Freud sostenía que el aparato
psíquico esta compuesto por diferentes capas, instancias o estratos:
consciente, preconsciente e inconsciente, cada uno con características propias.
En la analogía que comúnmente
utilizaba para explicar la dinámica del aparato psíquico, a este lo refiere
como un iceberg donde la punta que sobresale, y que es la parte mas pequeña, es
el consciente, la media es el preconsciente, y la mas amplia y profunda que
queda abajo, es el inconsciente. Cada estrato posee características propias.
El consciente es el resultado
de estimulaciones externas, de experiencias internas reanimadas, o la
combinación de ambas. También nos da el momento presente de conciencia y la
conciencia de identidad.
El preconsciente contiene los
recuerdos latentes que pasan a la conciencia en forma espontanea, deliberadamente
cuando nosotros nos obligamos a recordar o mediante la asociación con estímulos
actuales. Almacena todas las experiencias que nosotros por voluntad propia
queremos olvidar en lo que llamamos proceso de supresión. Se encuentra entre el
consciente y el inconsciente.
El inconsciente para Freud es
lo desconocido, lo comúnmente inaccesible, se encuentra constituido por motivos
psicobiológicos básicos que se oponen a motivos conscientes, y producen los
principales conflictos en la vida. Aquí se acumulan todas las experiencias
vividas y olvidadas a lo largo de nuestra vida y podemosencontrar la
justificación de los pensamientos, sentimientos, emociones, deseos y placeres
para los que no encontramos una explicación consciente.
Para alcanzar a comprender al
inconsciente y su manera de operar, necesitamos recurrir al proceso de
represión, que se puede definir como la exclusión o anulación de experiencias
vividas en contra de nuestra voluntad. En general, la represión puede
convertirse en un muro infranqueable para que lleguen consciente deseos, ideas
o recuerdos dolorosos que amenacen nuestra existencia organizada.
Los sueños, hábitos, lapsus
linguae, actos fallidos y el olvido entre otros, son pruebas a favor de la
existencia del inconsciente. Tenemos como ejemplo la cita que programamos con
antelación con el dentista, sim embargo, ese dia no asistimos, pero en la noche
antes de retirarnos a dormir la recordamos súbitamente; ¿Por qué lo olvidamos?
Podriamos responder a esta pregunta enumerando un sinnúmero de justificaciones;
el terror que podemos tener tan solo de imaginarnos en dicho consultorio, el
miedo a los aparatos que usa el dentista, la incomodidad que nos representa la
inyección que nos aplica, entre otros factores, todo ello, si lo analizamos,
obedece a un propósito obvio: eludir el dolor o la incomodidad.
Los lapsus linguae
(equivocaciones al hablar, al escribir o determinados accidentes) también
obedecen a motivos o deseos inconscientes. Asi, en una persona que es propensa
a accidentes podríansignificar un deseo inconsciente de lastimarse a si mismo.
Los trastornos de personalidad
son, según Freu, una de las pruebas mas incuestionables que demuestran la
existencia el inconsciente, ya que esos trastornos poseen un significado y
obedecen a un propósito. Tomemos como ejemplo a una adolescente con SC que
cuida de su mama enferma. A esta muchacha la invitan a una fiesta a la que
asistirá el joven de quien esta enamorada sin embargo, a causa de la situación
en la que se encuentra no puede ir y esta la enoja tanto que llega a desear la
muerte de su madre. Por desgracia la madre muere y la jovencita repentinamente
ya no puede caminar, y a pesar de ser llevada a los mejores especialistas,
estos no encuentran lesión alguna que le impida hacerlo. ¿Qué crees que puede
estar significando su incapacidad? ¿Sera consciente de los motivos por los
cuales dejo de caminar? De una manera simple podríamos decir que es mas fácil
que la muchacha dejara de caminar que recocer sus deseos de muerte dirigidos
hacia su progenitora. (Hacemos la aclaración que los deseos no matan.) Diríamos
entonces que en forma inconsciente esta tratando de castigarse por deseo que ni
siquiera recuerda conscientemente.
Ello, Yo y Superyó
BY IG
Ello, Yo y Superyó
Ello, yo y superyó son los
tres elementos de la mente humana definidos por Sigmund Freud. Según la teoría
de Freud, nuestra personalidad se compone de tres elementos: ello, yo y
superyó.
Ello
El ello se consta de todos los
componentes biológicos de la personalidad, como los instintos sexuales y
agresivos. Este es el único componente de nuestra personalidad que está
presente en nuestra vida desde que nacemos. Los otros elementos se desarrollan
durante nuestra vida. El ello funciona inconscientemente, responde directamente
a nuestros instintos.
El ello es como una fuente
plena de instintos primarios. Es como la “olla a presión”. Según la teoría
freudiana, el ello se guía por el principio del placer, que tiene un único
propósito – obtener satisfacción inmediata de todos los deseos y necesidades
humanos.
