En psicoanálisis sabemos que
el sujeto está constituido por una falta, es un sujeto dividido como lo expresa
Lacan, atravesado por la palabra, hablar es manifestar la falta, una falta que
siempre estará presente en toda nuestra existencia, esto quiere decir, que no
habrá ningún objeto que pueda disipar tal condición, estamos condenados a estar
solos en este mundo - inmundo y es algo que debemos de confrontar, ese corte
producido por la renuncia de nuestro primer objeto de amor (la madre) esa
ruptura que se instaura por la presencia del otro, hay ausencia porque hubo
presencia, y esa falta se instaura a partir de que esa presencia se manifestó,
por eso el niño experimenta, la primera angustia, cuando la madre se retira,
entonces el niño empieza a llorar, las lágrimas marcan la impotencia del ser
humano, es pues la herida, la cicatriz de mi historia, esto no es ajeno en los
adultos cuando lloramos, porque no tenemos lo que queremos, el hombre se
encuentra con ese imposible y enferma, los poetas, los escritores, literatos
son como niños que nombran en todo momento ese imposible, lo enmascaran con sus
palabras más hermosas que pueden hallar, pero al mismo tiempo se quiebran,
somos como niños que buscamos que regrese ese pecho mágico y puede calmar ese
dolor de nuestra existencia, la escritura, sostiene, de-tiene, permite que el
otro no caiga en el abismo, en el vacío, porque la falta no aparece. La poesía
marca esta condición del sujeto, la vulnerabilidad, lo frágiles que somos,
hacer de ese Dios hombre, un ser finito, ese ser arrogante, un ser débil y
frágil, esa demanda de amor que siempre estará en cada instante, lo cual nos
denota que tenemos que romper con ese narcisismo absurdo que no sirve para la
vida, si quieres tener un amor menos tonto, debes de ser humilde, dar la falta,
castrarte, la vida nos enseña lo frágiles que somos, lo rotos y heridos, que
estamos…aunque eso se torne insoportable de sostener…
Marco Canales
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