de lo imaginario como
una pura inercia pasiva que se interpone en la relación del sujeto con el Otro. Pero en el Seminario III, Las psicosis,
estudiando a Schreber, cuando está elaborando su noción de causalidad de la
psicosis en función de una carencia simbólica que denominará forclusión, se
pregunta por la función del delirio y
nos dice que éste es una superproducción imaginaria que va a suplir dicha
carencia simbólica. Y así va a dar un nuevo valor a la función de lo
imaginario. Es algo muy discreto, ocupa muy pocas páginas. En el Seminario IV,
La relación de objeto, con su lectura del caso Juanito, Lacan plantea que esta
estructura simbólica marcada por una carencia
no se limita a la psicosis sino que la va a generalizar. La fobia de
Juanito le hace pensar que hay otro tipo de carencias. Juanito para suplir una
función paterna desfalleciente, construye los elementos metafóricos no
introducidos por ésta, a través de una producción que introduce en una misma
gramática elementos simbólicos e imaginarios. En el Seminario V, Las
formaciones del insconsciente, hay una preocupación en de encajar todo lo que
ha elaborado como estructura de lo imaginario dentro de una estructura
simbólica que lo englobaría, es decir
intenta introducir el estadio del espejo dentro de su estructura del grafo que
aún no es el del deseo pero en el que empieza a instituirse la definición de
estructura como tal en la que incluir lo imaginario y lo simbólico en un mismo
funcionamiento articulado. Y en los primeros capítulos del Seminario VI, Lacan,
al introducir la fórmula del fantasma, plantea que aún siendo una estructura
con una dimensión imaginaria fundamental que ocupa un lugar central en la subjetividad,
aparece cuando el Otro muestra su falta. Berenguer señala que si hacemos una
genealogía de la fórmula del fantasma, Lacan la plantea como una transformación
de la fórmula imaginaria que escribe en términos de relación del Yo de un
sujeto con el otro especular. Entre ellas existe una homología de estructura y
la cuestión es cómo se pasa de a-a´ a $
<> a.
Este Seminario es un paso más
en una cierta deconstrucción del gran Otro, en la que se trata de cómo ir de un
Otro completo a un Otro marcado por una falta. El Otro funciona como una
garantía de la articulación entre el deseo y la ley, entonces, si el Nombre del
Padre ya no la garantiza ¿qué va a ocupar el lugar de esta garantía faltante?
En este Seminario entra en crisis la figura del padre como garantía y Lacan va
a necesitar nuevas categorías, pero de forma alusiva, a pinceladas, va
introduciendo figuras del padre desfallecientes: el padre de Hamlet con un goce
no regulado por la ley marcado por el pecado y la culpa; los sueños de Freud en
los que la figura del padre aparece connotada con un meno. Se trata de un padre
devaluado pero que no deja de tener una función central en la subjetividad.
De esta forma el término deseo
adquiere una función central y se pregunta Berenguer cuál es la novedad del uso
del grafo. Del grafo del Seminario V en el que la demanda tendría un papel
central, es decir, una alienación completa a un Otro omnipotente, Lacan pasa a
un más allá de la demanda en el grafo del deseo de este Seminario, un más allá
que tiene que ver con toda una elaboración del objeto metonímico. En el grafo
del Seminario V, Lacan muestra que en los recorridos del sujeto en esta
estructura, se ve algo que ya anuncia la capacidad del sujeto para desprenderse
de cierta alienación radical al Otro en la que el chiste tiene una función
esencial como operación a través de la cual el sujeto se puede reír de ese Otro
de la demanda que tiene el poder absoluto para nombrarlo: la barra sobre el
Otro es fruto de un trabajo activo del sujeto. Sin embargo,en el Seminario VI,
dicha barra ya está anticipada como un dato de estructura, es decir, el
lenguaje mismo está marcado por una fragmentación estructural. Y en el grafo
aparecen marcados estos dos aspectos: los trazos continuos corresponden a la dimensión sincrónica del
lenguaje que introduce un efecto de unidad que le permite al sujeto sostener la
ficción de un Otro completo; y los trazos punteados corresponden a la dimensión
diacrónica marcada por la fragmentación y la discontinuidad.
Lacan necesita situar esta
centralidad del deseo en su teoría con respecto al lugar que ocupa el deseo en
Freud, y también necesita encontrar los antecedentes de esta problemática del
deseo en la cultura, centrándose en la
poesía y en la filosofía. En cuanto a la poesía toma como referencia un poeta
metafísico inglés de finales del siglo XVI, John Donne y su poema The
Ecstasy. Aunque es una referencia
marginal en el Seminario, es muy importante porque reinscribe toda la
elaboración de Lacan en una discusión general muy relevante en los diferentes
discursos sobre la problemática del amor. Y también es la semilla de cuestiones
que va a elaborar en su Seminario XX. En estos primeros capítulos aparece de
forma alusiva una pregunta sobre el amor, sobre la relación del deseo y el amor,
y también sobre la relación del amor entendido como una relación con el otro en
la que emerge algo de una falta fundamental en la que está en juego la pregunta
sobre el ser del sujeto que Berenguer considera como una definición del amor en
este Seminario. Y uno de los aspectos esenciales en la poesía de John Donne es
que el amor y el deseo son términos que están en una especie de tensión, no se
pueden plantear separadamente. En su referencia a la filosofía, en particular a
las teorías medievales del amor, Lacan toma como referencia un libro de Pierre
Rousselot El problema del amor en la Edad Media en el que éste distingue dos
ejes en torno al amor:
1. Teorías físicas del amor:
el amor está relacionado con unas tendencias físicas presentes en el organismo
pero orientadas hacia el bien supremo que es Dios. La naturaleza sospechosa de
este goce queda así santificada.
2. Teorías extáticas del amor
que introduce la idea de éxtasis, salir de uno mismo, y plantea el amor como
una relación de una alteridad radical. Es un amor más allá del principio del
placer.
Entonces ¿porqué John Donne?,
porque en su poesía se plantean los términos mismos del debate teológico entre
el amor y el deseo: por un lado está la dimensión del cuerpo, de lo sexual,
pero que permite acceder a una dimensión nueva en la que a través del pasaje
por el otro se adquiere una ganancia de saber sobre el propio ser y aquí está
la interrogación de Lacan sobre cómo plantear la función del deseo como algo
que tiene una base en la relación del sujeto con su cuerpo pero que sin embargo
está marcado por una función de alteridad y para eso hay que renunciar a la
idea de que el deseo está predestinado a un objeto, se trata de pensar algo de
otro nivel que vincula más profundamente la función del deseo con la dimensión
misma de la estructura del lenguaje.
Lacan también se refiere a
Spinoza como un autor que habla del deseo no como algo vinculado a un objeto
sino a lo más íntimo y singular del ser
del hombre.
En cuanto a su referencia a
Freud, Lacan destaca la centralidad de la noción de deseo desde sus primeros
textos pero señala que va a confundir excesivamente la fórmula
general del deseo con un registro muy específico de las manifestacione del
deseo en el inconsciente. En él hay una tendencia a reducir el deseo a un
WUNSCH que sería una fórmula verbal,
deseo articulado, sin embargo, la dimensión del deseo que le interesa a
Lacan es la que se resiste a la expresión verbal; vincula el deseo con la falla
en lo simbólico. Y así va a llevar a cabo una revisión del grafo en la que se
trata de "cómo el sujeto va a ocupar su lugar en esta estructura", es
decir cómo va a identificarse en el interior de una estructura marcada por una
tensión entre la dimensión sincrónica, es decir, el Otro completo, y la dimensión
de la diacronía que marca al Otro con una carencia fundamental. En un primer
momento, el sujeto recibe su marca del encuentro con la demanda que viene del
Otro y lo confronta con la presencia de la estructura del lenguaje y la función
de la palabra, pero lo importante es cuando el sujeto empieza a hablar por sí
mismo. Lo relevante es la aprehensión del Otro como tal. El sujeto accede a esa
dimensión de lo más propio a través de una relación con un Otro que es
radicalmente Otro, y que puede dar al sujeto la respuesta a su llamada, ya no
es el Otro de la demanda. En ese momento, el sujeto no puede evitar pasar por
el Otro para preguntarse por su propio deseo y esto convierte la experiencia
del deseo del Otro en esencial porque permite realizar al sujeto ese más allá
de la articulación del lenguaje. Y así aparece la definición misma del
inconsciente para Lacan que es la apertura de esa división fundamental entre el
enunciado, es decir que el sujeto necesita tomar las palabras del Otro, y la
necesidad de una enunciación propia que Lacan vincula con el deseo. Y la
metonimia es la operación mediante la cual el inconsciente del sujeto introduce
una distancia respecto al discurso del Otro y el discurso naciente del sujeto y
se instaura a partir de una pura diferencia que introduce un horizonte de ser,
horizonte en el sentido de algo inalcanzable pues el problema de hablar en
nombre propio, es que nunca va a haber un ser definido y concreto desde el que
hablar como dado previamente por el lenguaje, sino que el hecho de hablar abre
una tensión imposible de suturar entre el enunciado y la enunciación. Lacan
plantea una teoría del amor en la que hay algo de la dimensión de la
alienación, es decir, las metáforas del Otro nombrarían supuestamente tu ser,
pero hay algo que no puede ser nombrado que pasa por una enunciación propia a
través de la metonimia. Con ella, el sujeto trata de introducir lo más
particular de sí mismo tomando los significantes del Otros en una función de
desplazamiento que de alguna manera los deforma. Pero ¿qué da un marco estable
a esta metonimia sin fin? ¿qué va a garantizar que no es la psicosis misma?
Ante la imposibilidad de encontrar una respuesta al deseo propio del sujeto,
aparece la experiencia del desamparo (HILFLOSIGKEIT)a la que responde agarrándose
a la relación especular con el otro que ya está dada pero que emerge
secundariamente como recurso. Cuando el sujeto ha asumido el vértigo de la
función de la palabra y se sitúa como responsable de una enunciación propia va
a seguir necesitando cierta articulación que es homóloga a la función de lo
imaginario en el primer piso del grafo, si en éste se defiende con su Yo, en el
piso superior se defiende con su deseo y su fantasma que es un anudamiento
entre lo simbólico y lo imaginario. Lacan va a desarrollar y a tematizar esta
homología a lo largo del Seminario. Y esto va a dar lugar a toda una serie de
desarrollos del amor a lo largo de varios capítulos en los que Lacan habla de
éste como una experiencia en la que concurren todas las dimensiones: la del
deseo como algo que supone una individualidad del sujeto que tiene algo de
inalienable, que no pasa por el Otro; por otro lado la necesidad estructural de
pasar por el Otro como tal que forma parte de la experiencia más radical del
lenguaje; y la intervención de una dimensión imaginaria que da un contenido más
concreto y clínico a lo que definiríamos vagamente como ocupar el lugar de un
objeto erótico para el otro. El fantasma viene a responder a la pregunta de
Lacan ¿qué estabiliza lo múltiple del deseo? es una construcción en la que hay
un elemento simbólico que reducido al vacío es la división misma del sujeto, y
una relación con un objeto imaginario que, más allá de su función pulsional,
tiene una función de identificación.
En el capítulo II Lacan necesita
diferenciarse de toda intento de reducir
al sujeto a una relación de cognición, es decir entender al sujeto como
sujeto de conocimiento. Para ello establece un debate con el cogito cartesiano
debido a la sustancialización del ego que hace Descartes, debate que no siempre
va a ser el mismo. Lo que le interesa a Lacan no es un sujeto del conocimiento,
tampoco el de la demanda, es decir, previamente identificado a los
significantes del Otro, sino con un sujeto que tiene que ver con el resultado
de pasar por los desfiladeros del significante y que implica un acto. Quiere
distinguirse también de la fenomenología
porque en la reducción fenomenológica se trata de atrapar ese momento en
que la conciencia empieza a poder atraparse a sí misma pasando primero por la
experiencia de la relación con un objeto a la que estaría ligada la intención.
Lacan lleva a cabo su propia reducción fenomenológica y en su grafo, habla de
la intención, pero señala que la célula elemental de la construcción del sujeto
es la relación con el lenguaje como tal, la dimensión del objeto es secundaria.
En otras lecciones
posteriores, Lacan va construyendo lo que corresponde al segundo piso del grafo
y sitúa al sujeto que toma la palabra y Berenguer lo pone en relación con la
última enseñanza de Lacan, en la que en el segundo piso del grafo, en el lugar del código, es decir aquéllo que en
el registro de la demanda aparecería como los nombres introducidos por el Otro
para las tendencias fundamentales del sujeto, va a ser sustituido por el código
de las marcas producidas por la demanda. Esta presencia de la dimensión de la
marca, en el último Lacan se puede retomar a partir de la idea del efecto
traumático de los significantes del Otro que dejan en el sujeto marcas
específicas singulares a partir de las cuales es sujeto producirá su propio
mensaje. Cuando Lacan habla de lalengua, está respondiendo a un problema que se
está planteando en este momento, y que nos conecta con una dimensión actual que
es la elucidación de un nuevo paradigma de Lacan en la que no se trata de la
preminencia del Otro del lenguaje sino de la lalengua como experiencia
absolutamente individual y singular del sujeto.
Y para concluir, Berenguer nos
señala que en el Seminario hay una teoría del amor en la que se trata de aunar
en una misma construcción la dimensión de lo físico, del propio goce del
sujeto, y también la dimensión extática que supone un paso por el Otro que
incluye una dimensión traumática. En las experiencias amorosas cuando se rompe
la estabilización de la escena extática que John Donne trata de inmortalizar,
algo del amor se pierde radicalmente y aparece un reproche muy intenso al otro
en el que se trata de volver a arrancarle aquello que se había puesto en él. Y
todas esas figuras del padre muerto nos indican que en el amor está en juego la
expresión más radical de la vida, pero también lo más mortífero.
Reseña de la presentación de
Vicente Palomera de los capítulos 3 al 5 del Seminario 6 de Jacques Lacan: El
deseo y su interpretación, en el Seminario del Campo Freudiano en Granada el 21
de noviembre de 2015.
INTRODUCCIÓN
Vicente Palomera presenta esta segunda
sesión sobre el Seminario 6, indicando que va a trabajar los primeros tres
capítulos de los cinco reunidos por Jacques-Alain Miller en el apartado Del
deseo en el sueño. Para ello plantea un recorrido organizado en cinco puntos
que le permiten articular las orientaciones que da Lacan en estos capítulos.
Estos puntos son:
1. El sueño de la pequeña Anna
2. Enunciado, enunciación y
deseo
3. La negación (o tácticas de
elisión del sujeto)
4. El “borramiento” del sujeto
5. El dolor de existir
1.- EL SUEÑO DE ANNA
Para Lacan, este sueño tiene un valor
paradigmático y le sirve para tratar cuestiones sobre la continuidad y la
discontinuidad del deseo, el lenguaje, lo simbólico, la constitución del sujeto
y su articulación con el lenguaje, la necesidad, la demanda y el deseo.
El sueño es “pescado” por Freud en el
momento que ocurre, por lo que se trata de significantes en su texto actual, a
diferencia de los sueños contados por el soñante a un interlocutor, que suponen
una construcción en retrospectiva. Ocurrió que Anna, hija menor de Freud, con
diecinueve meses de edad, había vomitado varias veces por la mañana y la
mantuvieron en ayunas el resto de aquel día. Por la noche de ese “día de
hambre”, mientras duerme se le escucha decir en su habla infantil: “Anna
F(r)eud, f(r)esas, f(r)ambuesas, bollos/flan, papilla”. El sueño muestra
claramente la realización del deseo al aparecer allí los objetos del deseo de
la niña, son significantes que apuntan justo a lo que había sido prohibido en
la vigilia. Lacan dice que es un sueño que muestra la desnudez del deseo,
siendo propio de los sueños infantiles, en los que el deseo se expresa de
manera directa, a diferencia de los sueños adultos, en los que opera la
censura.
Siguiendo a Lacan, Palomera plantea algunas
preguntas. Primero, ¿cómo aparecen estos significantes? Aparecen floculados, en
unidades discretas, fragmentados. Segundo, ¿de dónde obtienen ese carácter
fragmentado? De la cadena significante, del orden simbólico que agujerea lo
real. Estos objetos fragmentados representan un campo de objetos, un campo de
objetos discontinuos. En este sentido, Lacan va a plantear que el deseo es
continuo mientras que los objetos del deseo son discontinuos y que es de esa
continuidad del deseo que los objetos obtienen una unidad. Para Lacan lo real
es continuo y lo simbólico, discontinuo. Ese campo continuo de lo real está
orientado por el vector del deseo. Es el
deseo el que mantiene la unidad de estos objetos diversos, fragmentados por el
efecto de la cadena significante, de lo simbólico.
El deseo no es sin objeto. Aunque faltan
algunos años hasta que Lacan desarrolle las diferencias entre el objeto del
deseo y el objeto causa del deseo, ya en este seminario aparece el deseo como
orientado por los objetos deseados. Estos objetos discontinuos son puntos de
floculación, de condensación del campo continuo del deseo.
2.- ENUNCIADO, ENUNCIACIÓN Y
DESEO
Este sujeto que desea objetos y realiza su
deseo en un sueño es el sujeto que habla, a decir de Lacan. Este “sujeto que
habla” lo es porque para obtener lo que necesitaba tuvo que pedirlo y lo hizo
mediante el lenguaje. El sujeto debe pasar por la demanda hecha al Otro,
depende de la demanda, del deseo de ese Otro para recibir su sostén vital. Es
decir, el sujeto debe pasar por la rejilla del lenguaje, a decir de Palomera,
para demandar al otro. Se trata de un esfuerzo tremendo, aunque pueda parecer
fácil o banal y algunos sujetos se resisten a este acceso al lenguaje, al orden
de lo simbólico. El lenguaje, al introducirse en el ser viviente introduce otra
ley, que es del orden de lo real, de lo real del lenguaje y no de lo biológico.
