El
estudio de neuróticos con fobias y representaciones obsesivas, hizo que Freud
intentando explicar esos síntomas, dedujera su origen. Junto a esta teoría
modificó la de la histeria al hallar un carácter común a la histeria y esas
neurosis. Su modo de abordaje mostró también un enlace entre estas dos y las
psicosis.
I -
Modificación introducida en la teoría de la neurosis histérica
Janet
y Breuer mostraban que los síntomas de la histeria indicaban una escisión de la
conciencia con formación de grupos psíquicos separados, pero no era claro el
origen y el papel que esa escisión jugaba en la formación de la histeria. Para
Janet, la escisión de conciencia era un rasgo primario basado en una debilidad
innata de la aptitud para la síntesis psíquica, un estrechamiento del campo de
conciencia. Para Breuer la base de la histeria era la aparición de estados
hipnoides, estados de conciencia oniriformes con poca aptitud para la
asociación, aquí es secundaría, adquirida, y se da porque las representaciones
que afloran en estados hipnoides son segregadas del comercio asociativo con los
contenidos de conciencia.
Freud
mostró otras dos formas de histeria donde la escisión de conciencia no podía
interpretarse como primaria. En una la escisión era consecuencia de un acto
voluntario del enfermo, este no se proponía producir la escisión; su propósito
es otro, pero al no alcanzar su meta generaba una escisión de conciencia. En la
otra forma, la escisión juega un papel mínimo, apenas se intercepta la reacción
frente al estímulo traumático, estos se tramitan por abreacción: histeria de
retención pura. Por su relación con las fobias y representaciones obsesivas,
aquí sólo analizó la histeria de defensa, dejando la hipnoide y la de
retención.
Sus
pacientes gozaban de salud psíquica hasta que surgía una representación
inconciliable despertando un afecto tan penoso que la persona decidía
olvidarla, creyendo no poder solucionar la contradicción, por el trabajo del
juicio. En las mujeres, esas representaciones nacen mayormente de vivencias
sexuales. Una joven se reprocha, mientras cuida a su padre, pensar en el joven
que le dejó una leve impresión erótica.
Freud
no pudo asegurar que el acto voluntario por alejar del pensamiento algo así sea
patológico; ni si el olvido se logra o como se logra en quienes siguen sanos
ante tales representaciones. Sabía si que en sus pacientes el olvido no se daba
y llevaba a reacciones patológicas provocando histeria, representación obsesiva
o psicosis alucinatoria. En la aptitud para provocar por el acto voluntario uno
de esos estados, ve una predisposición patológica, no necesariamente
degeneración personal o hereditaria.
La
tarea que el yo se impone, tratar como “no acontecida” la representación
inconciliable, es insoluble; una vez que la huella mnémica y el afecto adherido
están ahí, no se los puede extirpar. Por eso intenta debilitar a la
representación quitándole su afecto. Así la representación débil dejará de
exigir la asociación; pero el afecto debe aplicarse a otro lado. A partir de
aquí dejan de ser iguales los procesos en la histeria, las fobias y
representaciones obsesivas. En la histeria se vuelve inocua la representación
inconciliable trasponiendo el afecto al cuerpo mediante conversión. La
conversión puede ser total o parcial y se dará en una inervación motriz o
sensorial que tenga relación con la vivencia traumática. El yo elimina así la
contradicción, a cambio un símbolo mnémico habita la conciencia como parásito,
como inervación motriz o como sensación alucinatoria. La idea de la
representación reprimida formó así el núcleo de un segundo grupo psíquico.
Proceso
psicofísico en la histeria: Una vez formado el núcleo en el momento traumático,
su engrosamiento se da en momentos traumáticos auxiliares, cuando una impresión
similar traspasa la barrera fijada por la voluntad, aporta nuevo afecto a la
representación débil e impone por un tiempo el enlace asociativo de ambos
grupos psíquicos, hasta que una nueva conversión ofrezca defensa. El equilibrio
logrado es frágil; el afecto llevado por vía corporal cada tanto vuelve a la
representación inconciliable, y obliga a la asociación o a descargar en ataques
histéricos. El método catártico de Breuer reorientaba el afecto de lo corporal
a lo psíquico, con conciencia, reequilibrando la contradicción mentalmente y
descargando el afecto al hablar.
