jueves, 11 de julio de 2013

Neuropsicosis de defensa (1894) Resumen de S. Freud


 El estudio de neuróticos con fobias y representaciones obsesivas, hizo que Freud intentando explicar esos síntomas, dedujera su origen. Junto a esta teoría modificó la de la histeria al hallar un carácter común a la histeria y esas neurosis. Su modo de abordaje mostró también un enlace entre estas dos y las psicosis.

I - Modificación introducida en la teoría de la neurosis histérica
Janet y Breuer mostraban que los síntomas de la histeria indicaban una escisión de la conciencia con formación de grupos psíquicos separados, pero no era claro el origen y el papel que esa escisión jugaba en la formación de la histeria. Para Janet, la escisión de conciencia era un rasgo primario basado en una debilidad innata de la aptitud para la síntesis psíquica, un estrechamiento del campo de conciencia. Para Breuer la base de la histeria era la aparición de estados hipnoides, estados de conciencia oniriformes con poca aptitud para la asociación, aquí es secundaría, adquirida, y se da porque las representaciones que afloran en estados hipnoides son segregadas del comercio asociativo con los contenidos de conciencia.
Freud mostró otras dos formas de histeria donde la escisión de conciencia no podía interpretarse como primaria. En una la escisión era consecuencia de un acto voluntario del enfermo, este no se proponía producir la escisión; su propósito es otro, pero al no alcanzar su meta generaba una escisión de conciencia. En la otra forma, la escisión juega un papel mínimo, apenas se intercepta la reacción frente al estímulo traumático, estos se tramitan por abreacción: histeria de retención pura. Por su relación con las fobias y representaciones obsesivas, aquí sólo analizó la histeria de defensa, dejando la hipnoide y la de retención.
Sus pacientes gozaban de salud psíquica hasta que surgía una representación inconciliable despertando un afecto tan penoso que la persona decidía olvidarla, creyendo no poder solucionar la contradicción, por el trabajo del juicio. En las mujeres, esas representaciones nacen mayormente de vivencias sexuales. Una joven se reprocha, mientras cuida a su padre, pensar en el joven que le dejó una leve impresión erótica.
Freud no pudo asegurar que el acto voluntario por alejar del pensamiento algo así sea patológico; ni si el olvido se logra o como se logra en quienes siguen sanos ante tales representaciones. Sabía si que en sus pacientes el olvido no se daba y llevaba a reacciones patológicas provocando histeria, representación obsesiva o psicosis alucinatoria. En la aptitud para provocar por el acto voluntario uno de esos estados, ve una predisposición patológica, no necesariamente degeneración personal o hereditaria.
La tarea que el yo se impone, tratar como “no acontecida” la representación inconciliable, es insoluble; una vez que la huella mnémica y el afecto adherido están ahí, no se los puede extirpar. Por eso intenta debilitar a la representación quitándole su afecto. Así la representación débil dejará de exigir la asociación; pero el afecto debe aplicarse a otro lado. A partir de aquí dejan de ser iguales los procesos en la histeria, las fobias y representaciones obsesivas. En la histeria se vuelve inocua la representación inconciliable trasponiendo el afecto al cuerpo mediante conversión. La conversión puede ser total o parcial y se dará en una inervación motriz o sensorial que tenga relación con la vivencia traumática. El yo elimina así la contradicción, a cambio un símbolo mnémico habita la conciencia como parásito, como inervación motriz o como sensación alucinatoria. La idea de la representación reprimida formó así el núcleo de un segundo grupo psíquico.
Proceso psicofísico en la histeria: Una vez formado el núcleo en el momento traumático, su engrosamiento se da en momentos traumáticos auxiliares, cuando una impresión similar traspasa la barrera fijada por la voluntad, aporta nuevo afecto a la representación débil e impone por un tiempo el enlace asociativo de ambos grupos psíquicos, hasta que una nueva conversión ofrezca defensa. El equilibrio logrado es frágil; el afecto llevado por vía corporal cada tanto vuelve a la representación inconciliable, y obliga a la asociación o a descargar en ataques histéricos. El método catártico de Breuer reorientaba el afecto de lo corporal a lo psíquico, con conciencia, reequilibrando la contradicción mentalmente y descargando el afecto al hablar.
Entonces, la escisión de conciencia no es el factor característico de la histeria sino la capacidad psicofísica para trasladar el afecto a la inervación corporal. La sola capacidad no excluye la salud psíquica, solo lleva a la histeria si hay inconciliabilidad psíquica o exceso de afecto. Con este giro, Breuer y Freud, se acercan mas a Oppenheim y Strümpell que a Janet, que da crucial importancia a la escisión de conciencia, en la histeria.