Es lo que Lacan llama la motérialité, la materialidad de las palabras en el
cuerpo.
Lacan dice que el campo del deseo es aquel
donde intentamos articular las relaciones del sujeto con el objeto. ¿Y qué es
el deseo? Todo lo que regula al sujeto con sus objetos; objetos que no son de
la necesidad sino precisamente, del deseo. Esta relación es problemática y
compleja, no hay armonía con el objeto, siempre hay algo que “no va”. Palomera
refiere esto como una anticipación de lo que Lacan expresará años más tarde
como que “No hay relación sexual”. Es esa complejidad lo que Lacan pretende
representar con el losange en la fórmula del fantasma.
Volviendo al sueño de la pequeña Anna y
tomándolo en relación con el grafo del deseo, que es una estructura de dos
pisos. El primero es del campo de lo continuo: los dichos, es decir, del
enunciado, aquello que es claro y sólido, que obtiene su unidad de la
solidaridad sincrónica del significante (…) algo que participa de la unidad de
la frase (p.84). El segundo piso es el del campo de la discontinuidad. Palomera se plantea entonces cómo conciliar
esta unidad o solidez de la frase y la discontinuidad del significante. La
cadena significante es la respuesta; una estructura que eslabona elementos
discretos en una unidad, en una continuidad. Esto va a tener consecuencias en
la clínica, por ejemplo, cuando se plantea el desencadenamiento en la psicosis,
es la idea de que esta unidad de elementos discretos enlazados por una lógica
se rompe.
Entonces, ¿dónde está la frase, es decir,
la demanda, en el sueño de Anna? Suponemos que hay frase y no simple sucesión
de significantes, que están diferenciados en su función, siguiendo unas reglas
sintácticas y gramaticales. Anna se nombra a sí misma, se cuenta, como si se
tratara de un mensaje radiotransmitido, con emisor, receptor y mensaje. No se
sabe a quién se dirige pero Anna, al nombrarse, establece una escena –la escena
del Otro—con lugares diferenciados, ella como sujeto y unos objetos separados.
Sin embargo, el sujeto de lo dicho, del enunciado y el de la enunciación no
están diferenciados. Es algo que no ha ocurrido aún, algo de la estructura que
falta por precipitarse. No se trata de un estadio evolutivo, piagetiano, falta
una operación crucial: que el sujeto pueda descontarse, que quede elidido en lo
que dice.
El sujeto primero es hablado por el Otro,
en el discurso del Otro. Nombrarse en lugar de decir yo equivale a a decirse
sujeto tras el discurso del Otro, son los otros los que llaman al sujeto por su
nombre. Anna se nombra en lugar de decir Yo, se dice en el sueño bajo el
discurso del Otro pero es a la vez el sujeto que habla, el sujeto de la enunciación.
Ambos sujetos están mezclados. El test de Binet recoge este cambio subjetivo,
cuando da a elegir a un niño entre dos afirmaciones: “Tengo tres hermanos:
fulano, mengano y yo” o “Somos tres hermanos: fulano, mengano y yo”. Cuando
elige la primera alternativa, el sujeto no sabe descontarse. Se trata de una
operación de sustracción, de borramiento, de una forma de negación a partir de
la cual se constituye el sujeto. De este orden es el primer No del niño
pequeño, es una gran conquista, la posibilidad de diferenciarse del Otro.
Palomera señala que toda la teoría de Freud se construye a partir de una
defensa, de una negación que puede tomar la forma de la represión, de la
forclusión o de la renegación.
3.- LA NEGACIÓN Y OTRAS
TÁCTICAS DE ELISIÓN DEL SUJETO
Así, el sujeto se desaparece en lo que
dice, negando(se), para entonces aparecer fugazmente y luego desaparecer otra
vez. En todos los casos, se trata de
decir—de enunciar—algo sin decirlo o no decirlo, diciéndolo. El inconsciente
sería entonces la suma de esas diversas formas de contradicción, de esos
absurdos en los que falta algo, de las discordancias y las desadaptaciones del
sujeto. Ese sujeto que se elide en lo dicho, mediante algunas estrategias que
Palomera describe a continuación, desde la más directa a la más compleja.
La negación: descrita por
Freud en su texto de 1925, en su ejemplo célebre: “Me pregunta usted quién
puede ser esa persona de mi sueño. Mi madre, desde luego, no”. La negación es
secundaria a una afirmación precedente. Es la forma primaria del rechazo y la negación entonces recae sobre el sujeto
del enunciado.
Negar que se dice lo que se
dice. En este caso, no es el enunciado lo que es negado sino quién lo dice, el
locutor niega que sea quien sostiene el enunciado, como si citara lo dicho por
alguien más. La negación cae sobre el sujeto de la enunciación.
La censura. Es una forma más
radical de negar la afirmación. Es del orden de lo que sucede en los sueños,
cuando para rechazar lo intolerable se le sustituye por algo distinto pero aún
así, deja una huella, una señal de que se ha borrado algo. Puede ser algo que resulta ininteligible o absurdo en
lo manifiesto y esto, la borradura misma, se convierte en un significante.
Palomera pone como ejemplo a Robinson Crusoe, cuando marca con su bastón la
huella de Viernes y también lo que ocurrió con la censura española y la
película estadounidense Mogambo, en la que para eliminar el adulterio de la
trama -contenido inadmisible—se convierte a la pareja involucrada en hermanos,
con lo que se plantea una situación incomprensible que hace pensar en un
incesto.
El “no del no”: Sería un
segundo nivel de censura y consistiría en borrar la borradura, un “blanco”
que llama la atención y se convierte en
un significante en sí mismo. Borrar y tachar lo borrado. Una doble negación que
lleva a la afirmación de partida.
El absurdo: ¿Cómo hacer para
decir no sin decirlo? Puede ser mediante lo absurdo. Se trataría de un
“elemento expresivo de un repudio particular y violento del sentido designado”
(Sem6, p. 108).
El síntoma: al tratarse de una
sustitución, es también una forma de elisión del sujeto. El síntoma no habla,
es una manera de decir no sin decirlo. Se trata de la mentira del síntoma,
proton pseudos, en la que en el lugar de una cosa hay otra. Por ejemplo, las
crisis de histeria de las que habla Freud, en las que simultáneamente hay un
rechazo de la representación reprimida y una representación en acto de lo
rechazado.
El no discordancial: Se trata de la discordancia entre el
enunciado y la enunciación, y lo que queda allí señalado es justamente por
donde se filtra el deseo. Aparece como una falta de de correspondencia entre lo
dicho (enunciado) y la forma de decirlo (modalización de la enunciación). Lacan
ve esta operación en el ne expletivo de la lengua francesa. La nota del
traductor pone como ejemplo en español las expresiones del tipo “No… hasta que
no…”. Las expresiones expletivas suponen la presencia de formas negativas
aparentemente inútiles que para Lacan se sitúan entre el proceso de la
enunciación y el del enunciado, descendiendo desde la primera hacia el segundo
(p.98).
4.- EL BORRAMIENTO DEL
SIGNIFICANTE, LA ELISIÓN DEL SUJETO Y EL FANTASMA
Siguiendo a Lacan, “En el origen, entonces
el sujeto se constituye en el proceso de distinguir el yo de la enunciación con
respecto al yo del enunciado” (p. 98). El sujeto se borra, se desvanece en lo
que dice. Pero hay una desaparición aún más radical que es el borramiento del
significante: “...no hay otro signo del sujeto que el signo de su abolición
como sujeto, ese signo que se escribe como $” (Sem6, p. 119). La conocida
fórmula de Lacan “el sujeto es representado por un significante para otro
significante” supone en primer lugar que el sujeto ya no está pues algo se
encuentra en su lugar, sustituyéndolo. El sujeto está borrado, elidido. En este
sentido, cuando uno es “hablado” por los conocidos, está como objeto en el
discurso del Otro. En la clínica se recoge que esta posición de objeto puede
resultar incómoda o francamente desagradable, con independencia a veces de que
se hable bien o mal del sujeto. Esta abolición radical del sujeto hablado por
el Otro, representado infinitamente por un significante para otro significante
conducirá hacia la muerte, como aquel lugar en el que el sujeto permanece
hablado o escrito a perpetuidad por el Otro, eternizado como puramente
representado por el significante.
5.- EL DOLOR DE EXISTIR
El sujeto del sueño del padre muerto siente
un dolor próximo a la experiencia del dolor de existir, cuando el deseo ya no
está. La melancolía sería un ejemplo de la “existencia cuando no la habita nada
más que esa existencia misma, y cuando todo, en el exceso del sufrimiento,
tiende a abolir ese término inextirpable que es el deseo de vivir” (Sem6, p.
107). El budismo por ejemplo, propone abolir el deseo como un intento de
erradicar el sufrimiento, al no sentir el dolor por la falta de los objetos de
deseo. Sin embargo, Lacan plantea que el dolor de existir ocurriría
precisamente cuando la existencia es abandonada por el deseo. El deseo entonces
puede permitir obtener algo de lo vivo, para salir de la posición de
mortificación por la abolición de la muerte, en el sujeto hablado o escrito
eternamente. Es lo que viene a interponerse entre el sujeto y esa existencia
insostenible, viene a aliviar ese dolor y sirve de soporte o sostén. En el caso
del sueño del padre muerto, el sujeto ante el abismo de una existencia sin
deseo, a la que lo confrontaba la agonía de su padre por lo que también tiene
de amenazante para él, se reconecta con el deseo mediante el “según su anhelo”:
“no convoca a cualquier soporte de su deseo, a cualquier deseo, sino al más
próximo y al más urgente, al mejor, a aquel que por mucho tiempo lo ha
dominado, a aquel a quien ahora ha abatido y a quien ahora necesita hacer
revivir imaginariamente durante cierto tiempo” (p. 134). Ante la pérdida de esa protección o escudo
que el padre representaba, el sujeto construye así una “pasarela” para
enlazarse de nuevo con su deseo, convoca a un fantasma, que Lacan formula por
primera vez en este Seminario: ($<>a).
En el caso de Hamlet, instalado en el dolor de una existencia sin deseo,
éste se vale del fantasma del padre muerto que le permite recuperar su deseo,
mediante esta interposición de algo del orden de lo imaginario.
CONCLUSIÓN:
Aunque faltan algunos años para los
desarrollos de Lacan sobre el estatuto del objeto, especialmente del objeto a,
ya en este seminario el deseo no puede ser sin objeto. “No hay deseo puro” dirá
algunos años más tarde pero este principio está vigente también en el Seminario
6. Hay otras anticipaciones, como la del pulsión vital respecto al “Goce Uno” ,
la articulación del deseo a un punto de real cuando se habla en este seminario
del “deseo de vivir” y finalmente el fantasma como defensa pero no ya frente al
deseo sino a lo real, el fantasma como defensa frente al goce.
También Palomera refiere un testimonio del
pase que le sirve para ilustrar cómo el fantasma da el sostén que permite
soportar el dolor de existir. Se trata de una AE que da cuenta como la visión y
la mirada se habían solidificado en la presencia constante de su madre
fallecida siendo la sujeto una criatura de meses: “¡Ay! ¡Si su madre la
viera!”. La madre muerta para ella y ella muerta para la madre, mirándola
eternamente: sujeto y deseo abolidos en esa eternidad. A semejanza del sueño
del padre muerto, el fantasma se articula con el deseo de la sujeto para poner
límite al dolor de una existencia sin deseo. La interpretación de su analista
sobre un “niño robado” por la AE a una colega- que cuando ocurre el “robo”dicha
colega está enferma y finalmente muere- convoca algo del fantasma y logra
separar mirada y visión y terminar con esa eternidad de la mirada materna: “él
no la va a ver morir, ella no lo verá crecer”.
Palomera concluye así este recorrido la
investigación de Lacan, “sinuosa pero al mismo tiempo constante” acerca de qué
constituye el inconsciente en tanto esa hiancia, esa discordancia entre el
enunciado y la enunciación: es el precio que pagamos por ser seres hablantes,
que antes de hablar ya somos hablados por el Otro, es la marca de nuestro paso
por el Otro.
eseña de la presentación de
Xavier Esque de los capítulos 6 al 8 del Seminario 6 de Jacques Lacan: El deseo
y su interpretación, en el Seminario del Campo Freudiano en Granada el 19 de
diciembre de 2015.
INTRODUCCIÓN
Para esta tercera sesión del
Seminario 6, contamos con la presencia de Xavier Esque, cuya ponencia giró en
torno a los capítulos 6,7 y 8 de dicho seminario. Para orientar dicha
presentación, planteó cuatro puntos sobre los que articuló la exposición. Estos
puntos son:
Los tres niveles de la
interpretación del sueño.
La mediación fálica del deseo.
Fantasma “pegan a un niño”.
El mensaje de la tosecilla.
Antes de comenzar, Xavier nos
pone en antecedentes sobre el momento teórico en el que se sitúa Lacan con
respecto al grafo del deseo. La construcción del grafo, surge del intento de
Lacan de abordar el inconsciente a partir de la función del significante, dando
cuenta de que las formaciones del inconsciente responden a las leyes del
significante y que apuntan a una verdad reprimida, una verdad reprimida que es
la verdad les deseo inconsciente.
La cuestión central en este
seminario para Xavier es la siguiente:
una vez la estructura del lenguaje es reconocida en el inconsciente, ¿qué
sujeto le podemos concebir? Esto implica pensar la relación del sujeto con el
deseo y por tanto la pregunta es ¿dónde situar el deseo en relación a un sujeto
definido por su articulación significante?, esa será la pregunta que recorra
todo el seminario.
1. LOS TRES NIVELES DE LA
INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO.
Lacan retoma en los capítulos
6 y 7, la interpretación del grafo del deseo a partir del sueño del “padre
muerto” del que ya había hablado en los capítulos anteriores. Xavier nos
introduce brevemente la descripción del sueño y las notas de Freud sobre el
mismo, además nos recuerda que la tesis central de Freud sobre los sueños es
que el fundamento del sueño es un deseo. Ahora bien, cuando tenemos en cuenta
el sueño que nos cuenta un paciente en análisis, incluimos también su relato.
Esto Lacan lo va a considerar básico, fundamental y el relato del sueño son
todos los relatos acerca del mismo, todas las anotaciones al margen del texto
de un sueño. Los más mínimos detalles, las impresiones, todas las asociaciones
que un sueño genera, todo ello, forma parte del texto del sueño, todo ello
forma parte de los pensamientos latentes del sueño, y eso es así porque como
señala Lacan en la página 161 el inconsciente para Lacan no está en el fondo de
una bolsa psíquica, el inconsciente no está en el fondo de un saco del que hay
que ir extrayendo las cosas, extrayendo lo reprimido si no que el inconsciente,
dice Lacan en este punto, se encuentra en las latencias del discurso. Y es de
ese modo que el sueño es la vía regía, es el camino real hacia el inconsciente
y esto es así, hasta tal punto que a veces un único sueño puede llegar a
mostrar todos los elementos del fantasma fundamental del sujeto y así es por
ejemplo en el caso del hombre de los lobos donde en el sueño del hombre de los
lobos está todo.
En el sueño del padre muerto
tenemos por tanto los tres niveles; el nivel del enunciado, línea inferior del
grafo dónde encontramos el estado de muerte del padre “él estaba muerto”, en la
línea superior, que es la del inconsciente, tenemos “él no sabía” y en el
tercer nivel que se sitúa entre la línea que va del deseo al fantasma, dónde se
encuentra el significante elidido, “según su anhelo”. Es aquí donde encontramos
la interpretación, antes lo que tenemos es que el padre estaba muerto y que él
no lo sabía y eso en el texto del sueño, el sujeto dice que está tomado, que
está preso de un gran dolor. Entonces
tenemos que el padre estaba muerto y él no lo sabía y que el sujeto sentía un
afecto de dolor. La interpretación lo que produce es sacar a ese sujeto de esa
representación de tal como se presenta como un afecto de dolor para apuntar a
su falta en ser. ¿Por qué? Porque precisamente la interpretación lo que ha hecho
es poner en juego su deseo, ha apuntado este según su anhelo, ha apuntado a su
deseo, la interpretación ha puesto en la palestra su deseo.
La interpretación pone de
relieve lo absurdo de este dolor, ya que está motivado según el relato del
sueño en la ignorancia del otro. El sujeto se carga con el dolor haciendo
recaer sobre éste lo que él no sabe, o sea su propia ignorancia, la de él, la
del sujeto. Este él no sabía pone en el relato del sueño respecto al padre,
Lacan va a decir que es suya, es él que no sabe, el que no quiere saber. Esto
implica que el sueño es una defensa es una protección ¿ante qué? Lacan dice que
el sujeto se protege de enfrentarse a eso de lo cual la presencia del padre lo
protegía y ahí aparece la significación de la castración, lo protegía de la
castración. Asumir la castración es lo que se pone en juego al final del
análisis, por lo menos al final del análisis freudiano, que era la asunción de
la castración, esta hay que concebirla
como una conquista del análisis y aun así sabemos que no hay asunción sin
resto, nos recuerda Xavier.
En relación a la clínica,
Lacan dice que el neurótico queda muy lejos de la castración, el neurótico no
quiere saber nada de la castración, queda muy lejos del S de A tachado. ¿Por
qué queda lejos? porque el neurótico se encuentra protegido de la castración
por el fantasma, el fantasma lo protege de la castración, es su defensa, es su
escudo es su pantalla, y por tanto el significante de la falta en el otro,
porque la castración es la falta en el significante del otro.
Para concluir este punto,
Xavier nos recuerda la indicación que da Lacan sobre la interpretación, nunca
dar una respuesta precipitada, nunca dar una respuesta prematura sobre cuál es
el deseo que hay en juego ¿Por qué?, porque si nos precipitamos damos, dice
Lacan, la ocasión al sujeto evitar entrar en la estructura fundamental que hace
del objeto del deseo el soporte de una metonimia esencial. Por tanto, debemos
evitar que la interpretación aplaste el deseo.