Entonces,
la escisión de conciencia no es el factor característico de la histeria sino la
capacidad psicofísica para trasladar el afecto a la inervación corporal. La
sola capacidad no excluye la salud psíquica, solo lleva a la histeria si hay
inconciliabilidad psíquica o exceso de afecto. Con este giro, Breuer y Freud,
se acercan mas a Oppenheim y Strümpell que a Janet, que da crucial importancia
a la escisión de conciencia, en la histeria.
II –
Teoría de las Fobias y Representaciones Obsesivas
Si
una persona predispuesta a la neurosis no tiene la aptitud a la conversión, y
aún así, para defenderse de la representación inconciliable intenta separar el
afecto de la idea, el afecto permanece en lo psíquico. La representación débil
se excluye de asociación en la conciencia pero el afecto libre se fija a
representaciones adecuadas a las que el enlace falso convierte en
representaciones obsesivas. Esta teoría de las representaciones obsesivas y
fobias tiene piezas que admiten demostración directa y otras no. Es demostrable
la representación obsesiva misma y la fuente de la que proviene el afecto en
enlace falso. Siempre era la vida sexual la que proporcionaba un afecto penoso
de igual índole que el afecto fijado a la representación obsesiva. No excluía
que naciera en otro ámbito pero a él no se había revelado otro origen
Es
demostrable también, el empeño voluntario, varios enfermos relataban que la
fobia o la representación obsesiva aparecieron cuando el acto voluntario
parecía haber logrado su fin. Pero, no todos tenían claro su origen. En general
al señalarles la naturaleza sexual de la representación originaria, la
objetaban. Esta era la prueba de que la representación obsesiva sustituía en la
conciencia a la representación sexual primitiva.
El
divorcio entre la representación sexual y su afecto, y el enlace de este con
una representación adecuada ocurren al margen de la conciencia, ningún análisis
clínico-psicológico lo puede demostrar. Junto a los casos en que se comprueba
la presencia sucesiva de la representación sexual inconciliable y de la representación
obsesiva, hay casos de coexistencia de representaciones obsesivas y
representaciones sexuales inconciliables. No se debe llamar a estas últimas
“representaciones obsesivas sexuales”; les falta un rasgo esencial de las
representaciones obsesivas: están justificadas, mientras que lo penoso de las
representaciones obsesivas ordinarias son un problema para el médico y el
enfermo. En estos casos se da una defensa continua frente a representaciones
sexuales siempre emergentes, una labor no concluida.
Los
enfermos suelen ocultar sus representaciones obsesivas cuando son conscientes
de su origen sexual. Y cuando se quejan de ellas, expresan su asombro por
sucumbir al afecto, por angustiarse, tener ciertos impulsos, etc. Al médico en
cambio, ese afecto le resulta justificado e inteligible; lo llamativo es el
enlace del afecto con una representación que no es digna de él, el afecto de la
representación obsesiva le parece dislocado, si adoptó esta teoría puede si
ensayar la retraducción a lo sexual de la representación obsesiva.
El
afecto liberado aprovecha para su enlace secundario cualquier representación
que tenga relación con la representación inconciliable. Una angustia liberada
cuyo origen sexual no debe recordarse, se vuelca en fobias primarias a
animales, la tormenta, la oscuridad, o a cosas asociadas con lo sexual: orinar,
defecar.
La
ventaja obtenida por el yo al defenderse con la transposición del afecto es
menor que en la conversión histérica pues el afecto penoso permanece intacto;
sólo se excluye del recuerdo a la representación inconciliable. Las
representaciones reprimidas forman también aquí el núcleo de un segundo grupo
psíquico que no presenta los síntomas que de la histeria, tal vez porque la
modificación íntegra ocurrió en lo psíquico, y no hubo cambios en la relación
entre la excitación psíquica y la inervación somática.
Ejemplos
de representaciones obsesivas
1.
Una muchacha padece reproches obsesivos. Lee sobre un crimen y se pregunta si
no fue ella quien lo cometió, pero se da cuenta que es absurdo. Durante un
tiempo la conciencia de culpa la dominó hasta ahogar su juicio crítico. La
culpa surge cuando incitada por una sensación voluptuosa se masturba, con
conciencia de su mala acción. Un exceso estando en un baile provocó el
acrecentamiento hasta la psicosis.
2.