II – Teoría de las Fobias y Representaciones Obsesivas
Si una persona predispuesta a la neurosis no tiene la aptitud a la conversión, y aún así, para defenderse de la representación inconciliable intenta separar el afecto de la idea, el afecto permanece en lo psíquico. La representación débil se excluye de asociación en la conciencia pero el afecto libre se fija a representaciones adecuadas a las que el enlace falso convierte en representaciones obsesivas. Esta teoría de las representaciones obsesivas y fobias tiene piezas que admiten demostración directa y otras no. Es demostrable la representación obsesiva misma y la fuente de la que proviene el afecto en enlace falso. Siempre era la vida sexual la que proporcionaba un afecto penoso de igual índole que el afecto fijado a la representación obsesiva. No excluía que naciera en otro ámbito pero a él no se había revelado otro origen
Es demostrable también, el empeño voluntario, varios enfermos relataban que la fobia o la representación obsesiva aparecieron cuando el acto voluntario parecía haber logrado su fin. Pero, no todos tenían claro su origen. En general al señalarles la naturaleza sexual de la representación originaria, la objetaban. Esta era la prueba de que la representación obsesiva sustituía en la conciencia a la representación sexual primitiva.
El divorcio entre la representación sexual y su afecto, y el enlace de este con una representación adecuada ocurren al margen de la conciencia, ningún análisis clínico-psicológico lo puede demostrar. Junto a los casos en que se comprueba la presencia sucesiva de la representación sexual inconciliable y de la representación obsesiva, hay casos de coexistencia de representaciones obsesivas y representaciones sexuales inconciliables. No se debe llamar a estas últimas “representaciones obsesivas sexuales”; les falta un rasgo esencial de las representaciones obsesivas: están justificadas, mientras que lo penoso de las representaciones obsesivas ordinarias son un problema para el médico y el enfermo. En estos casos se da una defensa continua frente a representaciones sexuales siempre emergentes, una labor no concluida.
Los enfermos suelen ocultar sus representaciones obsesivas cuando son conscientes de su origen sexual. Y cuando se quejan de ellas, expresan su asombro por sucumbir al afecto, por angustiarse, tener ciertos impulsos, etc. Al médico en cambio, ese afecto le resulta justificado e inteligible; lo llamativo es el enlace del afecto con una representación que no es digna de él, el afecto de la representación obsesiva le parece dislocado, si adoptó esta teoría puede si ensayar la retraducción a lo sexual de la representación obsesiva.
El afecto liberado aprovecha para su enlace secundario cualquier representación que tenga relación con la representación inconciliable. Una angustia liberada cuyo origen sexual no debe recordarse, se vuelca en fobias primarias a animales, la tormenta, la oscuridad, o a cosas asociadas con lo sexual: orinar, defecar.
La ventaja obtenida por el yo al defenderse con la transposición del afecto es menor que en la conversión histérica pues el afecto penoso permanece intacto; sólo se excluye del recuerdo a la representación inconciliable. Las representaciones reprimidas forman también aquí el núcleo de un segundo grupo psíquico que no presenta los síntomas que de la histeria, tal vez porque la modificación íntegra ocurrió en lo psíquico, y no hubo cambios en la relación entre la excitación psíquica y la inervación somática.
Ejemplos de representaciones obsesivas
1. Una muchacha padece reproches obsesivos. Lee sobre un crimen y se pregunta si no fue ella quien lo cometió, pero se da cuenta que es absurdo. Durante un tiempo la conciencia de culpa la dominó hasta ahogar su juicio crítico. La culpa surge cuando incitada por una sensación voluptuosa se masturba, con conciencia de su mala acción. Un exceso estando en un baile provocó el acrecentamiento hasta la psicosis.
2. Otra, teme sufrir incontinencia de orina. La fobia le imposibilitó el trato social. Una presión en la vejiga le vino por primera vez en la sala de conciertos, estando cerca de un señor que no le era indiferente. Imaginando ser su esposa entró en ensoñación erótica y le sobrevino una sensación corporal como una erección que en ella concluyó con una presión en la vejiga. Estaba habituada a esa sensación pero ahora se asustó, pues había resuelto combatir esa inclinación; el afecto se transfirió así a las ganas de orinar.
3. Una joven que casada cinco años sólo había tenido un hijo, sentía el impulso de arrojarse por el balcón, a la vista de un cuchillo sentía el impulso de matar a su hijo. Confesó que rara vez tenía sexo y siempre se cuidaba para evitar la concepción, decía no disgustarle, pues era poco sensual. Lo cierto era que al ver otros hombres tenía representaciones eróticas y esto le había hecho sentir degradada, capaz de todo.