2. MEDIACIÓN FÁLICA DEL DESEO.
El deseo entonces es una X,
una X capturada en la red significante, la meta de un análisis es restituir el
deseo en el discurso. Interpretar el deseo, es restituir aquello a lo que el
sujeto no puede acceder por sí solo, pero como ya hemos apuntado antes, la
restauración de estos significantes reprimidos no dicen pura y simplemente el
deseo ¿por qué?, una vez más el deseo es incompatible con la palabra, el deseo
por ser metonímico siempre hay fugas, siempre escapa pero lo que si articula a
los significantes reprimidos es la demanda.
El deseo se instituye y se
fija en relación al fantasma. Si el
deseo como comentó Xavier con anterioridad, se sitúa entre los dos
pisos, entre el piso del enunciado y la enunciación la línea de discurso yoico
y la línea del inconsciente; el fantasmas también está entre los dos, el
fantasma es la relación de un sujeto con el objeto. Un objeto, va a decir
Lacan, que tiene un valor electivo ¿qué significa un valor electivo? Significa
un valor otorgado por una elección, y por eso hablamos de elección de objeto, y
la estructura del fantasma proporciona cierta fijación del sujeto respecto al
objeto, es decir que el fantasma sostiene, tiene una función de sostén, al
sujeto dividido, desvanecido frente al objeto.
Este desvanecimiento frente al
objeto, término que Jones, al que hace referencia Lacan en el texto, denominó
afánisis, la observación de Jones es que los sujetos al acercarse al complejo
de castración experimentaban un temor a la desaparición del deseo que llamó
afánisis. Y con ello plateó la castración como una simbolización de la pérdida
del deseo. Lacan dice, hay que tomar las cosas justamente al revés no hay que
sustancializar el temor a la castración y lo que dice es que, el miedo a la
afánisis, a la desaparición del deseo en los sujetos neuróticos, debe
explicarse dentro de la perspectiva de una articulación insuficiente del
complejo de castración y vuelve a utilizar el significante forclusión, vuelve a
decir incluso de una forclusión parcial del complejo de castración. Lo que
descubrió Freud y Lacan está de acuerdo
con esta posición, es la simetría de los sexos en relación al significante
fálico. Se trata de la dialéctica del ser y del tener el falo y lo primero que
hay que tener claro en esta cuestión del falo es, que no se puede serlo y
tenerlo a la vez. La dialéctica del ser y del tener implica eso, no se puede
ser el falo y tenerlo a la vez. Mientras
que para el hombre, en este momento de la enseñanza, si lo tiene, no puede
serlo, para la mujer, lo que se plantea
es, ella es el falo sin tenerlo. Lo que da a la posición femenina su
trascendencia.
Xavier nos recuerda que el psicoanálisis nos enseña que el deseo de
vivir se pone en juego en la vivencia subjetiva de cada uno, de cada sujeto y
que este cuenta mucho, hasta el punto
que hay un impulso vital es propio del deseo, el sujeto humano en cierta manera
teme que le falte y es por eso que el sujeto humano teme también satisfacer su
deseo. Pero añade otra razón, el sujeto humano teme satisfacer su deseo también
fundamentalmente porque cuando está a punto de satisfacerlo aparece otro temor
también que es teme que la satisfacción del deseo en lo sucesivo lo haga
dependiente del otro que lo satisface. Esto apunta directamente al fantasma,
esta dependencia del otro es el modo en el que se presenta en el fantasma lo
que el sujeto teme, lo que lo hace apartarse de la satisfacción del deseo.
3. FANTASMA “PEGAN A UN NIÑO”.
En este punto Xavier nos trató
de mostrar, por qué el fantasma se suspende al deseo, para ello utilizará de
nuevo una referencia de los textos freudianos, en este caso “pegan a un niño”
ya que para Lacan será el más elemental de los fantasmas.
Como sabemos tenemos tres
tiempos, en el primero, “el padre pega a un niño”, un niño que yo odio, desvalorizado, privado de
amor, en el segundo tiempo, “yo soy pegado por el padre” el niño pegado es el
que fantasea la escena, y él experimenta además un gran placer, de ahí que sea
considerada esta, la fórmula del masoquismo primordial. Para todo fantasma hay
una escena, en esta fase, la del masoquismo primordial, es la representación
por parte del sujeto de una serie de experiencias imaginadas cuyo limite radica
en que él es pura y simplemente tratado como un objeto, como una cosa, como
algo con lo que se comercia, se vende, se maltrata, se anula toda posibilidad
de captarse como libre, como autónomo.
En la tercera fase, el niño
encuentra un equilibrio, aquí la frase es “se pega a un niño” , aquí no está
muy claro quién pega, pero el niño que fantasea la escena
tampoco está muy claro donde está, tiene una posición oscilante. Sabemos que
está presente aun cuando el niño pegado eso otro porque es el guionista del
fantasma, es el productor y Lacan lo que va a señalar en este punto es que el
fantasma sirve precisamente de soporte del deseo en la realización
masturbatoria. el afecto recae sobre la imagen fantaseada del partenaire y el
sujeto, va a decir Lacan, ¿dónde está el sujeto?, ni el niño ni el partenaire,
está entre ambos. Pero en verdad, dice Lacan, el sujeto es el instrumento
empleado para golpear. Si antes el sujeto era el dolor aquí es el instrumento.
Xavier nos recuerda que
estamos en los primeros esbozos del fantasma y que no será hasta el seminario
XIV que la teoría quede desplegada. A continuación hará una referencia las tres
vertientes del fantasma, a saber,
imaginaria (las fantasías que el sujeto se construye para obtener
placer; simbólica (donde tenemos la
frase del fantasma, en el ejemplo anterior, “pegan a un niño” puede transformarse
en mi padre, en el partenaire…); y real dónde se pide al otro que responda en
términos de pulsión y es así como el sujeto toma función de objeto en el
fantasma. La pregunta ¿qué quiere el otro? siempre puede despertar la angustia
del sujeto. La respuesta fantasmática será “quiere tal cosa”.
4. MENSAJE DE LA TOSECILLA.
Para este apartado Xavier nos
introduce en el paciente de Ella Sharpe, caso al que Lacan dedicará 5 capítulos
de su seminario 6, de ahí que Xavier nos ponga en aviso de la importancia que da Lacan a dicho texto. Puesto que el
capítulo 8 es introductorio, Xavier decidió centrarse en la parte
correspondiente a la tosecilla.
Sin entrar a comentar el
texto, hay algo que el sujeto presenta
que va a llamar la atención del analista y que es, que desde hace un tiempo, el
paciente antes de entrar a la consulta emite dice la más discreta de las toses.
Esta tos, mientras la analista piensa que no debe interpretarse, Lacan opina lo
contrario, dice, esa tosecita es un mensaje y tiene una dimensión por tanto
simbólica y significante es decir que pertenece al registro de lo vocal.
Posteriormente, para sorpresa del analista esta tos es llevada a sesión por el
propio paciente y el paciente dice “estuve pensando en esa tosecita” y cuenta
que es una tos que no puede controlar y que eso lo irrita mucho y se pregunta
el mismo paciente por su sentido. Al preguntar la analista sobre la
significación de la misma, el paciente hace cuatro asociaciones: una evoca la idea de dos amantes juntos; dos
el rechazo de una fantasía sexual concerniente al analista; tres fantasma de
encontrarse donde no debería estar y de ladrar como un perro; y cuatro
evocación del recuerdo de masturbar un perro. Dichas asociaciones están
relacionadas a un sueño que el paciente relata posteriormente, de ahí que Lacan
concluya que efectivamente la tos es un mensaje para la analista. Dicha tos, no
deja de ser un interrogante sobre el otro, y plantear dicha cuestión demuestra
que el paciente está en análisis. Decir, “qué quiere el otro de mi” lleva al
segundo vector del grafo del deseo, allí donde se sítúa el psicoanálisis.
Lacan señala que no es eso lo
más importante, que la clave está en el tercero que se acerca, el tercero que
se las arregla para incomodar, en la tos, en el sueño, en el recuerdo
infantil... Por tanto lo que va a decir
Lacan, es no es una cuestión de dos sino de tres. Cuando el tercero está afuera
hay dos que están juntos, cuando el tercero entra dos se separan, en realidad
lo que tienen que retener, nos recuerda Xavier, es que él mismo está incluido
en la pareja de amantes como muestra la escena del perro masturbándose contra
su pierna.
Finalmente ¿qué nos dice el
sujeto? Que son cosas que él no pensaría de la analista y sin embargo, ahí
están, por eso la crítica de Lacan, el sujeto no quiere saber de la castración
del otro, del analista, la cual no perturba
suficientemente la defensa.
Reseña de la presentación de
Anna Aromí de los capítulos 9 al 12 del Seminario 6 de Jacques Lacan: El deseo
y su interpretación, en el Seminario del Campo Freudiano en Granada el 16 de
enero de 2016.
El inicio del seminario 6 está
plagado de sueños. El camino que observamos es el de la interpretación de los
sueños de Freud a la interpretación del deseo de Lacan, movimiento en el que se
formaliza el objeto causa del deseo.
El recorrido del deseo implica
el salto del enunciado a la enunciación, lugar del sujeto. ¿Sabe un sujeto lo
que dice cuando habla? Este camino supone abrir el campo de la interrogación,
paralelo al del deseo. “¿Qué quiere decir esta tosecilla?” se preguntaba el
paciente de Ella Sharpe. “¿Qué habla dentro de mí que no soy yo?” En la
enunciación está la fórmula general del enigma.
El sueño, como enunciación, se
produce para el análisis y es portador
de un mensaje. ¿Qué verdad escondida hay en esto que el analizante dice? Ella
Sharpe no puede ubicar algo vivo del paciente, la tosecilla, y el paciente
produce un sueño a costa de esta tos. La resistencia está del lado de la
analista en este caso. Sabe cosas pero
no puede ir más allá de donde su propia teoría le deja.
Allí donde Ella Sharpe
construye fantasías, Lacan formaliza el fantasma como una estructura: el campo
del sujeto y el campo del objeto. Lo que está delante y detrás de la puerta.
La hora de la verdad es la
hora del deseo y además es una hora inquietante. No es serena, no es pacífica,
al contrario: la hora del deseo es el renacer de la tensión, momento en que el
sujeto no tiene dónde agarrarse. Y esto, aunque parezca mentira, no depende del
padre y del Edipo. El padre es el que puede asegurar la respuesta del deseo de
la madre... pero no hay Otro del Otro, no hay un padre último que de cuenta del
deseo.
¿cómo atrapamos el deseo
entonces? Freud atrapa el deseo con el sueño: en el sueño hay una x, una
incógnita: el objeto.
Lacan busca otros
instrumentos, y uno de ellos es el grafo que tiene forma de anzuelo. Pero este
grafo gira en torno a un agujero, un vacío central. ¿Qué delimita el deseo del
sujeto? Delimita la posición del sujeto frente a cierto objeto intermedio,
entre una pura y simple significación asumida, clara, transparente para él -S(A)-
y por otro lado algo cerrado, enigmático, que no es del todo un fantasma, que
no es una necesidad, que no es un empuje ni un feeling sino que siempre es del
orden del significante en calidad de tal, aunque enigmático.
¿Qué guía tenemos para
descifrar el enigma? No solo el sueño sino también el fantasma detrás de la
puerta, donde está el goce, imposible de decir. El fantasma viene a construir
algo en relación a ese goce porque el deseo del Otro es siempre un enigma al
estar el niño entre la madre y la mujer. En el fantasma o se está como sujeto o
se está como objeto, y obviamente esto es un equilibrio inestable en tanto que
del deseo no podemos estar seguros: el deseo del Otro es siempre un
enigma.
La teoría kleiniana cae del
lado del objeto. Así los objetos están claros. El problema es la omnipotencia
del niño y su castración. En la teoría lacaniana el objeto nunca está claro y
la omnipotencia en juego no es la del niño, es la de la madre: la castración
del Otro. La insatisfacción de la madre en cuanto mujer. El gran aporte del psicoanálisis no es la
castración del sujeto, esto se sabía desde mucho antes del psicoanálisis. Es la
castración del Otro, no hay Otro del Otro. El sujeto está enfermo para no
recordar la castración del Otro. ¿Porqué? Porque con el Otro completo no hay
que aportar la propia castración para el goce.
Si el Otro está completo, el
sujeto no tiene lugar. Si el Otro no está completo, el sujeto se ofrece para
completarlo. ¿cómo hacer entonces para construir un Otro incompleto pero para el
que el sujeto no tenga que ofrecerse?
Hay una responsabilidad del
analista, que es pasar del primer piso del grafo, del enunciado, a la
enunciación. ¿Cómo pasar al segundo piso? Depende de que alguien lo abra y esto
implica además abrir el campo del deseo,
que no es sin consecuencias. La potencia del Otro es la potencia del lenguaje y
la operación de la alienación hace, para el neurótico, que el lenguaje sea un
Otro completo. El análisis pasa por la manipulación del lenguaje, tal como
hacen los niños. El Otro al principio debe ser completo para ser descompletado.
No se puede iniciar un análisis por el final, sino por el principio. Y al
principio hay enunciados, que es sugestión. Los enunciados más interesantes son
aquellos que dicen algo del deseo, que aparecen al margen de la voluntad de
decir: en los resquebrajamientos de la cadena significante. El acto de enunciar
a fin de cuentas intenta taponar la duda con su certeza. Por eso los lapsus, el
chiste, los síntomas, vienen a dar una certeza allí donde se abre la duda,
donde la duda viene. La enunciación, en el piso superior del grafo, implica
duda frente a la certeza del piso inferior, el del enunciado. Entre medias se
ubica el deseo y el fantasma.
.
El psicoanálisis no se trata
de comprender sino de jugar. Jugar con las cadenas significantes, jugar con los
elementos. Por eso el fantasma se construye, no se comprende.
El goce es incompatible con la
palabra y el psicoanálisis es cuestión de goce, no de palabra. El final de un
análisis es hacer soportable la imposibilidad del goce y hacerlo soportable por
medio del amor y el deseo, lo que no se produce sin una caída que se consigue
perturbando las defensas, pasando por la angustia, destruyendo el fantasma y dejándolo caer
para, al final, llegar a la imposibilidad del goce y al contento que acertamos
a encontrar en satisfacciones parciales por medio del deseo. El deseo del
analista entonces es dejar un hueco, un deseo vacío, deseo de nada, para que el
sujeto se pregunte por el enigma del deseo, ¿qué quiere?, para que construya su
fantasma.
Al final de este recorrido lo
que se obtiene es un cambio de posiciones: poner el a delante , no detrás, de
la fórmula del fantasma.
$ ◊ a ---- a
◊ $
Pasar del objeto del deseo al
objeto que causa el deseo del sujeto. La pregunta del inicio, ¿con qué objeto
me completo?, pasa al final a ¿cual es la causa de mi deseo? ¿Qué me empuja a
mí a gozar? Pasan cosas en la transferencia porque ya no es el sujeto
completándose con el psicoanalista sino el sujeto dividido por el psicoanálisis
mismo. Es el camino del deseo del Otro al deseo propio. Esto nos da la entrada
para Hamlet.
Reseña de la presentación de
Guy Briole de los capítulos 13 al 16 del Seminario 6 de Jacques Lacan: El deseo
y su interpretación, en el Seminario del Campo Freudiano en Granada el 20 de
febrero de 2016.
RESEÑA ABREVIADA
En la conferencia que Eric
Laurent pronunció en las XXII Jornadas de la EOL “Lo real en el análisis”,1
resalta algo que clarifica el interés
que Lacan muestra en el seminario 6 sobre la figura de Hamlet.
Dice E. Laurent: “Lacan
recurre a Hamlet no solo porque ilumina la lucha del héroe con el padre, sino
porque Shakespeare trata el problema del deseo como tal más allá de todo
imperativo vinculado al padre. Lacan se pregunta sobre el deseo que hay en
Hamlet ¿quién es este sujeto que habla en
busca de su deseo?
Eric Laurent, con Lacan, ubica
a Hamlet fuera de las referencias al orden simbólico, al orden del padre, lo
sitúa, más bien, en el desorden de lo simbólico.
Las lecciones que dedicó a
Hamlet ilustran la posición tomada por Lacan en el destino del psicoanálisis y
anticipan los contenidos que desarrolló en los dos seminarios siguientes “La
ética del psicoanálisis”, donde aparece la cuestión del goce y “La
transferencia” como el lugar del amor.
Guy Briole, en esta sesión de
trabajo, abordó los capítulos XIII al XVI recordando cómo en 1958-1959 Lacan trabaja la cuestión
del deseo alrededor de Edipo y Hamlet como paradigmas del deseo. Es el año del
deseo y su interpretación, título del seminario; interpretación en dos
sentidos, en el sentido de la comprensión, es decir, qué entendemos por deseo y también por práctica, el acto, interpretar el deseo
en el acto. En el título de este seminario hay que percibir estas dos
orientaciones.
En estos 3 años Lacan trabaja
sobre los conceptos, deseo y amor. Nos
recuerda Briole que el objetivo de Lacan en estos 3 años fue la práctica, la
dirección de la cura, tratando de precisar qué es el acto.
Este seminario nos hace entrar
en la obra de Shakespeare de una manera totalmente original.
HAMLET
Hamlet es la herencia de un
malentendido, un malentendido que va más allá del malentendido que contiene el
lenguaje, no se refiere a la verdad o no, de lo que se trata es cómo realizar
la venganza prometida al padre habiendo heredado el malentendido.
En el encuentro de Hamlet con
el espectro de su padre, hay lo imprevisible, lo inédito, el inimaginable que
se realiza, no hay ninguna anticipación para Hamlet.
Hay una falta, un
agujero, eso es lo que subraya Lacan siempre en Hamlet, no
hay nada, ninguna indicación a Hamlet de cómo debe realizar la venganza, nada sobre el acto, en el centro
del malentendido hay una falta.
