1.
Tiresias
había encontrado unas serpientes copulando cerca de Cilene y, por haberlas
herido, fue transformado de hombre en mujer; pero al ver a aquellas serpientes
uniéndose en otra ocasión, se volvió hombre de nuevo. Por eso cuando Zeus y
Hera disputaban sobre quién disfrutaba más en el amor, la mujer o el hombre,
preguntaron a Tiresias. Este dijo que, si el placer tuviera diez partes, los
hombres gozarían sólo de una y las mujeres de nueve; entonces Hera lo cegó,
pero Zeus le concedió el arte de la adivinación. Esto es lo que dijo Tiresias a
Zeus y Hera: El hombre goza una sola parte de diez mientras que la mujer se
satisface en las diez deleitando su mente.
2.
Dentro
del psicoanálisis es Lacan quien usa el mito de Tiresias cuando se interroga
por el goce de las mujeres, dice: “No sabemos ni una palabra sobre el goce
femenino”; sin embargo no es cuestión reciente; hubo ya un cierto Júpiter, por
ejemplo, Sujeto supuesto Saber, de eso no sabía. Le preguntó a Tiresias. Cosa
formidable: ¡Tiresias sabía mucho más! Sólo cometió un error, decírselo; como
ya saben, perdió la vista.”
3.
¿Qué
quiere una mujer? Desde Lacan podría ser respondida de esta manera: Un deseo
muy extraño a toda búsqueda del tener fálico propio de los varones (material o
no: casa, auto, logros intelectuales, ascensos, etc.)
Son
las mujeres quienes tienen el don de no tener el falo y entonces para ellas es
el valor privilegiado del ser. (Para una mujer no es importante ser la primera
sino la última, decía Oscar Wilde). Es decir que ellas no son objeto más que a
condición de encarnar para el partenaire la significación de la castración y de
presentarse bajo el signo menos, es por ello que Lacan le da especial
importancia al texto “La mujer pobre” de León Bloy.
4.
De
esto se desprende por un lado que ya la misma expresión lacaniana de ser el
falo implica cierto desprecio en cuanto al tener del Otro varonil. Implica
cierto sacrificio de los bienes, de la ambición de todo tener. Siguiendo a
Soler “todo lo que pertenece al deseo de adquirir, de apropiarse, vale para el
hombre en tanto metonimia de su tener fálico. El deseo estaría interdicto para
las mujeres, trátese de la fortuna, del poder, de la influencia, del éxito, en
suma, de todas las búsquedas llamadas fálicas de la vida cotidiana.”
De
allí que el amor cobra especial relevancia para toda mujer.
De
allí también que el amor feminiza…
“Rosa
Aksenchuk”
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