Parece que es imposible
satisfacer todas las necesidades y deseos de nuestra vida. A veces una
necesidad puede ser dejada insatisfecha. Los que no cumplan sus necesidades van
a experimentar un estado de ansiedad o tensión.
Como ya he dicho, el ello está
presente en nuestra vida desde que nacemos. Por ejemplo, un bebé hambriento
gritará hasta que su necesidad se satisface. El ello es muy importante en
nuestra vida, porque nos guía a satisfacer nuestras necesidades primarias para
sobrevivir.
Cuando nuestras necesidades
están satisfechas, lo que sentimos se llama placer. El ello no se ve afectado
por la realidad o la lógica. Las consecuencias no significan nada para el ello,
él tiene un soló propósito: satisfacer las necesidades primares.
Yo
El yo es responsable de la
relación con la realidad. Este componente de la personalidad tiene el propósito
de asegurarse que los impulsos del ello pueden expresarse de una manera
aceptable para la sociedad en que vivimos. El yo desarrolla varios mecanismos
de defensa para hacer frente a la ansiedad y las tensiones.
El yo es impulsado por el
principio de la realidad que trata de satisfacer los impulsos del ello de una
manera aceptable. El principio de la realidad compara los costos y los
beneficios de una acción y después, decide actuar o abandonar los impulsos
respetivos.
El yo es el mediador entre los
deseos poco realistas del ello y el mundo externo, el mundo real. El yo también
busca el placer tal como el ello lo hace. Pero hay una diferencia. El ello
busca el placer y no le importa en absoluto las consecuencias. El yo trata de
evitar el dolor y busca el placer de una manera realista.
Freud hizo una analogía: el
ello es el caballo, mientras que el yo es el piloto. El piloto trata de
controlar la fuerza superior del caballo.
A menudo se utiliza la
metáfora del iceberg para explicar la relación entre las tres partes de la
psique humana: ello, yo y superyó. Según esta metáfora, el ello representa la
mitad de la conciencia y una cuarta parte del preconsciente. La otra cuarta
parte se encuentra en el inconsciente.
Superyó
Según Sigmund Freud, el último
componente de nuestra personalidad es el superyó. El superyó incorpora las
normas morales y valores de la sociedad en que vivimos. Aprendemos estas normas
y valores, especialmente de nuestros padres, pero también de otras personas que
nos rodean como amigos, abuelos y maestros. Freud sugirió que el superyó se
desarrolla a la edad de 4 – 5 años, durante la etapa fálica del desarrollo
psicosexual.
El superyó controla los
impulsos del ello, especialmente los no aceptadas por la sociedad en que
vivimos. Por lo general, los instintos sexuales y agresivos no son aceptados
por las personas que nos rodean.
El superyó tiene dos partes
principales: el ideal del yo y la conciencia moral.
El ideal del yo es el retrato
imaginario que muestra cómo debemos ser para respectar las reglas de la
sociedad en que vivimos. El comportamiento que tratamos de lograr es
fuertemente influenciado por nuestros padres y otros autoridades de nuestra
vida. Respectando estas normas y reglas, nos sentimos aceptados, y tenemos
sentimientos de orgullo y logro.
La conciencia moral contiene
información acerca de las cosas y el comportamiento inaceptable por nuestros
padres o por nuestra sociedad. Comportamientos prohibidos pueden conducir a la
pena y el sentimiento de culpa. Por ejemplo, si el yo trata de satisfacer los
impulsos agresivos del ello, el superyó hará que la persona se sienta culpable.
Los seres humanos parecen ser
un campo de batalla donde dos luchadores de gran alcance, el ello y el superyó
luchan juntos. El yo tiene la misión difícil de mediar los conflictos entre el
ello y el superyó. El ello exige la satisfacción de los instintos primarios. El
superyó se centra en las normas morales de nuestra sociedad y puede hacer que
el yo se sienta culpable.
Según Sigmund Freud, una
personalidad sana se caracteriza por un equilibrio entre los tres elementos de
la mente humana: ello, yo y superyó
Ello
El Ello se refiere a la parte
más profunda, primitiva, desorganizada e innata de la personalidad. El Ello se
presenta de forma pura en nuestro inconsciente y está presente desde el
nacimiento (el ello no es sinónimo de inconsciente). Representa nuestros
impulsos, deseos y necesidades más elementales y primitivas del ser, de cubrir
sus necesidades fisiológicas inmediatamente sin considerar las consecuencias.
Está constituido por impulsos
tan básicos como la tendencia natural a satisfacer el hambre, la sed y la
sexualidad, las que Freud llamópulsiones de vida, alimentados por el libido.
Mas tardé Freud descubrió y matizó la pulsión de la muerte, responsable de las
conductas de tendencia agresiva y destructiva.