Es el Hamlet engañado, privado
de padre, privado del trono por esta boda, avergonzado por su madre que él quería enlutada, es aquí finalmente donde se instala la duda y la
ambigüedad de lo transmitido por el
padre.
Hamlet se detiene ante su acto
no por miedo, sino porque sabe que a quien tiene que castigar no es al ser
despreciable de su tío usurpador, si no a Claudio en tanto hombre que encarna
mejor que nadie la potencia fálica. Alguien que no se siente sometido a ninguna
regla y se burla de los límites tan propios de la condición humana.
Por tanto Hamlet no ha
recibido ninguna indicación precisa para regular su conducta, la doble
determinación que debe sostener frente a su madre y Claudio debe
inventarla sobre el fondo de un
malentendido que está en la herencia que recibe. No para de preguntarse ¡qué
hacer! esto hizo evocar a Freud la inhibición de Hamlet, ese qué hacer se prolonga
de manera infinita, su procrastinación2.
Incluso Shakespeare juega con
el equívoco de los significantes, de tal manera que enseña que el malentendido
está incluido en la estructura misma del lenguaje.
El rey ha sido matado por un
veneno vertido en la oreja, malentendido llevado por el lenguaje que no
comporta ningún significante que regulara la cuestión del deseo, ni tampoco
daría cuenta del sexo, es decir, se podría hacer una relectura de Hamlet a
partir del parletre, aunque en esta
época la lectura que hace
Lacan es a partir del sujeto,
pero podemos ver cómo finalmente hay una modernidad, una anticipación de la que
se podría hacer una lectura a partir de la clínica del parletre, de la
implicación, de cómo se junta el cuerpo finalmente con el inconsciente.
La cuestión de qué inventar en
relación con esta herencia es el corazón
de la problemática del deseo de Hamlet.
Lacan hace a Hamlet el
prototipo del heredero moderno del malentendido.
En efecto a la ley del lenguaje le falta siempre un
significante, este es el credo de la primera enseñanza de Lacan. La falta que
Freud buscará del lado histórico de un parricidio culpable es la falta de un
significante en el lenguaje, eso para dar cuenta de lo sexual.
¿Qué falta en el lenguaje?
¿Cuál es el significante que falta? el falo responde Lacan, el falo es la
significación inducida por el Nombre del Padre, lo que hace que lo sexual sea
articulado metafóricamente al lenguaje.
Es precisamente el hecho de no
hacer el duelo de lo que le falta al lenguaje, lo que hace imposible a Hamlet la invención de un
saber hacer con esta herencia que debe asumir, Hamlet no logra decidirse al
acto, se queda siempre en el decir, dice Lacan.
Matar le parece algo muy
simple y dice en el acto V escena 2: “la
vida de un hombre se apaga en un soplo, solo el momento de decir uno”, esto es
extraordinario cuando sabemos el destino que tiene la cuestión del Uno en
Lacan.
La ficción que Hamlet busca es
golpear a Claudio hacia quien está orientado el deseo de la madre3.
Dice Lacan, p. 270: Con
seguridad, todo en Hamlet está de acuerdo para que él actúe y no actúa. Es
Obvio que aquí empieza el problema.
Hay que precisar que el acto
de Hamlet no tiene una explicación psicológica o sociológica, ni siquiera en
una estructura clínica, tiene explicación en la estructuración misma de la
obra, hay que salir de la relación imaginaria para poder entender lo que
bloquea el acto de Hamlet.
Como Lacan plantea la cuestión
de Hamlet es una cuestión de deseo, no lo relaciona como Freud con la cuestión
edípica, no es una estructura clínica.
Lacan critica las diferentes
interpretaciones que se hacen desde Edipo a Hamlet proponiendo en la p. 268 el
método clásico, por comparación, señalando las diferencias entre Edipo y Hamlet
EDIPO HAMLET
-No sabe del padre -El padre
sabe y lo dice a Hamlet
-El anuncio viene del
oráculo -Es el Padre quien
revela lo que ha pasado
-El crimen es inconsciente
y -El crimen es un saber del padre y del hijo
Cuando Edipo sabe lo que ha pero queda lo reprimido, esa es una de las
Hecho
viene el autocastigo
fuentes de la procrastinación de
Hamlet.
-El drama en Edipo está
hasta -El drama es conocido
al inicio, por eso la
La solución
final elección
ser o no ser, elige el ser, una elección
Forzada, el hecho de conocer no le deja
Retroceder, solamente procrastinar
Por otra parte Lacan presenta
a Ofelia como un brote a punto de abrirse, Ofelia abriéndose a la vida, aunque
finalmente va a estar, ella también, borrada de toda la historia. Ofelia
interroga el secreto del deseo.
Notas:
1 Eric Laurent, Conferencia
pronunciada en las XXII Jornadas anuales
de la EOL: “Lo real en el análisis”. Buenos Aires, 24 de noviembre de 2013.
2.- Si el acto es llegar allí,
Hamlet no lo hace. La posición de Hamlet en relación a su acto es el de una
procrastinación. (Diferir, aplazar) Lo pospone. Realizar el acto sería hacer
una elección. Pues bien, él duda. Acto III, escena I – Hamlet es prisionero del
infierno de una elección: “Ser o no ser, esa es la cuestión”. “He aquí la
reflexión que da existencia tan larga al infortunio.” El pensamiento, en
efecto, suspende la acción. “La conciencia hace de todos nosotros unos
cobardes”.
3 Se trata claramente de su
deseo hacia ella. Lo que frena a Hamlet, en realidad, según Lacan, es que hay
algo fuerte que liga a su madre con el asesino de su padre. Adelanta, en este
sentido, que Claudio encarna, a los ojos de Hamlet, el falo real y que, en
consecuencia, se trata de este falo real al que se castiga. Si Hamlet retiene
su brazo es porque sabe que lo que se ha de castigar no es ese personaje que él
desprecia (A king is a thing of nothing), sino al significante de la potencia.
María Cruz Rodríguez
RESEÑA AMPLIADA
Briole nos propone hacer una
introducción, en la que agrupará las
ideas principales desarrolladas en estos 4 capítulos centrados en la cuestión
del malentendido, punto fundamental en estas clases, después retomará los
puntos que sobresalen en cada capítulo.
En el centro de estos 4 capítulos está el trabajo de Lacan en torno a la figura de
Hamlet.
En 1958-1959 Lacan trabaja la
cuestión del deseo, alrededor de Edipo y de Hamlet como paradigmas de la
cuestión del deseo. Es el año del deseo y su interpretación, título del
seminario; interpretación en dos sentidos, en el sentido de la comprensión, qué entendemos por deseo y también por práctica, el acto, interpretar el deseo
en el acto. Ya en el título de este seminario hay que percibir estas das
orientaciones.
Algunas perspectivas
-Lo referido en torno al deseo
y su interpretación, 1958/1959.
-Al año siguiente, 1959/1960
es el año del seminario “La ética del psicoanálisis”, es el año en el que
aparece la cuestión del goce, la heroína de este seminario es Antígona y se
plantearán los límites del acto.
-En 1960/1961, es el año de la
transferencia, año del amor, con dos personajes centrales de la obra de Paul
Claudel (1), que son Sygne de
Coûfontaine y Penseé de Coûfontaine, es el año del amor de transferencia, es
decir, que la transferencia es el lugar del amor, un amor particular, un amor
al saber. Ayer tomamos la cuestión del
deseo y del amor, vemos que en estos 3 años Lacan trabaja particularmente estos
conceptos y también quiero subrayar que
en estos 3 años el objetivo de Lacan, es la práctica, la dirección de la cura,
tratando de precisar qué es el acto.
Lacan en estos trabajos insiste en lo trágico de los personajes, por
ejemplo en la Introducción a, Lov. V. Stain, obra de Margarite Duras (2), nos
habla de la anticipación del creador, no tenemos que interpretar al creador
sino que es su obra la que nos dice cómo nos interpreta a nosotros mismos. Ayer
os mencionaba a Catherine Millet, la cuestión no es interpretar a Catherine
Millet, se trata de saber cómo la obra misma de Catherine Millet nos
interpreta, nos interpela. Lacan nos
trae las tragedias de personajes como Edipo, Hamlet, Antígona, Sygne de
Coûfontaine y Penseé, figuras fundamentales de la literatura universal.
Lacan, en este seminario nos hace entrar en la
obra de Shakespeare de una manera totalmente
original, no hay un director de teatro que preparando esta obra no se
haya referido al trabajo de Lacan sobre el personaje de Hamlet, es un trabajo fundamental.
HAMLET
Hamlet es la herencia de un
malentendido, un malentendido que va más allá del malentendido que contiene el
lenguaje, por eso es tan compleja la cuestión del deseo en Hamlet. El
malentendido no se refiere a la verdad o
no, de lo que se trata es de cómo
realizar la venganza del padre, la venganza prometida al padre.
En el encuentro de Hamlet con
el espectro de su padre, hay lo imprevisible, lo inédito, el inimaginable que
se realiza, no hay ninguna anticipación para Hamlet.
Hamlet, página 37 dice a sus
amigos, Horacio y Marcelo: “Los manjares
cocidos para la mesa del duelo
sirvieron de fiambres en la mesa nupcial”,
en ese momento Hamlet no está tomado por la duda, es lo que oye del espectro de su padre, es la revelación del padre, es esta
cosa puesta en la oreja del padre que rebela una verdad muy embarazosa a la que
Hamlet no contesta, algo pasa por la
oreja del padre que lo envenena y lo lleva a la muerte, es ese el destino de
Hamlet, algo que escucha del espectro
del padre y que va a llevarlo hasta su
destino final, hasta su muerte. (3)
El Hamlet engañado, privado de
padre, privado del trono por esta boda, avergonzado por su madre que él quería enlutada, es aquí finalmente que se instala la duda y la
ambigüedad de lo que transmite el padre. Hay una falta, un agujero, eso es
lo que subraya Lacan siempre, no hay nada, ninguna indicación a Hamlet
de cómo debe realizar la venganza, nada
sobre el acto, en el centro del malentendido hay una falta.
En diciembre de 1896 Freud
escribe a Fliess lo siguiente: “lo que hay esencialmente nuevo en el
descubrimiento es que eso constituye el
corazón del inconsciente, el objeto causa del deseo es un agujero en el
lenguaje”.
Este punto del texto
freudiano, Lacan lo retoma y va a ser el
centro de la construcción de su primera
enseñanza, el inconsciente estructurado como un lenguaje y finalmente un agujero
en el centro del lenguaje, estas reflexiones
pertenecen a la primera enseñanza de Lacan.
Lacan recoge, en su primera
lección sobre Hamlet, del trabajo de Freud “Die Traumdeutung” el agujero en el
lenguaje inesperado y lo retomará en la categoría de lo simbólico que promueve;
esta época es muy rica en Francia, intelectuales se entrecruzan trabajos de Lacan, de Lévy Strauss, de Foucault y
muchos otros, es una época de intelectuales que tienen influencia en el
pensamiento de Francia y más allá, en cualquier lugar del mundo se trabajan estos efectos y lo vivimos también en
nuestros análisis.
En 1953 Lacan hace de ello el
Otro de lo simbólico, el Otro de las leyes del lenguaje, en los Escritos
2, pág. 635, “Para nosotros el sujeto
tiene que surgir del dato de los significantes que lo recubren en un Otro que
es su lugar transcendental, por lo cual se constituye en una existencia
donde es posible el vector manifiestamente constituyente del campo freudiano de
la experiencia: a saber, lo que él llama
el deseo”.
En el seminario que trabajamos
hoy Lacan elige, antes de construir la alienación al Otro, el simbólico del
malentendido. El malentendido está en el centro de la herencia que recibe
Hamlet, la cuestión está en ¡qué hacer!, Hamlet no para de preguntarse ¡qué
hacer!, es lo que hizo evocar a Freud la inhibición de Hamlet, ese qué hacer se
prolonga de manera infinita, su procrastinación (4).
Hamlet no ha recibido ninguna
indicación precisa para regular su conducta, la doble determinación que debe
sostener frente a su madre y Claudio, esa doble determinación finalmente Hamlet
debe inventarla y debe hacerlo sobre el fondo de un malentendido fundamental,
incluso Shakespeare juega con el equívoco de los significantes, de tal manera
que enseña que el malentendido está incluido en la estructura misma del
lenguaje, esto ya está en Shakespeare el malentendido llevado por el cuerpo, (Próximo Congreso de AMP).
El rey ha sido matado por un
veneno vertido en la oreja, malentendido llevado por el lenguaje que no
comporta ningún significante que regularía la cuestión del deseo, ni tampoco
daría cuenta del sexo, es decir, se podría hacer una relectura de Hamlet a
partir del parletre, aunque en esta
época Lacan hace una lectura a partir del sujeto, pero podemos ver cómo
finalmente hay una modernidad, una anticipación de la que se podría hacer una
lectura a partir del clínica del parletre, de la implicación, de cómo se junta
el cuerpo finalmente con el inconsciente.
“Condenado a ser errante hasta
que estén extinguidos y purgados los torpes crímenes que en vida cometí”, esta
es una autoacusación del padre
frente al hijo, le pide vengarse
de la infidelidad de su mujer, pero también le confiesa que él
fue infiel, es decir, que este padre no es sin falta, no es sin falta tiene estos sentidos, es algo
entre la falta, la culpabilidad, el defecto, el fallo, tiene todos estos
sentidos.
Lacan hace a Hamlet el
prototipo del heredero moderno del malentendido.
En efecto a la ley del
lenguaje le falta siempre un significante, este es el credo de la primera enseñanza
de Lacan. La falta que Freud buscará del lado histórico de un parricidio
culpable es la falta de un significante en el lenguaje, eso para dar cuenta de
lo sexual.
No hay, dice Lacan, ningún
significante que pueda responder de lo que soy,
hace falta un significante a nivel del Otro S(A/), Lacan no duda en
calificar este punto, como “el gran secreto del psicoanálisis”. Forzando al
sujeto moderno sin Dios ni transcendencia, como lo era Edipo, a construir una
ética de deseo (5), una ética según la cual tendrá que inventar su modo de
heredar del malentendido.
Esto es fundamental para el
psicoanálisis. Aunque uno herede un malentendido, no deja de ser responsable de sus actos,
cuando Hamlet se dirige a unos y a otros para saber qué conducta debe sostener,
antes que todo debe hacerse responsable de sus propios actos, (Aunque Hamlet no
está en análisis).
La cuestión de qué inventar en
relación con esta herencia es el corazón de la problemática del deseo de
Hamlet.
¿Qué falta en el lenguaje?
¿Cuál es el significante que falta? el falo responde Lacan, el falo es la
significación inducida por el Nombre del Padre, lo que hace que lo sexual sea
articulado metafóricamente al lenguaje.
La ficción que Hamlet busca es
golpear a Claudio hacia quien está orientado el deseo de la madre (6).
No es el miedo que le impide a
Hamlet irradicar el malentendido de este nuevo casamiento, es el hecho de que
es imposible alcanzar la ficción que articula el malentendido, es un
entrecruzamiento, no es una relación de causalidad sencilla.
Es precisamente el hecho de no
hacer el duelo de lo que le falta al lenguaje, lo que hace imposible a Hamlet la invención de un
saber hacer con esta herencia que debe asumir, Hamlet no logra decidirse al
acto, se queda siempre en el decir, dice Lacan.
Matar le parece algo muy
simple a Hamlet y dice en el acto V escena 2: “la vida de un hombre se apaga en
un soplo, solo el momento de decir uno”, esto es extraordinario cuando sabemos
el destino que tiene la cuestión del Uno en Lacan.
En ese loco frenesí que lo
embarga Hamlet hiere a Laertes, su madre muere al beber la copa envenenada que
el rey había destinado para Hamlet y él clama la traición, pide que salga la
luz y es Laertes quien antes de morir revela la culpabilidad de Claudio, el
rey, Hamlet en ese momento atraviesa al rey con su espada, todos los
protagonistas finalmente están muertos,
Hamlet que también está envenenado porque se pinchó con la punta de la espada,
vive sus últimos momentos, sin embargo la cuestión de la impunidad no está
resuelta y Hamlet exige a su amigo Horacio, que quiere matarse, que permanezca
entre los vivos, (Acto V-Escena 2) “explica mi conducta y justifícame ante los
ojos del que ignore”, hay que
justificar acto.
EDIPO
HAMLET
-No sabe del padre -El padre
sabe y lo dice a Hamlet
-El anuncio viene del
oráculo -Es el Padre quien revela lo que ha
pasado
-El crimen es inconsciente
y -El crimen es un
saber del padre y del hijo
cuándo Edipo sabe lo que ha pero queda lo reprimido, esa es una de las
hecho
viene el autocastigo
fuentes de la procrastinación de
Hamlet.
-El drama en Edipo está
hasta -El drama es conocido
al inicio, por eso la
la solución
final elección
ser o no ser, elige el ser, una elección
Forzada, el hecho de conocer no
le deja
Retroceder, solamente procrastinar
Dice Lacan, p. 270: “Con
seguridad, todo en Hamlet está de acuerdo para que él actúe y no actúa”. “Es
Obvio que aquí empieza el problema”.
Algo no va bien en el deseo de
Hamlet, hay un cambio en el deseo de Hamlet, Lacan lo atribuye al acto que debe
cumplir.
Notas:
1.- Claudel, Paul, 1868-1955.
Diplomático y poeta francés. Al presentar la trilogía de Paul Claudel, Lacan
nos dice que la releyó tratando de aprender algo más sobre el objeto del deseo.
En esta obra, que abarca tres: El rehén, El pan duro, y El padre humillado,
Claudel va a presentar el drama del deseo humano.
2.- Le ravissement de Lol V.
Stein, Gallimard, 1964.Tr.: El arrebato de Lol V. Stein. Tusquets, Barcelona
1987 El arrebato de Lol V. Stein es un excelente texto clínico. Lacan dijo que
en él Marguerite Duras demuestra un conocimiento original de la perturbación de
la alienación mental y relata mejor que todos los informes psiquiátricos un
delirio clínicamente perfecto.