III- Teoría de la Psicosis Alucinatoria
En los dos casos considerados, la defensa frente a la representación inconciliable ocurría separando de ella su afecto. La representación debilitada y aislada permanecía en la conciencia. Pero había una defensa más poderosa, el yo desestima la representación insoportable junto con su afecto y se comporta como si nunca hubiera comparecido. Cuando se da esto, la persona sucumbe a una psicosis alucinatoria.
Ejemplo: Una joven interesada en un hombre cree ser correspondida, pero él frecuenta su casa por otros motivos. Cuando llega el desengaño ella se defiende mediante la conversión histérica, y sigue pensando que él vendrá un día a pedir su mano; sin embargo, se siente desdichada y enferma, pues la conversión es incompleta y constantemente la asaltan nuevas impresiones dolorosas. Por fin, con la máxima tensión, lo espera un día de festejo familiar. Pasados todos los trenes en que podía llegar, ella se vuelca a una confusión alucinatoria, cree que él llegó, oye su voz. Por dos meses vive un sueño donde todo está como antes (de que surja el desengaño del que se defendía). Histeria y desazón están superadas; mientras dura la enfermedad, es dichosa. La psicosis fue descubierta diez años después mediante hipnosis.
Freud quería destacar que el contenido de una psicosis alucinatoria consiste en realzar la representación que estuvo amenazada por la ocasión a raíz de la cual sobrevino la enfermedad. El yo se defiende de la representación insoportable refugiándose en la psicosis; el proceso por el cual se logra escapa a la autopercepción y al análisis psicológico-clínico. Es la expresión de una predisposición patológica de mayor grado. El yo se arranca de la representación insoportable, pero esta se entrama con un fragmento de la realidad objetiva, y en tanto el yo lleva a cabo esa operación, se desase también, total o parcialmente, de la realidad objetiva. Esta última es la condición por la que se imparte a las representaciones propias una vividez alucinatoria, y tras la defensa lograda, la persona cae en confusión alucinatoria.
Freud dispone de pocos análisis sobre psicosis de esta clase; pero cree que es un tipo de enfermedad psíquica a que se recurre con frecuencia, pues en los manicomios hay ejemplos donde vale análoga concepción, la madre que enfermó a raíz de la pérdida del hijo y ahora mece un leño en sus brazos, o la novia desairada que desde hace años espera ataviada a su prometido.
Los tres tipos de defensa descritas y las tres formas de enfermar a que esa defensa lleva, pueden estar reunidas en una misma persona. La aparición simultánea de fobias y síntomas histéricos, que a menudo se observan, es un factor que dificulta la separación tajante de la histeria respecto de otras neurosis, y fuerzan a postular las “neurosis mixtas”. La confusión alucinatoria no suele ser compatible con la persistencia de la histeria y tampoco con la de las representaciones obsesivas. En cambio no es raro que una psicosis de defensa interrumpa episódicamente la trayectoria de una neurosis histérica o mixta.
En las funciones psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto) que tienen todas las propiedades de una cantidad, aunque no haya forma de medirla, algo que puede aumentar, disminuir, desplazarse y descargarse, y se difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos. Es posible utilizar esta hipótesis, que ya estaba en la teoría de la abreacción en el mismo sentido en que el físico emplea el supuesto del fluido eléctrico que corre.

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