Yo
El Yo tiene como fin cumplir
de manera realista los deseos y demandas del Ello y a la vez conciliándose con
las exigencias del Superyó. Todas las acciones ejecutadas son analizadas por el
Yo amenazando con el castigo en caso de incumplimiento. El Yo nos permite
reconocer las acciones que realizamos, a elegir el camino a seguir, y razonar
los impulsos con tal de no ceder lugar a la liberación libidinosa, y velar por
la integridad general de la realidad. Es el primer paso del reconocimiento,
para afrontar las alegrías, culpabilidad o castigo.
Superyó
El superyó es la parte que
contrarresta al Ello, representa los pensamientos morales y éticos adquiridos y
aprendidos por la cultura. Consta de dos subsistemas: la consciencia moral se
refiere a la capacidad de la autoevaluación, la crítica y el reproche.
NCONSCIENTE
Con esta palabra podemos
designar, en primer lugar, todo contenido mental que no se encuentra en la
conciencia y al que el sujeto únicamente puede acceder con dificultad. Pero, en
segundo lugar, este término también se usa para designar uno de los sistemas
del aparato psíquico: es la parte no consciente que sólo puede ser consciente
con grandes esfuerzos por parte del sujeto, y, en particular, gracias al
trabajo de la terapia. En el inconsciente se encuentran los deseos, instintos y
recuerdos que el sujeto reprime por resultarle inaceptables, fundamentalmente a
causa de sus propias valoraciones morales; es la capa más profunda de la mente
y se identifica en gran medida con el ello. Con todo, parte del super-yotambién
puede incluirse en el inconsciente en la medida en que no siempre el sujeto es
consciente de sus propias valoraciones morales y de la actuación de dichas
valoraciones en su vida psíquica y su conducta.
Freud tuvo razones muy
importantes para la defensa de la existencia de mente inconsciente; las
principales:
· los fenómenos de hipnosis le
mostraron que podemos saber algo sin saber que lo sabemos, y que podemos desear
algo sin saber la auténtica razón de ese deseo;
· la referencia a una
motivación inconsciente permite comprender los actos fallidos (acciones
aparentemente desprovistas de sentido por ser contrarias a la intención de la
persona que las realiza) y las confusiones verbales o " lapsus
lingue" que ocurren en la vida cotidiana y a personas normales;
· el mundo simbólico de los
mitos, novelas y en particular los sueños; el análisis de los sueños era para
Freud "el camino real" para acceder a la provincia de lo
Inconsciente. Los sueños sólo se pueden entender a partir de un significado
profundo, no consciente, distinto del significado explícito y superficial;
sus estudios sobre la histeria
le hicieron ver que en la mente pueden existir experiencias y motivaciones
determinantes de la conducta y de la salud física sin que, por efecto de la
represión, se sea conscientes de ello;
los efectos de la terapia
psicoanalítica sólo se comprenden a partir de la teoría de la represión y de la
descarga de una fuerza emocional inconsciente.
Conviene también recordar dos
importantes implicaciones antropológicas de la creencia en el inconsciente:
La mente no es transparente a
sí misma : para la tradición filosófica, la Razón era uno de los atributos
esenciales y propios del ser humano; a partir de la filosofía de Descartes se
añadía también la autoconsciencia, al punto de acabar identificando la mente
con el ser consciente o poder ser consciente voluntariamente; se suele indicar
que los enunciados mentalistas en primera persona son "incorregibles"
en el sentido de que presentan verdades indudables ("pienso, luego existo",
sería la máxima expresión de este tipo de enunciados). Frente a ese tipo de
planteamientos, el psicoanálisis prima mucho más las dimensiones no racionales
del psiquismo (instintos, deseos ligados al cuerpo, emociones...) y, con su
defensa del inconsciente cree posible que ignoremos las reales y verdaderas
causas de nuestras conductas y estados mentales. Desde la perspectiva
tradicional parecía imposible tener un deseo sin ser consciente de él, o que se
llegue a odiar a alguien creyendo que le amamos; el psicoanálisis declara que
este tipo de "opacidad" es perfectamente posible.
Escisión del sujeto : el
psicoanálisis considera que en el interior del sujeto hay elementos opuestos,
enfrentados: se puede amar y odiar a la misma persona, desear y no desear lo
mismo, saber y no saber algo. Enfrentándose a la concepción tradicional del
psiquismo que declara la perfecta identidad del sujeto consigo mismo, y que en
las versiones más metafísicas culminará en la idea de alma, Freud parece
entender la subjetividad en términos de "identidades difusas", de
elementos que pugnan por dominar en el conjunto de la vida psíquica y que
tienen relaciones de afinidad o competencia pero nunca de una cohesión tan
completa que pueda dar lugar a una unidad en el sentido fuerte o metafísico. Es
precisamente a partir de estas tesis como poco a poco la psicología ha ido
cuestionando de modo cada vez más radical nociones tradicionales como la de
libertad y responsabilidad moral.
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