3.- ¿Cuál es este veneno? ¿A
qué ser refiere? ¿A qué palabras malévolas? No se sabe. Pero si hay alguien que
es envenenado por el oído, señala Lacan, ese es Hamlet. El veneno para él es la
palabra de su padre muerto, palabra que lo responsabiliza en función de un
hacer.
4.- Si el acto es llegar allí,
Hamlet no lo hace. La posición de Hamlet en relación a su acto es el de una
procrastinación.(Diferir, aplazar) Lo pospone. Realizar el acto sería hacer una
elección. Pues bien, él duda. Acto III, escena I – Hamlet es prisionero del
infierno de una elección: “Ser o no ser, esa es la cuestión”. “He aquí la
reflexión que da existencia tal larga al infortunio.”, afirma. El pensamiento,
en efecto, suspende la acción. “La conciencia hace de todos nosotros unos
cobardes”.
5.- Lacan dice así que si el acto de Hamlet encuentra la razón
de su suspenso en su relación al deseo, resta descubrir, en consecuencia, de
qué se trata realmente. Freud había dicho del Edipo de Sófocles que es “una
tragedia del destino”. Lacan considera que para él el Hamlet de Shakespeare es
“una tragedia del deseo”: “Hay algo que no va en el deseo de Hamlet.”
6.- Se trata claramente de su
deseo hacia ella. Lo que frena a Hamlet, en realidad, según Lacan, es que hay
algo fuerte que liga a su madre con el asesino de su padre. Adelanta, en este
sentido, que Claudio encarna, a los ojos de Hamlet, el falo real y que, en
consecuencia, se trata de este falo real al que se castiga. Si Hamlet retiene
su brazo es porque sabe que lo que se ha de castigar no es ese personaje que él
desprecia (A king is a thing of nothing), sino al significante de la potencia.
Reseña de la presentación de
Marco Focchi de los capítulos 17 al 19 del Seminario 6 de Jacques Lacan: El
deseo y su interpretación, en el Seminario del Campo Freudiano en Granada el 19
de marzo de 2016.
HAMLET.- ¡Economía, Horacio,
economía!
Preparando estas notas me
ronea la idea de si el “asunto de Hamlet”, en sentido amplio, sea –maybe– que
las derivas de la Economía (o el Estado) corran simultáneamente paralelas –cual
trazos del enunciado y la enunciación– a las derivas o economía del Deseo. De
ahí –maybe– que ni el Estado ni el hombre sean hedonistas, busquen su bien:
Hamlet muere y el reino queda a merced de Fortinbrás.
Comoquiera que sea, siguiendo
a Focchi, pasemos a detallar/distinguir Dr. Lacan´s Hamlet versus Dr. Freud´s.
Peina Marco F. tres grandes lecturas del Hamlet que se extienden a partir del
horizonte postromántico: la prefreudiana, representada por Coleridge y sobre
todo por Goethe, que dramáticamente se corresponde con la versión de Vitorio
Gassman; la freudiana/postreudiana clásica, a la que se ciñe la versión de
Laurence Olivier; y la lacaniana, a la que (en distintos registros estéticos)
serían fieles tanto la versión de Kenneth Branagh como la de Carmelo Bene.
Groso modo, las lecturas se
materializan en dos grandes tipologías del personaje. El Hamlet pusilánime,
débil, frágil, demasiado elegante, delicado, noble para contener en sí mismo
semejante acción-horror (la venganza), aristocráticamente
etéreo-parlanchín-filósofo y al que la sobrecarga de pensamientos impide la
acción: Goethe´s Hamlet, que de un plumazo descarta, revitaliza Freud cuando
señala que es bien capaz, cuando quiere, de matar: atravesar a Polonio y enviar
a Rosencrantz y Guildenstern a engrosar el festín de los gusanos. Freud´s
Hamlet da pues el pasaje a un Hamlet enérgico, fuerte, vigoroso (-osamente
neurótico), que no sube a escena el antagonismo pensamiento-acción, sino el
DESEO como CONFLICTO, contradicción, NEUROSIS y en la que el titubeo, la duda, el
obstáculo se ancla a lo más retoño del deseo: la castración-el complejo de
Edipo.
Lacan´s Hamlet es
sustancialmente la lectura de Freud, a la que aporta 5 o 6 zancadas adelante,
con el trasfondo del seminario anterior (V): los desarrollos de la metáfora
paterna, el falo y la novedad fundamental –respeto a Freud– de la castración
como castración del Otro y donde la intervención del padre tiene la función de
separar al sujeto-niño de ser el falo de la madre. La clave lacaniana del
“asunto” de Hamlet es la RELACIÓN con el FALO: no se trata del problema
freudiano –tenerlo o no tenerlo–, sino el de To be or not to be… What?: el
falo. En la lectura de Freud, Hamlet presenta –bajo distinta elaboración– la
misma estructura subyacente que Edipo rey, la clave del titubeo de Hamlet para
acometer su acción radica en el deseo POR la madre. No puede vengarse contra
Claudio porque tendría que matar al hombre que ha cometido lo que él mismo
querría hacer (la fantasía infantil de matar al padre y ocupar su lugar junto a
la madre); y el horror-honor que debería empujarlo a la venganza es sustituido
por escrúpulos y remordimientos de conciencia. Ese mismo acento erótico,
explica MF, es el que asoma entre Hamlet y Gertrudis en la escena de alcoba
[Escena IV-Acto III] que monta L. Olivier, donde H. maneja la daga como un falo
moviéndose sobre el cuerpo de ella sugiriendo algo híbrido entre el asesinato y
la violación (extraño titubeo!).
A la contra, una puesta en
escena y lectura bien distinta es la que monta K. Branagh, fiel según Focchi
entre muchas a la interpretación de Lacan. Aquella donde la clave no está en el
deseo por la madre, sino en el deseo DE la madre, aquella en la que Hamlet –al
haberse despegado de Ofelia [Acto III-Escena I], «debido a la confusión de
objetos» ( Seminario VI, p. 319)– pierde la vía de su deseo y literalmente
sería arrollado, atrapado, anulado como sujeto bajo el deseo DE la madre.
Escena de boudoir clave tanto en una economía del deseo como del Estado. El
sucesor legítimo, destronado, el proto-rey de su madre, viene a demandar un
alto, llamar al orden a la corona-madre: la lascivia de andar siempre con un
falo-corona entre las piernas y no conocer ni duelo ni distinción entre un
objeto virtuoso y otro basura. (¿Alza la pregunta de si el Estado es un “coño
abierto”, como define Lacan a Gertrudis?). Branagh monta –contando con la
fijación madre/hijo–, sin ápice de erotismo, la agresividad de Hamlet, el
obstáculo que supone la fuerza del deseo del Otro (madre); la inutilidad de sus
súplicas, la impotencia de la palabra. Monta la escena paradigmática, para
Lacan, de la fórmula “el deseo del hombre es el deseo del Otro”. Escena que
Lacan baja y recorre sobre el grafo del deseo. Escena en la que –recuerda
Lacan– entra Hamlet (ya per se) dirigiéndose a Otro como portador de una
voluntad que no es la suya propia, sino la del padre (fantasma-ghost), probar
la tentativa de subir al nivel de la pulsión-enunciación, para terminar por
deponer las armas, recaer al nivel del enunciado, dándose de bruces con el único-mensaje-significado-del
Otro o respuesta de la madre a modo de “soy lo que soy, no puedo hacer nada”.
La incapacidad de elegir un momento para actuar de Hamlet tiene su paralelismo
en la incapacidad de elección de objeto de Gertrudis, señala Lacan.
Pero hay también un clímax en
la interpretación lacaniana justo a partir de aquí y en lo relativo a la
trayectoria/derivas del deseo de Hamlet: Hamlet dibuja un lugar vacío, traza el
lugar vacío de nuestra ignorancia; es la PRESENTIFICACIÓN DEL INCONSCIENTE. Shakespeare
alcanzaría a subir a escena, en la lectura de Lacan, el mismísimo lugar u orden
de lo insondable, que no se puede averiguar o saber a fondo, desplegándolo como
un remolino en el cual nuestro deseo es capturado-aspirado, sin que podamos
explicarlo. Se trata de un punto de estructura que Lacan coloca aquí por
primera vez: S de A tachada, que significa “no hay Otro del Otro”. En Hamlet,
este S de A tachado se revela, añade Focchi, por boca del padre-ghost. Y la
revelación de ese insondable, absoluto, irremendiable revela, para Hamlet, la
absoluta falsedad de todo aparente testimonio de verdad, belleza, etc.; a nivel
de A, todo se pasa, es sin valor. Es la dimensión trágica, patética de que
“toda verdad es mentirosa”
De algún modo tout le monde
est fou en Elsinor (un padre-ghost, que deja una herencia mortal, un
rey-padrastro fratricida, una reina-madre genital, un objeto de amor al
servicio de otros-entre cortesana y muñeca), Hamlet tendría pues –pongamos–
todas las papeletas para andar tronado (de “trueno”, no de “trono”)… Y ¿qué
hace? Fingirse loco, por un lado –pongamos– es su política precipitada, su plan
de Estado y, por otro lado –efectivamente–, va a sufrir una desestabilización
del que sabemos por boca de Ofelia en conversación con Polonio [Acto II- Escena
I]
Llegados a Ofelia (Phallus),
Lacan afirma es figura clave para interrogarnos sobre un secreto: el secreto
del deseo. Su relación con Hamlet sube a escena la articulación del sujeto con
el objeto, y aquí es donde Lacan toma el hilo del fantasma (de la primera
lógica); aquella en la que el sujeto se desvanece frente al emerger del objeto,
objeto que viene a ocupar el lugar de lo que al sujeto le falta, a saber: el
falo. A esta altura es donde M. Focchi hace un recorrido precioso de las distintas
puestas en escena –Branagh y Bene– de la partitura escénica clave al respecto,
el rechazo a Ofelia [Acto III-Escena I]. Pero recordemos que no es un rechazo
elegido, conlleva un profundo desgarro (es objeto de deseo y deseado), es una
repulsa obligada para acometer a fondo su tarea: fundamentalmente porque recae
en que Ofelia es una trampa-herramienta en manos de Claudio y Polonio para
cazar-neutralizar a Hamlet.
Si la revelación del
padre-ghost produce la 1ª marabunta subjetiva –ghost del que Hamlet ni tuvo
tiempo de elaborar el duelo ni la falta– con el primer episodio de
desestabilización/despersonalización, asistimos inmediatamente después a una 2ª
marabunta-desestabilización del fantasma, redoble si cabe decirlo de la
neurosis, en la que al dejar caer el objeto Ofelia, Hamlet pierde la vía de su
deseo (auténtica plataforma móvil que puede ser tanto obsesiva como histérica),
para no volver a hallarla y de ahí el patetismo, salvo pasando por el duelo o
3ª marabunta. Tres marabuntas que lacan llama los tres tiempos de constitución
del objeto Ofelia.
1ª de alejamiento
(desorganización-despersonalización), produce un desajuste en el fantasma en
relación al objeto perverso y Ofelia ya no es tratada como una mujer. 2ª de
exteriorización del falo que, como símbolo significante de la vida, es
exteriorizado y rechazado. Y la pérdida de objeto es reintegrada/compensada en
el plano narcisista (Es el tiempo de las 2 Ofelias, la amada y la rechazada,
que literalmente monta C. Bene: la Ofelia muñeca, maniquí narcisista de Hamlet
y la Ofelia receptáculo de hijos bastardos del reino-casada-abofeteada. Bien
distinta a la de Branagh, donde recae el acento erótico). 3º Escena del
cementerio y proceso de duelo, por la que Hamlet volverá a hallar la vía del
deseo y en la que es fundamental el espejo-Laertes, la relación narcisista con
la imagen del otro, sobre el que se abalanza Hamlet al no poder soportar the
bravery of his sorrows (lamentos bravucones, exaltados de duelo), restituyendo
a Ofelia como su a (sí y sólo sí, neuróticamente, porque es irremediablemente
perdido).
Hamlet, que a lo largo de la
tragedia le ha faltado NO SER EL FALO, solo ahora, comenta Focchi-añade Lacan,
Hamlet está en posición de concluir y llevar (chapuceramente, como sabemos, a
su pesar) a término el largo camino de elaborar o colocar la castración. Esto
es, en toda la tragedia el falo NO ES COLOCADO en el registro SIMBÓLICO, y
porque no está inscrito ahí, mantiene una visibilidad, parece como real, el
verdadero obstáculo para la acción. Hamlet no puede golpear a Claudio porque es
el portador del falo real, ante el cual Hamlet siempre se para, bloquea. Sólo
podrá golpearlo en el momento en el que ha completado el sacrificio narcisista,
como sucede en la escena final. Se desvanece el objeto falo, lo liga en el real
al deseo de la madre que dificulta el acceso a las funciones subjetivas y
aparece el falo como significante; momento crucial que Lacan llama de la
«falofanía».
Y así es como llegamos al
demoledor final de una tragedia en la que da la impresión de que la imagen
fija, justo antes de caer el telón, pudiera ser la del Estado hecha unos
zorros, pero nuevamente con las piernas abiertas. (¡Oh, oh, oh, oh!)
Reseña de la presentación de
Anna Aromí de los capítulos 20 al 23 del Seminario 6 de Jacques Lacan: El deseo
y su interpretación, en el Seminario del Campo Freudiano en Granada el 9 de
abril de 2016.
Agradesco la desgrabación
realizada por Isabel Junco, psicoanalista en Almería y socia de la sede en
Granada de la ELP.
Comienza la sesión
desarrollando el Capítulo XX, El fantasma fundamental.
En estos capítulos Lacan afina
la construcción de lo que el llama el fantasma fundamental, es además el título
que Jacques Alain Miller ha dado al Capítulo XX, luego de haber abordado en el
seminario, la construcción del grafo, el lugar del deseo a partir del sueño del
padre que no sabía que estaba muerto, y del análisis del sueño del paciente de
Ella Sharpe.
Podemos decir que el Seminario
VI, se divide en una parte que construye el grafo y otra en la que establece el
fantasma fundamental; construcción que tiene singularidades, como que el objeto
a es real pero no en el sentido que lo conocemos, fantasma tampoco es la
elaboración que nos atraviesa gracias a el Seminario XIV. Se trata de la
confrontación armónica en la reunión del losange, del sujeto barrado y el
objeto; atendiendo al desarrollo, podemos decir también que lo es del
significante y del objeto.
En cualquier caso -nos dice
Miller en la presentación del Seminario- el Seminario VI explora algo poco
explorado, que se encuentra más allá del significante que es designado como
fantasma.
La cuestión del fantasma
fundamental es central en este seminario y en los capítulos que comentaré y en
los que quedan hasta el final del seminario. Lacan abordará este término que
introdujo en el grafo, combinando la división del deseo con el objeto pequeño
“a” que como saben, no tiene aun, este objeto en el seminario El Deseo y su
Interpretación, el estatuto de real que Lacan acordará mas tarde en su
enseñanza, especialmente a partir del seminario de La Angustia.
Lacan está en este seminario
como adelantado así mismo, aborda el fantasma como le conocemos nosotros,
porque hemos seguido el desarrollo que hará mas tarde en su enseñanza, pero ya
avanza un término que no termina de definir y que va a oscilar entre lo
imaginario y el objeto a, pero lo real que Lacan introduce aquí, uno se
pregunta a que hace referencia realmente, no es la realidad, aunque por momentos
se confunde con ella. No define si es lo real en el sentido que le dará
después, como lo excluido de lo simbólico, lo sinsentido, o sea que es como que
Lacan se anticipa a sí mismo, hablando de algo que no especifica y que tomará
forma mas tarde.
Este adelanto de Lacan, como
le sucede a un sujeto cuando efectivamente habla y ya está adelantando algo de
lo que va a definirse mas tarde, como lo que Lacan proponía conjugar como el
futuro anterior, habrá sido tal cosa. Este tiempo verbal tan particular que es
el futuro anterior, que se conjuga a partir del futuro. El objeto a habrá sido
en este seminario algo que se sitúa justamente entre lo imaginario y lo que es
lo real, no como lo conocemos.
Además hay que recordar que la
dimensión del fantasma, el término mismo, no se encuentra en Freud. Fantasma es
un término que Lacan introduce pero no existe en alemán. En alemán tenemos la
fantasía, término que encontramos en Freud, el fantasear como actividad
psíquica. En ningún momento Freud habla de fantasma. Freud evoca la actividad
misma del fantasear en su texto, de difícil lectura, “Pegan a un niño”. Lacan
comenta este texto en la clase siguiente. En este texto de Freud describe tres
momentos de la fantasía se pega a un niño.
El primer momento, que en la
mayoría de sujetos que ha recogido esta fantasía, se trata de sujetos
femeninos, que imaginan que pegan a un niño, un hermanito, un niño que les es
cercano y que es el padre el que ejecuta el castigo sádico, el propio sujeto es
el espectador, y que en verdad lo hace porque el padre ama al propio sujeto.
Un tercer momento de la
fantasía que es como el resultado final, que no se sabe ni a quien se pega, ni
quien es el ejecutante del castigo, y solo el sujeto reconoce la escena pega a
un niño”, siendo en un primer momento una articulación imaginaria, y un segundo
momento, que se construye en el análisis, y que Freud propone tratarlo de esta
manera, que se construye en análisis y que corresponde al otro que es el propio
sujeto, que es el propio sujeto al que el padre pega. Momento que se puede
decir aparece forcluído, no aparece el enunciado en tanto tal y que por esta
razón podríamos decir con Lacan, es el segundo tiempo en el que es el sujeto
mismo quien es golpeado por el padre, el lugar del real, respecto a los otros
dos que responden a una articulación imaginaria de la fantasía.Texto de 1919,
que responde al giro de los años 20, en que Freud opera en la teoría,
produciendo los conceptos de pulsión de muerte, la repetición, y el problema
económico del masoquismo.