Otra, teme sufrir incontinencia de orina. La fobia le imposibilitó el trato
social. Una presión en la vejiga le vino por primera vez en la sala de
conciertos, estando cerca de un señor que no le era indiferente. Imaginando ser
su esposa entró en ensoñación erótica y le sobrevino una sensación corporal
como una erección que en ella concluyó con una presión en la vejiga. Estaba
habituada a esa sensación pero ahora se asustó, pues había resuelto combatir
esa inclinación; el afecto se transfirió así a las ganas de orinar.
3.
Una joven que casada cinco años sólo había tenido un hijo, sentía el impulso de
arrojarse por el balcón, a la vista de un cuchillo sentía el impulso de matar a
su hijo. Confesó que rara vez tenía sexo y siempre se cuidaba para evitar la
concepción, decía no disgustarle, pues era poco sensual. Lo cierto era que al
ver otros hombres tenía representaciones eróticas y esto le había hecho sentir
degradada, capaz de todo.
III-
Teoría de la Psicosis Alucinatoria
En
los dos casos considerados, la defensa frente a la representación inconciliable
ocurría separando de ella su afecto. La representación debilitada y aislada
permanecía en la conciencia. Pero había una defensa más poderosa, el yo
desestima la representación insoportable junto con su afecto y se comporta como
si nunca hubiera comparecido. Cuando se da esto, la persona sucumbe a una
psicosis alucinatoria.
Ejemplo:
Una joven interesada en un hombre cree ser correspondida, pero él frecuenta su
casa por otros motivos. Cuando llega el desengaño ella se defiende mediante la
conversión histérica, y sigue pensando que él vendrá un día a pedir su mano;
sin embargo, se siente desdichada y enferma, pues la conversión es incompleta y
constantemente la asaltan nuevas impresiones dolorosas. Por fin, con la máxima
tensión, lo espera un día de festejo familiar. Pasados todos los trenes en que
podía llegar, ella se vuelca a una confusión alucinatoria, cree que él llegó,
oye su voz. Por dos meses vive un sueño donde todo está como antes (de que
surja el desengaño del que se defendía). Histeria y desazón están superadas;
mientras dura la enfermedad, es dichosa. La psicosis fue descubierta diez años
después mediante hipnosis.
Freud
quería destacar que el contenido de una psicosis alucinatoria consiste en
realzar la representación que estuvo amenazada por la ocasión a raíz de la cual
sobrevino la enfermedad. El yo se defiende de la representación insoportable
refugiándose en la psicosis; el proceso por el cual se logra escapa a la
autopercepción y al análisis psicológico-clínico. Es la expresión de una
predisposición patológica de mayor grado. El yo se arranca de la representación
insoportable, pero esta se entrama con un fragmento de la realidad objetiva, y
en tanto el yo lleva a cabo esa operación, se desase también, total o
parcialmente, de la realidad objetiva. Esta última es la condición por la que
se imparte a las representaciones propias una vividez alucinatoria, y tras la
defensa lograda, la persona cae en confusión alucinatoria.
Freud
dispone de pocos análisis sobre psicosis de esta clase; pero cree que es un
tipo de enfermedad psíquica a que se recurre con frecuencia, pues en los
manicomios hay ejemplos donde vale análoga concepción, la madre que enfermó a
raíz de la pérdida del hijo y ahora mece un leño en sus brazos, o la novia
desairada que desde hace años espera ataviada a su prometido.
Los
tres tipos de defensa descritas y las tres formas de enfermar a que esa defensa
lleva, pueden estar reunidas en una misma persona. La aparición simultánea de
fobias y síntomas histéricos, que a menudo se observan, es un factor que
dificulta la separación tajante de la histeria respecto de otras neurosis, y
fuerzan a postular las “neurosis mixtas”. La confusión alucinatoria no suele
ser compatible con la persistencia de la histeria y tampoco con la de las
representaciones obsesivas. En cambio no es raro que una psicosis de defensa
interrumpa episódicamente la trayectoria de una neurosis histérica o mixta.
En las funciones
psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto) que tienen todas las
propiedades de una cantidad, aunque no haya forma de medirla, algo que puede
aumentar, disminuir, desplazarse y descargarse, y se difunde por las huellas
mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la
superficie de los cuerpos. Es posible utilizar esta hipótesis, que ya estaba en
la teoría de la abreacción en el mismo sentido en que el físico emplea el
supuesto del fluido eléctrico que corre.
Excelente resumen (:
ResponderEliminar