En lugar del enigma femenino Lacan nos
habla de la falta de un significante. No hay significante para nombrar a la
mujer como conjunto La tachada. Hay algo en el ser femenino que excede la
palabra. Y es por esa falta de significante que la mujer da tanto que hablar.
Se intenta atrapar con más y más palabras que siempre
fracasan en decir que es ese ser de la mujer.
Lacan intenta definir lo específicamente
femenino, no a partir de la falta de pene sino a partir de un goce
suplementario. El único goce común a ambos sexos es el goce fálico, pero lo que
hace a la mujer extraña, esencialmente Otra es ese goce suplementario. Goce que
la hace “no toda” capturada en ese goce fálico.
“La mujer no toda es” dice Lacan.
La
mujer se relaciona por un lado con el falo y por el otro con el significante de
la falta en el Otro, significante que se relaciona con el amor y el deseo, y
por ende con el Otro que habla palabras de amor, pero también con el Otro que
no existe, con la soledad, con la ausencia.
¿Donde
ubicar ese goce suplementario al que la mujer tiene más fácil acceso que el hombre?
No es necesario buscarlo sólo en experiencias místicas. Lacan lo ubico en el
encuentro sexual mismo.
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