Es este tercer momento, el
propiamente masoquista, designa una posición del sujeto en tanto objeto en
relación al Otro, lo que el fantasma va a poner en juego, articulando la mirada
como objeto pequeño a.
Cuando Lacan habla del objeto
en este seminario, lo hace en términos imaginarios, mas bien como el i(a), como
la imagen del objeto, como el semejante, sobre todo al comienzo del seminario,
cuando comienza a construir el Grafo. En los capítulos se produce una báscula,
y si bien nos describe al objeto bajo tres formas: el objeto pre-genital, la
mutilación castradora, en relación al falo imaginario y la voz en la
alucinación, que no son aún enteramente reales, Lacan nos dirá en el capítulo
“Corte y Fantasma” página 441, en relación al corte, que éste está ya en juego
en relación al primer tipo de objeto en el fantasma, el objeto pregenital. Se
pregunta Lacan en este capítulo qué son los objetos del fantasma, si no son
objetos reales. Cómo entender real aquí, ya que no dice que sean objetos de la
realidad. Estos objetos reales que Lacan avanza, guardan cierto enigma, porque
Lacan no tiene aun la concepción de real que tendrá mas tarde, y sin embargo lo
deja inscrito en este estatuto. Como “pequeño quiste enigmático” en la teoría,
¿que son, si no son otra cosa que objetos reales?. Es como que Lacan ya
estuviera pensando en otra cosa, ya estuviera pensando en lo real tal como lo
definirá después, pero no lo dice en el seminario, no dice la verdad de lo
verdadero, como le reprochaba Laplanche…
En esta misma página, dice que
el corte permite a lo real del sujeto de introducirse allí, en relación con
algo que hay que llamar lo real, pero que no se encuentra simbolizado por nada.
Ya empieza a perfilar la definición de lo real. Es como si Lacan se diera
cuenta que lo imaginario no le alcanza ya para definir a éste objeto, bajo la
forma de i(a), que se encuentra tomada en la relación con la pulsión. En el
capítulo “El Corte y el Fantasma”, habla de la relación de la repetición a la
pulsión, pero aun no puede inscribirlo directamente, en el registro de lo
imposible a simbolizar que implica a lo real.
Es sobre todo en el seminario
siguiente, “La Ética del Psicoanálisis”, cuando introduce la dimensión de la
Cosa y de la pulsión de muerte, cuando éstos términos serán abordados a partir
de lo que Lacan llamará el deseo puro, aislando éste deseo puro en la posición
de Antígona, lo que le permitirá avanzar en la conceptualización de lo real, a
la que procederá a partir del S.X “La Angustia”.
En el comienzo del capítulo
XX, Lacan señala algo sobre el fantasma fundamental que le parece merecer ser
resaltado: el psicoanálisis no es simplemente una psicoterapia, si lo fuera no
habría durado mas de un siglo, sino que el psicoanálisis implica una nueva
manera de abordar al hombre, seria y auténtica. Nueva en lo que tiene para
aportar, seria en sus alcances que ha convocado a otros saberes, filosofía,
sociología, antropología, epistemología…etc, y auténtica, gracias a resultados
que son de otro orden, frente a resultados precarios y discutibles de las otras
psicoterapias. Lacan no niega que el psicoanálisis es una psicoterapia, solo
que no es una psicoterapia como las otras.
Lo más característico dice
Lacan de Freud, es la Cosa freudiana, es éste real por el que se encuentra
tomado el psicoanálisis, y este real no es otra cosa que el deseo. Lo que
resultaba contradictorio en ésta época, es el esfuerzo de los psicoanalistas en
hacerle perder al deseo el acento original que tenía y que sigue teniendo aun.
En aquella época los psicoanalistas se empecinaban en reducir lo que se podía
presentar en el registro del deseo, a las exigencias de la preformación
orgánica, llevándolo por vías trazadas de antemano. Lacan nos recuerda que el
deseo se presenta, en la articulación analítica de Freíd, con un sentido de
lujo, o del término inglés de lust que significa codicia, lujuria, incluso como
el alemán, donde el lustprinzip oscila entre placer y deseo, algo del orden de
lo exuberante. En la experiencia, el deseo se presenta como un trastorno,
trastorno de la percepción del objeto, ya que el sujeto no percibe su realidad
sino más bien a partir del deseo. El objeto aparece como degradado, desordenado,
sacudido, y el sujeto podría hasta disolverse en el, es decir, ningún proceder
que tenga que ver con algo del orden de la realidad, de lo orgánico o de los
registros de la necesidad. Nos recuerda Lacan aquí que ninguna vía articulada
en siglos, respecto de la búsqueda del hombre, no ha sido hecho sin considerar
la búsqueda por el hombre de su bien. Todo el pensamiento filosófico, durante
siglos, no ha formulado una teoría moral del hombre, en la cual el principio
del placer no se haya encontrado decidido en el principio del hedonismo, lo que
supone que el hombre, en lo que tiene de mas humano, buscaría su bien y el
placer, y solo, a título de accidente, sería llevado en la experiencia, a los
errores y las aberraciones del deseo.
Es con Freud que aparece, por
primera vez en la historia de la humanidad, una teoría del hombre cuyo
principio es que éste se encuentra en una contradicción fundamental con todo
principio hedonista, que lejos de buscar su placer, en sus síntomas, en la
articulación que la pulsión de muerte encuentra en el…., a través de la
repetición, lo que pone mas bien en evidencia es que lo que el hombre busca es
su propio mal, su destrucción. Contrariamente a lo que una idea armónica y
optimista del desarrollo humano, nos dice Lacan, podría hacer creer, no existe
ningún acuerdo preformado entre el deseo y el campo del mundo. El deseo se
presenta como siendo siempre excéntrico respecto al campo ordenado, delimitado
en que se presenta el mundo, donde se cree que cada cosa tendría su lugar, y
debería armonizarse con una posición predeterminada por Otro.
Esto es quizás mas difícil de
sostener hoy, en una época en la que el Otro no existe mas, época de las
identificaciones flojas, donde ya no se tiene tanto la idea de que cada cosa
tendría su lugar, aunque podamos constatar hoy día, que algunos piensan que un
hombre debería ser un hombre, una mujer una mujer y una pareja lo que se supone
que es una pareja. El comentario de texto de Glover supone que el deseo mismo
sea igual a la realidad, lo que supondría la anulación pura y simple del deseo.
Lacan indica la paradoja presente en esta cuestión ya que la maduración del
deseo es lo que le permitiría al mundo verse realizado en su objetividad.
Términos en curso en aquellos años entre los analistas, con la idea paradojal,
como señala Lacan, que al final del análisis, el deseo deba corresponder a la
realidad, si no es otra cosa que la desaparición pura y simple del deseo mismo.
Por eso Lacan indica aquí una paradoja, una suerte de normalización del deseo,
una suerte de normalización de la figura del psicoanalista, que seguramente es
también la que se practica aun en las sociedades de la IPA, con un ideal del
final del análisis, identificación a una idea o a un ideal de lo que debe ser
un analista, no del suyo sino de aquel que cree saber que es ser un analista.
Lo mas opuesto al pase, donde se parte de la idea de que no se sabe lo que es
un analista, y se espera del pasante que nos enseñe algo de eso, no a partir de
la identificación a un ideal del analista, sino mas bien a partir de los puntos
de desidentificación con lo que el fue como sujeto para el Otro, en su erección
de ser hablante.
Nos explica Lacan en el
apartado 3, cual es la estructura y la función del fantasma fundamental,
escribiendo la fórmula S barrado rombo “a”. Nos dice que la forma verdadera de
la pretendida relación de objeto, no corresponde en absoluto con lo que se ha
articulado hasta el momento de ésta relación, articulando al sujeto, un
elemento simbólico, con el elemento aun no real, aunque aquí este objeto oscila
entre imaginario y elemento de la realidad, pero devendrá el objeto. La función
del fantasma fundamental es asegurar la estructura misma de corte, de deseo, en
una perspectiva sincrónica que, y esto es fundamental, en todo momento y en
toda situación, el fantasma se presenta como una constante invariable, que se
fija en un momento del devenir biográfico de un sujeto, es decir a lo largo de
la diacronía, con el que responde cada vez que se ve solicitado, en general,
frente a la falta del Otro.
Ven que hay una línea que sube
a nivel del deseo, en la medida que se acerca al fantasma y que no le toca, en
realidad a este lugar del mensaje que es el significante de la falta en el
Otro.
A renglón seguido, utilizará
Lacan una fórmula, que volverá en todo momento aun en la clase siguiente del
seminario. El deseo nos dice, se sostiene en una relación de confrontación al
fantasma fundamental. Eso está representado en el Grafo del Deseo por el vector
punteado del deseo, que va como a confrontarse con el fantasma, que no lo toca,
no llega a tocarlo, no llega a realizarlo y que en el momento que se acerca al
fantasma, bifurca por un lado, al significante de la falta en el Otro y por el
otro, baja al lugar de la significación al Otro.Lacan hace vectores enteros y
punteados en el Grafo. Saben que los vectores en punteado en el Grafo,
corresponden a lo que no puede ser enunciado por el sujeto. En la línea del
deseo, apuntando al fantasma que no lo alcanza, podríamos decir ya que el
fantasma sostiene al deseo y es esta misión de sostén, lo que asegura lo que
Lacan llamará aquí esta función de confrontación del fantasma con el deseo. Si
el deseo alcanzara al fantasma en este punto, si lo realizara, no habría ya
deseo, nos encontraríamos más bien en el registro del goce, es decir, de lo
realizado, de lo obtenido, mientras que el deseo se sostiene esencialmente a
partir de una falta, y de una dificultad entre el placer buscado y el obtenido.
Mientras que al nivel del goce tenemos la homeostasis. Esta diferencia entre el
placer buscado y el obtenido del deseo es el hecho que el deseo se confronte al
fantasma, pero que no lo toque, no lo alcance.Lacan nos habla también en este
capítulo XX, de una tercera perspectiva, es la que concierne al sujeto que se constituye
como deseo en una relación tercera con el fantasma. Es en tanto éste implica
una relación del sujeto con el objeto.
Sitúa estos puntos en el
Grafo. Lacan dice aquí algo que le parece importante (por situar estos puntos
del caso) y es que, página 406, el objeto pequeño “a” se define ante todo como
el soporte que él será, en la medida en que flaquea su certeza de sujeto, en la
medida en que flaquea, que desfallece su designación como sujeto. Cómo entender
esto, que el objeto del fantasma viene a responder al desfallecimiento del
sujeto, donde se expresa por ejemplo la falla del Otro o sea, aquí arriba, lo
que podría provocar un fading del sujeto, en ese momento el sujeto responde con
el objeto del fantasma, cuando confrontado a éste punto en que el Otro no se
deja reducir a este lugar que le asignaba, cuando confrontado con esta falta en
el Otro, en su caso respondía con este circuito, respondía con el objeto en el
que buscaba encerrar al Otro en el lugar del objeto anal.
Volviendo al texto, Lacan va a
hablar de la castración a partir de la página 407, nos dice que la castración
es el descubrimiento esencial del freudismo, y que ella está en juego, una vez
que se manifiesta de manera clara el deseo. Precisa, para aclararnos este
punto, que del mismo modo que la función de shifter, aislada por los
lingüistas, que es la de conductor de la frase, como el yo del enunciado por
ejemplo, el objeto que no es simbólico dice Lacan aquí, sino real, sin definir
lo que es real para el, es la de intervenir para soportar en el momento en que
el sujeto desfallece, designando allí la instancia del deseo, y esto en el Eje
sincrónico, es decir a todo momento en que el sujeto es solicitado por la falta
del Otro. El objeto, dice Lacan, es efecto de la castración, y no objeto de la
misma, no dice que el objeto de la castración es el falo y se trata de un
objeto que no puede verse, a diferencia del flatus oloroso en el que E. Jones
había reconocido nada menos que el Santo Espiritu o aun de los miembros
dislocados en el cuadro de J.Bosco, ha legado en su maravillosa pintura, que el
Falo no se ve, los únicos que los vemos son los psicoanalistas.Es el objeto en
el que se concentra la mirada, si seguimos la línea vectórica que Lacan nos
propone, pero que se encuentra ausente por ejemplo en el cuadro de La Bordadora
de Renoir, donde no se ve el punto central del cuadro, la aguja con la que la
bordadora está bordando, todo converge en el cuadro a un punto central que
falta, que es la aguja con la que la bordadora borda, formidable saber de
Renoir de introducir ahí algo del Falo. O La tormenta en alta mar, del genial
acuarelista inglés Tornard, en el que se deja adivinar un barco en medio de la
tempestad, que el pintor decidió no mostrarnos. Ponen en juego lo mas propio de
la acuarela, hay que pintar rápido porque se seca y deforma las
imágenes.Tornard nos muestra una tempestad, logra mostrar lo que es
efectivamente una tempestad en alta mar, y con la misma técnica de acuarela,
logra esconder el barco que se deja solamente adivinar como un contorno, como
una filigrana detrás de esa masa de agua que se agita, entre la tormenta y el
océano.
Pasa luego Lacan, en el
apartado 4, a proponer un cuadro un poco complicado que declina la sincronía de
la dialéctica del deseo y que va a permitirle aislar el lugar del objeto
pequeño “a”. Es un cuadro un poco curioso ya que uno podría suponer que viene a
dialectizar el Grafo del Deseo. Si el grafo fuera solamente lo que permite
dialectizar, esquematizar, la estructuración diacrónica del deseo, cuando en
realidad, el Grafo del Deseo puede leerse no solo en una estructuración
diacrónica de la constitución del deseo, sino también en un eje sincrónico a
partir de la palabra, es algo que se juega en lo actual, a nivel de la palabra,
a partir de los dos niveles de la demanda. Entonces si este cuadro fuera
diacrónico, solamente podríamos pensar este cuadro, en la sincronía faltante en
lo diacrónico, cuando en realidad, el Grafo del Deseo es diacrónico. Si el
grafo del deseo también es diacrónico como entonces entender este cuadro. Este
cuadro le permite a Lacan desplegar lo actual en lo sincrónico, como se
articulan en la demanda, el Otro, el sujeto y el objeto, y lo hace
efectivamente a partir de lo actual, de lo sincrónico.
Lacan parte de la demanda (de
la gran D), representada por éste término, diciendo que la relación sincrónica
va a establecerse, en la medida en que la que se encuentra esta barra vertical
que representa la división, la barra que separa los dos términos, y que la
dialéctica va a estar representada por el pasaje de un nivel a otro. El cuadro
se va a leer así.
Esta demanda, en cuanto a su
fundamento, es el Otro como lugar más primordial del sujeto, en tanto lugar de
la palabra y de la demanda. Es el A que representa al Otro, que se encuentra dividido
por la demanda, y este Otro no es un Otro completo, en la medida en que el
mismo, es objeto de la demanda del sujeto, lo que va a instituir la dialéctica
que va a dar lugar al objeto pequeño “a” en éste nivel. De este modo, la
demanda aparece dividida por el hecho de que existe el Otro. La demanda no
divide al Otro, sino que divide a la demanda. No va a retomar Lacan esto.
Es inédita esta división de la
demanda, la demanda es dividida por el hecho de que existe el Otro, y que hace
que el sujeto no pueda satisfacer esta demanda, ni estar satisfecho por ella y
que sustituye a toda necesidad, instaurándose así la dimensión del deseo. En la
medida que el Otro pueda satisfacer o no esta demanda, en sus idas y vueltas,
su ausencia y su presencia, según Lacan, lo que aparece en estas idas y vueltas
del Otro es un sujeto real: S (r). Se trata del sujeto en tanto se encuentra
a-sujetado a Otro, que Lacan va a decir aquí también es real. Es real, en tanto
este Otro es el lugar de la encarnación de aquello que puede satisfacer o no la
demanda. Existe el Otro simbólico, como lugar del Otro, aquel que puede dar o
no dar el objeto, que satisface a la demanda del sujeto. Pero existe un Otro
real, y este Otro real, existe también en esta madre que va y viene y puede frustrar
la demanda del pequeño, la demanda oral del objeto de la alimentación, por
ejemplo. Es como Otro de la realidad, es el Otro real, pero corresponde más
bien a Otro de la realidad. Este Otro se encuentra encarnado en alguien que
tiene un interés particularizado por el sujeto, y al que el sujeto dirige su
demanda. El Otro hace pasar la demanda del sujeto a la demanda de amor, en
tanto que el puede estar presente o ausente. Entonces, a partir de ésta demanda
dividida, se instaura este sujeto real que es afectado por la división de la
demanda y por el hecho de que la demanda puede estar o no estar, y en tanto
esta demanda no es solamente pedido de objeto sino en tanto es demanda de amor
principalmente, la respuesta del Otro a ésta demanda, opera como signo de
reconocimiento del Otro por el sujeto. La demanda se escinde en tanto comporta
otra cosa, exactamente una demanda de amor. Esto justifica que Lacan barre a la
demanda, D/, que no es solo demanda de amor sino un pedido, entonces este
pedido divide a la demanda que además es demanda de amor.
Lacan formaliza así, en este
momento esta división. A su vez el Otro se encuentra a partir de aquí,
dividido, en el mismo despliegue, y esto se da simultáneamente, porque no se
podrá saber nunca que es lo que el desea, no hay una palabra, significante
último, para nombrar lo que el Otro desea, no es Otro que se pueda decir una
conciencia de sí, como en la filosofía, respecto del saber, Es Otro que no da
una garantía última, de lo que él valida del lado del sujeto. Lacan señala aquí
esta fórmula que ya ha introducido en el seminario, que no hay Otro del Otro,
es un Otro que carece, no tiene una garantía final. A partir de aquí nos
recuerda Lacan y no a partir del Otro real, sino del Otro que está respondiendo
a la demanda del sujeto.
De la demanda del Otro real,
Lacan va a pasar a una demanda que no es demanda del objeto, digamos de la
satisfacción de la necesidad, sino a un objeto de reconocimiento, a un objeto
que reconozca la demanda del sujeto como una demanda de amor, es decir, a un
mas allá de la demanda. A partir de aquí el sujeto mismo aparece siendo real,
frente a un Otro real que encarna este lugar de la demanda. Es como si uno
fuera desplegando una especie de rollo en el que estás cuestiones se encuentran
como condensadas. A partir de aquí, el sujeto tiene que vérselas con este Otro,
que siendo el Otro real de las idas y venidas puede satisfacer o no las
demandas de amor, pasa a ser Otro barrado, que no es el Otro real o el Otro de
la demanda en la realidad, Otro que carece de una garantía última para decir
que es lo que realmente desea.
Finalmente, es exactamente lo
que abre al 2º piso del Grafo, cuando mas allá de la validez o del
reconocimiento que el Otro hace del discurso del sujeto, este reconoce, ¡ah bueno!,
me dice que no entiende pero en realidad qué desea, abriendo a este circuito
que Lacan pone en línea punteada, como no pudiendo articularse.
Este desarrollo es como lineal
en la sincronía, una condensación muy resumida de lo que es el Grafo del Deseo
a nivel sincrónico, para introducir la función del objeto respecto del deseo y
del hecho de que el objeto viene a recompensar, el hecho de que el sujeto no se
puede situar en el deseo mas que castrándose, es decir, perdiendo lo más
esencial en su vida. Lacan nombra al final del capítulo XX un aforismo de
Simone Weil “La Pesadez y la Gracia” en el cual esta filósofa busca fundamentar
el sentimiento de amor y el sentimiento de creencia en Dios, a partir de una
Física de los gases. Busca fundamentar por un método científico lo que sería
algo de la creencia o de la fe, no en el sentido religioso sino en tanto Otro
que puede faltar. En el libro hay un aforismo “si se supiera lo que el avaro
encierra en su cajita, se sabría de su deseo. En referencia a “El Avaro” de
Moliere y a la cajita de Arpagón, el personaje ha enterrado en su jardín. Qué
tesoro encerraba ésta cajita, pregunta el comisario de policía. Diez mil ecus
que me han devuelto ayer dice Arpagón, afirmando al comisario de policía, que
se trata de ecus en luíses de oro, bien contados, sonantes y resonantes Este
redoblamiento, busca hacer surgir el valor de goce de este objeto escondido en
el jardín, retirado del circuito del dinero, en su dimensión anal. El avaro
encierra en la cajita, el objeto de su deseo, mortificándolo, lo quita del
circuito de los objetos, y del circuito del deseo mismo, lo mortifica como el
obsesivo, es decir, preserva su vida, encerrando el objeto de su deseo en la
cajita, y este objeto se encuentra así mortificado, es la relación que el
obsesivo establece con sus objetos, en el que figura también su partener.
Sanciona así la formula siguiente. Dice Lacan, quien quiera preservar su vida
la pierde, pero no por eso hay que concluir que quien consienta a perderla, la
encuentra así de una manera directa. ¿Cómo la encuentra?, a través de una línea
condensada a través del Falo, aquello que consiente a poder perder en la
castración, entrando en el juego de la castración, para poder encontrar este
más de vida, este plus de vida, a partir del Falo, en una suerte de paradoja,
porque tiene que encontrar como Falo, aquello que consintió en perder. Entonces
el falo viene a designar éste objeto que consiente en perder, y una vez que ha
consentido en perderlo, va a recuperar como un plus, como un más de vida, que
viene a sustituir a la pérdida De este modo, afirma Lacan, como este Grafo
simbólico del deseo, permite situar la posición del pequeño “a” en una
dialéctica con el Otro a través de la demanda y no como siendo un objeto, por
ejemplo, genéticamente perdido en algún momento, en que una elección primera o
primordial permitiría producirlo.
En la lección que Jacques Alan
Miller ha nombrado como “La forma del corte”, Lacan nos da una forma bastante
clara de lo que es el fantasma, y nos dice que el objeto pequeño “a”, entra en
juego en un complejo llamado el fantasma y que es en este objeto que el sujeto
encuentra un soporte en el momento en que se desvanece, ante la carencia del
significante que responda por su lugar de sujeto, en el nivel del Otro, página
418. El fantasma, señala, punto importante, cuando el Otro se manifiesta, no
hay respuesta por el lado del significante a la falta en el Otro, y es el
objeto el que viene a responder aquí, poniendo en juego entonces al fantasma.
Un párrafo más abajo, nos dice que el fantasma no es otra cosa que ese
enfrentamiento perpetuo, entre la S tachada y la “a” minúscula. Revela el tipo
de relación de enfrentamiento que se establece entre los dos términos que se
revelan heterogéneos. El sujeto es simbólico, el objeto es real . Siendo
heterogéneos no pueden más que enfrentarse.
El sujeto es el que se deduce
de esta relación con el objeto, el que se encuentra con muchas inhibiciones, el
que esperaba que fuera el Otro quien tomara la iniciativa, reteniendo o procastinando
el deseo, que guardaba para sí como fue su caso. El objeto era aquel que se
preservaba, se guardaba bajo tierra como en el avaro, bajo siete llaves,
haciendo el deseo imposible. Esta retención, éste guardar lo que pulsionalmente
se inscribía como comportamiento anal, cuando decimos el objeto pequeño “a”, es
el que efectivamente se desprende del cuerpo, el objeto parcial y las metáforas
a que da lugar. Pero leemos también como el objeto pequeño “a” es un objeto
imaginario. Lacan nos da esa respuesta, en ese momento, que surge como
supliendo el significante que falta, es el elemento imaginario, término
correlativo de la estructura del Fantasma. Este objeto es el que detiene al
sujeto delante de su propio sincope, la inversión pura y simple de su existencia.
Fíjense que aunque Lacan lo teoriza como siendo un objeto imaginario, lo trata
mas bien como un elemento real, atribuyéndole una función sincrónica. Y nos
explica ésta función sincrónica diciéndonos que se trata de el lugar que ocupa
el fantasma en la referencia del sujeto a sí mismo, cuando es llevado a esta
pregunta, de lo que él es en el nivel del inconsciente, cuando se ve en suma
llevado por la pregunta acerca de lo que el es- lo cual es la definición misma
de la neurosis, página 420.
¿Qué soy para el Otro? nos
dice Lacan que el sujeto es la nominación misma, pagina 420, en el momento del
deseo se apunta a una nominación- que revela ser desfalleciente- del sujeto. El
sujeto en el fantasma está al borde de esa nominación, y eso es lo que define
su papel estructural.
El analista da importancia a
esta referencia de Lacan a la nominación, ya que Lacan dará una gran
importancia a la nominación, años mas tarde en su enseñanza. El NP será también
el nombre privilegiado que permite nombrar el conjunto de los efectos de
significación, como dice en los Escritos. Mas tarde cuando a partir de El
Reverso del Psicoanálisis, Lacan ponga en cuestión al padre freudiano, el padre
de la horda primitiva y de Tótem y Tabú, definiéndolo como el sueño de Freíd, la
manifestación de su deseo, y proceda a interrogar el alcance del complejo de
Edipo, tal como lo articuló Freud. El NP pasará a ser un nombre mas entre
otros.Antes de pasar a las tres formas del objeto pequeño “a”, que Lacan
propondrá aquí, evocará en que espacio se articula esta relación al objeto que
articula el fantasma al nivel del corte, el corte con el Otro, en el punto en
que el sujeto no dispone de un significante para poner en el lugar del Otro. En
el momento en que viene a faltar en sus idas y vueltas, dando lugar así a la
falta, a los intervalos, al corte que se abre, en discontinuidad, que supone el
discurso del inconsciente entre el Otro y el sujeto.
Lección XXI, La forma del
corte. En ese corte, va a situarse lo que Lacan nombra el objeto imaginario del
fantasma. Lacan va a demostrarnos en que éste objeto del fantasma, tiene la
forma del corte, en una lista que no es exhaustiva, las tres formas del objeto,
que son el objeto pregenital, el falo imaginario, y la voz en el delirio. Los
tres tienen forma de corte.
En cuanto al primero, el
objeto pregenital, es el objeto del que el sujeto debe cortarse, debe
separarse, para poder constituirse como sujeto. Al nivel oral, es aquello que
lo nutre y que se corta, porque se lo retira o bien, es aquello de lo que el
sujeto mismo se corta cuando este objeto tiene tendencia a estar muy presente.
Es el pezón o la tetina de la que el sujeto se separa, porque se le retira o
bien, porque el sujeto mismo se separa, rechazándola o incluso vomitándola, en
el caso de niños vomitadores o anoréxicos que buscan cavar una falta en el
Otro, que se presenta como muy completo, sin fisuras, sin falta. En la medida
en que el Otro materno se retira, aparece como pudiendo dar o no dar el
objeto,según su capricho. Esto aparece funcionando como el Otro de la demanda,
a quien se le va a demandar que ceda éste objeto, que tomará ya a este nivel el
estatuto de un don, perdiendo así su exclusivo valor de objeto de la necesidad.
No se trata ya de la leche o de la papilla, que la madre da, sino del objeto,
que construye en este espacio transicional, citando a Winnicot. Recordar que
Lacan decía elevar la idea del pequeño “ a”, al objeto transicional de
WinnicotAl nivel anal, es el excremento, primera producción corporal, que
deviene la forma más significativa de su relación a los objetos. Debe aceptar
ceder este objeto al Otro, que aparece demandando este objeto. Evoca aquí a las
constipaciones precoces de la primera infancia, chicos que respondiendo a la
demanda de goce del Otro, aparecen reteniendo este objeto, alimentando así el
circuito de la demanda del Otro en este caso. Los objetos voz y mirada se
articulan a partir del corte también, pero lo hacen de un modo diferente,
relacionándose no ya con la demanda del Otro, o al Otro, sino con el deseo al
Otro, tratándose de los orificios corporales de éstas zonas de borde, por
ejemplo lo que sucede en las psicosis y en los autismos, donde esta zona de
borde, no se construye, y no hay extracción del objeto parcial. Lacan evoca
aquí, y es el único lugar de su enseñanza donde hace mención a esto, la
respiración, el hecho de que la respiración no produzca un corte, como los
otros, ni un objeto en consecuencia. La respiración es ritmo, nos dice Lacan,
alternancia vital. No es nada que permita sobre el plano imaginario, simbolizar
o inscribir precisamente, aquello de lo que se trata, un intervalo, un corte
con el Otro. Sin embargo, podríamos alegar, que existen trastornos de la
separación, que aparecen en algunos momentos de la vida del sujeto, como por
ejemplo, en el asma o las dificultades respiratorias, sin darle el estatuto
forzado de fenómenos psicosomáticos, que se producen sin embargo, en el momento
de una separación difícil, dificultosa con el gran Otro. Respecto de la segunda
forma del corte, del falo imaginario, este que falta al cuerpo femenino y
materno, este se presenta bajo la forma de la mutilación, que es arrancado al
cuerpo, o se produce para que el sujeto logre la realización de sí mismo. En
las tradiciones de los pueblos primitivos, en los ritos de iniciación, el corte
implica el pasaje a una marca, zona significante, permitiendo introducir lo
simbólico, marca en lo simbólico.
El ejemplo mas inmediato que
tenemos es la circuncisión de la cual Lacan hace el elogio en el seminario X,
La Angustia, ya que fuerza esta inscripción del sujeto en la ley del
significante. Nos dice y la palabra tiene su fuerza aquí, que la mutilación que
representa el falo imaginario, es el índice de una realización del ser en el
sujeto, en cuanto viene a marcar su entrada en el universo de lo Simbólico. Nos
habla también de la detumescencia, que permite, siendo imaginaria la mutilación
en cuestión en el órgano fálico. que se ofrece a la función de corte mas allá
de significar el falo la diferencia entre los sexos y nos habla también de un
síntoma neurótico y corriente que se ha transformado casi en un síntoma en
nuestra época, el cansancio, el cansancio neurótico, en su relación a la
detumescencia fálica, es decir a cierto desfallecimiento a nivel del deseo en los
sujetos que les lleva a estar siempre cansados, son sujetos de este orden lo
que le permite llamar la fatiga crónica born out, como los nuevos nombres de
ese desfallecimiento fálico del deseo en los sujetos actuales, lo que a veces
se acompaña también de la extensión del estilo deprimido de los sujetos
hipermodernos de la época, en cuanto estos sujetos pierden la brújula de su
deseo colmado con los objetos plus de gozar que hacen a mas goce mas superyo
pero nada en el registro del corte que presenta significantiza este déficit.
Lacan nos dice de una manera muy bella que el esfuerzo no puede nada a este
nivel. No se trata de decirle al sujeto, pues bien haz un esfuerzo y anímate
sino mas bien buscar que la fatiga es signo de ello, el significantizar este cansancio
tratar de localizar el goce al que éste cansancio sirve. Observemos rápidamente
que si Lacan hace del falo la forma del corte y del pequeño objeto “a”, mas
tarde, en su enseñanza, diferenciará claramente a ambos al falo y al objeto a”
, introduciendo además la distinción del falo imaginario y el falo simbólico I
mayúscula y i minúscula que es aquella de la que habla aquí. El falo será el
objeto de la castración y el objeto pequeño “a” el efecto de la misma. Aquí
Lacan parece como pulsar las pistas haciendo del falo una forma del objeto
pequeño “a”. El objeto pequeño “a” se escribirá mas tarde en su enseñanza, en
el registro de lo real, a diferencia del falo imaginario y simbólico.
La tercera forma del corte, la
función de la voz en el delirio. Es interesante como articula el objeto voz,
como aquello que se desprende del cuerpo en su emisión, escandiéndose de la
caja torácica, separándose de ella. Como le es necesario recurrir a la
disolución de la cadena significante en su armado, en su consistencia, tal como
aparece en las frases entrecortadas del presidente Shreber por ejemplo, para
encontrar este fenómeno articulatorio y de corte que supone la voz. Es decir,
para mostrar en esta desarticulación del lenguaje, el surgimiento del objeto
voz en el delirio, donde este ejemplo tan particular de las frases
entrecortadas, donde el sentido pierde consistencia.No dispone Lacan aun del
modelo de la perversión y de la función del objeto pequeño “a” en ella, como
desarrollará mas tarde en su seminario, donde hará corresponder a la voz del
superyo, un dato sádico al que se somete el sujeto masoquista en su… de goce.
Para recurrir a la desarticulación…. En el delirio, desarticulación de la
cadena significante para hacer resaltar allí el lugar que la voz ocupa. Lo interesante
del …la voz. Nos dice que no el ser que aparece ligado a la voz que nos
interesa aquí, ese ser que encuentra en el tipo de voz (gruesa, fina,
desfalleciente) que permite asignar un carácter al sujeto aunque sea este quien
articule la voz. La voz del amo mira aquel que da las órdenes en su función de
semblante, podíamos decir no es la voz en tanto se articula como lo que da
sentido, es mas bien allí donde el sentido se deshace, se desarticula, se
desvanece, como lo que… al delirio que la función real de corte de la voz
aparece como articulación. Permítaseme señalar además ya que estamos en
Granada, una ciudad de poesía que existe una tradición poética que perdura
hoy….
La poesía contemporánea que
busca más bien desarticular el lenguaje para producir efectos poéticos, lo
llevan hasta el sinsentido para producir así como un síncope de la lengua, una
caída del sentido por desatirculación del lenguaje mismo ycada una, cada lengua
con sus recursos propios. Evoca a los poetas americanos del grupo language…. De
los años 70, que llevaron hasta el elemento silábico el poema para decir que la
poesía contemporánea no busca la metáfora, producir efectos de sentido sino
cavar el lenguaje para producir marcas, desarticulación y alojar allí el poema.
El sujeto es la metonimia del ser que se expresa de manera inconsciente. Luego
dirá que es el fantasma quien encarna esta metonimia del ser ya que hace
condensar un goce que se propone como ser del sujeto, mas allá de la falta en
ser en que la cadena inconsciente se articula.
En el capítulo 22, articula el
corte al fantasma, a través de dos lugares fundamentales, a nivel de la
pulsión, y al nivel del significante de la falta en el Otro. La pulsión de este
lado y la falta de sigte en el otro. En el capitulo 22 hace un comentario de
este piso superior del Grafo, lo que permite situar de manera mas precisa el
fantasma. Nos señala que mientras la línea que va de S de A / de la
significación al Otro… la articulación de la cadena significante misma, la
línea que va justamente del Otro a la pulsión es punteada porque no es
accesible a la conciencia, no se articula en un discurso.
Del mismo modo que Lacan hace
partir una línea punteada, el lugar del Otro en el piso del Grafo de la primera
demanda, Lacan llama aquí la segunda intención del sujeto.Esta es la primera
intención, la articulación de la cadena significante y el segundo piso es la
segunda intención del sujeto, es decir la línea, el piso de la demanda misma,
mas allá del nivel instaurado por la significación. La línea del significante,
el sujeto va a dirigir las preguntas a este Otro, y es la línea punteada que
sube, las preguntas porque, que?. Es el porque de los niños, que no buscan
satisfacer el saber sino poner una falta en el Otro, saber cuando el Otro no va
a saber responder, buscar más allá de la cadena misma la falta en el Otro,
apunta a algo, que aparezca el despliegue de esta Demanda a dirigir al Otro.
Que ponen una barra en el Otro, allí donde el Otro no puede responder. Es decir
¿Qué soy para el Otro?¿Que me quiere el Otro?, es ésta la pregunta que abre al
segundo piso del Grafo y a la segunda intención del sujeto, articulada ya, por
eso cruza, en el segundo piso, el eje del código en el lugar del Otro, y va
para el lugar de la barra en el Otro. Nos dice Lacan, aquí no se trata de una
interpretación, ni de un llamado al Otro, sino de una nominación. Volvemos a
encontrar el término nominación que supone una operación real, articulada a la
demanda dirigida al Otro, diré que es el sujeto para el Otro, articulada como si
la nominación que el sujeto va a encontrar para sí mismo, mas allá de los
significantes que despliega en el primer piso, en el primer nivel de la
intención en relación al Otro. Lacan, dice que el deseo del analista no es un
deseo puro, es un deseo que está contaminado por el fantasma. Hay algo del
fundamento neurótico, el deseo del analista estaba marcado por esta dimensión
pulsional, que se depura, que se limpia en el análisis y que permite dejar como
saldo un resto, algo del orden de la fijeza, que aparece ya como degradada del
elemento pulsional, de fijar al Otro o fijarme al Otro.
Para terminar, respecto de la
fórmula del fantasma que significa esta confrontación del sujeto barrado con la
demanda, que le permite a Lacan escribir el matema de la pulsión. La pulsión se
articula a la demanda y se ubica en el punto en que la cadena de la palabra
encuentra a la demanda. La pulsión se articula a la demanda, no hay otra forma
de atravesarla más que en este cruce, ya que la demanda se articula a la
pulsión. En la página 439, nos dice Lacan, que la demanda se encuentra en éste
nivel mas allá de lo que exige, en cuanto la satisfacción de la necesidad, y se
plantea como demanda de amor, instituye al Otro, este Otro a quien la demanda
se dirige como aquel que puede estar ausente o presente. Para ilustrarlo,
retoma la secuencia de la que hablaba en su caso, la pulsión que articulaba la
demanda de conocimiento por Otro, con la coalescencia de la mirada y del objeto
anal. Con la mirada del Otro, buscaba ubicarse respecto a el como objeto, y
buscaba al mismo tiempo servirlo como objeto a el. Esto vehiculizaba la demanda
de reconocimiento como demanda de amor, pero al mismo tiempo, una forma muda de
satisfacción pulsional. De niño no soportaba que su madre le cogiera la mano,
cuando de niño andaba por la calle, o la búsqueda de la mirada aprobadora, que
me cogiera o cogerme a esta mirada, para lograr un plus de más, si no creía no
existir y caía del Otro. Un sueño de fin de análisis, en el que encuentra esta
verificación de separación con el Otro, con la separación del objeto, le da la
certidumbre de que el análisis ha terminado, se presenta al Pase con este
sueño. Lo interesante para concluir de éstos capítulos, tomado en paralelo con
su recorrido en el análisis, la introducción de éste fantasma no deja de
admirarle, es cómo, con el análisis, se puede producir con la palabra algo del
orden de lo real, algo que no tiene el estatuto de la palabra. Un aprendizaje
que le ha dejado el análisis es que uno puede con lo simbólico atrapar algo de
lo real, y diciendo esto, se opone un poco, también con mucha modestia a esta
frase de Lacan que conocen. Lacan decía que el análisis es una estafa, una
palabra fuerte de Lacan. ¿Por qué Lacan habla de la estafa analítica?. Lacan
dice, cuando viene un sujeto le decimos que hable, que hablando, el sujeto va a
poder aliviarse de sus síntomas, pero en realidad, hay una dimensión de estafa
en esta afirmación, porque es muy difícil con lo simbólico, cernir algo de lo
real que está en juego en los síntomas del sujeto. Que con la palabra va a
haber algo de los síntomas que va a poder ceder, la estafa es decirle que
hable, pero en realidad algo de lo real….. una intervención al nivel del
fantasma, que va a permitir que el sujeto se sienta mejor. El fantasma
fundamental es una categoría que Lacan traduce, es su manera de abordar el
término fantasía de Freud. Es un término que se puede pluralizar por ejemplo,
los ensueños diurnos, las fantasías sexuales, mientras que el fantasma
fundamental es el fantasma en singular, siempre es uno, no es mas que uno, es
justo aquel que da un ser de goce al sujeto, retomando el comentario de Javier,
ahí donde el goce viene articulado al Otro, porque el fantasma fundamental
siempre tiene un pié en el Otro, siempre articula una modalidad pulsional
cuyo…pasa por el Otro, porque viene del Otro, Hay una especie de articulación
que incluye al Otro y que permite dar un ser al sujeto por el lado del goce,
metonimia del ser dice Lacan en estos capítulos.
Cuando dice que el Fantasma es
una metonimia del ser, no dice metáfora del ser, no dice que cristaliza un ser
en el fantasma, sino que en el Fantasma con este objeto plus de gozar que
articula, que se constituye en la relación con el Otro, y si no lo articule con
mi caso suficientemente podría retomarlo pero este fijarme al Otro, este fijar
al Otro, articula en ese movimiento al Otro una… la idea del objeto anal, tener
al Otro entre mis manos. Este objeto se produce en esa vibración con el Otro,
como un más de goce como una nominación, y aquí retoma el término que planteaba
Javier, de una nominación del sujeto, que se ubica del lado de la pulsión, en
este momento del seminario de Lacan. Este paso que Lacan hace, le parece
fundamenta, cuando pasa del ser en falta, el S/, al ser hablante, como una
versión del cuerpo hablante, que es un término de Lacan. Agradece la referencia
al fantasma. El vértigo es un índice de lo real, como el hecho de que ya no hay
Otro. En ese momento en que el Otro desfallece, le aparece como una
deconsistencia, una pérdida de consistencia imaginaria del cuerpo, el cuerpo
vacila en el momento en que el vértigo aparece “me toma y va cristalizando como
síntoma de cuerpo, de la falta en el Otro. Viene a indicar el real de la
pérdida de la barra en el Otro, de la pérdida del Otro, que tenía tanta
importancia como apoyo para el. Es la articulación que pudo construir de su
síntoma. Sueño de salida de análisis.“En su barrio, en una avenida a la salida
de su casa, voy caminado y hay una especie de enorme animal, mezcla de Oso y de
dragón, medio dormido, pero con un ojo abierto y otro cerrado, que podía ser un
poco inquietante, una presencia surrealista en medio de la calle, un animal que
no tiene nada que hacer en ese lugar. Me topo con este animal sin angustia, es
una cosa que pasa, esta ahí, y sigo caminando”. Apenas se despierta, decide el
final de análisis.
Reseña de la presentación de
Mónica Unterberguer de los capítulos 24 al 27 del Seminario 6 de Jacques Lacan:
El deseo y su interpretación, en el Seminario del Campo Freudiano en Granada el
21 de mayo de 2016.
La ponente comenzó hablando
del deseo, de Granada y las obras del deseo en Granada, donde dijo “se nota que
está en las cosas que ha construido y producido” aludiendo a lo agradable que
le resulta dar un paseo por esta ciudad.
Los últimos 4 capítulos son densos. El
seminario 6 corresponde con su enseñanza en los años 58 y 59 donde Lacan está
intentando cercar el concepto de deseo .Mónica planteaba que releer este libro
esclarece conceptos de lo que se llama la última enseñanza de Lacan .Desde el
principio no advirtió de que se detendría en algunos puntos “no todos”
especialmente en los que para ella,
igual que para cada uno de nosotros al leer, nos han resonado y nos hacen
preguntarnos cosas.
Resaltó el concepto del sujeto en su
relación con el deseo. Lacan frente a Freud da un paso decisivo con la noción
del fantasma ya que permite salir del atolladero freudiano de la roca de la
castración convirtiéndose en un concepto
imprescindible de su enseñanza. En este Seminario, el objeto “a” está aquí como
objeto imaginario (menos fi).Aquí está la matriz que separa el sujeto y el
deseo de esa ausencia (objeto a) que juega su papel en otro lugar, se trata de
la pulsión, el cuerpo, el goce, y lo que será mas tarde, el plus de goce.
Para hablar del deseo en las distintas
estructuras clínicas y en primer lugar, en la neurosis, (mas tarde lo hará de
la perversión) nos habla del fantasma. Fantasma que es, a la vez, soporte e
índice de la posición del sujeto en el deseo.
Cuando hablamos del deseo, hay que
considerarlo en la relación con el deseo del otro, y es en ese movimiento que
se juega, lo que abre a la estructura del fantasma. Es decir, se detiene en ese
paso: del deseo inicial del sujeto al paso del fantasma como soporte y a la vez
como índice de la posición del sujeto en el deseo.
Mas tarde, habla del deseo en otra estructura
clínica, la de la perversión porque le permite explicar muy bien la posición de
objeto y de sujeto en el deseo y como el deseo Voyeur o exhibicionista son
ejemplos donde se ve muy claro que el sujeto es dependiente del deseo del otro.
También del valor de trauma, lo traumático está en aquello que se percibe en el
deseo del otro, como distinto al propio deseo y que sacude al propio sujeto en
su propio deseo.
En la neurosis hay una escena primordial,
una escena entrevista, entre brecha y relámpago, dice Lacan, es un momento de
suspensión donde el sujeto ve abrirse una brecha cuyo valor traumático tiene
relación con el deseo del otro. Deseo del otro que perdura como un núcleo
enigmático hasta que mas adelante, a posteriori, el sujeto pueda reintegrar el
momento vivido, en una cadena que no será necesariamente la cadena correcta,
pero que se convertirá, desde entonces,
en núcleo de la neurosis. El sujeto no puede instituirse más que a condición de
perder el sentido de su posición (esa es la opacidad del fantasma). Ese
instante de pérdida del sujeto es la Afánisis del sujeto, que en ese perderse
como sujeto se instituye y es el fantasma el que lo posibilita: instituirse
como sujeto a condición de perderse como tal: el “soy donde no pienso” sería la
posición del sujeto en el fantasma. El ser del sujeto está en el nivel del
fantasma.
Cada una de las posiciones en las
estructuras clínicas es una respuesta del sujeto para defenderse del deseo del
otro. Hay tres maneras de sostener su propio deseo para el sujeto:
Deseo insatisfecho……..en la
histeria.
“
imposible………..en el obsesivo.
“
prevenido……….en la fobia.
Toda son estrategias para protegerse del
deseo del otro, que sacude por ser diferente al propio. Aquí el deseo lo vemos
como una defensa (que se sostiene en el fantasma), en la ultima enseñanza Lacan
lo va a presentar como causa ya no como defensa.
En la histeria, habló del caso de la bella
carnicera, que no quiere aquello que desea, y se pone a ella misma como
obstáculo y deroga en la señora K el deseo En la histeria, la dialéctica del
ser o el tener: ella lo es para el hombre y lo tiene por el hombre: los
regalos, los amantes, los hijos…hace circular el deseo sobre objetos que son
equivalentes fálicos para cada una distintos y particulares de cada una.
En el obsesivo: él está fuera de juego,
juega a eso. Está siempre en otro lugar. En la clínica se ve: cuando se le
quiere atrapar, ya está en otro sitio. Se escapa, se esconde para satisfacer
todas las demandas y para que no quede lugar a ningún desde: su actitud
servicial, complaciente, etc. para escapar a su propio deseo.
Sustituye la demanda por el deseo como modo
de preservar el deseo. Incluye en su yo a un otro imaginario que tenga valor
del cual se sirve para sostener su deseo y a la vez mortificar su propio deseo
y el del otro.
En la fobia: el caso Juanito muestra en
tiempo real cómo se va constituyendo: la angustia, el miedo y el síntoma; y se
ve cuál es la función del síntoma: está sin recursos frente al deseo del otro
(la madre en el caso Juanito u otro personaje). Este desamparo (estar sin
recursos frente al deseo del otro) brutal es peor que la angustia porque ésta
es ya una respuesta. El fantasma protege y sostiene el deseo. En la fobia hace
una doble protección:
- por el objeto y
- por el significante.
En el capitulo 25 “El o bien… o bien… del
objeto”. Comenzó diferenciando lo que es perversión de lo que es el fantasma
perverso, para lo que cita a Freud quien al hablar de las tendencias perversas
polimorfas (nombra así a los niños) en el inconsciente descubre la estructura
de los fantasmas inconscientes. Todos tenemos fantasmas perversos: la histeria,
la obsesión, en los sueños… El inconsciente, en general, lo es. El deseo se
satisface en un objeto parcial siempre, en el sentido de que sólo atrapa un
trozo de real, por tanto, el deseo es perverso. La diferencia es que los
fantasmas inconscientes, en el perverso “florece a la luz del día”, se ve
claramente, mientras que en las neurosis no se muestra.
En el trabajo en análisis construimos el
contexto en el que el fantasma se constituye en su articulación; le damos una
articulación en la hª del sujeto, y así constituir lo que es el síntoma
analítico, hay que construir, por ej. En el fetiche, de qué contexto ha sido
recortado o extraído. Y todo ello desde una dimensión no genética, ni de
libido, sino del lenguaje, del significante, ya que el sujeto ha de situarse
como un ser dentro del discurso.
Mas tarde, Lacan introduce lo que la mujer
demanda en su fórmula inconsciente presentando una similitud con el perverso.
En el inconsciente ella no pide tener
una satisfacción sino tener lo que no tiene, lo que no se tiene es el falo;
pero ella lo es, en la medida que es el objeto del deseo del otro, y lo tiene,
en calidad de objetos separados, que tienen equivalencia fálica (porque pueden
separarse de ella): en el hombre, en los hijos… Esto puede explicar la menor
frecuencia de la perversión en la mujer .En general, ellas satisfacen sus
relaciones perversas dentro de la relación con los hijos, hay mujeres que les
convierten en objetos de falo, pero otras los convierten en objetos de goce y
esto da una clínica en ocasiones, mas grave.
También señala la particularidad de los
celos en la mujer en tanto objeto a, objeto del deseo del otro: ser objeto de
amor (tener el amor) y ser objeto del deseo de su partenaire, es el homenaje al
Ser el falo y al Tener.
CAPITULO 26
Comenzó desarrollando el concepto de
fantasma .El fantasma escribe la posición del deseo en un sujeto hablante .El
deseo en el sujeto exige que el sujeto sea tachado, desaparecido con el objeto
a, es decir, el sujeto tiene que desaparecer para dar paso al fantasma .Es
decir, el deseo se tiene que dar con un objeto y como es estructura del
discurso, se lo da el fantasma; es algo que no participa del lenguaje y por eso
lo denomina ”a”, ese a que está localizado en el cuerpo. Es el modo de incluir
en ese sujeto que es estructura del discurso, lo que no participa del lenguaje,
que es la pulsión, el plus de goce…etc…lo que sostiene al sujeto como deseante
porque sino sería puro discurso, racionalidad…
Vuelve al tema de la perversión, de nuevo
diferencia fantasmas perversos de la perversión, cita la novela de Nabokov,
Lolita, de la que dice que lejos de mostrar la perversión muestra como fracasa
el fantasma neurótico en alcanzar su partenaire .Para Lacan la posición
perversa mas original es el masoquismo que muestra claramente, que necesita la
dependencia del discurso del otro; o sea, no es algo con lo que nacemos…
Continúa el capítulo planteando la
diferencia entre deseo neurótico y el perverso, como dos modalidades de
respuesta al encuentro con el deseo del otro muy diferentes. Menciona a André
Gide como ejemplo de sujeto perverso pero al mismo tiempo lo hace para hablar
de la Sublimación.
CAPITULO 27: “Hacia la Sublimación”.
Lacan habla de su tesis de la sublimación
en este último capitulo del Seminario 6, y continúa en el siguiente curso
Seminario 7: la ética, desarrollando lo que el denomina el problema de la
sublimación. Y más tarde, en Encore y Joyce.
Aquí habla de la sublimación como la
reconversión del deseo en esa producción simbólica (La obra de Gide) donde el
deseo pasa a la letra. Esa sublimación nace del atolladero del deseo a su paso
a la materialidad significante. En Freud toda sublimación sería una salida de
la libido que no pasa por la represión ni termina en un objeto sexual, pueden
ser obras, construcciones… La sublimación implica el deseo pero sustituye lo
que tiene un fin sexual por otra cosa y queda por fuera del cuerpo
En Gide, en tanto homosexual, hay una doble
relación con el objeto:
Objeto narcisista: exigencia
del falo en los jóvenes desgraciados.
El amor idealizado (falo
embalsamado).
Respecto de las identificaciones:
1º En la neurosis “si lo es no lo tiene”
2º En el perverso hay una inversión “lo es
y lo tiene”
La mujer, en el inconsciente, “lo es y lo
tiene”
En Gide, él tendrá el falo en los
jovencitos y lo es para “ese amor uraniano” (falo embalsamado).
Al final, Lacan hace un cierto elogio de la
perversión. Habla de que la perversión refleja la protesta a la uniformización
con el “para todos lo mismo” a un conformismo con el para todos y con el orden
de las normas que estabilizan las diferencias. Por eso se opone a la
normalización, a los conformismos, “hasta hacerlos estallar”.
En la perversión hay una renegación, no hay
negación ni represión.
¿A qué llamaríamos perversión hoy? ¿Cuál es
el valor de la protesta en la perversión hoy en día? Hoy en día, sólo llamamos
perversión al no consentimiento del partenaire.
El uso que hace Lacan de Gide y de la
perversión es que haya una reconversión del deseo en esa producción simbólica.
Para finalizar, un punto notable para la
ponente fue la justa percepción de que la acción analítica pasa por el deseo
del analista y es la primera vez que Lacan habla del deseo del analista, como
aquello a lo que va uno a confrontarse cuando va a un análisis. ¿Cuál debe ser
ese deseo del analista? El deseo del analista debe ser un deseo vacío para
producir la paradoja de ser “los parteros” del deseo, el de hacerlo advenir. ¿Y
cómo se logra esa posición? Lacan da una opción además del análisis y la
supervisión de casos: “…quizás con un gramo de poesía o de fantasía… Es lo más
digno que se puede esperar de un análisis”. Tiene que ver con la invención, con
la poesía, con encontrar las palabras con las que cernir (aunque solo se pueda
tocar un poco) lo real.
Y así concluyó el Seminario dedicado al
deseo, concluye, como hace a veces Lacan, con conclusión y obertura.
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